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domingo, 6 de octubre de 2013

El libro de los abrazos. Eduardo Galeano: Crónica de la ciudad de Managua

Autoras/es: Eduardo Galeano

(Fecha original del artículo: 1987)
Crónica de la ciudad de Managua
El comandante Tomás Borge me invitó a cenar. Yo no lo conocía. Tenía fama de ser el más duro de todos, el más temido. Había otra gente en la cena, linda gente; él habló poco o nada. Me miraba, me medía.
La segunda vez, cenamos solos. Tomás estaba más abierto; contestó muy suelto mis preguntas sobre los viejos tiempos de la fundación del Frente Sandinista. Y a medianoche, como quien no quiere la cosa, me dijo: 
- Ahora, contame una película.
Me defendí. Le expliqué que yo vivía en Calella, un pueblo chico, donde poco cine llegaba, películas viejas...
- Contame - insistió, ordenó -. Cualquier película, cualquiera, aunque no sea nueva.
Entonces conté una cómica. La conté, la actué; intenté resumir, pero él exigía detalles. Y cuando terminé: 
- Ahora, otra.
Conté una de gangsters, que terminaba mal.
- Otra.
Conté una de vaqueros.
- Otra.
Conté, inventándola de cabo a rabo, una de amor.
Creo que estaba amaneciendo cuando me di por vencido, supliqué clemencia y me fui a dormir.
Me lo encontré a la semana. Tomás se disculpó: 
- Te exprimí, la otra noche. Es que a mí me gusta mucho el cine, me gusta con locura, y nunca puedo ir.
Le dije que cualquiera podía entenderlo. Él era ministro del Interior de Nicaragua, en plena guerra; el enemigo no daba tregua y no había tiempo para el cine, ni lujos así.
-No ’ no -me corrigió -. Tiempo, tengo. El tiempo... uno se hace el tiempo, si quiere. No es problema de tiempo. Antes, cuando estaba clandestino, disfrazado, me las arreglaba para ir al cine. Pero ahora...
No pregunté. Hubo silencio, y siguió: 
- No puedo ir al cine porque... porque yo, en el cine, lloro.
- Ah - le dije -. Yo también.
- Claro - me dijo -. Enseguida me di cuenta. La primera vez que te vi, pensé: « Este tipo llora en el cine. »

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