Emir Sader, sociólogo brasileño e impulsor
del Foro Social Mundial. / Bernardo Perez
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El sociólogo Emir Sader mira las tensiones sociales producidas por los recortes en España con sensación de déjà vu.
(Fecha original del artículo: Febrero 2013)
El sociólogo Emir Sader (Sao Paulo, 1943) mira las tensiones sociales
producidas por los recortes en España con sensación de déjà vu.
“América Latina también pasó por un periodo con alto desempleo, una
deuda enorme y recesión. Y ya demostramos en nuestra propia piel que la
austeridad como dogma no lleva a ningún sitio”. El brasileño ha cambiado
esta semana la temperatura agradable de Río de Janeiro por el tiempo
gélido de Madrid, que lo recibe con nieve. No es de extrañar que la
conversación arranque frente a un plato caliente de crema de verduras y
con referencias al clima. “He venido a mirar el termómetro del nuevo
mundo que ya está en marcha”, dice, en referencia a las jornadas a las
que asiste y que bajo el título "otro mundo está en marcha" buscan soluciones
distintas para la crisis social y económica global.
Con ese mismo objetivo, Sader impulsó en 2001 el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre, que nació como oposición desde los países del sur al Foro Económico Mundial de Davos y se celebró luego en otras ciudades de todo el mundo. “Porto Alegre canalizó la oposición al neoliberalismo”, explica. Pero el autor de decenas de libros sobre los cambios sociales en Latinoamérica —como La venganza de la historia o El nuevo topo— no cae en el triunfalismo. “Aquel foro no contó con los Gobiernos de la región y eso fue un error”, admite. En su opinión, en América Latina se está poniendo en práctica una alternativa a las políticas neoliberales, es decir, la puesta en marcha de aquel “otro mundo es posible” repetido hasta la saciedad. ¿Y en qué consiste este modelo? “En dar prioridad a la igualdad social y al crecimiento desde la redistribución de la riqueza, sin olvidarse de los necesitados. Una apuesta por las políticas sociales que ha llevado al subcontinente a no estar entre las zonas más afectadas por la crisis mundial”.
Cuando llega la hamburguesa todavía hay preguntas pendientes: ¿Debe la izquierda europea mirarse en el espejo sudamericano? “Europa debe mirarse más en su pasado que en otros lugares. El Estado del Bienestar ha sido un éxito sin precedentes que ahora está siendo exterminado”, responde pausadamente, entre bocados. Para este experto en los cambios sociales, la austeridad impuesta por Alemania está llevando a los países del sur de Europa al borde del precipicio. “Los desahucios son el límite moral de un sistema”, sentencia con preocupación. Por eso, se atreve a sugerir que la alternativa debería plantearse a partir de un referéndum sobre el modelo de construcción europea, ya que la unión ha nacido, dice, con un déficit democrático resultante del enorme poder del Banco Central Europeo, mayor que el del Parlamento de Bruselas.
La tarta de zanahoria dirige a Brasil. Sader, quien compartió
militancia contra la dictadura brasileña con la actual presidenta, Dilma
Rousseff, prepara ahora un libro de balance de los 10 años de Gobierno
del anterior jefe del Ejecutivo, Lula da Silva, a quien considera “un
referente que puso Brasil en el mapa”. La sensación de calidez dura lo
que se tarda en salir, de nuevo, a la calle. Sigue nevando. “En España,
el Gobierno nos hiela la piel y da la impresión de que hasta la nieve se
adhiere a la austeridad”, bromea.
Con ese mismo objetivo, Sader impulsó en 2001 el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre, que nació como oposición desde los países del sur al Foro Económico Mundial de Davos y se celebró luego en otras ciudades de todo el mundo. “Porto Alegre canalizó la oposición al neoliberalismo”, explica. Pero el autor de decenas de libros sobre los cambios sociales en Latinoamérica —como La venganza de la historia o El nuevo topo— no cae en el triunfalismo. “Aquel foro no contó con los Gobiernos de la región y eso fue un error”, admite. En su opinión, en América Latina se está poniendo en práctica una alternativa a las políticas neoliberales, es decir, la puesta en marcha de aquel “otro mundo es posible” repetido hasta la saciedad. ¿Y en qué consiste este modelo? “En dar prioridad a la igualdad social y al crecimiento desde la redistribución de la riqueza, sin olvidarse de los necesitados. Una apuesta por las políticas sociales que ha llevado al subcontinente a no estar entre las zonas más afectadas por la crisis mundial”.
Cuando llega la hamburguesa todavía hay preguntas pendientes: ¿Debe la izquierda europea mirarse en el espejo sudamericano? “Europa debe mirarse más en su pasado que en otros lugares. El Estado del Bienestar ha sido un éxito sin precedentes que ahora está siendo exterminado”, responde pausadamente, entre bocados. Para este experto en los cambios sociales, la austeridad impuesta por Alemania está llevando a los países del sur de Europa al borde del precipicio. “Los desahucios son el límite moral de un sistema”, sentencia con preocupación. Por eso, se atreve a sugerir que la alternativa debería plantearse a partir de un referéndum sobre el modelo de construcción europea, ya que la unión ha nacido, dice, con un déficit democrático resultante del enorme poder del Banco Central Europeo, mayor que el del Parlamento de Bruselas.
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