Autoras/es: Juan del Sur
A pesar de que luego de las opiniones de Luppi y Soledad Silveyra sobre el kaso Darín (y del espectacular recule de este último) ya parece todo dicho, Hermann Hesse y Baruch Spinoza tienen el descaro de pedir la palabra:
Si los hombres no osaran decir lo que piensan cundirían la corrupción y el engaño
Suponiendo que la libertad pudiera ser tan reprimida y que los hombres pudieran estar tan restringidos que no osaran siquiera moverse sin el permiso de los poderes superiores, ese estado de cosas no podría lograr nunca que pensaran lo que otros quisieran... Una consecuencia necesaria sería la de que los hombres hablarían cotidianamente en forma diferente de lo que realmente piensan; así se corromperían la confianza y la fe, que son las cosas más necesarias en el Estado, y reinarían la hipocresía y la reticencia despreciables, de modo que habría corrupción y engaño de todas las buenas costumbres... ¿Puede pensarse en una desgracia mayor para un Estado que el hecho de que hombres respetables sean desterrados como criminales solamente porque piensan en otra forma y no se resignan a ocultarlo?
Spinoza, Baruch, Tratado teológico-político, capítulo XX.
Solo os seguirán los que no valen
Os llevaréis un chasco si creéis que el literato es un instrumento del que la clase en el poder puede servirse a su antojo, como si fuera un esclavo o un talento a la venta. Mal os va a ir con vuestros literatos si partís de esta idea, y solo os seguirán los que no valen. A los auténticos artistas y literatos los conoceréis, si algún día os interesa saberlo, en su irreprimible propensión a la independencia y en que dejan al instante de trabajar cuando se los quiere forzar a hacer su trabajo de modo diferente a lo que les dicta la conciencia. No se dejan comprar con golosinas ni con prebendas, y prefieren dejarse matar a ser manipulados. En esto los podréis conocer.
Hesse, Hermann, Lecturas para minutos, Alianza Editorial, Madrid, 1975, p. 20.
Hesse - Spinoza.
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