Autoras/es: Elizabeth Kelley (*)
(Fecha original del artículo: Septiembre 2012)
Así como se lee,
pues comparto que vivo en un lugar donde las mujeres somos ciudadanas de
cuarta, seguimos siendo vulnerables y desprotegidas porque entre otros vacios
legales, cuando algo grave nos pasa a las mujeres, como el rapto o
desaparición, violación o asesinato, no existe un sistema de soporte y ayuda
que nos escuche inmediatamente y que se ponga en acción, ya sea previniendo la
salida del país de la persona afectada, o de los posibles sospechosos,
notificando pases fronterizos, aeropuertos, y porque no, ayudándose con una
notificación inmediata con fotografía a las autoridades competentes nacionales
y de países limítrofes, similar a lo que pasa en otros países del primer mundo,
como con el código Amber cuando un niño desaparece.
Aún no puedo
imaginar lo que siente cada madre, cada hermana, cada hija, cada mujer, cuando
ve con sus propios ojos las espaldas de quienes debían dar la cara, y tener que
esperar lo que posiblemente nunca llegará, una buena noticia o una luz de
esperanza, una pista que te señale “que ella por lo menos aún está viva”, pues
la están buscando y todos los días tienen una pista más acerca del caso, pero
lo que reina es el silencio…
Los derechos de
la mujer son pisoteados, ignorados, simple y básicamente nuestras mujeres están
engrosando las filas de las ya “demasiadas desaparecidas”. Un caso es muy
conocido en Bolivia, gracias a todo el movimiento de búsqueda y protesta
encabezado por una madre, es el caso de su hija Zarlett, quien según parece,
desapareció a medio día en pleno centro de la ciudad de La Paz, Bolivia y en
una calle central muy concurrida. Zarlett aún no ha aparecido y ya han pasado
más de tres meses de su desaparición.
Que difícil para
las mujeres vivir en un lugar donde no ignoramos que estamos en un estado pleno
de indefensión constante, donde somos vulnerables y desamparadas frente a
riesgos latentes y constantes que nos asechan. Me pregunto además, como
enseñarle a mi cerebro que entienda que mi hija va a estar segura en las calles?
Que podemos pensar en decirles a nuestras hijas cuando salen de casa y les
decimos ve con cuidado hija mía?
En Bolivia, país
hoy llamado Estado Plurinacional de Bolivia, muchas mujeres que sufren una y
mil injusticias, obligadamente debemos aceptar que vivimos en un país donde no
existe un modelo de equidad o igualdad en contra de la discriminación y violencia
constantes, sobre las cuales se habla mucho, pero nada se hace.
Los casos que
ahora parecen crecientes, no lo son, según estudios arrojados, ya esto pasaba
hace años, pero hoy se nota más, no porque recién existan, sino porque ahora
salen a la luz por medio de los familiares de las victimas y con ayuda de los
medios de comunicación y de algunos que realmente se ponen las pilas y visten
la camiseta.
No lo niego, a
veces lloro de impotencia, me pongo débil, luego pienso y digo que es mejor
poder llorar y gritar y blasfemar, y por que no, escribir, antes que estar
inerte y ser cómplice de atrocidades sin voz, sin olvidar de mencionar que otras personas de sexo femenino, mal llamadas mujeres, también participan del abuso y trata
de blancas, del tráfico de órganos…
Es tan grande el
espectro de lo que puedo abarcar ahora que todo el léxico que conozco y del que
podría echar mano no alcanzaría, así que iré colando alguna información en un
embudo para compartir algo que debe compartirse.
Una de esas
tardes, en las cuales me permitía el lujo de hacer un poco de zapping
televisivo, encontré el programa llamado “Del cielo al infierno”, conducido por
un joven Boliviano, llamado Iván Cornejo.
Esa tarde pude
ver el programa íntegro donde se habló, sobre la alta cantidad de personas
jóvenes desaparecidas en diferentes ciudades de Bolivia. En uno de los
segmentos apareció la figura un tanto distorsionada a propósito y con fines de
seguridad, de una valiente joven, que contaba de su experiencia como mujer
abusada,
y mil veces
violada, pero que logró escapar.
Decía, me han
roto el cuerpo, pero ya está sanando, me han roto el alma y no sé como voy a
volver a recuperarla… yo vivía en una familia feliz, no desconfiábamos de
nadie, no conocíamos tanta maldad, ahora en mi casa todos estamos estresados,
peleamos, estamos deprimidos, nunca más pudimos ser los de antes.
Ella fue atraída
por un interesante anuncio donde ofrecían trabajos atractivos, donde efectivamente,
trabajó de niñera, pero por un corto tiempo. Para los que no conocen Bolivia, les
debo comentar que muchas veces el trabajo y hasta la comida escasea en muchas
familias, donde los niños también trabajan.
La voz se le
cortaba de una manera atroz, cuando contaba que al inicio de su rapto había
pasado por lugares donde escuchaba gritos quejas lamentos, chillidos. Ese era
el lugar donde se realizaban a las más jóvenes, todo tipo de análisis médicos.
Ella contaba
reconocer el acento extranjero de hombres, de doctores decía, algunos hablaban ingles,
otros español. Todos desconocemos por qué sus órganos no se quedaron en ese
lugar.
Ella al parecer,
no calificaba para esto, y no sabría decirles, si esta jovencita, tuvo mejor
suerte, pues su nuevo destino, era donde debía ella debía esperar y satisfacer
sexualmente a varios hombres por día, desde un cuarto donde tenía solo un
recipiente para poder hacer sus necesidades físicas, y tenía como puerta una
cortina.
Desde allí hora
tras hora, era usada sexualmente por una infinidad de hombres.
Hombres que son
jueces, fiscales, odontólogos y jefes de policía conocidos, a los cuales ella podría
apuntar identificando caras, nombres, apellidos y puestos donde desenmascararlos…Pero
no puede, por temor a las represalias. Por eso lloro
(*) Elizabeth Kelley es
un miembro de una red de blogs que escriben sobre temas de estilo de vida y de
viajes en nombre de diferentes grupos y compañías como American Express. Todos
los pagos con la Tarjeta ThePlatinum Card de American Express resultan en un mundo exclusivo de
beneficios como el programa Spa Benefits, The Wine and Dine Club, y acceso exclusivo
a eventos.
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