Los indios/1
Viniendo desde Temuco, me adormezco en el viaje.
Súbitamente, me despiertan los fulgores
del paisaje. El valle de Repocura aparece y resplandece ante
mis ojos, como si alguien hubiera descorrido, de repente,
el telón de otro mundo.
Pero estas tierras ya no son, como
antes, de todos y de nadie. Un decreto de la dictadura de Pinochet ha
roto las comunidades, obligando a los indios a la soledad.
Ellos insisten, sin embargo, en juntar sus pobrezas, y todavía trabajan
juntos, callan juntos, dicen juntos:
- Ustedes llevan quince años de dictadura - explican a mis amigos chilenos - Nosotros llevamos cinco
siglos.
Nos sentamos en círculo. Estarnos
reunidos en un centro médico que no tiene, ni jamás tuvo, médico, ni
practicante, ni enfermero, ni nada.
- Una es para morir, no más --dice una
de las mujeres.
Los indios, culpables de ser incapaces
de propiedad privada, no existen.
En Chile no hay indios: sólo hay
chilenos --dicen los carteles del gobierno.
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