Psiquiatra Rodrigo Paz, diagnostica al país a 40 años del golpe
Autoras/es: Ana Muga
Con cifras y estadísticas frescas en su memoria, el reconocido
médico psiquiatra y especialista en neurociencias, analiza la salud
mental de los chilenos a 40 años del golpe militar y su diagnóstico es
tajante: “Este es un país brutalmente enfermo”, asegura, corroborando
sus palabras con datos que muestran altas tasas de depresión, estrés y
adicción en la población, señalando que son todas enfermedades que se
han desatado luego de la imposición del modelo neoliberal instalado por
la dictadura. Su conclusión es que en la sociedad chilena se instaló la
anomia, “que es la pérdida de la confianza en que existe un colectivo”,
un fenómeno que genera aislamiento e insensibilización.
La consulta del doctor Paz está en el límite histórico entre el
barrio alto y el bajo pueblo: La Plaza Italia. Para iniciar esta
conversación, subimos a su consulta en un quinto piso al comienzo de
calle Vicuña Mackenna, y lo primero que dice, al preguntarle por la
salud mental de los chilenos, es que no quiere hacer “atribuciones
causales”, que prefiere comenzar por los hechos, dando inicio a una
larga lista de problemas que pesan sobre la población de nuestro país:
“Uno: Chile es el país que tiene la tasa de depresión más alta del
mundo. En la última Encuesta Nacional de Salud se logró establecer que 2
de cada 10 chilenos presentaban síntomas depresivos como para provocar
algún grado de incapacidad funcional. Si uno compara eso con la
estadística internacional, el promedio en estudios similares, hay 4
veces más prevalencia de síntomas depresivos en la población de chilenos
adultos que en el resto de la población mundial.
“Dos: En todos los países de la OCDE el suicidio en niños y
adolescentes, o se mantiene estable o va en disminución. Chile y Corea
del Sur son los únicos países donde el suicidio en niños y adolescentes
va en aumento.
“Tres: En la última encuesta de violencia aplicada por Adimark, 3 de
cada 4 niños chilenos, declara que en su casa hay situaciones de
violencia física y/o psicológica, y 1 de cada 10 niños chilenos reporta
que ha sido víctima de abuso sexual.
“Cuatro: Chile es el país del mundo donde el consumo de alcohol de
y/o marihuana se inicia más precozmente. El promedio de inicio de
consumo de alcohol y marihuana y/o nicotina es a los 12 años, en
circunstancias que en el mundo es entre los 14 y 15 años. De hecho las
tasa de adicción en niños y adolescentes son de las más altas del
mundo”.
“Cinco: Cerca del 40 por ciento de la población de adolescentes
consumen alcohol en forma perniciosa para la salud. Cerca del 5% de la
población de niños y adolescentes consume pasta base de forma adictiva y
más menos el 10% de la población consume marihuana en forma perniciosa
para la salud”.
“También tenemos las tasas más altas del mundo en conductas de
bullying, de maltrato de niños por otros niños, para qué hablar de las
tasas de delincuencia infanto-juvenil. Somos el país con la mayor tasa
de internación en cárceles del mundo. La tasa de institucionalización en
hogares del Sename, por situaciones de violencia intrafamiliar y otras,
también es de las más altas del mundo. En Chile, las dos causas
principales de muerte entre jóvenes y adolescentes, es muerte violenta,
ya sea por suicidio o por homicidio. Uno de cada 3 santiaguinos se
declara altamente estresado. En fin tenemos una serie de indicadores que
muestran que estamos atravesando por una gravísima crisis de salud
mental inédita en occidente.”.
-¿Qué pasó con los ciudadanos de este país para tener este escenario?
“Uno puede visualizar varias causas: Chile tenía cierta forma de
trabajar, una cierta forma de funcionar y con el golpe militar se
instala esto que se ha llamado modelo neoliberal, que cambia totalmente
esta forma de vida. ¿Y en qué consiste este modelo? Básicamente en dos o
tres cosas: primero, el Estado es subsidiario, lo que significa que las
iniciativas en Salud, Vivienda, Educación, previsión social son
entregadas a particulares y el Estado sólo interfiere cuando los
particulares no pueden resolver estos problemas. ¿Qué significa en la
práctica?, que cada chileno tiene que arreglárselas por su cuenta y eso
ha generado un sentimiento de desconfianza, de inseguridad, de
desprotección total. La gente siente que ya no hay nada, ni nadie, que
lo pueda proteger. Si eso se conecta con otro fenómeno propio del
neoliberalismo, que es la individualización, entonces, ya no hay
sindicatos, no hay colegios profesionales, no hay federaciones
estudiantiles -sólo en el último tiempo han asumido mayor vitalidad-
pero claramente, tenemos un tejido social pobre. Todas las iglesias
están debilitadas, los sindicatos, las juntas de vecinos, la gente
comienza a replegarse en sus casas.
“El sistema neoliberal además, ha puesto la exigencia que las mujeres
entren masivamente al mundo laboral y tienen que dejar a sus hijos
precozmente en salas cunas y todos sabemos que los niños, los primeros
seis meses o el primer año de vida no tiene que estar en salas cunas,
tienen que estar con su madre, pero el modelo neoliberal exige que la
madre salga a trabajar porque con el sueldo de uno de los progenitores
no basta. Entonces, tenemos progenitores cansados, obligados a dejar a
sus hijos precozmente, a destetarlos. Tenemos niños más estresados.
Tenemos mala educación. Los colegios, salvo los que pueden pagar, son de
muy mala calidad, se van segregando por nivel social, entonces, los
colegios donde hay menos plata, es donde hay más estrés y hay mayor
violencia. De hecho hay indicadores claros que dicen que la tasa de
angustia y depresión es de más o menos un 7% anual en las personas de Lo
Barnechea, Vitacura y Las Condes, pero es de un 40% anual en los
sectores de bajos ingresos, o sea, claramente, la angustia y la
depresión en Chile se distribuyen según nivel socioeconómico. Agréguele a
eso que tenemos un sistema previsional absolutamente reventado, con un
sistema de salud que está quebrado, donde se crea un sistema Auge que en
la práctica significa que si usted se fractura una cadera a los 70 años
va a tener que esperar un año con suerte para que la operen. Entonces:
Desprotección, trabajo precario, campea el poder de los empresarios, de
los poderosos, con bajo nivel de sindicalización, con leyes laborales
que protegen poco a los trabajadores, con inspecciones del trabajo que
muchas veces favorecen más al empleador que a los trabajadores”.
-¿Quiénes acuden a su consulta?
“Trabajadores del Transantiago, trabajadores del comercio, cajeras de
supermercado, vendedores de call center, profesores sobreexplotados que
tienen que trabajar a triple jornada para hacer las “lucas”, y al otro
lado: ejecutivos de bancos y de empresas transnacionales, porque la
lógica del neoliberalismo es la sobreexplotación del trabajador que
incluye también al ejecutivo, entonces, tenemos estrés al por mayor”.
-¿Cuánta responsabilidad tiene en la salud mental de la
población, la impunidad en la que ha vivido la sociedad chilena en los
últimos 40 años?
“Afecta, y no sólo la impunidad de los crímenes cometidos hace 40
años atrás, hay que pensar que hoy 15 mil niños están secuestrados por
el Poder Judicial, y las familias que hay detrás de esos niños, que no
tienen plata para pagar un buen abogado. Porque, ¿quiénes son los que
van a las cárceles?, los pobres. ¿Quiénes son los niños que terminan en
el Sename?, los niños pobres. Además, tenemos un Poder Judicial que está
en crisis. Carpetas que se acumulan en la fiscalía. Los fiscales de
abusos sexuales no dan abastos. O sea, un Poder Judicial que no está al
servicio de la gente. Claro, en aquellos sectores que sufrieron más
directamente la represión de la dictadura, por cierto que ahí también se
acumula mayor fragilidad y patologías.
Otro sector muy afectado en su salud mental y emocional, es el pueblo
mapuche. Estamos comenzando a trabajar con comunidades de niños y
adolescentes en la zona mapuche, en Ercilla precisamente, y la impresión
que tenemos es que hay un nivel de angustia, de temor, de desesperanza
en algunos casos, brutal. No sólo en los niños, en mujeres, en hombres.
Niños que ven como entra Carabineros a las 12 de la noche, les
descerraja la puerta, sacos de harina que se rompen en allanamientos que
se hacen dos o tres veces al mes.
“Hoy tenemos no sólo el impacto a los derechos humanos de hace 40
años atrás. Hay territorios en Chile donde la violación a los derechos
humanos continúa de manera subrepticia, o a veces más directa, como en
la zona mapuche”.
LA ANOMIA “UN PAÍS DE ZOMBIES”
-¿Pero qué pasa con una sociedad que ve que quienes
cometieron violaciones atroces a los derechos humanos, tienen penas
menores o bien, andan sueltos y se los puede topar en cualquier esquina?
Que no ha habido justicia.
“No hay justicia para los poderosos, porque para el pobre la justicia
le cae con brutalidad. Todo eso va generando un fenómeno que se llama
anomia, que es la pérdida de la confianza en que existe un colectivo”.
“Los seres humanos somos animales sociales, somos primates sociales,
somos colectivo. Nuestra identidad se forma en la interacción con los
otros. Entonces, ¿qué pasa cuando se disuelven los vínculos sociales y
se pierde la confianza en que el colectivo es portador de una norma, de
un sentido, de una cultura? Surgen estas tribus urbanas, surgen las
sectas, los movimientos religiosos fundamentalistas, porque el ser
humano necesita del colectivo. Se produce este fenómeno de aislamiento,
de insensibilización donde al final vamos transformándonos en un país de
zombies, que viven en la rutina. Se produce una anomia, una pérdida de
la conexión con la moral, lo social, lo valórico. Entonces, hoy día
pasan cosas aberrantes en Chile y la gente sigue su camino como un
verdadero zombie, y el que logra conectarse con la realidad se deprime y
se angustia. Tenemos un país dividido entre los anómicos,
insensibilizados, zombificados y los que logran conectarse con esta
situación”.
-¿El diagnóstico es que este es un país que está enfermo?
“Este es un país brutalmente enfermo, es cosa de ver cómo manejamos,
cómo nos vinculamos, la pérdida de cordialidad. Es un país neurótico”.
-En el caso de un paciente, existen terapias y medicamente, ¿qué se hace cuando es un país el enfermo?
“A un paciente, le damos fármacos para que el cerebro comience a
funcionar mejor, se adapte. Psicoterapia, para que la persona vuelva a
recuperar un nivel que le permita funcionar, pero claramente estamos
colocando parches. Si queremos salir de esta crisis de salud mental, el
país tiene que cambiar. Tenemos que volver a pensar, a imaginar un país
decente, un país vivible. Porque podemos generar ejércitos de
psiquiatras, psicólogos, consultores de salud mental, pero siempre vamos
a quedar al debe, porque lo que está generando esta oleada de
enfermedades, inestabilidad emocional y estrés, es el modelo y hay que
hay que cambiarlo, pero para poder cambiarlo se necesitan ciudadanos
movilizados y conscientes. El problema es que el modelo genera anomia y
zombificación social. No es fácil. En la medida que el modelo va
enfermando más a la gente, la gente se va haciendo menos sensible. Por
eso el trabajo de recuperar la ciudadanía, la esperanza, es un trabajo
urgente”.
-¿El proceso electoral que hoy vivimos, en el cual se
inscribieron nueve candidaturas a la presidencia, habla de un despertar o
de todo lo contrario?
“Yo creo que habla justamente de los contrario, de la anomia, porque
resulta que no hay sentido colectivo. La gente es incapaz de generar
alianzas. Creo que si hubiera más facilidades para inscribir
candidaturas habría 17 millones de candidatos, porque cada grupúsculo
desconfía del otro y genera identidades parciales, es un fenómeno de
sectarización de la política porque hay desconfianza. Entonces, está la
izquierda más uno, más dos o más tres. Ni la derecha logra ponerse de
acuerdo, porque no hay redes, no hay vínculos, no hay capacidad para
generar alianzas y eso también tiene que ver con el impacto que tiene el
modelo neoliberal. Porque ¿cuál es el mensaje?: arréglatelas solo, e
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