Autoras/es: George Montbiot *
(Fecha original del artículo: Enero 2013) 
Como
 deben de sangrar por nosotros. En el año 2012, las cien personas más 
ricas del mundo se enriquecieron 241.000 millones de dólares más [1]. Su
 riqueza se estima ahora en 1,9 billones de dólares, sólo un poco menos 
que el PIB del Reino Unido.
Esto
 no es consecuencia del azar. El aumento de las fortunas de los 
super-ricos es resultado directo de medidas políticas. He aquí unas 
cuantas: la reducción de las tasas impositivas y de la aplicación de la 
fiscalidad; la negativa de los estados a recuperar una porción de los 
ingresos procedentes de los minerales y la tierra; la privatización de 
activos públicos y la creación de una economía de cabinas de peaje; la 
liberalización salarial y la destrucción de la negociación colectiva.
Las
 medidas políticas que hicieron tan ricos a los monarcas globales son 
aquellas medidas que nos están exprimiendo a todos los demás. No es esto
 lo que la preveía la teoría. Friedrich Hayek, Milton Friedman y sus 
discípulos – en mil escuelas de negocios, el FMI, el Banco Mundial, la 
OCDE y más o menos todos los gobiernos modernos – han argumentado que 
cuanto menos graven fiscalmente los estados a los ricos, menos defiendan
 a los trabajadores y redistribuyan la riqueza, más próspero será todo 
el mundo. Todo intento de reducir la desigualdad dañaría la eficiencia 
del mercado, impidiendo que la marea ascendente elevase a todos los 
barcos [2]. Sus apóstoles han llevado a cabo un experimento global 
durante 30 años y los resultados están hoy a la vista. Fracaso total.
Antes
 de seguir, debería señalar que no creo que el crecimiento económico 
perpetuo sea sostenible o deseable [3]. Pero si tu objetivo es el 
crecimiento – un objetivo que todo gobierno dice subscribir –, no se 
puede organizar mayor desaguisado en lo tocante a eso que liberando a 
los super-ricos de las restricciones establecidas por la democracia.
El
 informe anual del pasado año de la Conferencia de las Naciones Unidas 
sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) debería haber supuesto una 
necrológica del modelo neoliberal desarrollado por Hayek y Friedman y 
sus discípulos [4]. Muestra inequívocamente que sus políticas han 
logrado resultados opuestos a los que preveían. A medida que las 
políticas (recortar impuestos a los ricos, privatizar activos del 
Estado, desregular el mercado de trabajo, reducir la seguridad social) 
comenzaban a dar dentelladas de los años 80 en adelante, comenzaron a 
caer las tasas de crecimiento y el desempleo a aumentar.
El
 notable crecimiento de los países ricos durante la década de los años 
50, 60 y 70 se hizo posible gracias a la destrucción de la riqueza y el 
poder de la élite, como resultado de la Depresión y la II Guerra 
Mundial. Su bochorno otorgó al 99% restante una oportunidad sin 
precedentes de exigir redistribución, gasto público y seguridad social, 
todo lo cual estimuló.
El
 neoliberalismo fue un intento de invertir el sentido de estas reformas.
 Generosamente financiado por millonarios, sus defensores tuvieron un 
éxito asombroso: en lo político.  [5]. En lo económico, fracasaron.
A
 lo largo y ancho de los países de la OCDE, los impuestos se han vuelto 
más regresivos: los ricos pagan menos, los pobres pagan más [6]. El 
resultado, sostenían los neoliberales, sería que aumentarían la 
eficiencia económica y la inversión, enriqueciendo a todos. Sucedió lo 
contrario. Mientras disminuían los impuestos a los ricos y las empresas,
 cayó la capacidad de gasto, tanto del Estado como de la gente más 
pobre, y se contrajo la demanda. El resultado fue que descendieron las 
tasas de inversión, en consonancia con las expectativas de crecimiento 
de las empresas [7].
Los
 neoliberales insistieron también en que la desigualdad irrestricta en 
ingresos y los salaries flexibles reducirían el desempleo. Pero a lo 
largo y ancho del mundo rico, tanto la desigualdad como el desempleo se 
han disparado [8]. El reciente salto del desempleo en la mayoría de los 
países desarrollados – peor que el de cualquier recesión previa de las 
últimas tres décadas – se vio precedido de la cuota en proporción de los
 salarios en el PIB más baja desde la II Guerra Mundial [9]. Salta hecha
 trizas la teoría. Fracasó por la misma razón evidente: los bajos 
salarios deprimen la demanda, lo cual deprime el empleo.
Conforme
 se estancaban los salarios, la gente complementaba sus ingresos 
endeudándose. El aumento de la deuda alimentó a los bancos desregulados,
 con consecuencias de las que todos somos conscientes. Cuanto mayor se 
vuelve la desigualdad, descubre el informe de la Naciones Unidas, menos 
estable es la economía y más reducidas sus tasas de crecimiento. Las 
medidas políticas con las que los gobiernos neoliberales tratan de 
reducir su déficit y estimular su economía son contraproducentes.
La
 inminente reducción en el tramo superior del impuesto sobre la renta en
 el Reino Unido (del 50% al 45%) no supondrá un impulso para los 
ingresos del Estado o la empresa privada [10], pero enriquecerá a los 
especuladores que hicieron venirse abajo la economía: Goldman Sachs y 
otros bancos están ahora pensando en retrasar el pago de sus incentivos 
para aprovecharse de ello [11].
La
 ley de bienestar social aprobada por el Parlamento la semana pasada no 
ayudará a aclarar el déficit o estimular el empleo: reducirá la demanda,
 suprimiendo la recuperación económica. Lo mismo vale para el tope 
puesto a los sueldos del sector público. “Volver a aprender algunas 
antiguas lecciones sobre justicia y participación”, afirma la  ONU, “es 
la única forma de acabar superando la crisis y proseguir por una senda 
de desarrollo económico sostenible”. [12]
Como
 he dicho, no tengo favorito en esta carrera, salvo la creencia de que 
nadie, en este océano de riquezas, debiera ser pobre. Pero observando 
atónito las lecciones desaprendidas en Gran Bretaña, Europa y los 
Estados Unidos, me llama la atención que toda la estructura del 
pensamiento neoliberal sea un fraude. Las demandas de los ultrarricos se
 han vestido de teoría económica sofisticada y se han aplicado 
independientemente de su resultado. El completo fracaso de este 
experimento a escala mundial no es impedimento para que se repita. Esto 
no tiene nada que ver con la economía. Tiene absolutamente que ver con 
el poder.
Notas:
[1] http://www.bloomberg.com/news/2013-01-01/billionaires-worth-1-9-trillion-seek-advantage-in-2013.html
[2] Milton Friedman y Rose Friedman, 1980, Free to Choose, Secker & Warburg, Londres [Libertad de elegir, Grijalbo, Barcelona, 1992].
[3] Para una vision alternativa, véase Tim Jackson, 2009, Prosperity Without Growth [Prosperidad sin crecimiento, Icaria, Barcelona, 2011], Sustainable Development Commission, http://www.sd-commission.org.uk/data/files/publications/prosperity_without_growth_report.pdf
[4] UNCTAD, 2012, Trade and Development Report: Policies for Inclusive and Balanced Growth, http://unctad.org/en/PublicationsLibrary/tdr2012_en.pdf
[5] Véase David Harvey, 2005, A Brief History of Neoliberalism, Oxford University Press [Breve historia del neoliberalismo, Akal, Madrid, 2007].
[6]
 Informa la ONU: “El efecto conjunto de estos cambios en la estructura 
fiscal hizo más regresivos los impuestos. Desde luego, un examen de las 
reformas fiscales de los países de la OCDE no encontró un solo país en 
el que el sistema fiscal se volviera más progresivo (Steinmo, 2003: 
223)”, UNCTAD, 2012, como supra.
[7]
 “La redistribución por medio de medidas fiscales puede por tanto darse 
en interés de la sociedad en su conjunto, especialmente allí donde la 
desigualdad es especialmente pronunciada como en muchos países en 
desarrollo. Apoya esto la experiencia de los países desarrollados, pues 
las tasas de inversión no eran más bajas – sino desde luego a menudo más
 altas – en las primeras tres décadas de la época de postguerra, aunque 
los impuestos sobre beneficios y los tramos superiores eran más elevados
 que después de las amplias reformas fiscales aplicadas posteriormente. 
Hay fuertes razones para creer que la disponibilidad de los empresarios a
 invertir en una nueva capacidad productiva no depende primordialmente 
de los beneficios netos en un determinado periodo temporal sino en sus 
expectativas respecto a la futura demanda de bienes y servicios que 
pueden producir con capacidad adicional. Esto resulta de especial 
importancia cuando se considera el efecto conjunto de un aumento de los 
impuestos empresariales. Siempre y cuando los ingresos fiscales más 
elevados se utilicen para gasto adicional del Estado, mejorarán las 
expectativas de las empresas de crecimiento de la demanda. Este efecto 
de demanda es independiente de si los gastos adicionales del Estado 
adoptan la forma de consumo del Estado, inversión pública o 
transferencias sociales. Cuando el nivel de la inversión fija se 
mantiene como resultado de expectativas de demanda favorable, subirán 
los beneficios brutos, y generalmente también los beneficios netos, no 
obstante el aumento inicial de impuestos. En ese proceso, se crearán 
ingresos y empleo adicionales para la economía en su conjunto”, UNCTAD, 
2012, como supra.
[8]
 “La proposición de que una mayor flexibilidad del nivel salarial 
agregado y los salarios medios más bajos es necesaria para impulsar el 
empleo, pues conduce a la substitución de trabajo por capital en la 
economía en su conjunto, puede refutarse directamente, dada la fuerte 
correlación positiva entre inversión en la formación de capital fijo 
bruto (FCFB) y la creación de empleo que existe en los países 
desarrollados (gráfico 6.3). Esta correlación contradice el modelo 
neoclásico: en el mundo real, las empresas invierten y desinvierten en 
capital y trabajo a la vez, y el nivel de su inversión depende del 
estado conjunto de sus expectativas de demanda. Esto implica que, en el 
contexto macroeconómico, capital y trabajo se pueden considerar 
substitutos solo en una medida muy limitada”, UNCTAD, 2012, como supra.
[9]
 “Justo antes del último y enorme salto del desempleo en los países 
desarrollados – de menos del 6% en 2007 a cerca del 9% en 2010-2011?
 la proporción de los salarios en el conjunto del PIB había caído a su 
nivel más bajo registrado desde el final de la II Guerra Mundial (es 
decir, al 57%, de más de un 61% en 1980). Esto debería suponer una 
llamada de alerta. Si el desempleo asciende más que durante cualquier 
otra recesión ocurrida en las últimas tres décadas, aunque la parte de 
los salarios en el PIB haya descendido, debe haber algo fundamentalmente
 errado en una teoría económica que justifica el aumento de la igualdad 
principalmente en términos de la necesidad de atacar un desempleo 
persistente”, UNCTAD, 2012, como supra.
[10]
 Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Stefanie Stantcheva calculan que el 
nivel óptimo del tramo superior del impuesto sobre la renta (para 
maximizar ingresos) se encuentra entre el 57 y el 83%. Piketty, Saez y 
Stantcheva, 2011, Optimal taxation of top labor incomes: A tale of three elasticities, National Bureau of Economic Research, Cambridge, MA. http://www.nber.org/papers/w17616
[11] Patrick Jenkins, “Goldman Eyes Tax Delay on UK Bonuses”, Financial Times, 14 de enero de 2013.
[12] UNCTAD, 2012, como supra.
* George Monbiot es
 uno de los periodistas medioambientales británicos más consistentes, 
rigurosos y respetados, autor de libros muy difundidos como The Age of Consent: A Manifesto for a New World Order y Captive State: The Corporate Takeover of Britain, así como de volúmenes de investigación y viajes como Poisoned Arrows, Amazon Watershed y No Man's Land.

 

 
 
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