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lunes, 3 de diciembre de 2012

Música y algo mas

Autoras/es: Melanie Martínez
(Fecha original del artículo: Octubre 2012)
Conseguir trabajo como maestro con 31 años me costó porque iba a los actos públicos
las directoras discriminaban su planilla al verque era ciego hasta que 
yo me di cuenta (dos años después) y asistí con el gremio y comencé mi carrera



El sol asoma por la ventana de un cuarto decorado con la fuerza del amarillo, muebles rústicos y una enormidad de instrumentos de todo tipo y tamaño. El piso marrón de su universo preferido, donde suele sentarse a tocar el piano cada tarde, caracteriza la habitación-atelier de Jorge Sosa.

Un hombre que se define tenaz y muy responsable con su trabajo. “Cada vez que emprendo algo no paro hasta terminarlo” cuenta sonriente su mayor fortaleza. Es un verdadero ejemplo de vida que, a pesar de su discapacidad visual, luchó por vivir de lo que más ama en el mundo: la música.

Se expresa con la tranquilidad que tienen los ciudadanos del interior, pues nació en Misiones y a los once años emigró a Buenos Aires en busca de ayuda. “La escuela que era lo que yo más necesitaba” porque allá no había para ciegos.

“Mi ceguera es porque mi mama tuvo rubiola y al ser de nacimiento no tiene cura” explica Jorge hablando de sus orígenes. “Parece una pavada porque hay vacunas para eso” revela el docente ya jubilado.

Es el cuarto de diez hermanos, “como toda familia de campo, del interior, que suelen ser grandes” acota Jorge. Y el único al que se le atrofió el nervio óptico antes de nacer, a causa de la enfermedad que sufrió la madre durante el embarazo.

A los quince años, luego de operarse uno de sus ojos, mientras hacía ejercicios con una luz, al ver que Jorge cerraba los ojos, el médico del Hospital Pirovano le preguntó si realmente quería ver y él contestó “sinceramente me da lo mismo, yo a esto lo hago por mi familia, y no lo veo como un problema grave”.

Jorge continuó con rehabilitación durante años luego de la operación, lo que le permite ver alguna luz y algún color. “Soy ciego tecnicamente pero una pared por delante ponele no me llevo, me manejo bien, afuera con el bastón pero me manejo bien” asegura este caballero.

Así, con ya 19 años comienza a desenvolverse en una primaria para ciegos, donde conoce a una maestra que fue el amor de su vida, que lo motivó en sus estudios y fue su esposa por más de treinta años. Él la describe como compañera, como una mujer que lo apoyó hasta su último día, la madre de su hijo, Ezequiel.

En pleno transcurso de su etapa escolar se enteró de la existencia de una banda musical de diez ciegos. Rindió el exámen y comenzó a formar parte de lo que hoy es la Sinfónica Nacional de Ciegos, Pascual Grisolía, única en el múndo.

La sinfónica cuenta con más de 60 artistas en escena y 65 años de trayectoria recién cumplidos, el pasado 15 de octubre. Para su familia la carrera estaba hecha con este ingreso, pero él no se rindió.

Ni bien finalizó la secundaria se anotó en un conservatorio a estudiar el Profesorado en Educación Musical, su eterna pasión. Fue docente durante 25 largos años.

“Conseguir trabajo como maestro con 31 años me costó porque iba a los actos públicos de provincia y las directoras discriminaban su planilla al ver que era ciego hasta que yo me di cuenta (dos años después) y asistí con el gremio y comencé mi carrera trabajando en la primaria a la que asistí como alumno”, recuerda sus inicios.

“Hoy se contempla más la cosa, se conoce más sobre la discapacidad existen leyes inclusive, como fue la ley 2431 en la municipalidad de San Martín donde me tenían que tomar porque habia un cupo para ciegos”, explica el proceso de incorporación a la enseñanza en una escuela común.

La orquesta cuenta con instrumentos metálicos, como la trompeta; de aire, como flautas y clarinetes, y de percusión, su área actual. El músico, tras 36 años de servicio, hoy se desenvuelve específicamente como accesorista, toca instrumentos que hagan falta, como el triángulo o el gran casa, un bombo gigante. Además conoce muy bien la guitarra y el trombón.

Jorge define a la sinfónica y a la música en general, más que como su trabajo, como un “hobby”, su preferido, porque “encima” le pagan. Otra actividad apasionante en la vida de este humide señor, es el ajedrez, “fui al campeonato para ciegos y llegue a estar en segundo lugar” descubre con orgullo.

Durante la fiesta de gala del aniversario de la banda se hizo presente el conocido Guillermo Fernández para cantar con coros y ballet floclórico. Mientras afuera no paraba de llover, el Teatro del Globo, en Palermo, rebalsaba de gente.

Lo más importante es que se hizo presente casi en plenitud la Secretaría de la Cultura. “Esta presencia nos hizo sentir reconocidos después de tantos años” expresa el maestro con gran satisfacción y felicidad.

En su amplia trayectoria, la banda sinfónica brindó conciertos en los principales teatros, escuelas y centros culturales del país, como el Colón y la Universidad de La Matanza. Además, extendió su proyección al exterior.

De no ser Haedo, un barrio tranquilo de la Provincia de Buenos aires, su verdadero lugar en el mundo sería Brasil. Su padre ya fallecido era brasilero y Jorge conoce y mantiene el idioma en la familia como herencia de una persona que tanto hizo por él.

La sencillez de sus palabras se transmite también a través de su vestimenta de buzo gris, pantalón de jean gamuzado marron y zapatillas que hacen juego con el color del pulover. Muy servicial y atento a lo que la periodista necesita al momento de la nota, la recibe en su atelier. Al finalizar la entrevista se encarga personalmente de acompañarla a la puerta y ponerse a disposición de lo que necesite.

Así es con todo el mundo. Actualmente da clases en su hogar: “generalmente trabajo con personas mayores, gente que alguna vez quiso cantar o hacer alguna actividad con la música, toco un poco de piano, guitarra, acordeón, les enseño lo que sé” explica Jorge su solidaria rutina.

Los avances tecnológicos ayudaron muchisimo a personas con esta discapacidad. “Hoy existen computadoras y celulares con un programa especial que habla para ciegos” explica el músico y se pone a tocar una bella melodía en el piano.

Jorge pasó por diversos coros a lo largo de su carrera profesional, aunque reconoce que le“gusta mas ser musico tocar, ejecutar, escuchar, estudiar distintos instrumentos”

Fue galardonado con la banda por la notable labor pedagógica y artística que brinda en sus 250 obras y que hacen al progreso de la vida musical, con el Gran Premio Camu de la Unesco.

La Sinfónica que, sin duda, merece el elogio unánime del pueblo argentino y del mundo, se caracteriza por dedicar su repertorio a la música popular, nacional y las obras originales para banda sinfónica.

Otra de sus pasiones intransferible a lo largo de sus 58 años es el fútbol, más específicamente el Club Atlético Boca Juniors. Entre tantos instrumentos un banderín gigante colgado en la pared lrevela el motivo que condiciona sus fines de semana.

Actualmente alquila una casa en Haedo junto con Miriam, su novia desde hace 2 años, quien es profesora de ciegos y disminuidos visuales en el colegio 501 de la zona.

Generalmente trabajo con personas mayores, gente que alguna vez quiso cantar o hacer alguna actividad con la musica, toco un poco de piano, guitarra, acordeón, les enseño lo que se”

“Mi mayor meta en la vida fue destacarme en la música cosa que masomenos lo pude hacer, y vivir de la música que lo pude lograr, lo que es un privilegio” concluye este maestro que realmente consiguió vivir de lo que amó desde muy chico, desde siempre.  

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