Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987) Crónica de la ciudad de Nueva York
Es madrugada y estoy lejos del hotel, bien al sur de la isla de Manhattan. Tomo un taxi. Doy la dirección en perfecto inglés,quizá dictado por el fantasma de mi tatarabuelo de Liverpool.
El chofer me contesta en perfecto castellano de Guayaquil.
A poco andar, el chofer me cuenta su vida. Se lanza a hablar, y no para. Habla sin mirarme, con la vista clavada en el río de luces de los automóviles en la avenida.
Me habla de los asaltos que ha sufrido, y de las veces que lo han querido matar, y de la locura del tránsito enesta ciudad de Nueva York, y me habla del vértigo, compre, compre, úselo, tírelo, sea comprado, sea usado, sea tirado, y aquí la cosa es abrirse paso a pecho limpio, que aplastas o te aplastan, te pasan por encima, y él está en esto desde que era niño, así como ve, desde que era niño chico recién llegado del Ecuador - y me dice que ahora se le fue la mujer.
Me habla de los asaltos que ha sufrido, y de las veces que lo han querido matar, y de la locura del tránsito enesta ciudad de Nueva York, y me habla del vértigo, compre, compre, úselo, tírelo, sea comprado, sea usado, sea tirado, y aquí la cosa es abrirse paso a pecho limpio, que aplastas o te aplastan, te pasan por encima, y él está en esto desde que era niño, así como ve, desde que era niño chico recién llegado del Ecuador - y me dice que ahora se le fue la mujer.
La mujer se le fue después de doce años de matrimonio. No es culpade ella, dice. Entro y acabo, dice. Ella nunca gozó, dice.
Dice que es por culpa de la próstata.
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