Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
Elogio del sentido común
Al amanecer de un día de fines de 1985, las radios colombianas
informaron:
- La Ciudad de Armero ha sido borrada
del mapa.
El volcán vecino la mató. Nadie pudo
correr más rápido que la avalancha de lodo hirviente: una ola grande como el
ciclo y caliente como el infierno atropelló a la ciudad, echando humo y
rugiendo furias de mala bestia, y se tragó a treinta mil personas y a todo lo demás.
El volcán venía avisando desde hacía un
año. Un año entero estuvo echando fuego, y cuando ya no podía
esperar más, descargó sobre la ciudad un bombardeo de truenos y una lluvia de
ceniza, para que escucharan los sordos y vieran los ciegos tanta advertencia.
Pero el alcalde decía que el Superior Gobierno decía que no hay motivos de alarma,
y el cura decía que el obispo decía que Dios se está ocupando del asunto, y los
geólogos y los vulcanólogos decían que todo está bajo control y fuera de
peligro.
La ciudad de Armero murió de
civilización. No había cumplido, todavía, un siglo de vida. No tenía himno ni
escudo.
1 comentario:
nací en Armero.Estoy de acuerdo con Eduardo Galeano. Gran escritor
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