El pedagogo Otto Benavides cree que tabletas y teléfonos deben estar integrados en clase
Autoras/es: Andrés García de la Riva para El País
(Fecha original del artículo: Enero 2013)
Otto Benavides no se separa de su portátil, su tableta y su teléfono. / Sergio Espinosa |
El colombiano Otto Benavides visita España en el marco de un proyecto
de investigación de la Universidad de La Rioja sobre la aplicación de
la tecnología en educación secundaria y enseñanza media. Nos citamos en
el café Bretón de Logroño, uno de los establecimientos con mayor pedigrí
artístico de la ciudad, con sus propios certámenes literarios y de
cortometrajes, y provisto siempre de buena prensa impresa; un símbolo de
la cultura más analógica donde compartimos un tentempié para hablar de
tecnología digital.
A sus 70 años, Benavides es un hombre vital que aparenta 10 menos de los que tiene y conjuga la mirada incisiva de un emprendedor estadounidense con la elegancia y el carácter afable del latinoamericano refinado. Se considera un nativo digital: “No importa la edad; ser un nativo digital es una actitud, no una condición. Mi mamá tiene 97 años, usa Skype y también es nativa digital”. Benavides utiliza seis redes sociales, vive conectado a Internet 24 horas al día y no da un paso sin su smartphone, su tableta y su portátil. Es director del Centro de Recursos Académicos de la NASA y del Centro de Recursos Educativos de la Universidad Estatal de California (Fresno, Estados Unidos); educador distinguido de Apple; y expresidente del Concejo Internacional de Medios Educativos.
Referencia mundial en la aplicación de la tecnología a la educación, abandera su particular cruzada contra la resistencia habitual de los profesores a que los alumnos usen el teléfono móvil en clase: “Trabajo para integrar los móviles y tabletas en el aula. Estos dispositivos se inspiran en las pizarras que teníamos cuando éramos pequeños y para los niños resulta muy natural usarlos de forma táctil. Los estudiantes se involucran más y el costo económico es muy bajo. Pueden llevar todos los libros que necesitan metidos en una tableta y comunicarse con profesores a través del móvil. Pero los profesores los ven como una distracción, no como una herramienta académica. Esto demora su implementación, pero yo creo que en 10 años su uso será común en todo el mundo”.
Lo dice alguien que ha demostrado ser un visionario en la aplicación tecnológica desde que a principios de los años noventa impulsara en Fresno el primer edificio conectado a Internet en una universidad de California. Cuestionado por el futuro, augura que el siguiente paso de las tabletas será el 3D: “La clave serán las tres dimensiones reales sin necesidad de gafas; esto lo veremos en menos de dos años. Y lo siguiente será la holografía, con la posibilidad de proyectarme en otro lugar y visitar a alguien virtualmente, o proyectar en clase una batalla en 3D cuando se estudie una guerra; esto lo veremos en los próximos 10 años”.
Otto Benavides emigró de Colombia hace 37 años con la maleta cargada de temores a fracasar en una sociedad tan competitiva como la estadounidense. Pero ha terminado cumpliendo, y con nota, el sueño americano. “Eran los planes que tenía Dios para mí. Él nos pone donde quiere, es mi motor”, reconoce este hombre que profesa casi la misma fe en la tecnología que en el Todopoderoso. Cuando va a la iglesia, sigue la lectura de las sagradas escrituras con su iPad: “Tengo tres versiones de la Biblia”, asegura.
A sus 70 años, Benavides es un hombre vital que aparenta 10 menos de los que tiene y conjuga la mirada incisiva de un emprendedor estadounidense con la elegancia y el carácter afable del latinoamericano refinado. Se considera un nativo digital: “No importa la edad; ser un nativo digital es una actitud, no una condición. Mi mamá tiene 97 años, usa Skype y también es nativa digital”. Benavides utiliza seis redes sociales, vive conectado a Internet 24 horas al día y no da un paso sin su smartphone, su tableta y su portátil. Es director del Centro de Recursos Académicos de la NASA y del Centro de Recursos Educativos de la Universidad Estatal de California (Fresno, Estados Unidos); educador distinguido de Apple; y expresidente del Concejo Internacional de Medios Educativos.
Referencia mundial en la aplicación de la tecnología a la educación, abandera su particular cruzada contra la resistencia habitual de los profesores a que los alumnos usen el teléfono móvil en clase: “Trabajo para integrar los móviles y tabletas en el aula. Estos dispositivos se inspiran en las pizarras que teníamos cuando éramos pequeños y para los niños resulta muy natural usarlos de forma táctil. Los estudiantes se involucran más y el costo económico es muy bajo. Pueden llevar todos los libros que necesitan metidos en una tableta y comunicarse con profesores a través del móvil. Pero los profesores los ven como una distracción, no como una herramienta académica. Esto demora su implementación, pero yo creo que en 10 años su uso será común en todo el mundo”.
Lo dice alguien que ha demostrado ser un visionario en la aplicación tecnológica desde que a principios de los años noventa impulsara en Fresno el primer edificio conectado a Internet en una universidad de California. Cuestionado por el futuro, augura que el siguiente paso de las tabletas será el 3D: “La clave serán las tres dimensiones reales sin necesidad de gafas; esto lo veremos en menos de dos años. Y lo siguiente será la holografía, con la posibilidad de proyectarme en otro lugar y visitar a alguien virtualmente, o proyectar en clase una batalla en 3D cuando se estudie una guerra; esto lo veremos en los próximos 10 años”.
Otto Benavides emigró de Colombia hace 37 años con la maleta cargada de temores a fracasar en una sociedad tan competitiva como la estadounidense. Pero ha terminado cumpliendo, y con nota, el sueño americano. “Eran los planes que tenía Dios para mí. Él nos pone donde quiere, es mi motor”, reconoce este hombre que profesa casi la misma fe en la tecnología que en el Todopoderoso. Cuando va a la iglesia, sigue la lectura de las sagradas escrituras con su iPad: “Tengo tres versiones de la Biblia”, asegura.
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