Las estigmatizaciones del gobierno
Autoras/es: Carlos Santiago (*)
Autoras/es: Carlos Santiago (*)
Los temas en Uruguay se enredan, tuercen, confunden y en algunos
casos se utilizan las peores versiones, generalmente equivocadas, a fin
de estigmatizar a izquierda y derecha, olvidando que el raciocinio debe
ser producto del análisis justo, vinculado a formas legales y olvidando
que existen mínimas normas de convivencia que se deben respetar para no
radicalizar cabezas flojas y ahondar las problemáticas de todos...
En el aplazado conflicto de los cirujanos la
metodología utilizada por el gobierno intentando aislar a estos médicos
tuvo, objetivamente, el efecto contrario. Fue tan torpe y desmedida la
agresión en contra los renunciantes, desconociendo derechos y
proponiendo ilegalidades de todo tipo como “escarmiento” que no solo los
médicos participantes en la asamblea del pasado viernes, sino la
mayoría de los profesionales, asumieron una posición solidaria
irreductible. No solo el gobierno no logró aislar a los cirujanos, sino
que rompió definitivamente lo que fuera en su momento un movimiento
político esencial que llevó al Frente Amplio al gobierno. Claro,
pese a la tregua del viernes lograda por los buenos oficios del SMU, el
conflicto de los cirujanos de guardia en los hospitales de Salud
Pública, hasta el momento de escribir estas líneas no ha tenido solución
alguna. Se encuentra de nuevo en punto cero, con un ministro de Salud
Pública que solo profiere amenazas y otro, el de Trabajo, que justifica
todas las ilegalidades a las normas que sufren los médicos a los que se
les desconocen todos los puntos de acuerdo firmados en el 2008 y que
ASSE pondría en marcha desde el 2010. Los ministros de Salud Pública y
de Trabajo atizaron el fuego a niveles inauditos, inclusive amenazando
con ilegalidades e inconstitucionalidades y, como también trascendió,
con la importación de cirujanos extranjeros, obviamente se Cuba, para
ser utilizados en este caso en un papel de “rompe huelgas”, sabiendo que
su situación (para algunos, casi una mano de obra “esclava”), los lleva
– como en el caso del Saint Bois, a trabajar por un viático que les
permite bien poco y un sueldo que se lleva la embajada de Cuba, este en
dólares, que es pagado a sus familiares en Cuba, pero de acuerdo a los
niveles salariales de la isla. Un médico calificado cubano que opera en
el hospital de ojos, por su trabajo, recibe el pequeño viático que se le
paga en el Uruguay y su familia, en Cuba recibe un sueldo que en ningún
caso es de más de 30 dólares mensuales, llevados a pesos cubanos. El
resto del estipendio pagado en el caso de la llamada “Operación Milagro”
con una contribución venezolana, que ahora llegó a su fin, es recibido
por la embajada cubana y va a las arcas del gobierno de la isla.
No negamos que las brigadas cubanas, en su momento sirvieron para desactivar un largo conflicto con los oftalmólogos uruguayos, que tenían desavenencias con Salud Pública y especialmente con la ministra de Promoción Social, Marina Arismendi, que idealizaba la medicina cubana a niveles de que logró que las primeras operaciones oftalmológicas se realizaran en la isla convirtiéndose el regreso de los pacientes en un espectáculo en que abundaron las lágrimas, las declaraciones y las visiones de símbolos con contenido político. En aquel momento las mutualistas realizaban operaciones oftalmológicas solo por cuenta gotas y los hospitales de Salud Pública e incluso el Clínicas, no abrían sus quirófanos para este tipo de cirugías. Sin embargo para la maestra Arismendi puesta a ministra, la carencia de cirugías era responsabilidad de los oftalmólogos, confundiendo a los médicos, con los dueños de algunas clínicas de ojos que, por supuesto, realizaban su trabajo privado, al igual que ahora.
Esa fue una de las etapas de enfrentamiento que se resolvió de mala manera y hoy se sigue diciendo que gracias a los médicos cubanos (todavía hay una brigada en nuestro país), se han realizado 41 mil operaciones, cuando la mayoría de los cirujanos que le han puesto al hombro al Saint Bois son uruguayos quienes han demostrado similar o mayor calificación técnica que sus colegas centroamericanos. Sin embargo el “tachin, tachín” de algunos sigue, haciendo política barata, en un tema en que debería pesar el tema científico, sumado a la organización hospitalaria que debería ser cada día más eficiente. El “tachin, tachín” que algunos se encargan en propalar cada vez que tienen posibilidad, oscurece el esfuerzo de los médicos uruguayos y coloca a la brigada de cubanos como los héroes de la película, torciendo claramente la verdad.
Tampoco se informa de otro tema. La férrea disciplina del grupo cubano, que es mantenida a raya por funcionarios de la embajada del país caribeño que tratan, a toda costa, de impedir nuevas deserciones. Es que más de un integrante del grupo se ha quedado en el Uruguay más allá del fin de la misión, rompiendo lazos con Cuba. Este tema no le gusta a algunos porque siguen sosteniendo que aquel es el mejor de los mundos, torciendo la verdad e impidiendo que la gente llegue a conclusiones adecuadas sobre la totalidad del asunto.
Luego vino el largo e importante conflicto con los anestesistas que reclamaron una mejora sustancial en sus ingresos. A diferencia de lo que ocurre hoy con los cirujanos generales que cumplen guardia en los hospitales de Salud Pública, que piden solamente que se cumpla con un acuerdo que se firmó en el 2008 para comenzar a ponerse en marcha en el 2010. Estamos en el 2012, en el mes de setiembre, y todavía ASSE no ha hecho nada al respecto. Los cirujanos de manejaron con la máxima ponderación sabiendo que su tipo de trabajo les impide una progresión de medidas, llegando a la huelga. El paro de actividades les está impedido a los cirujanos por la característica de su labor.
Una huelga de cirujanos puede caer en la “omisión de asistencia”, porque en una sala de emergencia no se puede desatender a un paciente que llega con la necesidad imperiosa de una intervención quirúrgica o una curación. Por ello, mostrando una clara comprensión de la realidad, prefirieron poner toda “la carne en el asador”, anunciar con tiempo su resolución de no aceptar más el incumplimiento de ASSE y por extensión del Ministerio de Salud Pública, enviando cartas de renuncia y dejando los cargos en los tiempos estipulados por la ley, sabiendo que debían esperar diez días para retirarse de los mismos. Así lo hicieron. No hubo omisión se asistencia, lo que ocurrió es que la incapacidad de la burocracia de ASSE y de Salud Pública no le dio importancia a la vieja reivindicación de los cirujanos reclamada desde hace años y acordada por las partes en el pasado. Muy distinta fue la metodología de lucha de los cirujanos a la de otros funcionarios de Salud Pública, cuyo conflicto determinó que ambulancias se agolparan en filas con pacientes de distinta gravedad, sin ser recibidos en los hospitales. El gobierno, en estos casos, nada dijo ni profirió amenazas de ningún tipo. Solamente negoció tratando de llegar a un acuerdo.
Con los cirujanos se desencadenó el infierno de la agresión. El ministro de Salud Pública, Venegas, sacó a relucir su ideología totalitaria y represiva, sin importarle para nada la legalidad, el funcionamiento de los hospitales de Salud Pública y su propio prestigio público. ¿Qué prestigio?, se preguntarán muchos, si lo único que quiere es mantenerse en el cargo por lo qué adopta un radicalismo, que él cree bien visto por algunos personajes del gobierno que lo sostienen, en contra los cirujanos en particular y los universitarios en general, víctimas de una estigmatización por parte de alguna izquierda que se encierra a si misma. Acaso Venegas no dijo que si los cirujanos no hacen lo que él dice (o sea trabajar en una leva forzosa, sin cobrar lo acordado por el convenio firmado con ASSE en 2008), los que renunciaron a sus cargos - repito, renunciaron - son pasibles de ser echados de todos los demás cargos públicos que tengan y de además que se les clausure el título de médico especialista.
Incluso, por primera vez el PIT-CNT, repudió una movilización de un grupo de trabajadores que reclama dentro de la ley en contra una arbitraria acción de la administración pública. Paralelamente el ministro de trabajo, Brenta, también encabezó la acción, asegurando que no pagar beneficios sociales, evitar aceptar el acuerdo de la prima por nocturnidad, el “importar” krumiros” desde el exterior, son medidas adecuadas para detener la acción de estos grupos que califica de “corporativos”. Hablar de la posterior intervención del subsecretario Canepa, es gastar tinta en chimangos. No vale la pena para un personaje que desaparecerá del firmamento político más a la corta que a la larga. Y eso lo sabe hasta el mismo Presidente. Por otra parte también es sorprendente el tratamiento que alguna prensa ha hecho del conflicto. Por ejemplo el semanario “Búsqueda”, en el correr de una crónica, desliza que los cirujanos son conducidos por un grupo de ellos vinculados a los partidos tradicionales. Nunca ese semanario le dio un tratamiento parecido a otros gremios o al propio PIT-CNT, diciendo por ejemplo que en esos casos, esos sectores son dirigidos por representantes del Frente Amplio.
Todas esas agresiones contra un grupo calificado, de tarea profesional intachable, que es reconocido por tener las más altas calificaciones, y que sus integrantes están entre las mayores eminencias del país en varios rubros. A los frenteamplistas, ese lenguaje propio de la dictadura - que llevó a muchos años a la cárcel o el exilio - le chocó hondamente especialmente cuando recuerdan la tarea que cumplieron los médicos, encabezados por el doctor Crotoggini, en la consolidación y el triunfo del Frente Amplio. Se han dado cuenta que el fascismo no tiene tono político, que es tanto de derecha como de izquierda. Parece que hoy a algunos funcionarios del gobierno, para imponer sus cerradas posiciones burocráticas, no les importa que a médicos se les violen los derechos, se los tenga en "negro", se mienta sobre lo que ganan y se siga sembrando una inquina contra ellos que no lleva a ningún lado. Para que seguir, todo es muy lamentable.
Al igual que Mujica, el que esto escribe también aplaude a los médicos y integrantes de cualquier otra profesión que trabajan a favor de la comunidad. Lo que molesta en democracia son quienes siempre están a favor de los funcionarios políticos y en contra de quienes reclaman justas reivindicaciones. Si se sigue detalladamente la información del conflicto de los cirujanos se detecta el desastre de ASSE, incapaz de organizar nada, que cada vez maneja más dinero y cada día es menos claro en sus decisiones. ¿Por qué, para ser progresista, hay que hacerle el juego a estos burócratas lamentables, que están haciendo objetivamente, con su torpeza, todo lo posible para que fracase el FONASA, una iniciativa de justicia que hoy está funcionando muy mal, abarrotando al mutualismo y resquebrajando a los hospitales estatales, peor administrados que antes en la razón de la propia ASSE?
Esperemos que cuando volvamos a escribir sobre este tema hayan cambiados las cosas. Algunos actores no sigan avergonzando al gobierno desde ese confuso gabinete y con los cirujanos haya imperado la justicia.
(*) Periodista.
(**) Publicado en Bitácora del 24-09-12
No negamos que las brigadas cubanas, en su momento sirvieron para desactivar un largo conflicto con los oftalmólogos uruguayos, que tenían desavenencias con Salud Pública y especialmente con la ministra de Promoción Social, Marina Arismendi, que idealizaba la medicina cubana a niveles de que logró que las primeras operaciones oftalmológicas se realizaran en la isla convirtiéndose el regreso de los pacientes en un espectáculo en que abundaron las lágrimas, las declaraciones y las visiones de símbolos con contenido político. En aquel momento las mutualistas realizaban operaciones oftalmológicas solo por cuenta gotas y los hospitales de Salud Pública e incluso el Clínicas, no abrían sus quirófanos para este tipo de cirugías. Sin embargo para la maestra Arismendi puesta a ministra, la carencia de cirugías era responsabilidad de los oftalmólogos, confundiendo a los médicos, con los dueños de algunas clínicas de ojos que, por supuesto, realizaban su trabajo privado, al igual que ahora.
Esa fue una de las etapas de enfrentamiento que se resolvió de mala manera y hoy se sigue diciendo que gracias a los médicos cubanos (todavía hay una brigada en nuestro país), se han realizado 41 mil operaciones, cuando la mayoría de los cirujanos que le han puesto al hombro al Saint Bois son uruguayos quienes han demostrado similar o mayor calificación técnica que sus colegas centroamericanos. Sin embargo el “tachin, tachín” de algunos sigue, haciendo política barata, en un tema en que debería pesar el tema científico, sumado a la organización hospitalaria que debería ser cada día más eficiente. El “tachin, tachín” que algunos se encargan en propalar cada vez que tienen posibilidad, oscurece el esfuerzo de los médicos uruguayos y coloca a la brigada de cubanos como los héroes de la película, torciendo claramente la verdad.
Tampoco se informa de otro tema. La férrea disciplina del grupo cubano, que es mantenida a raya por funcionarios de la embajada del país caribeño que tratan, a toda costa, de impedir nuevas deserciones. Es que más de un integrante del grupo se ha quedado en el Uruguay más allá del fin de la misión, rompiendo lazos con Cuba. Este tema no le gusta a algunos porque siguen sosteniendo que aquel es el mejor de los mundos, torciendo la verdad e impidiendo que la gente llegue a conclusiones adecuadas sobre la totalidad del asunto.
Luego vino el largo e importante conflicto con los anestesistas que reclamaron una mejora sustancial en sus ingresos. A diferencia de lo que ocurre hoy con los cirujanos generales que cumplen guardia en los hospitales de Salud Pública, que piden solamente que se cumpla con un acuerdo que se firmó en el 2008 para comenzar a ponerse en marcha en el 2010. Estamos en el 2012, en el mes de setiembre, y todavía ASSE no ha hecho nada al respecto. Los cirujanos de manejaron con la máxima ponderación sabiendo que su tipo de trabajo les impide una progresión de medidas, llegando a la huelga. El paro de actividades les está impedido a los cirujanos por la característica de su labor.
Una huelga de cirujanos puede caer en la “omisión de asistencia”, porque en una sala de emergencia no se puede desatender a un paciente que llega con la necesidad imperiosa de una intervención quirúrgica o una curación. Por ello, mostrando una clara comprensión de la realidad, prefirieron poner toda “la carne en el asador”, anunciar con tiempo su resolución de no aceptar más el incumplimiento de ASSE y por extensión del Ministerio de Salud Pública, enviando cartas de renuncia y dejando los cargos en los tiempos estipulados por la ley, sabiendo que debían esperar diez días para retirarse de los mismos. Así lo hicieron. No hubo omisión se asistencia, lo que ocurrió es que la incapacidad de la burocracia de ASSE y de Salud Pública no le dio importancia a la vieja reivindicación de los cirujanos reclamada desde hace años y acordada por las partes en el pasado. Muy distinta fue la metodología de lucha de los cirujanos a la de otros funcionarios de Salud Pública, cuyo conflicto determinó que ambulancias se agolparan en filas con pacientes de distinta gravedad, sin ser recibidos en los hospitales. El gobierno, en estos casos, nada dijo ni profirió amenazas de ningún tipo. Solamente negoció tratando de llegar a un acuerdo.
Con los cirujanos se desencadenó el infierno de la agresión. El ministro de Salud Pública, Venegas, sacó a relucir su ideología totalitaria y represiva, sin importarle para nada la legalidad, el funcionamiento de los hospitales de Salud Pública y su propio prestigio público. ¿Qué prestigio?, se preguntarán muchos, si lo único que quiere es mantenerse en el cargo por lo qué adopta un radicalismo, que él cree bien visto por algunos personajes del gobierno que lo sostienen, en contra los cirujanos en particular y los universitarios en general, víctimas de una estigmatización por parte de alguna izquierda que se encierra a si misma. Acaso Venegas no dijo que si los cirujanos no hacen lo que él dice (o sea trabajar en una leva forzosa, sin cobrar lo acordado por el convenio firmado con ASSE en 2008), los que renunciaron a sus cargos - repito, renunciaron - son pasibles de ser echados de todos los demás cargos públicos que tengan y de además que se les clausure el título de médico especialista.
Incluso, por primera vez el PIT-CNT, repudió una movilización de un grupo de trabajadores que reclama dentro de la ley en contra una arbitraria acción de la administración pública. Paralelamente el ministro de trabajo, Brenta, también encabezó la acción, asegurando que no pagar beneficios sociales, evitar aceptar el acuerdo de la prima por nocturnidad, el “importar” krumiros” desde el exterior, son medidas adecuadas para detener la acción de estos grupos que califica de “corporativos”. Hablar de la posterior intervención del subsecretario Canepa, es gastar tinta en chimangos. No vale la pena para un personaje que desaparecerá del firmamento político más a la corta que a la larga. Y eso lo sabe hasta el mismo Presidente. Por otra parte también es sorprendente el tratamiento que alguna prensa ha hecho del conflicto. Por ejemplo el semanario “Búsqueda”, en el correr de una crónica, desliza que los cirujanos son conducidos por un grupo de ellos vinculados a los partidos tradicionales. Nunca ese semanario le dio un tratamiento parecido a otros gremios o al propio PIT-CNT, diciendo por ejemplo que en esos casos, esos sectores son dirigidos por representantes del Frente Amplio.
Todas esas agresiones contra un grupo calificado, de tarea profesional intachable, que es reconocido por tener las más altas calificaciones, y que sus integrantes están entre las mayores eminencias del país en varios rubros. A los frenteamplistas, ese lenguaje propio de la dictadura - que llevó a muchos años a la cárcel o el exilio - le chocó hondamente especialmente cuando recuerdan la tarea que cumplieron los médicos, encabezados por el doctor Crotoggini, en la consolidación y el triunfo del Frente Amplio. Se han dado cuenta que el fascismo no tiene tono político, que es tanto de derecha como de izquierda. Parece que hoy a algunos funcionarios del gobierno, para imponer sus cerradas posiciones burocráticas, no les importa que a médicos se les violen los derechos, se los tenga en "negro", se mienta sobre lo que ganan y se siga sembrando una inquina contra ellos que no lleva a ningún lado. Para que seguir, todo es muy lamentable.
Al igual que Mujica, el que esto escribe también aplaude a los médicos y integrantes de cualquier otra profesión que trabajan a favor de la comunidad. Lo que molesta en democracia son quienes siempre están a favor de los funcionarios políticos y en contra de quienes reclaman justas reivindicaciones. Si se sigue detalladamente la información del conflicto de los cirujanos se detecta el desastre de ASSE, incapaz de organizar nada, que cada vez maneja más dinero y cada día es menos claro en sus decisiones. ¿Por qué, para ser progresista, hay que hacerle el juego a estos burócratas lamentables, que están haciendo objetivamente, con su torpeza, todo lo posible para que fracase el FONASA, una iniciativa de justicia que hoy está funcionando muy mal, abarrotando al mutualismo y resquebrajando a los hospitales estatales, peor administrados que antes en la razón de la propia ASSE?
Esperemos que cuando volvamos a escribir sobre este tema hayan cambiados las cosas. Algunos actores no sigan avergonzando al gobierno desde ese confuso gabinete y con los cirujanos haya imperado la justicia.
(*) Periodista.
(**) Publicado en Bitácora del 24-09-12
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