(Fecha original del artículo: 1987)
Celebración del coraje/1
Celebración del coraje/1
Gabriel
Caro, colombiano, que peleó en Nicaragua, me cuenta que a su lado cayó un
suizo, destrozado por una ráfaga de ametralladora; y nadie sabía cómo se
llamaba. Esto ocurrió en el Frente Sur, un par de noches al norte del río San
Juan, poco antes de la derrota de la dictadura de Somoza. Nadie sabía el nombre,
nadie sabía nada de aquel calladito miliciano rubio que se había ido tan lejos
para morir por Nicaragua, por la revolución, por la luna. El suizo cayó
gritando algo que nadie entendió, cayó gritando:
-¡Viva Bakunín! Y mientras escucho a Gabriel contándome la historia del suizo, se me enciende la memoria. Hace años, en Montevideo, Carlos Bonavita me habló de un tío de él, o tío abuelo, que redactaba partes de batalla en tiempos de las guerras gauchas en las praderas del Uruguay. Andaba ese tío o tío abuelo contando muertos a la orilla del río donde una batalla, no sé qué batalla, había ocurrido.
Por el color de las vinchas, reconocía los bandos. Y en eso, dio vuelta un cadáver y quedó paralizado. Era un soldado de pocos años, era un ángel de ojos tristes. Sobre el pelo negro, rojo de sangre, la vincha, blanca, decía: Por la patria y por ella. La bala había entrado en la palabra ella.
-¡Viva Bakunín! Y mientras escucho a Gabriel contándome la historia del suizo, se me enciende la memoria. Hace años, en Montevideo, Carlos Bonavita me habló de un tío de él, o tío abuelo, que redactaba partes de batalla en tiempos de las guerras gauchas en las praderas del Uruguay. Andaba ese tío o tío abuelo contando muertos a la orilla del río donde una batalla, no sé qué batalla, había ocurrido.
Por el color de las vinchas, reconocía los bandos. Y en eso, dio vuelta un cadáver y quedó paralizado. Era un soldado de pocos años, era un ángel de ojos tristes. Sobre el pelo negro, rojo de sangre, la vincha, blanca, decía: Por la patria y por ella. La bala había entrado en la palabra ella.
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