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lunes, 7 de octubre de 2013

FEMENINOLOGIA Ciencia de lo femenino: Nota 36

Autoras/es: Osvaldo Buscaya
(Fecha original del artículo: Agosto 2013)
*FEMENINOLOGÍA
*Ciencia de lo femenino
Postulado: la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón
Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley.
(Osvaldo Buscaya)
Femeninologia
Nota (36)
El complejo de Edipo en la niña pequeña implica un problema más que el del varón. En ambos casos la madre fue el objeto sexual original, y no ha de extrañarnos que el varón la retenga para su complejo de Edipo, pero la niña llega a abandonarlo y adoptar en su lugar al padre como objeto sexual. En la niña el complejo de Edipo tiene así una extensa prehistoria siendo una formación secundaria.
En el primer paso de la fase fálica existe un descubrimiento preñado de consecuencias, que toda niña está destinada a hacer al advertir un pene llamativamente visible y de grandes proporciones, que reconoce al punto como símil superior de su propio órgano pequeño y desde ese momento cae víctima de la envidia fálica.
Es un contraste en la conducta de ambos sexos: cuando el varón en análoga situación descubre por primera vez la región genital de la niña se muestra indeciso y poco interesado; no ve nada o repudia su percepción, atenuándola para hacerla concordar con lo que esperaba ver.
Pero más tarde, cuando una amenaza de castración llega a influir sobre él, dicha observación se le torna importante y significativa, que lo convulsiona emocionalmente imponiéndole la creencia en la realidad de una amenaza, que hasta ese momento había considerado risible.
Se originan así dos reacciones que podrían fijarse, ya separadamente, cada una de por sí, ya ambas combinadas, ya en conjunto con otros factores que determinarán permanentemente sus relaciones con la mujer: el horror  ante esa criatura mutilada, o bien el triunfante desprecio de la misma.
Distinta es la reacción de la pequeña niña.
Al instante adopta su juicio y hace su decisión: lo ha visto, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo, arrancando el denominado complejo de masculinidad en la mujer y de aceptar su herida narcisista se desarrolla en ella, como una cicatriz, un sentimiento de inferioridad y al comprender que se trata de una característica sexual universal, comienza ella a adherirse al desprecio del varón por su sexo defectuoso en un punto tan decisivo, "equiparándose" con el varón en lo que se refiere a la defensa de esa opinión, sin obviar que las reacciones de ambos sexos están integradas por rasgos masculinos tanto como femeninos. En síntesis, la ofensa narcisista ligada a la envidia fálica hace que la niña renuncie a toda equiparación con el varón, dirigiéndola hacia nuevos caminos que desembocan en el desarrollo de la "feminidad", sin que todavía el complejo de Edipo haya tenido intervención alguna hasta este punto.
Empero la imposición cultural, que establece el complejo de Edipo hace que la libido de la niña se deslice a una nueva posición, siguiendo el camino preestablecido por la perversa civilización patriarcal pene – niño renunciando a su deseo del pene, que simboliza el poder poniendo en su lugar el deseo de un niño, y con este propósito toma al padre como objeto amoroso (sexual).
En la niña el complejo de Edipo es una formación secundaria donde lo preceden y lo preparan las repercusiones del complejo de castración, surgiendo un esencial contraste entre ambos sexos, pues mientras el complejo de Edipo del varón se aniquila en el complejo de castración, el de la niña en cambio es posibilitado e iniciado por el complejo de castración. Lo podemos entender en el sentido que el complejo de castración actúa siempre dictado por su propio contenido cultural: inhibe y restringe la masculinidad estimulando la feminidad, divergencia que impone el desarrollo sexual masculino y femenino, comprensible consecuencia de la diferencia anatómica entre los genitales y de la situación psíquica en ella implícita, como diferencia entre una castración realizada y una nueva amenaza de castración. El complejo de Edipo, sin embargo, es algo tan importante, que no pueda dejar de tener repercusión la forma en que él se entra y se logra abandonarlo.
Lo femenino, la mujer, la madre sería el centro y diversidad de lo excelso y lo repudiable en tanto generadora del varón fálico y de la niña mutilada o castrada, determinativo de su ambigüedad sexual. Es justamente, éste proceso por el que el varón queda atrapado en su irresoluble perversión y ambigüedad sexual. La situación de la niña – mujer la imposibilita de padecer éste proceso y no lo es posible tampoco "convertirse" en una perversa irresoluble y una ambigua sexual en el sentido que presenta el varón fálico. Lo anatómico, es director irreversible. Percibir, considerar y estar pendientes de éste proceso en lo infantil, con la finalidad de resolver éste desencadenamiento del varón es prioritariamente lo educativo y sólo lo podría materializar el real poder de lo femenino; la mujer. Otras alternativas de "negociación" con el varón entrarían en el terreno de la ilusión o más bien, de la alucinación. Con el poder que somete, no se debe negociar. Negociar con el varón actual, sería para el feminismo el cese de una activa percepción y de la conciencia normal de la vida, en el área donde arrecian los sentimientos, deseos, intereses y actos del patriarcado, es lo que expresé en la Nota (3) de mi Ciencia de lo Femenino (Femeninologia), es decir, el complejo que no es simplemente reprimido en el varón, sino desintegrado bajo el impacto de la amenaza de castración, donde sus representaciones psíquicas en imágenes o ideas afectivamente cargadas libidinales (catexias) aparentemente abandonadas, desexualizadas encubren una parte como sublimación, dado que él debe su catexia narcisista extraordinariamente elevada a esa importancia orgánica en la consecución de la especie.
Interpretando en la catástrofe del complejo de Edipo, el abandono del incesto, la institución de la conciencia y de la moral, como una victoria de la generación, de la raza sobre el individuovarón, se encubre hipócritamente la "irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón", no equivalente a sublimación alguna.
En la niña falta todo motivo para el aniquilamiento del complejo de Edipo; la castración ya ha ejercido antes su efecto, que consistió precisamente en precipitar a la niña en la situación del complejo de Edipo y así ésta escapa al destino que le es deparado al varón; puede ser abandonado lentamente o liquidado por medio de la represión, o sus efectos pueden persistir muy lejos en la vida psíquica normal de la mujer. Es decir, el nivel de lo "ético" normal es distinto en la mujer que en el hombre: El superyó nunca llega a ser en ella tan inexorable, tan impersonal e independiente de sus orígenes como lo exige la perversa civilización patriarcal, que hipócritamente impuso la creencia, en todos los tiempos, echándole en cara a la mujer que tiene menos sentido de la justicia que el varón, que es reacia a someterse a las grandes necesidades de la vida, que es propensa a dejarse guiar en sus juicios con extrema hostilidad.
Metodología de la perversa civilización patriarcal en su "pretensión" de apartarnos de la evidente calidad de lo femenino que es: El estar imposibilitada, la mujer, de poseer la "irresoluble perversión y la ambigüedad sexual del varón".
"Mujer, es decir la mitad, como mínimo, de la sociedad, en todos los tiempos. Mujer como ser irrelevante, para la civilización del varón, cunde, por donde se mire. Y cuanto más y mejor se mire, se verá que se multiplican los escenarios donde ella irrumpe, la desconsideración de la mujer y la propia y encubierta subestimación, femenina, se complementan necesariamente, y enlazadas, ellas acentúan las sombras que oscurecen el panorama social de nuestro tiempo. La moral de la civilización del varón en la instancia de su superyó, como heredera de la influencia paterna adscribe importantísimas funciones que encontramos en el sadismo masculino al reflejarse en la obligada imposición sobre la mujer a un rol pasivo masoquista." Nota (2) de mi Ciencia de lo Femenino (Femeninologia)".
Mi Ciencia de lo femenino, Femeninologia, se halla sólidamente fundada en la observación de los hechos impuestos por la perversa civilización patriarcal, además no hemos de asombrarnos que Femeninologia pretende explicar los fenómenos psíquicos del perverso patriarcado: Una cultura cuya ética y moral hipócrita no admite la equiparación de más del 50% de la humanidad; la mujer.
En el varón, los instintos sexuales y su complicada evolución en el establecimiento de las organizaciones pre genital de la libido, determina a lo que puede estar fijado, y a lo que retornará en su adultez. Las fijaciones infantiles de la libido son las que determinan en el varón, inevitablemente, su irresoluble perversión y ambigüedad sexual; la más importante situación conflictual que el niño se ve obligado a resolver donde radica su horror a la castración, que "deriva", inevitablemente, en su desprecio a la mujer castrada de origen y que el perverso patriarcado impone como la representación más valiosa y socialmente más importante conquista del "poder", estableciendo la diferencia entre el varón y la mujer ordenando su ética y moral como hipócrita sublimación de los instintos; en su simbología patriarcal ecuménica, religiosa, cultural, gubernativa, etc.
Toda la energía del "ello" procede de los instintos y también las "fuerzas" del "yo" poseen igual origen, siendo derivación del "ello" ¿Qué demandan los instintos? Satisfacción.
Cuando las aspiraciones instintivas del "ello" no encuentran satisfacción surgen estados intolerables y tales situaciones de satisfacción solo pueden ser constituidas con ayuda del mundo exterior, y entonces entra en funciones la parte del "ello", vuelta hacia dicho mundo exterior, es decir, el "yo".
Los instintos del "ello" tienden a una satisfacción ciega e inmediata, más por si solos no la alcanzarán nunca, dando, en cambio, ocasiones a graves daños; correspondiendo al "yo" evitar semejante fracaso actuando de mediador entre las exigencias del "ello" y la del mundo exterior como principio de realidad, encontrando el camino de actuar modificando directamente el mundo exterior, estableciendo intencionadamente aquellas condiciones, que hacen posible la satisfacción de su irresoluble perversión como la más elevada función del "yo" del varón, decidiendo cuando es más adecuado "dominar" su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, aparentando hipócritamente doblegarse a la realidad de la "igualdad" entre varón y mujer, pero atacando directamente en el terreno de los hechos mediante su ética y moral a lo femenino, que constituye la "sabiduría" del perverso patriarcado.
"Sabiduría" del perverso patriarcado desde los orígenes y en la trayectoria evolutiva de su impuesta ética y moral, que debe orientar nuestra mirada en el sentido de preguntarnos cuáles serán los destinos futuros de tal "cultura" y porque avatares habrá aun de pasar al advertir ante todo en la globalización "cultural", que muy pocas personas serían capaces de una visión total de la actividad humana en sus múltiples modalidades, que tienen como común la sumisión de la mujer, sin valorar exactamente la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón.
La "cultura" de la perversa civilización patriarcal, que habría superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales, comprendiendo el saber y el poder conquistado para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza conque satisfacer sus necesidades, regula las relaciones de los varones entre sí en la satisfacción de los instintos para hacer de la mujer un mero objeto sexual.
Mujer considerada, por el perverso patriarcado, como un enemigo de la civilización; un  "símbolo" que preside, así, pues, la "cultura" de la perversa civilización patriarcal para "defenderse" contra lo femenino y a esta "defensa" responden todos los mandamientos, organizaciones e instituciones del varón, las cuales tienen por objeto consolidar una sólida vigencia para mantener la culpa original sobre la mujer por la pérdida del paraíso.
Creerse como posible una nueva "regulación" de las relaciones "humanas", que cegara las fuentes de la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón, sería la denominada edad de oro, pero es una propuesta de la hipócrita imposición del varón.
A mi juicio, debemos contar con el hecho que todos los hombres integran tendencias destructoras sumamente poderosas, que los imposibilita para determinar una conducta, en una sociedad humana de igualdad con lo femenino, porque la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón presenta el hecho psicológico presente y decisivo en el ejercicio del dominio y sometimiento sobre la mujer, imprescindible imposición coercitiva en la labor "cultural" del varón, siendo inútiles cuantos argumentos aduzca la perversa civilización patriarcal para convencer a lo femenino, pues los varones se apoyan unos a otros en la tolerancia de su desenfreno sobre la mujer; abuso, violación, sometimiento, femicidio, etc.
Las variantes culturales de la perversa civilización patriarcal, a través del tiempo, arriban en la globalización a enfoques políticos, desde la izquierda a la derecha con ideologías contradictorias de oriente a occidente en el dominio del varón, privilegiando en todas las épocas, como de nuevo ahora, la alternancia de varones "superiores" en su actuación de "conductores" de las masas y "educadores" de las generaciones futuras, basado en su superioridad sobre lo femenino; orientación definitiva determinada por las tempranas experiencias del varón.
De éste modo, los límites de la "educacionalidad" del varón, en su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, solo lo resolvería la eficacia de la transformación cultural mediante el absoluto poder de lo femenino: Un experimento que está aún por hacer y a mi juicio el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia, de si el desarrollo cultural, en poder de lo femenino, logrará hacer frente al instinto de agresión y de destrucción del varón; irresoluble perverso y ambiguo sexual.
Buenos Aires
Argentina
10 de agosto de 2013
Osvaldo Buscaya
(Psicoanalítico)
Femeninologia
Lo femenino es el camino
femeninologia@yahoo.com.ar

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