Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Septiembre 2002)
Existen innumerables situaciones en la vida cotidiana a las que las personas, irreflexivamente, consideramos como si fueran naturales y son fenómenos cuya naturaleza es social.
Analizando estas situaciones podemos señalar qué hechos se consideran como naturales desde la perspectiva del sentido común y no lo son. Muchos tienen carácter social. Por ejemplo, todxs coincidiríamos en afirmar que alimentarse es, para cualquier mujer u hombre, una necesidad natural. Pero cada uno de nosotrxs realiza esta acción en un contexto particular.
Para distinguir en estas situaciones anteriores los fenómenos naturales de los sociales, deberemos tener en cuenta la idea de proceso de naturalización que se manifiesta en la conciencia cotidiana, según sostiene Marqués.
Desde la perspectiva de las Ciencias Sociales se señala que sólo en la esfera del conocimiento del sentido común se produce la naturalización, fenómeno que lleva a los hombres a considerar sus acciones y sus creencias como naturales. Debe señalarse entonces la imposibilidad de separar la satisfacción de una necesidad natural (ejemplo: comer, vestirse, relacionarse con otras personas, etc.) de las formas en que se producen e instrumentan las acciones que se llevan a cabo para lograr tal satisfacción. Estas formas expresan la reproducción de relaciones sociales vigentes.
El reconocimiento de la naturalización es fundamental para el desarrollo de la sociología. Es imprescindible para hacer posible el conocimiento sociológico que, como ocurre en la esfera de cualquier conocimiento científico, no puede admitir tal naturalización.
Marqués nos ubica en distintas instancias de la conducta, pensamiento y motivaciones de los hombres que, vinculados a otros hombres, desarrollan acciones, establecen relaciones, se someten a normas, sostienen costumbres a las que están ligados por sus creencias, intereses y afectos.
La preocupación es demostrar que espontáneamente, atribuimos a estas vivencias, en cada momento de nuestra vida y en cualquier etapa de la historia, el carácter de natural. Por consiguiente, tal carácter nos lleva a pensarlas como únicas e invariables, como si fueran determinadas por la biología o, más ampliamente, como si estuviesen dadas de un modo no suceptible de modificación o cambio.
Este fenómeno, característico del pensamiento cotidiano que no incluye la reflexión, sustenta una conciencia desprovista de datos que no derivan estrictamente de nuestra experiencia particular y que apela frecuentemente a causas trascendentes o mágicas para justificar fenómenos de alcance diverso.
Algunos de estos fenómenos expresan relaciones de desigualdad y exclusión y llegan a privar a los hombres de sus derechos naturales, que son aquellos ligados a la satisfacción de necesidades básicas, no sólo en referencia a la autopreservación física, sino también al derecho a una vida digna, a la educación al cuidado de la salud física y psiquíca y a la posibilidad de sostener relaciones afectivas que les provoquen placer y eleven la estima de sí mismos.
Percibir este fenómeno de naturalización significa, simultáneamente, distinguir efectivamente lo natural de lo social en un movimiento que permite desestructurar la cristalización de las percepciones cotidianas y acceder al conocimiento científico de lo social; en otras palabras, iniciarnos en el estudio de la sociología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario