“Estos nuevos
guerreros no clasistas de cierta izquierda académica actual aceptan en la
práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay
clases o política de clases; simplemente, un mundo postmoderno en el que la
fragmentación, la diversidad y las identidades ‘múltiples’ han acabado con las
viejas solidaridades de clase.”
Todavía existía una importante cultura
anticapitalista en la izquierda intelectual cuando en el año 1963 E.P. Thompson
publicó The Making of the English Working Class; esa cultura floreció con fuerza entre el grupo de los
historiadores marxistas británicos, aquel destacado círculo al que pertenecía
Thompson. Durante poco más de una década, a pesar de (o quizás debido a) las erupciones militantes del
68 y de algunas espectaculares luchas obreras unos años más
tarde, la vida intelectual de la izquierda occidental fue moldeada por una
actitud de rendición ante el capitalismo y por un “olvido de la clase”.
La moda académica más influyente en la
izquierda, comenzando con el postmarxismo y culminando con el postmodernismo, parece
ahora –para bien o para mal— aferrada a un principio, según el cual el
capitalismo era la única opción viable y la lucha de clases ya no está en la
agenda.
Estas modas iniciaron su camino en los
tardíos 70 y se desarrollaron más o menos en paralelo con la “Nueva Derecha” y
el neoliberalismo. Justo cuando los gobiernos impulsados por la doctrina
neoliberal estaban llevando a cabo una guerra abierta de clases en nombre del
capital y en contra del trabajo, el concepto de clase declinaba. En Gran
Bretaña, por ejemplo, mientras el gobierno de Margaret Thatcher ponía en
práctica su despiadada lucha de clases contra los trabajadores, su propia estrategia
retórica consistía en negar la existencia misma de las clases.
Esa estrategia ideológica es más alarmante
aún porque reaparece en la izquierda intelectual como una imagen en el espejo.
Y no solamente ocurre con el postmarxismo. Incluso el Marxism Today, la
revista teórica de moda del partido comunista británico que inventó el concepto
de “thatcherismo”, se suma entusiásticamente al “repliegue del concepto de
clase”
Estos nuevos guerreros no clasistas de
izquierda aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo
social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente un
mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades
“múltiples” han acabado con las viejas solidaridades de clase.
Muchos piensan, es cierto, que puede ser
una estrategia para librar las luchas necesarias frente a formas de opresión distintas,
especialmente las relacionadas con el género y la raza. Pero hay algo más en
ese repliegue –quizá deberíamos
decir algo menos– que un interés en formas alternativas de lucha; y ese abandono del concepto de
clase no puede simplemente atribuirse al declinar del movimiento obrero en los
70 y 80. El repliegue del concepto de clase, que comparten algunos sectores de
la izquierda intelectual, tiene otras raíces que le preceden. [1]
Los intelectuales de izquierda más
decididos a abandonar el concepto de clase también se inclinan a sugerir que no
tenemos necesidad de confrontar con el capitalismo como una totalidad
sistémica, porque no existiría algo así como un sistema capitalista –si es que
alguna vez existió— en la nueva realidad fragmentada. Nos cuentan que se está
dando una tremenda expansión de la “sociedad civil” que amplía considerablemente
el abanico de nuestras elecciones individuales. El modo de combatir a las doctrinas
liberales consistiría aparentemente en aceptar sus supuestos básicos y tratar
de vencerlos en su propio juego retórico.
La crisis
capitalista real
Nos enfrentamos hoy a un capitalismo real
con características que no conocíamos desde hace mucho tiempo. Desde la crisis
de 2008 y del desastroso proyecto de austeridad que le siguió, es casi
imposible desconocer los brutales efectos sistémicos del capitalismo o las
crudas realidades de las clases.
Ha habido algunos signos alentadores de
nuevos movimientos contestatarios, como el movimiento “Occupy”, que si bien no
han cristalizado aún en un movimiento político coherente, sin embargo comenzaron
a cambiar el discurso sobre las consecuencias del capitalismo y las
desigualdades de clase. Pese a ello, gran parte de la izquierda intelectual ha
perdido el hábito, los medios o incluso la voluntad de oponerse al capitalismo,
no sólo en la práctica sino también en la teoría.
Por eso pienso que es el momento indicado
para revivir a Edward Thompson. No solamente porque Thompson es, probablemente
más que cualquier otro historiador, quien le dio vida a los procesos de la
formación y lucha de clases, sino también porque aún más que cualquier otro
historiador y quizás incluso que cualquier académico o escritor, Thompson fue
quien con más claridad definió al capitalismo como una forma social
históricamente específica –no como una ley de la naturaleza—, obligándonos a
verlo con distancia crítica y antropológica.
Y esto tiene una importancia hoy, pues hace mucho tiempo que hemos
adquirido el hábito de considerar el capitalismo como dado, como si se tratara
de algo tan universal e invisible como el aire que respiramos. Thompson desafió
los presupuestos básicos del capitalismo, entendiéndolo como un conjunto de
prácticas sociales y principios morales y estudiando su desarrollo como un
proceso en lucha constante.
No sólo mostró este proceso en su libro La formación de la
clase obrera en Inglaterra, sino también en otros trabajos, por ejemplo
en su clásico ensayo Moral Economy of the
Crowd en el que sigue las pistas de las luchas contra de la racionalidad
del mercado, impuesta a pesar de la resistencia de grupos con costumbres y
expectativas distintas y con diferentes concepciones del derecho a la
subsistencia; o su ensayo Custom, Law,
and Common Right, en el que nos muestra el modo en que las definiciones de
propiedad fundadas en la productividad para el beneficio capitalista se
afianzaron a costa de las prácticas prevalecientes y las concepciones de
derecho al uso; o su ataque –especialmente en su ensayo “Time, Work Discipline and Industrial
Capitalism”— al concepto de “industrialización” y su insistencia en la
especificidad del capitalismo industrial como un modo históricamente indexado
de explotación –no como un proceso neutral de cambio tecnológico—, con efectos
que afectaron a las prácticas laborales y también a algo mucho más central para
nuestra vida cotidiana, que es nuestra experiencia del tiempo. [2]
El abordaje thompsoniano de la historia
resume lo que creo es la esencia del materialismo histórico, una aproximación
que arroja luz sobre la teoría y la práctica, sobre la historia y la política.
Si bien Thompson intenta evitar el lenguaje teórico, su trabajo histórico
siempre me ha parecido tan fértil para la teoría como iluminador para la
historia.
Según Thompson, el conocimiento teórico no
lo es acerca de una “representación conceptual estática”, sino sobre “conceptos
apropiados para investigar los procesos”. Esto significa, entre otras cosas, que no existe esa suerte de sencilla
antítesis entre historia y teoría o entre lo empírico y lo teórico en la que insisten algunas
corrientes muy influyentes del marxismo.
El desafío, según Thompson, consiste en
captar e iluminar los procesos históricos, no considerar a la clase como una
ubicación estática en una estructura de “estratificación”, sino como un proceso
y una relación social. Para decirlo con otras palabras, Thompson se tomó en serio
la idea de Marx de que el materialismo histórico se ocupa de la “actividad
práctica” humana, de la agencia humana, con los apremios que imponen las
condiciones históricas y sociales específicas. Eso es lo que lo convierte en un
analista tan efectivo del capitalismo entendido como un terreno en disputa y
blanco de lucha.
NOTAS:
[1] Discuto este tema en detalle en mi “A Chronology of the New Left and Its Successors, or: Who’s Old-Fashioned Now?” Socialist Register 1995, 22-49 y en el Prefacio a la edición de 1998 de mi Retreat from Class.
[2] Estos ensayos están incluidos en Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture (New York: New Press, 1993).
[1] Discuto este tema en detalle en mi “A Chronology of the New Left and Its Successors, or: Who’s Old-Fashioned Now?” Socialist Register 1995, 22-49 y en el Prefacio a la edición de 1998 de mi Retreat from Class.
[2] Estos ensayos están incluidos en Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture (New York: New Press, 1993).
Ellen Meiksins Wood ha sido durante muchos años profesora de ciencia y filosofía políticas en la York University de Toronto, Canadá. Entre 1984 y 1993 estuvo en el comité editorial de la New Left Review británica, y entre 1997 y 2000 coeditó, junto con Paul Sweezy Harry Magdoff la revista norteamericana Monthly Review. Filósofa e historiadora marxista y feminista mundialmente reconocida, ha realizado contribuciones fundamentales en el campo de la filosofía política, lde a historia de las ideas políticas y de la historia política y social. Sus últimos libros publicados: Citizens to Lords. A Social History of Western Political Thought from Antoiquity to the Middle Ages (Verso, Londres, 2008) y The Origin of Capitalism. A Longer View (Verso, Londres, 2002). Actualmente, reside en Londres.
Traducción para www.sinpermiso,info:
María Julia Bertomeu
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