Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Octubre de 2003)
Whorf comienza su trabajo analizando la concepción de la lógica natural/sentido común, de acuerdo con la cual, desde que hablamos con fluidez desde la infancia, podríamos inferir que determinamos por sí los siguientes procesos:
1. Formulación de ideas: no lingüística, o sea el pensamiento (correcto, racional e inteligente), a partir de leyes de la lógica y la razón universales.
2. Comunicación de ideas: expresión del pensamiento mediante el habla/utilización del lenguaje, que al estar dirigido por el primero, adquiere un carácter puramente incidental. Si bien las lenguas tienen distintas gramáticas, como estas son simplemente normas de corrección convencional y social, las diferencias que tienen entre sí carecen de importancia.
De tal manera, "la lógica natural opina que las lenguas diferentes son esencialmente métodos pararelos para expresar un mismo racional de pensamiento y que, por lo tanto, solamente difieren en cosas menores" (Whorf, 1970:236)
Pero Whorf, pasando luego del plano lógico al psicológico, introduce el concepto de fondo de experiencia, caracterizándolo como el lugar psíquico que alberga las reglas que, al no tener excepciones, permanecen inconscientes: "si una regla no tiene ninguna excepción, no es reconocida como una regla, ... forma parte entonces del fondo de experiencia con respecto al cual tendemos a permanecer inconscientes. Sin haber experimentado algo que contraste ... no podemos ... formularlo como una regla hasta que no hayamos aumentado nuestra experiencia y hayamos extendido nuestra base de referencia lo suficiente como para encontrar una interrupción en su regularidad" (Whorf, 1970:237). A partir de este concepto, Whorf realiza dos críticas a la lógica natural, fundamentadas en que:
1. Los fenómenos de una lengua están ampliamente relacionados con el fondo de experiencia socialmente compartida, encontrándose entonces "fuera de la conciencia crítica y del control del parlante" (Whorf, 1970:238). Este fondo de experiencia no sería universal, sino propio de cada lengua.
2. Las personas se entiendan entre sí utilizando el lenguaje, no implica que conozcan el proceso lingüístico mediante el que se comunican. Este proceso no se trataría simplemente de elegir palabras que expresen sus pensamientos, sino que el fondo de experiencia, cuyos fenómenos serían el objeto de estudio del lingüista, está representado por un "amalgamado y complejo sistema de modelos lingüísticos y clasificaciones que A y B tienen que tener en común antes de que uno y otro se puedan entender mutuamente" (Whorf, 1970:239).
De acuerdo con esto, Whorf afirma que el sistema lingüístico de fondo de experiencia, es decir, la gramática de cada lengua, "no es simplemente un instrumento que reproduce las ideas, sino que es más bien en sí mismo el verdadero formador de las ideas... La formulación de ideas no es un proceso independiente, estrictamente racional..., sino que forma parte de una gramática particular...el mundo es presentado en un flujo caleidoscópico de impresiones que...tiene que ser organizado en nuestras mentes por los sistemas lingüísticos...hemos llegado al acuerdo de ahacerlo así, un acuerdo que se mantiene a través de la comunidad que habla nuestra misma lengua y que está codificado en los modelos de nuestro lenguaje...este acuerdo es implícito...pero sus términos son absolutamente obligatorios" (Whorf, 1970:241).
Whorf establece así un principio de relatividad por el cual una persona no es libre de clasificar el mundo como lo percibe, sino como la lengua socialmente construida se lo impone; en síntesis, Whorf afirma la "relatividad de todos los sistemas conceptuales...y su dependencia del lenguaje" (Whorf, 1970:243).
Como evidencia del principio de relatividad, Whorf nos brinda dos ejemplos contrapuestos: la unidad de las lenguas indoeuropeas "versus" la diversidad de las lenguas indígenas americanas.
En efecto, según Whorf, la unanimidad entre lenguas europeas, que en apariencia confirmaría la lógica natural, se debería en realidad a que todas ellas "no son más que dialectos indoeuropeos cortados según el mismo plan básico... transmitidas históricamente partiendo desde...una lengua utilizada por una sola comunidad ...y ... gran parte de esta cultura [común] deriva del fondo de experiencia del latín y el griego" (Whorf, 1970:242).
Esta relatividad se evidenciaría también, desde la oposición, en las lenguas indígenas americanas, donde "las comunidades de parlantes han seguido durante milenios sus propios caminos", por lo cual "las lenguas diseccionan la naturaleza de muchas formas diferentes" (Whorf, 1970:242).
Whorf basa su estudio de las lenguas indoeuropeas en el inglés, pero podemos generalizar sus clasificaciones a todas aquellas, basados en la misma "unanimidad" que el mismo Whorf afirma. Como "nuestra lengua nos ofrece una visión bipolar de la naturaleza" (Whorf, 1970:243), las palabras se dividirían en dos clases, que en apariencia representarían:
1. Nombre: cosas
2. Verbo: acciones
Pero luego cita numerosos ejemplos que confirmarían que "para nosotros un acontecimiento significa lo que nuestra lengua clasifica como un verbo o algo análogo...no es posible definir acontecimiento, cosa, objeto, relación, etc., por medio de la naturaleza...siempre quedamos envueltos en un circuito que vuelve a las categorías gramaticales de la lengua que habla quien trata de definir los conceptos" (Whorf, 1970:244).
Así, el hopi clasifica los acontecimientos mediante su tipo de duración: ola sería un verbo pues se trata de un acontecimiento de una duración necesariamente breve; en el nootka existe un punto de vista monístico de la naturaleza y por tanto, todas las palabras nos parecen verbos, no existiendo las clases 1 y 2: una casa ocurre es la forma de decir casa; el esquimal, por su parte, no concibe una palabra como nuestra nieve que lo incluya todo, sino que distingue entre la nieve que cae, la que está en el suelo, etc. ya que son diferentes tanto desde la percepción como desde la operación.
Whorf también afirma que grandes generalizaciones del mundo occidentales, como tiempo, velocidad y materia, "no son esenciales para la construcción de una imagen consistente del universo" (Whorf, 1970:245).
Como ejemplo cita a la lengua hopi clasificándola como intemporal, ya que reconoce el tiempo psicológico que contrasta con nuestro tiempo matemático al tener las siguientes propiedades particulares que Whorf identifica: "varía con cada observador, ...no permite la simultaneidad, ...tiene dimensiones cero". Si bien el verbo hopi no distingue entre presente, pasado y futuro de un acontecimiento, siempre indica qué tipo de validez intenta dar el hablante a la exposición del hecho: informe, expectación o generalización.
Fuente: Whorf, Benjamín; "Ciencia Lingüística" en "Lenguaje, Pensamiento y Realidad"; Barral; Barcelona; 1970
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