Crisis pregunta, "Crisis".
Autoras/es: Vicente Sierra *
Autoras/es: Vicente Sierra *
"Textos para repetir como loro y honrar como estúpido".
(Fecha original del artículo: Diciembre 1973)
La historia no sólo es mal enseñada, sino que lo que se enseña es mala historia. Los motivos son diversos. No se puede enseñar bien lo que se ha aprendido mal.
Si se analiza el desarrollo de la idea liberal, aparece como factor básico de la doctrina el ingrediente histórico. La historia se presenta como la sustancia de la ideología liberal. Ello determina que Historia y Doctrina se confundan. A partir de ahí, como acota Dilthey, "La lucha por la interpretación de la historia universal acompañará en adelante a todas las luchas por la determinación del futuro; éstas no podrán efectuarse sin aquélla".
Tanto en liberales como en marxistas, se advierte que las luchas ideológicas provocan el riesgo de que la verdad histórica se oscurezca por las tendencias que corresponden a las ideologías. Sucedió así, por ejemplo, cuando surgieron las grandes tesis antiliberales, cuando Marx se dispuso a afirmar su posición mediante una doctrina de la historia. Estudiando el problema, Luis Diez del Corral, catedrático de la Universidad de Madrid, hizo una dura crítica a la llamada historiografía liberal, que no es, por cierto, un problema exclusivamente argentino. Durante el siglo pasado los historiadores de todos los países europeos cayeron en el mismo desliz científico, consistente en hacer de la historia un campo de ensayos y formación del régimen representativo. Esa historiografía sólo considera hechos históricos a aquellos que sirvieron para la implantación y el desarrollo de la sociedad liberal, así como, para Marx, la historia es el campo de ensayos y formación que conduce al comunismo. Todas estas, y otras ideologías, parten de una creencia utópica en la perfectividad ilimitada del hombre. Es así como en la historiografía liberal todo acto de liberalidad es considerado como contribución al éxito del liberalismo, como intérprete de una ley general que se denomina progreso, civilización, cultura, en virtud de lo cual se cae en la divinización de los hechos y, como consecuencia, de sus protagonistas. Cuanto se les opone es valorado antihistórico. Es así como se eliminan veinte años de acción "rosista" de la historia argentina, como si de la historia se pudieran arrancar páginas porque no nos gustan. Lógicamente esa historia se difunde a través de textos que el alumno debe aprender de memoria, repetir como loro y honrar como estúpido. La historia no tiene por qué juzgar lo ocurrido; debe bastarle comprenderlo sin ataduras "apriorísticas" doctrinarias para que, nutriendo los elementos tradicionales, nos libre de someternos a ellos, y para que nos permita encontrar en ellos fuerzas para crear nuestro futuro. Lo que en la escuela argentina se enseña no es Historia; apenas si es un no siempre atractivo anecdotario... y muchas veces falso.
Tanto en liberales como en marxistas, se advierte que las luchas ideológicas provocan el riesgo de que la verdad histórica se oscurezca por las tendencias que corresponden a las ideologías. Sucedió así, por ejemplo, cuando surgieron las grandes tesis antiliberales, cuando Marx se dispuso a afirmar su posición mediante una doctrina de la historia. Estudiando el problema, Luis Diez del Corral, catedrático de la Universidad de Madrid, hizo una dura crítica a la llamada historiografía liberal, que no es, por cierto, un problema exclusivamente argentino. Durante el siglo pasado los historiadores de todos los países europeos cayeron en el mismo desliz científico, consistente en hacer de la historia un campo de ensayos y formación del régimen representativo. Esa historiografía sólo considera hechos históricos a aquellos que sirvieron para la implantación y el desarrollo de la sociedad liberal, así como, para Marx, la historia es el campo de ensayos y formación que conduce al comunismo. Todas estas, y otras ideologías, parten de una creencia utópica en la perfectividad ilimitada del hombre. Es así como en la historiografía liberal todo acto de liberalidad es considerado como contribución al éxito del liberalismo, como intérprete de una ley general que se denomina progreso, civilización, cultura, en virtud de lo cual se cae en la divinización de los hechos y, como consecuencia, de sus protagonistas. Cuanto se les opone es valorado antihistórico. Es así como se eliminan veinte años de acción "rosista" de la historia argentina, como si de la historia se pudieran arrancar páginas porque no nos gustan. Lógicamente esa historia se difunde a través de textos que el alumno debe aprender de memoria, repetir como loro y honrar como estúpido. La historia no tiene por qué juzgar lo ocurrido; debe bastarle comprenderlo sin ataduras "apriorísticas" doctrinarias para que, nutriendo los elementos tradicionales, nos libre de someternos a ellos, y para que nos permita encontrar en ellos fuerzas para crear nuestro futuro. Lo que en la escuela argentina se enseña no es Historia; apenas si es un no siempre atractivo anecdotario... y muchas veces falso.
* Vicente Sierra (1893). Nació en Buenos Aires. Profesor fundador de la Universidad del Salvador y director de la Escuela de Historia. Doctor Honoris Causa en Historia. Obras: Historia de la Nación Argentina , El sentido misional de la conquista de América , Américo Vespucio , etc.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario