Autoras/es: Gabriel
Brener*
Los desencuentros entre escuela y familia no pueden desligarse de una serie de transformaciones económicas, sociales y culturales que han modificado sustancialmente nuestra sociedad. Cambios en las formas de vivir en familia, en las pluralidad de familias (monoparentales, ensambladas, de parejas homosexuales, etc.) pero especialmente cambios en el reconocimiento social de estas mutaciones.
(Fecha original del artículo: Abril 2011)
Familia y
Escuela. Podríamos decir que nacieron juntas, al menos hay un tipo de
familia y un tipo de escuela que solemos asociar rápidamente. Por un
lado, aquello que llamamos familia nuclear, (padre proveedor/jefe, madre
cuidadora de hijos y menesteres domésticos y los pequeños, mejor
siempre “parejita”, uno con el camioncito y ella con su muñeca). Por
otro lado, la escuela, pero más precisamente aquella que identificamos
como parte de un sistema educativo, quizás es el más claro ejemplo de institución moderna al mismo tiempo que constructora de modernidad.
Me refiero a la escuela como artífice de los Estados Nacionales
atravesada por las coordenadas del capitalismo taylofordista como matriz
de su organización del tiempo, espacio y quehaceres de la instrucción
masiva.
También podríamos decir que hay una noción de infancia que es cómplice de esa relación fundacional entre familia y escuela,
concibiendo al niño como un ser en miniatura, inacabado, que debe
sujetarse y completarse. Es probable que al hacer referencia al pacto
entre familia y escuela, se ponga de relieve una necesidad inaugural
de hacerse cargo del control y disciplinamiento de los mas bajitos, y
que esta haya sido piedra angular de este matrimonio por conveniencia.
Podríamos sugerir que se trata de una relación más por necesidad que por convicción, signada por diversos modos de encuentros y desencuentros.
Una alianza que persistió durante buena parte del siglo XX en la que
cada cual se hacía cargo de su puerta para adentro y la otra parte
permanecía relativamente tranquila con la sensación de continuidad de
algo de lo propio en lo ajeno.
Los
desencuentros entre escuela y familia no pueden desligarse de una serie
de transformaciones económicas, sociales y culturales que han modificado
sustancialmente nuestra sociedad. Cambios en las formas de vivir en
familia, en las pluralidad de familias (monoparentales, ensambladas, de
parejas homosexuales, etc.) pero especialmente cambios en el
reconocimiento social de estas mutaciones.
La
expansión y masificación de la escuela, en especial en la secundaria,
contribuye a la aceleración y amplificación de diversos tipos de
desencuentros. Expresa una paradoja que debemos resolver. Una escuela
diseñada para una elite colisiona con otra que pretende incluir a todos
los alumnos en edad de asistir, con el respaldo de una ley nacional de
educación, la escuela como derecho social y la inclusión escolar como
política Estado.
Un
edificio, unos contenidos, unos profesores, y toda una cultura escolar
en torno a un ideal de alumno que muchas veces no es el que ingresa por
la puerta de las escuelas del siglo XXI, sino el que permanece en la
cabeza (en los deseos, en los cálculos) de mucho adultos.
Hay una concepción clasemediera que persiste en el sentido común escolar,
como lo deseable, lo esperable y patrón de medida excluyente.
Invisibilizando, postergando, a veces estigmatizando otras
manifestaciones culturales, en especial aquellas ligadas a los sectores
populares.
Vale decir que hace un buen rato, o unas décadas que algo en esta relación se ha puesto muy difícil. Familia y escuela se necesitan mutuamente, pero se desconfían con la misma intensidad que se precisan. Pongámoslo en palabras de algunos docentes…. La
familia no nos apoya, Si ellos no ayudan nosotros no podemos, sin una
familia bien constituida no se puede, con estos pibes no se puede, etc.… Es
decir que, desde la escuela se pide (ruega) apoyo de los padres, pero
cuando estos participan aparece una inmediata sensación de invasión.
Cuando no están quisiéramos que nos acompañen y cuando están, no se
estarán metiendo mucho?
Hagamos
un ejercicio mental. Saquemos dos fotos, frente a una calificación
negativa de un chico o un problema con las normas. Una en la década del
60 del siglo pasado y otra más actual:
• Si te lo puso tu maestro tendrá sus razones, y luego las penitencias, castigos y reprimendas!!
• Quien es y donde está ese tipo que lo voy a buscar!!
Es
interesante destacar una cuestión, un punto de inflexión en esta
relación. En los meses posteriores a la crisis que vivimos en 2001, la escuela fue de los muy pocos espacios públicos que permaneció de puertas abiertas a la sociedad.
Y en esta exposición, frente a tantos malestares y padecimientos de la
sociedad fue, en muchas ocasiones, depositaria de enojos o agresiones
que no eran para la escuela, pero allí estaba la escuela atendiendo cara
a cara y no con contestador telefónico que solo permite marcar 1 si es
para esto y 2 si es para lo otro, ampliando la furia de quien escucha
que luego explota en cualquier lado.
La
asimetría entre adultos y alumnos, que antes era un punto de partida
indiscutible, casi religioso, del orden de lo inalterable, nos revela
que se trataba de una autoridad que se autorizaba en la fuerza del
mandato, de tinte autoritario y paternalista.
La relación entre familias y escuela también parecía funcionar en torno
a esta lógica. El asunto era que una (en especial la familia) se
adaptara a los requerimientos de la otra (la escuela). Me parece que en
vez de pretender un acuerdo o pacto para salir del paso, o lamentarse
por su mayor o menor eficacia lo que puede ser valioso es dar cuenta de los contenidos de esta relación, de algunas claves para pensarla en las condiciones de esta época: El desafío pasaría por sostener la asimetría como condición fundante entre generaciones, asimetría
que hay que dotar de sentido, que no hay que suponer como hecha de
antemano, que hay que construir acorde a los diversos contextos. Asimetría que en vez de ajustarse a un mandato inalterable se sostenga en la idea de una responsabilidad adulta que garantice (en el sentido de “hacerse garante”) las mejores condiciones de transmisión y cuidado hacia las nuevas generaciones.
Quizás se trate de una escuela que se anime a democratizar sus representaciones sobre “la familia”,
haciéndole lugar a la pluralidad de formas de vivir en familia, así
como a las manifestaciones sociales, religiosas, culturales que cada
alumno/a trae consigo. Un lugar más autentico que la notificación de la firma,
que inaugure nuevas formas para dialogar y compartir, para aprender
mutuamente, que no es otra cosa que un gesto de reconocimiento sincero y
de sentida bienvenida hacia los niños y adolescentes que habitan las
escuelas.
Quizás se trate de una familia que apueste e interpele a la escuela
como el primer ámbito público institucional en el que sus hijos puedan
aprender los medios de orientación necesarios para acceder a una
ciudadanía activa y democrática, un espacio de encuentro con los otros parecidos y los otros diferentes, los de más acá y los de más allá.
El
desafío es construir una relación más fluida y auténtica entre familias y
escuelas, cada cual con sus ámbitos de autoridad, pero con más confianza, con acuerdos sujetos a revisión cada tanto, una escuela que acompañe a la familia y viceversa. Que la mira esté puesta en la enseñanza y el cuidado de chicos y chicas, asunto que siempre, debe estar por encima de todo.
Quizás quien mejor ponga letra sea el tan querido Mario Benedetti cuando sugiere en primera persona del plural
“Hagamos un trato,
compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
(…) hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
usted sabe que puede
contar conmigo.
* Gabriel Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO). Capacitador y asesor de docentes y directivos de escuelas. Ex director de colegio secundario. Co-autor de “Violencia escolar bajo sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.
Columna de Educación del
miércoles 23 de Marzo de 2011, en el programa Uno nunca sabe, por las
mañanas de la Radio AM 750. Buenos Aires. Argentina
Fuente: http://alainet.org/active/45901&lang=es
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