Autoras/es: Observatorio Petrolero Sur
Termina 2012, un año marcado por la
expropiación a Repsol y el control de YPF SA por parte
del Estado y un flamante marco regulatorio para el
sector. Medidas que instalaron nuevamente en la agenda
pública el tema energético, aunque la riqueza del debate
quedó eclipsada por la fuerte campaña corporativa e
institucional para promocionar a los yacimientos no
convencionales como la gran -y única- alternativa
energética del país. A pesar de ello, en diferentes
puntos del país ha germinado y crecido la organización y
la crítica contra esta profundización del modelo
extractivista y la matriz energética dominada por los
combustibles fósiles.
Un año sin duda complejo, que se cierra con la firma del acuerdo de Chevron e YPF para el desarrollo de la formación Vaca Muerta en Neuquén, la aprobación del nuevo marco regulatorio para el sector en Chubut y el aumento del precio del gas en boca de pozo -que optimiza las condiciones para la revolución del shale-; pero también con la aprobación -por unanimidad- de la ordenanza que prohíbe el fracking en el ejido municipal de Cinco Saltos, Río Negro.
Para el OPSur el 2012 ha sido un año de mucho trabajo. Tuvimos la posibilidad de llevar el libro Zonas de Sacrificio a muchos rincones del país y cada presentación sirvió para profundizar los vínculos con organizaciones, comunidades, compañeros y compañeras. En las Jornadas de Resistencia a la Industria Hidrocarburífera nos dimos los tiempos para hablar, escucharnos y pensar esa otra Argentina, la que queremos.
Un año sin duda complejo, que se cierra con la firma del acuerdo de Chevron e YPF para el desarrollo de la formación Vaca Muerta en Neuquén, la aprobación del nuevo marco regulatorio para el sector en Chubut y el aumento del precio del gas en boca de pozo -que optimiza las condiciones para la revolución del shale-; pero también con la aprobación -por unanimidad- de la ordenanza que prohíbe el fracking en el ejido municipal de Cinco Saltos, Río Negro.
Para el OPSur el 2012 ha sido un año de mucho trabajo. Tuvimos la posibilidad de llevar el libro Zonas de Sacrificio a muchos rincones del país y cada presentación sirvió para profundizar los vínculos con organizaciones, comunidades, compañeros y compañeras. En las Jornadas de Resistencia a la Industria Hidrocarburífera nos dimos los tiempos para hablar, escucharnos y pensar esa otra Argentina, la que queremos.
2013
se presenta con grandes desafíos y nos preparamos para
afrontarlos, sabemos que no estamos solos, y esa es
nuestra mayor fortaleza.
Qué
decir entonces, más que renovar el deseo de seguir
encontrándonos, en algunos casos, cara a cara, en
otros, en este territorio virtual que nos ofrece
internet. Quedamos enteramente agradecidos con quienes
nos han apoyado y aportado de diversas maneras.
Abrazos fraternos para todas y todos.
Shale gas ante el cambio climático, ¿solución o agravante?
Por OPSur.- La humanidad enfrenta
actualmente dos retos que requieren una firme voluntad política y social
para ser superados: por una parte el cambio climático y por la otra, la
creciente demanda de energía en un contexto global de reducción de
fuentes baratas y de fácil acceso (pico de petróleo). Frente a este
contexto de crisis climática y energética, los yacimientos no
convencionales han sido perfilados como la solución debido al gran
volumen de reservas globales estimadas y a la idea de que el gas natural
emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros combustibles
fósiles, como el petróleo o el carbón. Sin embargo, estudios recientes
han llamado la atención sobre los problemas derivados de su
explotación. Por una parte, por los riesgos socioambientales que
conlleva a nivel local y, por la otra, por las emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI), que serían mayores que las registradas durante
la extracción de gas natural de yacimientos convencionales e, incluso,
que el carbón. Si la reducción de las emisiones es el objetivo al que
debemos apuntar para paliar la catástrofe del cambio climático global,
parece evidente que la explotación de shale gas no es
la mejor alternativa. No sólo por su mayor incidencia en las emisiones
de GEI sino porque invertir en la extracción de no convencionales
retrasa la transición energética a una matriz 100% renovable y
sustentable.
El efecto invernadero, el termostato del planeta
El efecto invernadero es un proceso natural imprescindible para la
vida en la tierra. Los gases presentes en la atmósfera impiden que parte
del calor del sol vuelva a salir de la atmósfera, manteniendo el clima
terrestre en un valor medio de 15º C. Sin la presencia de estos gases,
la temperatura sería de -18º C. Estos gases naturales son: vapor de agua
(H2O), dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O), metano (CH4) y ozono (O3);
además, existen otros que afectan el equilibrio térmico del planeta y
que han sido creados por el ser humano como los halocarbonos (HCFC) y
otras sustancias que contienen cloro y bromuro (1).
Sin embargo, el equilibrio térmico es frágil. La actividad humana
está alterando este proceso que funciona como termostato del planeta,
generando un cambio de clima sin precedentes en la historia de la
Tierra. Lo que distingue al actual cambio climático de otros que se han
dado a lo largo de la vida del planeta es, por un lado, la velocidad a
la que se está produciendo y, por el otro, que estas alteraciones se
deben fundamentalmente a causas antropogénicas, es decir, ocasionadas
por la actividad humana y no por procesos naturales.
Estamos emitiendo gases en proporciones mucho mayores a las que
existen naturalmente (2). Este enorme volumen de emisiones acentúa el
efecto invernadero, ya que la gran concentración de gases no deja que el
calor escape fuera de la atmósfera, incrementando así la temperatura
media de la Tierra. Los expertos aseguran que un aumento global de 2ºC
supondría el colapso de varios ecosistemas, que se verían alterados
completamente. A la hora de entender cómo funciona un ecosistema se
puede recurrir a la metáfora de un castillo de naipes: si una de las
cartas de la base cae, ocasiona indefectiblemente el derrumbe del resto.
Estos efectos se irían sumando, ocasionando un efecto en cadena que
generaría el aumento de los refugiados climáticos -por desplazamiento
forzado frente a cambios en el hábitat tradicional-, la desaparición de
cientos de especies, incremento de la acidez de los mares, efectos
meteorológicos imprevisibles y virulentos -como los huracanes,
inundaciones, etc. (3)
Pero, ¿qué actividad humana está ocasionando estas emisiones?
Encontramos en el modelo industrial y social vinculado a los
hidrocarburos la respuesta. Un 56,6% del CO2 que se emite a
la atmósfera proviene del uso de hidrocarburos (IPCC, 2007). Parece
evidente, entonces, que sin detener las causas directas de este exceso
de emisiones será imposible reducirlas para evitar el aumento de la
temperatura media terrestre.
La promesa del shale gas como puente
Evolución del suministro de cada una de las fuentes de energía
primaria sobre el total del consumo mundial de 1971 a 2003 en millones
de toneladas equivalentes de petróleo (MTpes). Se indican los
porcentajes aportados por cada una de ellas en el año 2000. Fuente: Agencia Internacional de la Energía (AIE)
La necesidad de encontrar una fuente de energía que a su vez reduzca
las emisiones de gases de efecto invernadero, se postula como un desafío
global impostergable. Esta búsqueda se ve agravada por el peak oil
o pico del petróleo, según el cual, las reservas mundiales de petróleo
de acceso fácil y barato se están reduciendo paulatinamente en todo el
mundo, mientras que la demanda continúa su vertiginoso crecimiento. En
este marco, los yacimientos de gas no convencionales son promovidos como
la alternativa, debido a que el gas natural posee una huella de carbono
(4) menor que la de otros fósiles (petróleo y carbón). La industria
presenta al shale gas como la piedra angular que permitiría
facilitar la transición hacia energías no agotables y limpias (5). Sin
embargo, recientes estudios sobre las emisiones de gases de efecto
invernadero de la explotación de esquistos apuntan en sentido contrario:
no sólo emite más GEI que el gas proveniente de yacimientos
convencionales, si no que el cómputo total de las emisiones podría ser
incluso peor que el del carbón.
Las emisiones de metano de los no convencionales
Tomando al dióxido de carbono como referencia se establece el denominado dióxido de carbono equivalente (CO2eq),
una unidad de medida que ayuda a crear indicadores como el Potencial de
Calentamiento Global (PTC) (6) o la Huella de Carbono de cada
uno de los gases de efecto invernadero. Respecto al metano, se calcula
que tendría un potencial de alrededor de 21 veces superior al del CO2.
Esto significa que en una media de tiempo de 100 años, cada kilogramo
de metano calienta el planeta 21 veces más que un kilogramo de CO2.
Las emisiones del gas no convencional -compuesto en un 90% por
metano- se centran fundamentalmente en el dióxido de carbono proveniente
de su combustión y los escapes de metano durante la explotación de los
pozos. Según el estudio de los investigadores de la Universidad de
Cornwell (EE.UU.), El metano y la huella de carbono del gas natural procedente de formaciones de pizarra,
“entre el 3,6% y el 7,9% del metano de las producciones de esquisto o
pizarra escapan a la atmósfera a través de los respiraderos y grietas
durante la vida de un pozo. Estas emisiones de metano son superiores en
un 30%, o quizás más del doble, que las del gas natural convencional”
(Howarth et. al, 2011). Por otra parte, el Centro Tyndall para el Cambio
Climático –de Gran Bretaña- realizó un completo informe en 2011 que
subraya que la extracción de gas no convencional “llevaría a un
incremento de 11 partes por millón de volumen [ppmv] de CO2
sobre los niveles previstos sin gas de esquisto – una cifra que podría
crecer si fuera explotado más gas de esquisto que el imaginado en los
escenarios”.
Asimismo, el informe del Parlamento Europeo, Repercusiones de la extracción de gas y petróleo de esquisto en el medio ambiente y la salud humana,
realizado por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad
Alimentaria (2011), no reduce únicamente la emisión de GEI a la etapa de
extracción sino que llama la atención con respecto a otro tipo de
emisiones relacionadas con compuestos contaminantes altamente tóxicos.
Estas emisiones son provocadas tanto en el uso de camiones y equipos de
perforación -en las que se liberan dióxido de azufre, óxido de
nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles distintos del metano (COVNM) y
monóxido de carbono- como en el procesamiento y transporte del propio
gas.
Muchas de las emisiones de compuestos contaminantes se derivan del
nulo o mal tratamiento del agua residual que se emplea para la fractura
que, una vez que regresa a la superficie, se acumula en piletas al aire
libre. Los desechos líquidos – denominado flowback- contienen
agua, los químicos utilizados, componentes orgánicos tóxicos, metales
pesados y materiales radioactivos (en inglés NORMs: Naturally Ocurring Radioactive Materials)
-tales como uranio, radón, torio, etc. (7) Para facilitar su
evaporación, el agua de las balsas se pulveriza bajo el sol y con ella
se evaporan además estos compuestos contaminando el aire (8).
Un mundo energéticamente dependiente
Fuentes oficiales de EE.UU. destacan que desde 2005 las emisiones
domésticas energéticas han disminuido en un 8,6%, el equivalente a 1,4%
por año, debido al surgimiento masivo de shale gas. Sin
embargo, un informe del Centro Tyndall, publicado en octubre de 2012,
discute la metodología empleada: no se incluyen las emisiones
indirectas.(9) Además, el Centro Tyndall afirma que no se pueden obtener
datos cuantitativos fiables de la huella de carbono del gas producido
mediante fractura hidráulica debido a que alrededor de los no
convencionales hay muchos intereses en juego que dificultan su
recolección. Sin embargo, los datos que sí que se pueden analizar de
forma precisa para tener una idea del impacto del shale gas son los relativos a las cantidades absolutas de CO2
procedentes de la combustión y también las repercusiones que el auge
del gas de esquisto ha tenido en el mercado energético global.
Bajo
este último punto es importante considerar el hecho de que el
surgimiento del gas de esquisto para consumo interno estadounidense no
ha significado que el carbón sea desatendido. Al contrario, en el
periodo de 2008 a 2011 el país aumentó sustancialmente las exportaciones
del fósil, por lo que las emisiones que en teoría se habían reducido
por la sustitución sólo lo hicieron en términos de las cuentas
nacionales y no globalmente; ese carbón se quemó y consumió en otra
parte. En este sentido, los últimos datos arrojados por el Grupo
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU han mostrado
cómo la crisis internacional y un aumento del precio del gas respecto al
carbón, han incrementado el volumen total de emisiones globales (10),
lo que ejemplifica cómo irónicamente, la reducción de emisiones por una
parte, termina siendo incrementada por la otra.
El informe publicado por el Centro Tyndall en 2011 concluía que sin
un recorte significativo de las emisiones a nivel global, la explotación
de las reservas de gas de esquisto aumentarían el cómputo total de las
mismas (Broderick, J. et al., 2011). En el informe de este año
profundiza este punto.
“Al tener en cuenta el continuo incremento de los mercados globales
de fósiles y la dependencia sobre estos para el crecimiento de la
economía mundial, la extracción de un nuevo combustible fósil
probablemente provocará la baja de todos los precios (11) y, por
definición, incrementará la demanda; catalizando e incrementando las
emisiones absolutas. En este sentido, y ante la ausencia de
significativos topes de emisión, la extracción de shale gas bajo reglas
de mercado conducirá un incremento absoluto en las emisiones.” (Tyndall
Centre, 2012: 24).
Notas:
1. El uso de sustancias compuestas por cloros y bromuros (CFC’s),
fundamentalmente en aerosoles, que ocasionan el deterioro de la capa de
ozono, fue regulado en 1987 por el Protocolo de Montreal. Paulatinamente
se ha sustituido el uso de estos compuestos por hidrofluorocarburos
(HFC’s) que, a pesar de tener un efecto menor en la destrucción de la
capa de ozono, poseen mayor potencial de calentamiento global (IPCC,
2007).
2. La mayor parte de las emisiones se derivan de las actividades
agrícolas y ganaderas (21%, liberando metano principalmente), las
emisiones de los residuos humanos -basura- (16%) y de la explotación de
hidrocarburos (37%). (EPA, 2012).
3. Se define al “punto de no retorno” cuando el aumento de la
temperatura generaría repercusiones exponenciales, acentuando el
recalentamiento de forma imprevisible. Esto es lo que los expertos del
Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) denominan
“cambio climático abrupto”, que vendría a ser “cambios rápidos o cambios
sorpresa” en el clima. Jonathan Neale, en su libro “Detener el
calentamiento global, cambiar el mundo” (2012), explica como este cambio
climático abrupto e incontrolable ocasionaría la elevación del nivel de
los océanos, el incremento de las temperaturas, una veloz modificación
ecológica, la inestabilidad climática con eventos extremos -como
tormentas, inundaciones, olas de calor y sequías- se harían más
frecuentes e intensos y se generarían huracanes de gran envergadura.
Varios de estos sucesos extremos, y en ese punto irreversibles,
generarían un aumento exponencial de las emisiones de metano a la
atmósfera; se destaca el deshielo del permafrost -capa de hielo que
contiene la vegetación congelada desde la última edad de hielo-, que
ocupa cerca del 16% de la superficie terrestre del planeta y contiene
1,672 Tt (teratoneladas, o billones de toneladas) de carbono. Una
cantidad similar a todo el carbono contenido actualmente presente en la
atmósfera. Para conocer más sobre el deshielo del permafrost y el
aumento exponencial de emisiones de metano a la atmósfera leer el post
del blog de Ferrán P. Vilar, Usted no se lo cree.
4. La huella de carbono se utiliza para calcular las
emisiones de todos los gases de efecto invernadero asociados a
actividades o al ciclo de vida de un producto a fin de determinar su
contribución al cambio climático.
5. Para más información sobre la propaganda gubernamental y empresaria sobre el gas como combustible puente ver la nota ‘Regulando los mercados globales: EEUU y la promoción del shale’.
6. El potencial de calentamiento global (PTC o PCG) define
el efecto de calentamiento integrado a lo largo del tiempo que produce
hoy una liberación instantánea de 1kg de un gas de efecto invernadero,
en comparación con el causado por el CO2. De esta forma, se
pueden tener en cuenta los efectos radiactivos de cada gas, así como sus
diferentes períodos de permanencia en la atmósfera.
7. Fabio López, Materiales radiactivos de procedencia natural en la industria minera: Un problema a futuro en una industria con un gran presente, Revista de Ciencia y Tecnología Nº 7, Universidad de Palermo.
8. El caso paradigmático de contaminación ha sido el de la ciudad de
Dish, en Texas donde se encuentra la formación Barnett Shale, en las que
se halló benceno en una cantidad 55 veces mayor a la permitida por la
Comisión de Calidad Ambiental de Texas (TCEQ). También encontraron:
xileno, disulfuro de carbono, naftaleno y piridina (un potencial
cancerígeno); todos excedían los límites establecidos por el TCEQ,
alcanzando niveles de hasta 384 veces el permitido (Rudnik. H, et al:
2011).
9. Cuando se habla de emisiones de GEI muchas veces se tiende a
pensar en la fase de extracción y las fugas posibles que puedan
derivarse de la misma; sin embargo, el problema va mucho más allá.
Debemos considerar que las emisiones no son simplemente las directas
ocasionadas por la explotación y el consumo del gas sino también
indirectas, que son definidas por el Greenhouse Gas Protocol
como aquellas que no ocasiona la entidad emisora en sí sino que son
producto de otras actividades relacionadas, como por ejemplo, las
procedentes del consumo de electricidad, el consumo de papel, el
transporte público, etc. (The Green House Protocol. World Business
Council for Sustainable Development & World Resources Institute)
10. Público, Madrid, 5/11/2012. “La crisis no consigue frenar la emisión de gases contaminantes”
11. Si bien los yacimientos no convencionales conllevan una inversión
mayor, y por ende la suba del precio final, aumentar la producción
significaría dotar al mercado las cantidades de energía necesaria. Esto
reduciría el temor de los operadores a un desabastecimiento y la
competencia de una mayor cantidad de oferentes energéticos ayudaría a
reducir el precio.
Bibliografía
Neale, J. (2012) Detener el calentamiento global, cambiar el mundo. Editorial El Viejo Topo.
Artículos e informes:
Broderick, J., Wood, R., Gilbert, P. (2011) Shale gas: an updated assessment of environmental and climate change impacts, Tyndall Center, University of Manchester.
Broderick, J., and K. Anderson (2012). Has US Shale Gas Reduced CO2 Emissions? Tyndall Center, University of Manchester.
Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo (2011) ‘Repercusiones de la extracción de gas y petróleo de esquisto en el medio ambiente y la salud humana’.
Howarth, R., Santoro, R., Ingraffea, A. (2011).Methane and the Greenhouse Gas Footprint of Natural Gas from Shale Formations , Climatic Change Letters.
Rudnick, H. (2011), La revolución del Shale gas Escuela de ingeniería. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Convocatoria de aportes para el Nº4 de Energía y Equidad
Revista Energía y Equidad Nº 4
Temática: SOBERANÍA ENERGÉTICA
Convocatoria de Aportes
Han pasado menos de dos años desde nuestro primer número de la revista Energía y Equidad.
La misma, desde un principio, se planteó como una iniciativa
colectiva de académicos, militantes sociales, sindicales, estudiantes,
hombres y mujeres que compartimos una mirada crítica sobre el modelo de
desarrollo imperante que tiene su expresión más visible en la estructura
energética. Desde las luchas por cambiar esa estructura pretendemos
aportar a la construcción de otro tipo de relaciones entre sociedad y
naturaleza que garantice el mejoramiento de la calidad de vida dentro de
las posibilidades ecosistémicas.
El avance de los gobiernos progresistas en la región ha abierto
brechas de cambios en la lucha contra el neoliberalismo de los noventa.
Si bien se manifiestan importantes cambios frente al período de
instauración del neoliberalismo, asistimos a la consolidación de un
modelo extractivo que genera innumerables resistencias y enfrentamientos
y que amenaza con socavar el sustento ecosistémico del continente.
En el marco de los procesos recientes se han dado algunos cambios en
las políticas energéticas regionales, pero que en el fondo no cuestionan
el modelo de desarrollo imperante.
Dentro de estos cambios, el más visible ha sido la vuelta al control
por parte de los Estados del comando de las políticas energéticas que
habían sido entregadas a manos de empresas privadas, en general,
transnacionales. También se observa una recuperación de activos vía
diversos procesos que devuelven a los estados algunos de los resortes
necesarios para el desarrollo de las políticas energéticas. Sin embargo,
también es de hacer notar el avance de proyectos energéticos claramente
depredadores que se sostienen desde el despojo de los territorios.
En la mayoría de los casos, aspectos positivos y negativos del proceso se defienden desde el discurso de la Soberanía Energética.
El presente número se plantea aportar al debate alrededor de dicho
concepto. Entendemos que existe una banalización de este concepto y que
no existen visiones unánimes respecto a qué significa y qué acciones
aportan a alcanzarla. Movimientos sociales y gobiernos se enfrentan por
proyectos embanderados en estos conceptos.
En este sentido nos planteamos que el número 4 de la revista aporte
miradas, criterios, experiencias que nos permita incorporar contenidos
al concepto de soberanía energética. Pretendemos ofrecer miradas que
permitan tener análisis amplios y multivariados sobre los desafíos de la
región en términos de soberanía energética. Qué alcances tiene el
concepto, cómo lograr la soberanía y cómo este debate se enmarca en un
escenario global de limitaciones en el acceso a la energía, son algunas
de las preguntas que se plantean para este número.
Algunos aspectos que se pretenden abordar en el número son:
- Definiciones y Características de la Soberanía energética
- Diagnósticos sobre el nivel de soberanía energética de la región
- Diferencias y similitudes entre soberanía, independencia, seguridad y autonomía energética
- Indicadores de soberanía energética
- Soberanía energética: Aportes desde la geopolítica
- Soberanía energética e integración: ¿Soberanía nacional o Regional? Desafíos energéticos para la integración regional.
- Soberanía energética: Discusión sobre propiedad. ¿Los alcances del Rol del Estado para la Soberanía Energética?
- Alternativas desde las prácticas tradicionales que puedan servir de ejemplo, posibilidades de cambio de escala.
Esperamos recibir vuestros aportes con fecha límite 5 de marzo del
2013. El Comité Editorial seleccionará los artículos a publicar.
Esperamos poder publicar el Número 4 de la revista Energía y equidad durante el mes de mayo de 2013.
Comité Editorial
Revista Energía y Equidad
Para más información escribir a:
Pablo Bertinat wiseros@ciudad.com.ar
--
Observatorio Petrolero Sur | OPSur
Miembro de la red internacional del sur global Oilwatch.
Miembro de la publicación latinoamericana Energía y Equidad.
(+54) 11 4373-6303/4
Buenos Aires, Argentina
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