Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
La alienación/3
Alaistair Reid escribe en The New Yorker, pero va
poco a Nueva York.
El prefiere vivir en una perdida playa
de la República Dominicana. En esa playa había
desembarcado Cristóbal Colón, algunos siglos antes, en una de sus
excursiones al Japón, y desde aquellos tiempos nada ha cambiado.
De vez en cuando, el cartero asoma
entre los árboles. El cartero viene doblado bajo la carga. Don
Alaistair recibe montañas de correspondencia. Desde los Estados
Unidos, lo bombardean las ofertas comerciales, folletos,
catálogos, lujuriosas tentaciones de la civilización del consumo exhortando a
comprar.
Una vez, entre el mucho papelerío,
llegó la propaganda de una máquina de remar. Don Alaistair la
mostró a sus vecinos, los pescadores.
Los pescadores no lo podían creer:
- Sin agua? Se rema sin agua?
No lo podían creer, no lo podían
entender:
- Y sin peces? Y sin sol? Y sin, cielo?
Los pescadores dijeron a don Alaistair
que ellos se levantaban cada noche, mucho antes del alba, y se
metían mar adentro y echaban sus redes mientras el sol se alzaba en
el horizonte, y que ésa era su vida, y que esa vida les gustaba, pero
que remar era la única parte jodida de todo el asunto:
- Remar es lo único que odiamos -
dijeron los pescadores.
Entonces don Alaistair les explicó que
la máquina de remar servía para hacer gimnasia.
- Para hacer qué?
- Gimnasia.
- Ah! Y gimnasia que es?
No hay comentarios:
Publicar un comentario