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lunes, 18 de noviembre de 2013

Literatura 4 Año EB: 2. Propuestas para el aula: c) Animales enlazados en las palabras IV

Autoras/es: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología Serie Cuadernos para el aula. Lengua 4. Nap. EJE: Literatura
(Fecha original del artículo: s/d)
c) Animales enlazados en las palabras
c) IV Calambur, un registro
Presentamos a continuación un fragmento del registro realizado por Anahí Rossello, quien leyó Silencio Niños de Ema Wolf con sus alumnos de 8 y 9 años en el Taller de Iniciación Literaria en el Instituto Vocacional de Arte de la Ciudad de Buenos Aires. Este fragmento nos permite ver cómo, en la búsqueda del significado de las palabras desconocidas, los chicos van realizando distintas hipótesis; en muchos casos, la indagación los lleva a armar calambures. Estos son juegos de lenguaje en los que las sílabas o letras de una expresión adquieren significado completamente distinto al separar las sílabas y las palabras de manera diferente. A veces la escritura es distinta, pero suenan igual al oído. El diccionario de María Moliner propone el caso siguiente: Ató dos palos. A todos, palos.
Pancho: —¿Qué son las pulgadas?
Maestra: —¿Por qué lo preguntás ahora y no la primera vez que lo leímos? ¿Antes no lo notaste, o qué pasó?
Pancho: —Creí que era un televisor de madera de dos pulgadas y que venía en una caja de telgopor y ahora no escuché televisor. Dice “madera de dos pulgadas”.
Maestra: —¿Antes yo habré dicho televisor?
Pancho: —Creo que no.
Celeste: —No prestó atención.
Maestra: —No creo que sea eso. ¿Por qué a Pancho le habrá aparecido la idea de televisor?
Pancho: —Pulgadas me debe haber sonado a televisor, televisor de 29 pulgadas.
Maestra: —¿Alguien entendió igual que Pancho?
(Silencio.)
Maestra: —Estaría bueno que contáramos qué entendemos cuando decimos “pulgadas”.
Paloma: —¡Una madera donde hay pulgas! ¡Dos pulgas!
(Risas.)
Andrés: —Dos pulgas que son hadas. Pulg-hadas.
(Risas.)
Maestra: —¡Qué buena idea para otro cuento! Pero volvamos a las pulgadas. ¿Qué está contando el que narra la historia en ese momento?
Macarena: —Que estaban practicando. Primero más fácil, después más difícil, más difícil...
Maestra: —¿Y qué era lo más fácil y qué lo más difícil?
Paloma: —Primero telgopor, después madera, después la pared...
Maestra: —¡Ah! Y dice “madera de dos pulgadas”. ¿Será el tipo de madera, el color, otra cosa? Esa madera, ¿será más grande o más chica que un televisor...?
Andrés: —¡Ah! Debe ser más chica que un televisor de 29 pulgadas.
Maestra: —Entonces, ¿para qué se usará la palabra “pulgadas”?
Andrés: —Para decir el tamaño. Dos pulgadas debe ser chiquito como dos pulgas.
Ignacio: —¡Qué asco, el televisor de mi tío es grande como 29 pulgas!
Maestra: —Si dibujamos una pulga en un papel, ¿qué tamaño tendría?
Ignacio: —Un puntito.
Maestra: —Entonces, el televisor es como 29 puntitos...
Celeste: —¡Noooo! Es más grande.
Maestra: —Pulgadas, ¿vendrá de pulgas?
Celeste: —A lo mejor, cuando son cosas chiquitas.
Maestra: —¿Y para cosas grandes?
Celeste: —¡Elefantadas!
Paloma: —¡Edificiadas!
Pancho: —¡Obelisqueadas!
Maestra: —Lindísimo todo lo que se les ocurrió. En realidad, pulgadas viene de pulgar, ¡pero a lo mejor, pulgar viene de pulgas! Y ahora que digo pulgar, me acuerdo de un cuento...
Andrés: —¡Pulgarcito!
Como se puede observar, Andrés inventa espontáneamente un calambur (separa la palabra “pulgadas” de una forma no habitual: “pulg-hadas” y dice que significa dos pulgas que son hadas). Al combinar las sílabas de otro modo, altera la palabra y arma una nueva combinación.
Cuando el docente propicia estos juegos, cuando se dispone a jugar el mismo juego de los chicos, permite que aparezcan las significaciones que ellos elaboran imaginativamente (y que muchas veces callan por temor al error). Como se observa en este registro, en lugar de obturar la búsqueda dando la respuesta “correcta”, devuelve la pregunta para que aparezcan otras soluciones. De este modo, la atención sobre la palabra abre el campo semántico y permite ir más allá del sentido literal.

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