Autoras/es: Cecilia Absatz, Elizabeth Jezierski, Bettina Pev, Stella Maris Torre, Cristina Ventura, y probablemente, algunos o muchos más...
Max Berliner, 91 años |
Cuatro años después, aparece en el cyberespacio una especie de cadena titulada "Sexalescencia", supuestamente de autor anónimo, que a su vez genera una multitud de comentarios.
Son tantas las coincidencias entre un contenido y otro que es lógico suponer que a partir de la publicación de Cecilia se genera una especie de "teléfono descompuesto" que por su propio devenir va cambiando tanto el título original como los datos del autor. Sin embargo, creo que al fin de cuentas no estuvo tan descompuesto, se perdieron un par de formalidades pero la esencia creo que permanece, siendo enriquecida o completada por jugosas opiniones que aportaron lo suyo. Lxs invito a leer, tengan 50, o más, o menos...
Primero lo último. No conocía el artículo original de Cecilia, lo encontré hace pocos días en internet luego de haber quedado intrigada por tan larga cadena. El mismo dice lo siguiente:
Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años. Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes envejecer.Cuatro años después, Bettina, a través de "La Polaca" Elizabeth nos reenvía este correo:
Se trata de una verdadera novedad demográfica, parecida a la aparición, en su momento, de la adolescencia, también una franja social nueva que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad (y vigor inextinguible, parece) a una masa de niños desbordados en cuerpos crecidos que literalmente no sabían hasta entonces dónde meterse o cómo vestirse.
Este grupo que hoy tiene alrededor de sesenta, entonces, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Trabaja desde hace mucho tiempo y ha logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas de Juan Carlos Onetti o Roberto Arlt, esta gente encontró hace mucho la actividad que más le gusta, y se gana la vida con eso. Ni sueña con jubilarse.
Dentro de este universo de personas saludables, curiosas y activas, gente de sesenta, la mujer tiene un papel rutilante. Trae décadas de experiencia en hacer su voluntad y ocupar lugares que su madre no había ocupado. Pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo y en determinado momento se detuvo a reflexionar para preguntarse qué quería en realidad. Algunas volvieron a casa y tuvieron hijos. Otras se quedaron a dirigir la compañía o salieron a vender cosméticos. Cada una hizo su voluntad.
En el cine se ve claramente cómo Meg Ryan y Helen Hunt toman decisiones y diseñan su propia vida, cómo exploran las opciones y pagan los costos. Sin embargo, con las mujeres de sesenta las cosas no están tan claras. La idea, supongo, es mostrarlas atractivas y encantadoras, pero en cambio aparecen en la pantalla unas damas nerviosas y obsesivas, sentimentalmente necesitadas y tecnológicamente incultas; en algunos casos, con hambre sexual o propensas a los desbordes, por ejemplo de llanto.
Reconozcamos que no es un asunto fácil y las mismas mujeres lo van diseñando día a día, como han hecho siempre. Pero algunas cosas ya podrían darse por sabidas. Por ejemplo: la mujer de sesenta maneja la computadora. Se escribe –y se ve– con los hijos que están lejos, la usa en su negocio, o es dueña de una compañía de computación.
Por lo general, está satisfecha con su estado civil, y, si no lo está, tiende a cambiarlo. Es muy raro que se deshaga en llanto por un asunto sentimental. A los sesenta, los asuntos sentimentales son juegos de alta gama. A diferencia de los jóvenes, los grandes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona y toma nota.
La gente grande comparte la devoción general por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se da por retirada. Compite de otra forma. Cultiva un estilo. Contra la estatura prodigiosa de Uma Thurman o el escote de Monica Bellucci, Diane Keaton (61) se viste hasta el cuello de blanco y trae una sonrisa iluminada por la inteligencia.
Los que fuimos jóvenes en los años sesenta vamos a ser jóvenes para siempre, dicen los mismos protagonistas. Todo indica que tienen razón. Los jóvenes de los años sesenta pasaron la experiencia fundacional del rock and roll y la píldora anticonceptiva; rompieron los esquemas tradicionales de la familia para volver después a ella, pero ahora convencidos. Las mujeres tienen hijos a la edad que se les da la gana y, lo que es muy interesante, muchas veces se les da la gana de no tener hijos.
Es una nueva edad, que todavía no tiene nombre. Se recuerda la juventud y el propio esplendor, tal vez, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas e incertidumbre. La gente de sesenta, hoy, saluda al sol cada mañana de su vida y sonríe para sí por alguna razón secreta.
Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años. LA SEXALESCENCIA.Elizabeth no es de lxs que hacen forward sin opinar, así que dijo:
Es una generación que ha echado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.
Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda o pasa los sesenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria.
Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas al concepto del trabajo.
Lejos de las tristes oficinas de J.C. Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso.
Supuestamente debe de ser por esto que se sienten plenos... algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro en uno y en la otra. Disfrutan estando al "pedismo", porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante.
Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres sólo podían obedecer, y de ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar.
Esta mujer sexalescente pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los 60', en aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.
Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, otras eligieron tener hijos, otras eligieron no tenerlos, fueron periodistas, atletas o crearon su propio "YO S.A.".
Pero cada una hizo su voluntad.
Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.
Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta", hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida.
Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias.
Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental.
A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo... y a otra cosa.
La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo... Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette.
En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben.
La gente de 60 de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo... Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los de sesenta en el siglo XXI. Por favor no te lo guardes, pásalo; esta buenísimo.
Betina: te quedaste cortísima. ¿Dónde estamos las de más de 70? Te adelanto: las de más de 70 (al menos algunas) aprendimos que es mentira eso de que viejos son sólo los trapos. Nosotros también. Y el que lo niega no tiene pelotas y menos ovarios para llegar.Cristina también recibió el reenvío, y comentó:
La que suscribe, menor de 60 pero mayor de 50, justamente al tiempo que recibió el reenvío tuvo una experiencia muy al respecto:Esta bueno! Chicas/os, lean que se van a sentir identificados. Por fin alguien se da cuenta que existimos!Estoy de acuerdo con muchas cosas que dice [...] Pero no con alguna cosita, como decir que no envejecemos, si todo lo que tiene vida envejece, nosotras/os también, pero envejecer no es morir.Tambien me gustaría responderte a ti polaquita querida, cuando dicen los de más de 60 incluye a todas/os los que pasaron los 60 (70, 80, 90 o 100), en cambio me encanta que vos reivindiques que somos viejas, yo también, lo que ocurre es que ahora ser vieja no es apartarse de la vida para esperar la muerte, sino seguir viviendo con toda libertad y alegría cada dia, y esto es muy muy bonito. Muchas veces les digo a las mujeres jóvenes agobiadas por tantas obligaciones, que tengan paciencia que luego vienen dias más felices y me estoy refiriendo a esta etapa de sexalescencia, vamos a tener que aprender la palabreja [...]
Les cuento chicas y chicos que hoy me he enterado que también soy vieja.La Pola ¿consuela?:
Fui a un CeSAC de mi barrio (centro de salud y acción comunitaria) y me dijeron que por tener 54 años debo pedir turno como "adulta mayor", y sin que yo hiciera ningún comentario la empleada se disculpó (¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡!!!????) porque -dijo- debería considerarse a una persona "adulta mayor" sólo cuando tiene más de 70 años, pero en cambio en el centro tienen otro criterio y bla bla bla...
Todo un spiche que yo no necesitaba (y hasta me generó una risita interna) pero que finalmente da cuenta que ser categorizado como viejo sería una especie de insulto por el que es deber disculparse (pero sin cambiar la norma, por supuesto...).
Obviamente cada etapa de la vida trae sus problemas específicos, ¿pero quién y cómo puede identificar los límites entre infancia-niñez-adolescencia-juventud-adultez-vejez de manera certera para cada uno de los seres humanos?
Como para que podamos cambiar esta mentalidad todavía falta un poco, aprovechemos para sacarle algunas ventajas jejeje que las hay, las hay.Y mucho más hay para decir ¿no les parece?
4 comentarios:
Hoy tengo 60,6 años. Creo haber acuñado la rase - "no estoy viejo, es que tengo muchos años de joven" - hace ya varios años. Y de vez eb cuando lo repito en mis círculos y en mi social media.
Tal vez por eso me llamó la atención hace muy poco, una publicación que apareció en alguna parte, y que reservé para su lectura, pero que por razones computacionales, borré de mis registros.
Hasta que hoy reapareció nuevamente, en mi facebook, a modo de copy-paste, sin autor. Reconocí de inmediato el tenor, así que esta vez llegué hasta aquí, y más allá.
No son cadenas, ni coincidencias, ni teléfonos descompuestos. Se llama "plagio". Es cierto que se le subido algunos aporte, como la palabra "sexalescencia", pero ha sido en base a un plagio. Por ejemplo, en http://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2011/03/la-sexalescencia.html, el repetidor, un destacado político venezolanos, recibe en 2011 todos los elogios como si fuera el autor iluminado, sin corregir a los demás de su error. Creo que tu candidez no te permite verlo, pero es uno de los actos deplorables que comete el ser humano, ya que le quitan el nombre del autor anterior, hasta el original.
Atte.
JSB.
Lo publicado en PyP te aseguramos q no ees un simple producto del copiar- pegar... Investigamos las fuentes hasta lo máximo q pudimos encontrar en internet, no somos magos...
Por otro lado, te vemos mas preocupado por los derechos de autor q por el contenido...
Ahora entiendo porqué no tenían comentarios. Mucha, no sé, agresividad o dfensiva, pero no se siente amistoso. Ustedes sigan así, entendiendo lo que quieran de lo que los demás escriban, es su problema. Bye.
Damos simplemente nuestro punto de vista, q se enriquece con los comentarios de los lectores. Si bien en el blog éstos no aparecen, recibimos muchas opiniones a traves de FB cuando el articulo fue publicado alli... Creemos entonces q tu opinion es sesgada, sin fundamento y sobre todo imbuida de una agresividad q nos endilgas a nosotros. Saludos, PyP
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