Conferencia dictada en UCES
Autoras/es: Alberto Eiguer
Los desarrollos recientes de los que voy a hablar
provienen de mi propia experiencia, aunque el campo de las perversiones
es un campo que se está ampliando muchísimo, no solamente porque es una
fuente creciente de curiosidad intelectual sino porque las perversiones
sexuales están en aumento y las demandas lo son en consecuencia. Esto
último no es solamente porque ahora se conocen más o que se revelan los
secretos de familia, sino porque hay un aumento real de las
perversiones. Esto está demostrado estadísticamente; las que dominan el
panorama son las perversiones que tienen que ver con la familia, en el
área de los abusos sexuales de adultos hacia chicos (la pedofilia, el
incesto, etc.). Tenemos que preguntarnos por qué ese tipo de
perversiones.
Diferencias entre perversiones sexuales y perversiones morales
Las perversiones sexuales se expresan por síntomas sexuales. Las perversiones morales son fundamentalmente de comportamiento en el que la problemática sexual no ocupa un lugar muy importante, aun cuando lo sexual inconsciente lo es, desde ya. En todos los casos, se trata de abusos y de maltratos.
Un perverso nunca está solo sino que la ejerce con algún otro y en detrimento de él: inescrupulosidad, manejo, etc. O también en grupo. También la perversión está presente en ciertos grupos humanos como la mafia, la delincuencia en bandas, las sectas, y en donde encontramos un enjambre de vínculos marcados por la perversión. También en la política, el caso más importante es el del cinismo en política, Maquiavelo hizo muchos discípulos; tema que desarrollo en uno de mis libros. La perversión moral se despliega en variados y numerosos ámbitos.
Volver a la clínica significa interrogar las bases mismas de estas problemáticas. Aunque voy a hablar hoy de las perversiones morales, abordaremos incidentalmente las perversiones sexuales, ya que lo que determina la malignidad y destructividad de estas últimas es el aspecto moral. Un perverso sexual funciona con un ritual, una relación establecida con alguien que lo secunda. En general, ello se cantona ahí.
Quisiera acotar en este lugar que cuando hablamos de perversos la primera idea que viene es que se trata de monstruos, pero ello no es así. Cuando uno tiene un primer contacto con estos pacientes su presentación es de lo más normal, incluso el de una persona de lo más insignificante. Justamente es esta insignificancia que traduce generalmente morbilidad. Porque en este mundo es mucho más interesante tener alguna pequeña locura que ser normal, “como todo el mundo”.
Se trata entonces, en general, de personas que actúan en una relación con otro tratando de manipularlo, buscando dominarlo y conducirlo hacia los objetivos que se proponen. Uno de los aspectos es que todo este manejo aparece disimulado; un segundo elemento es la costumbre que tienen los perversos de funcionar de una manera muy secreta, muy discreta. En general, cuando un perverso revela a su víctima que lo estuvo manejando es para mostrar su superioridad sobre ella, en un afán de burla. Otro tipo de satisfacción entra allí en juego: la voluptuosidad , es decir la satisfacción, la excitación extrema en la conducta en relación con el otro. Experimenta satisfacción, goce, viendo cómo su víctima se siente avergonzada y humillada cuando se da cuenta que fue engañada . Es por ello por lo que la actitud primera es de secreto. Ahí aparece un tercer elemento: la noción de triunfo. El problema del desafío aparece en distintas patologías, en la defensa maníaca, en la psicopatía. El perverso no solamente desafía a los otros, si no que en la búsqueda de su superioridad experimenta una suprema satisfacción.
La desmentida del otro en tanto que persona, en tanto que sujeto, es una forma de perfidia; éste es ignorado, despreciado profundamente; se trata de una destructividad que tiende a denigrar una relación de objeto. Lo ignominioso, lo abyecto lo mobilizan: un aspecto muy importante que toca de cerca el problema del fetichismo. Los otros no son consideradas como personas sino objetos de manejo. Eso no quiere decir que el otro sea ignorado o que desaparezca como en el autismo o como en las psicosis; el otro existe en la medida en que puede servir los designios del perverso.
Pensemos en la patología delictiva económica o penal, que interesa a la psicología y psiquiatría forenses, en donde para el sujeto perverso el otro desaparece en tanto que ser humano, como que pertenece a la misma humanidad que el sujeto (desagregación de la identificación primaria, o carencia).
Al mismo tiempo, el contacto con el perverso puede ser sumamente agradable; son gente simpática, en quienes la capacidad histriónica les sirve para seducir ypersuadir al otro de la calidad de lo que propone, a fin de conducirlo allí donde él desea. Tomemos el ejemplo del estafador , quien utiliza la persuasión para llevar al otro a aceptar la propuesta de un negocio fraudulento. Esto nos conduce a pensar en los mecanismos narcisistas que entran en juego. Para hacer que los otros funcionen como el sujeto anhela, el sujeto tiene que disponer, en primer lugar, de la capacidad de captar los anhelos del otro, sus objetivos esenciales, sus fallas, lo que no alcanzó, a lo que no llegó, lo que desearía idealmente ser, de la manera en que se propone llevarlo a cabo. Esta captación del otro, basada en cierta capacidad de introyección introyectiva, precede la utilización selectiva de la identificación proyectiva: el sujeto enfatizará y “ampliará” las reivindicaciones del otro, las quejas respecto de las personas que le hubieran perjudicado. Así el perverso moral consigue que el otro adhiera al proyecto del sujeto, a quien se someterá a partir de ahora: el otro va a tratar de funcionar en la dirección en la que el sujeto anhela. Aquí entra en juego una problemática vinculada con el narcisismo, del que las identificaciones introyectiva y proyectiva son instrumentos ideales.
El perverso es en cierta medida un buen vendedor. Suele halagar en primer lugar al otro de tal manera que se sienta superior, que encuentre en el interlocutor alguien que lo comprende como nunca fue comprendido. Esta relación perversa va mas adelante confirmarse en forma de contrato implícito lo mismo escrito, cuyo objetivo reside en que la relación pueda continuar aun cuando la víctima del perverso no quiere ya proseguirla. Un aspecto que está relacionado con la seducción y la persuasión es el marketing , y la publicidad. ¿Cómo hacer como para que el otro pueda comprar aquello que uno tiene que vender, sobre todo si el cliente potencial no lo necesita o que el producto carece incluso de valor?
El cinismo como una retórica particular de la perversión
El cinismo es una forma de pensar y dialogar, una retórica que facilita el pasaje al acto, el acting perverso. Entendemos en general por cinismo la exposición de una serie de propuestas basadas en una mentalidad negativa, nihilista. El sujeto trata de explicar que ciertas cosas en las que cree el otro no valen la pena; esta demostración del sujeto propone una moral en lo no moral. Trata de denigrar aquellos valores que son importantes para el otro, mostrar que no son esenciales, que conducen a su ruina y que en el fondo le impiden vivir intensamente ciertas experiencias placenteras, por las que él está predispuesto por su naturaleza, aun cuando parece ignorarlo. Hay que diferenciar cinismo de ironía, sarcasmo, escepticismo. No se trata de pesimismo tampoco, figura ligada a la depresión, que tiene que ver con una inhibición del deseo en cuanto que éste ofrece la posibilidad de concebir que un proyecto llegue a buen puerto. Aquel que funciona con cinismo trata por todos los medios de desmantelar, de desestructurar la moral del otro, probando las supuestas incoherencias o falsedades de aquellos en que víctima cree, se entiende que es para tener campo libre como para atraerlo hacia lo que él anhela.
En el ámbito del amor y las relaciones sentimentales, el perverso intenta llevar a su víctima, a través de propuestas cínicas, a que piense que los sentimientos no son importante, que nada vale la pena. Han de interesarle exclusivamente al otro las fuertes sensaciones voluptuosas que solo él sabe cómo obtener.
La Ley y la depredación.
El perverso tiene una relación particular con la Ley y el padre, en el sentido que la ley no hace efecto sobre él. La relación que establece con el padre es “ir hacia el padre”, como decía Lacan, cuando utilizaba un juego de palabras: “per” se pronuncia como padre en francés, “versión” viene del latín, significa “ir hacia”. El perverso trata de establecer una relación imaginaria con el padre, de tal manera que el padre no aparece como alguien que puede transmitirle algo al sujeto. Por el contrario es el sujeto quien va a transmitirle algo al padre. En todo caso anhela una relación de igualdad, de su mismo nivel. Uno de los triunfos de Don Juan, en la versión de Molière, se revela cuando engaña a su propio padre. Hasta allí engañó a mujeres, a campesinas, nobles, burguesas, pero hay un momento en que el padre viene a darle un sermón, y entonces Don Juan despliega su particular retórica mostrándole al padre que, desde ya, esto va a terminar, él va a cambiar. El padre se va contento pero después Don Juan se burla de él diciéndole a Sacanarelle que, de todas maneras, va a seguir funcionando como él quiere.
Estos ejemplos muestran cuán diabólicos son estos personajes. También tendríamos que hablar de distintos problemas vinculados con la envidia hacia el otro y con la desmentida de la vitalidad del otro, como aparece más particularmente en la perversión narcisista. Son personajes que tienen una alta capacidad de voracidad. Esto conduce a un síntoma que llamamos “ depredación ”, que es la tentativa de conquistar al otro, invadirlo y utilizarlo para su propio servicio (parasitismo). Lo que trata el perverso moral en este tipo de relación es alimentarse de la vitalidad del otro, de lo que el otro tiene en cuanto a deseo, entusiasmo, sociabilidad, ingenuidad y una serie de elementos que constituyen para él fuente de envidia. Como con toda envidia, sucede aquí que es imposible obtener aquello que se envidia y menos aun mantenerlo. Ciertos estudios en Francia hablan de vampirismo en cuanto a una modalidad habitual de manejo utilitario de la vitalidad ajena. Ello se ve mucho en las familias cuyas relaciones entre padres e hijos son alimentadas, si se me permite, del utilitarismo mas o menos consentido de ciertas capacidades del otro. Cada uno cree obtener una ventaja de ello.
Tratando de diferenciar las perversiones morales de otros cuadros, señalemos que evidentemente nada de esto es para el perverso fuente de desagrado, como se observa en el neurótico, quien dice que anda mal, sufre, se atormenta, tiene dificultades con su culpa interna, etc. El perverso, en general, es alguien que no sufre; más bien hace sufrir a los otros.
La diferencia con la psicopatía es la amplia capacidad que tiene el perverso para desplegar y diversificar este tipo de manipulaciones, en tanto que el psicópata es alguien quien descarga rápidamente su problemática interna a través de sus conductas y de sus movimientos. En cambio, el perverso es alguien que se prepara de manera clandestina, subterránea; calcula y sabe utilizar el habla. Pueden coexistir perversión y psicopatía, ciertamente, como es el caso en la problemática de la delincuencia, pero es muy importante poder discriminarlas, sobre todo en la perspectiva de la terapia.
Demandas
Comencé a trabajar con el tema de perversión por razones ligadas con las familias de pacientes psicóticos, donde siempre hay algún personaje perverso narcisista. Poco a poco fui ampliando mi campo de estudio. Por entonces la perversión narcisista empezó a interesar a mucha gente. Poco a poco, empecé a recibir casos ; primero eran víctimas de perversos, generalmente mujeres que sufrían en su relación de pareja y, que si bien conscientes del carácter deletéreo del vínculo, no lograban separarse. La dependencia que generan los perversos es realmente intensa; la víctima piensa que no puede vivir sin el perverso. Luego fui viendo otros casos cuya patología se presentaba en el contexto laboral o institucional. Mas adelante los perversos mismos se presentaron a mi consulta, por lo general, porque alguien les pedía de hacerlo, aunque me pregunto si no era una manera de rehusar una implicación propia en la demanda, que sin embargo existía. Los casos eran de perversos sexuales, exhibicionistas, voyeurs, sado-masoquistas, pedófilos, frotteurs, aficionados a la sexualidad colectiva; o morales, jugadores patológicos, pirómanos, estafadores, perversos narcisistas, etc.
No es muy “divertido” tratar perversos pero cuando la transferencia evoluciona, la causticidad y la acrimonia se atenúan. (Veremos luego los distintos métodos terapéuticos y cómo funcionan en la práctica.) En suma, traté vínculos perversos y situaciones individuales donde aparecía la perversión. A este respecto conviene precisar que el clínico se encuentra confrontado en la mayoría de casos con defensas perversas en estructuras que pueden ser de naturaleza límite, psicótica u otras.
El pensar y el narcisismo
De todas maneras, una problemática esencial en el perverso es el pensamiento: con el objetivo de justificar que le hace daño a los demás, el paciente va construyendo una serie de teorías. Encuentra así cierto sosiego. Más adelante entendí que a veces pasa al acto perverso como para justificar su teoría.
La perversión narcisista fue presentada como un cuadro poco definido al comienzo, observado fundamentalmente en las relaciones familiares de pacientes psicóticos. La problemática narcisista es esencial. La definición que da Paul-Claude Racamier es que el perverso narcisista es alguien que trata de generar una relación de dependencia, que alimenta su narcisismo a expensas del narcisismo de otro, y mientras que a él lo ensalza, engrandece, nutre, el otro se siente progresivamente desvalido, desautorizado, incapaz. Racamier fue quien por vez primera definió el cuadro. Las perversiones narcisistas, en general, funcionan con mucho menos excitación y menos voluptuosidad que las sádicas. En el sádico predomina, fundamentalmente, el deseo de humillar a otro, de desmoronarlo, desestructurarlo, pero con cierta excitación y goce. En el perverso narcisista, si bien estos afectos aparecen, son raros y se manifiestan en los casos extremos.
Un perverso recurre a su manejo cuando la situación le falla; es alguien “económico”, es decir, tanto cuanto el otro es cómplice y funciona con él en el sentido que espera, el perverso no necesita desarrollar su defensa. La desarrolla cuando siente que el otro puede alejarse, escaparse.
Desde el punto de vista ético, el hecho de hacer sufrir a otro merece una lectura particular, tanto mas cuanto vemos aquí no solo el sufrimiento del otro sino también el anhelo de destruirlo. Recordemos que la problemática del sufrimiento tiene que ver con lo objetal, mientras que la problemática vinculada con la autoestima, tiene que ver con lo narcisista. Ambos ejes están en juego en la perversión narcisista.
Ya que hablamos de dependencia mencionemos que en las situaciones de adicciones, de toxicomanías, la problemática perversa tiene su lugar, se ubica a veces en el adicto o en los familiares, aunque la perversión de uno puede realizarse a través de la del otro. A veces, en ciertas personas la sintomatología es oficial y en otros es más bien oficiosa, clandestina o inaparente. Se trata en todos los casos de complicidades no conscientes. Es aquello que nos enseñan las terapias familiares. La víctima puede ser alguien que, si bien es el que más sufre y se muestra como el más lábil, termina siendo el cómplice e incluso el agente del vínculo perverso. Distintos tipos de complicidades van así a aparecer.
A partir de la mitomanía
Existen diversos cuadros que tienen que ver con la perversión moral: el campo amplio de la mitomanía y de las imposturas en el que se incluye el mistificador y el fabulador. La diferencia mayor de estos cuadros con la impostura es que el impostor es alguien que miente en lo que respecta a su identidad, trata de hacerse pasar por algún otro.
El sadismo y masoquismo moral son las vertientes morales de estas dos patologías sexuales. Sadismo y masoquismo pueden aparecer como defensas ante el Edipo; en general me parece que son menos graves que las perversiones narcisistas, como les dije antes, porque el placer, el goce ocupa en ellas un lugar importante. Como se observa en las terapias, cuando un perverso narcisista empieza a tener una cierta satisfacción, incluso en lo que respecta a sus manejos, se puede decir que evoluciona mejor, como si Eros tratara de fusionar con la corriente destructora. Es por lo que nos encontramos con numerosos estudios sobre el masoquismo que insisten acerca de su importancia en el funcionamiento psíquico, digamos, normal.
Mencionemos la corrupción . El corruptor es el modelo clásico descripto por el Marqués de Sade. Se trata de alguien que conduce a otro a romper con su moralidad, bajo pretexto de satisfacciones que nunca conoció y que el corruptor va a brindarle o hacer emerger en él. El Marqués de Sade, en sus libros, describe distintos tipos de corrupción.
Un poco diferente es el intrigante , quien trata, fundamentalmente, de engendrar la división entre personas. Imaginen a Yago que intenta separar Desdémona de Otelo, con eficacia lamentablemente. El objetivo principal es, entonces, escindir los vínculos a través de la desconfianza, habladurías, chismes, críticas infundadas. Utiliza el pensamiento deductivo sabiendo que somos generalmente sensible a las demostraciones que parecen lógicas. Para llegar a desencadenar sentimientos hostiles desarrolla una táctica precisa entonces, un ritual con pruebas para confirmar sus aserciones falsas, el pañuelo que deja caer Desdémona para que Casio lo recoja, ciertas cartas, etc. Nosotros veríamos allí un fetiche, el intrigante sabe cuánto el celoso depende de pruebas. El intrigante se desarrolla también en política: división entre adversarios, para debilitar a la oposición.
El instigador sería otro personaje que funciona de manera semejante y tiene los mismos designios.
Otro temple perverso es el delator . Actúa en secreto fundamentalmente y por venganza. Los diferentes aspectos de los que hablé al principio aparecen declinados en cada una de estas personalidades.
Me interesé en el traidor igualmente. Deduje estudiando distintos casos que cuando se traiciona, se traiciona a un familiar, a alguien que pertenece al círculo más cercano, aunque puede ser alguien que no pertenezca a éste, si no a otro grupo, comunidad o país. Simbólicamente la víctima ha vivido al traidor como a un allegado. Primero trató de establecer una relación de intimidad con su futura víctima, haciéndole sentir que la consideraba como un ser próximo. Si se examina esta situación de manera profunda, se puede entender que el futuro traidor trata de saber si es apreciable y digno de amor, si le es posible suscitar un sentimiento familiar a su víctima. En un segundo momento, lo traiciona. Tal vez el traidor vive una ruptura de su sentimiento filial, desmiente que su víctima pertenece a su familia, o que sobre ella haya operado el desplazamiento de la representación de un allegado. Al mismo tiempo desea hacer pensar a la víctima que es absurdo creer en el amor de un amigo (pensamiento cínico).
Los vínculos del perverso son frágiles al extremo; el parentesco no llega a ser representado de manera neta, funcional; las funciones de sus miembros es desmentida o incluso forcluída. La naturaleza de cada uno de sus vínculos es por ello parcialmente indiferenciada (paterno, materno, filial, fraterno, marital).
¿Por qué el fetichismo?
Una de las razones por la que indagué las perversiones es que, en el ámbito de la psiquiatría, han desaparecido prácticamente. En general, quienes aún hablan de perversiones son los psicoanalistas. En el DSM IV no figuran las perversiones sexuales como tales, se llaman parafilias, y las perversiones morales aparecen como patología de carácter o de personalidad o como impulsivos patológicos, y se citan tres casos que son: el jugador patológico, la piromanía y la cleptomanía.
El fetichismo se designa como el punto fundamental de nuestra reflexión desde los trabajos de Freud, principalmente el de 1927. Es un trabajo no solamente sobre fetichismo sino sobre las perversiones en general, que se presenta como el modelo universal de la perversión, consecutivo a una “catástrofe interna”, pero que no llega a ser la catástrofe interna de la psicosis, si no un intenso “susto” ante la evidencia de la castración en la madre. La gran diferencia con la psicosis y con la neurosis es subrayada por Freud cuando dice que el peligro aparece para el sujeto y su propio narcisismo, es decir, la pérdida del órgano sexual. En el fetichismo, se trata de la constatación de la pérdida del órgano sexual en el objeto femenino. Mas allá del hecho de estar de acuerdo o no con la postura teórica de Freud en lo que se reconoce como el monismo sexual, lo interesante es que se trata de una castración en el objeto exterior; ello conduce al temor acerca de su propia castración, a una especie de crisis profunda y, aun mas, al recurso a la escisión (“lo vi – no lo vi”, es decir, una parte acepta esta castración y otra la niega rotundamente). La desmentida pretende sustituir lo que es negativo por algo positivo, y la propuesta del fetiche como substituto del pene de la madre, para que el sujeto pueda eventualmente brindárselo. La mejor solución de hacerlo es proponerse sí mismo como para remplazar el órgano del que está privada la madre, y así sacrificarse por ella. Es la razón por la que insisto que se trata de castración en el objeto: ello conduce necesariamente a la impresión que el sujeto, así planteada esta situación, termina no existiendo. Ciertas ideas pueden aclararse, entre otras la idea de que el sujeto perverso hace creer al otro que él es el más importante, pero finalmente el otro es más importante que el sujeto.
En paralelo emerge en el psiquismo del chico una teoría sustitutiva, es decir, que trata el futuro fetichista/perverso de falsificar la realidad y a partir de allí necesita imponerla a los demás. En “El clivaje del yo como proceso de defensa”, Freud vuelve a hablar del problema del fetichismo señalando la construcción de teorías sexuales infantiles: en el futuro paciente, la matriz de lo que va a ser un perverso, se forma a partir de ahí, una teoría sexual que le es propia y que tiende a consolidar la desmentida de la situación. Esto explica el fundamento de la mitomanía, la impostura; se trata fundamentalmente de teorizaciones dogmáticas que tienden a mostrar que la verdad no existe.
Aun cuando hoy me propuse exponer acerca de las perversiones morales, les recuerdo que cuando se habla en nuestros círculos de fetichismo se habla de fetichismo sexual, pero hay ciertas patologías que están particularmente conectadas con este tipo de problemática. La anorexia y la bulimia pueden ser entendidas como formas de fetichismo moral. La anoréxica considera su cuerpo como un objeto totalmente desvitalizado; una idea permanente es el miedo a engordar; es por lo que la paciente piensa constantemente que está aumentando de peso aunque tenga 30 Kg. Todo el cuerpo es tomado como fetiche. Esta problemática se halla igualmente en el alcoholismo, las toxicomanías y ciertas patologías como la pasión de las telas.
De todas maneras la modernidad le da muchos dolores de cabeza a los perversos. Tenía un paciente que era un fetichista de medias de mujer y, como ahora se usan collants, no sabía cómo incitar a su mujer a comprar medias como las de antes. Ello le causaba gran desesperación. Un día decidieron con su esposa hacer un viaje a Africa, donde hace, como Ud. saben, mucho calor. El paciente no sabía cómo hacer porque necesitaba permanentemente tener contacto con las medias para masturbarse, en un ritual bien establecido y ultra secreto. Entonces ¿cómo convencer a su mujer que tenía que poner en la valija medias para ir a Africa?
Por eso pienso que la modernidad trae muchos problemas a los perversos. Por ej. los exhibicionistas. La desnudez se exhibe ya en diferentes lugares públicos; si ustedes le proponen a un exhibicionista ir a una playa nudista se opondrá, no le interesa. Lo que le interesa es otra cosa, el efecto sorpresa, el aspecto de clandestinidad, el hacer las cosas de tal manera que el goce le pertenezca únicamente.
Al mismo tiempo otro tipo de goce aparece, por ej. en los exhibicionistas el goce moral es buscar calles desiertas por donde pasan chicas o chicos para mostrarles sus partes genitales y, sobre todo, jugar con los representantes de la ley al policía y al ladrón de tal manera que la policía lo busque y no pueda ubicarlo. Yo tenía un paciente exhibicionista que aprendió a manejar motocicletas porque era el mejor método como para ir lejos y poder escaparse rápidamente. En este lugar aparece el otro goce, masoquista, frecuente en estas patologías, y que se desdobla con otro problema: el placer de someterse a un proceso público durante el cual el paciente exhibicionista tiene la sensación de que mucha gente se interesa por ellos, y aun cuando lo critiquen. Convoca a un público del que es el centro; lo pueden apreciar por su coraje, etc. Reconocemos el aspecto perverso moral, esa satisfacción de entrar en una componenda con un escenario.
Una novela familiar en negativo
Les hablaré de una paciente cuyo caso me interrogó. En su adolescencia fue la iniciadora sexual de su hermano menor, tuvo relaciones con su tío y con otros personajes de su familia, relaciones homosexuales con su hermana, igualmente. En un período entre los 15 y los 21 años llevó una vida sexual muy agitada. Un episodio aparece como llamativo en todo este trayecto. En general, los perversos no tienen celos, cuando un perverso empieza a sentir celos quiere decir que puede entrar en relación objetal y que sufre de sus advenencias. Se pelea con esta misma hermana porque “le robó el novio” y desde entonces su funcionamiento se modifica. Decide ir al extranjero, a los EEUU, en donde tiene una relación con su tío, la investidura de un hombre que pertenece a la generación de su padre. Con el tío se sentía segura aun cuando constituyeron una relación de amantes malditos, por la reprobación suscitada, y que usaban de un cierto poder hacia los demás como para intimidar y obtener ciertos beneficios económicos como no pagar deudas o extorsionar fondos. El tío tenía relaciones con grupos mafiosos.
Hay dos episodios en su análisis que me parecen muy importantes. Uno es en el que me cuenta que cuando tenía cerca de 10 años, su padre fallece. En el cementerio, se da cuenta que el padre, al que admiraba mucho, tenía otra mujer y otros hijos, presentes al entierro. El descubrimiento de la mentira del padre (primer secreto de familia) le hace daño aunque termina perdonándole, al mismo tiempo que se siente nuevamente cerca de él, desea imitarlo, realizar sus mismos estudios. ¿Cómo emerger de esta situación en la que ella pertenece a la familia marginal, a la familia segregada? La situación se aclara cuando descubre, en el análisis, algo vinculado con sus orígenes: en el período en que ella nace, el padre está en la cárcel. Entonces empieza a averiguar en qué momento el padre entró a la cárcel; se pregunta ¿cómo puede ser que la hayan concebido en esa situación? “¿En qué momento mis padres pudieron tener relaciones sexuales? ¿en la cárcel, durante la visita? ¿durante un permiso?” Sigue averiguando y a pesar de lo que la madre le dice sostiene que era muy difícil que ello hubiera sucedido en la cárcel. Además el padre tenía una pena muy severa y no podía salir. Le queda como única conjetura pensar que los padres la concibieron en un momento en el que escaparon a la vigilancia de los guardas. Ello la ayudó enormemente; se dijo que si eso fue así, entonces los padres habían tenido muchas ganas de hacer el amor ; su concepción fue el producto de un fuerte deseo. Ella porta en su persona la energía vital de tal escena primaria, concluye. Se sintió mas estructurada; comprendió qué es lo que busca con sus desplazamiento, con sus incestos, con su vida sexual agitada y dispersa. Algo así como volver a encontrar la vitalidad de la escena primaria.
Casos como el de esta paciente me condujeron a interrogarme respecto de la problemática de la filiación. Numerosos perversos morales fueron chicos abandonados, frutos de amores adulterinos, desdichados, o de una violación. En su infancia fueron chicos maltratados o marginalizados y, en todos los casos, privados del amor que merecían y/o de la presencia de los padres. Piensan que la infancia les fue “robada”. En lo que respecta a los estafadores, para citar su ejemplo, muchas veces han sufrido miseria; cuando empiezan a tener dinero lo derrochan en el juego o lo malgastan fingiendo hacer “como los ricos”, ya que, piensan, los ricos gastan todo el dinero que tienen y de manera ostentatoria.
Ahora bien, es interesante preguntarnos: ¿por qué la ley no tiene efecto sobre los perversos? Pertenecieron, en general, a una cultura familiar singular, son como los testigos vivientes de ilegalidad o aparecen como rescatados de un drama que los hubiera conducido a la desaparición prematura. No respetan la ley ni la temen porque vivieron situaciones extremas, entre otros problemas.
Así es como se construyen una novela familiar en negativo, que no es una ficción fantaseada sino actuada, esencialmente por la mentira patológica y el robo, la impostura y la malversación. Es distinto lo que sucede en el neurótico, que fantasea ser un chico robado o fruto de un engaño.
Tres líneas generativas intervienen en la novela familiar del perverso moral: una pre-histórica, otra histórica y entre ambas una que concierne su concepción.
La línea pre-histórica concierne traumatismos en los cuales algún antepasado apareció involucrado, entre ellos se encuentra un delincuente, quien no suscita vergüenza o necesidad de secreto, si no que es vivido como un héroe. Laconcepción del paciente estuvo rodeada de misterio, ilegitimidad y engaño en cuanto a la identidad de uno o los dos padres.
En lo que concierne la línea histórica, hemos hablado de abandonos, cambios de residencia o de hogares, figuras paternales cambiantes, que desaparecen y son remplazadas con facilidad todo lo cual conduce a una incertidumbre respecto de las funciones de éstas .
Es por semejantes razones por lo que los perversos morales suelen inventarse filiaciones distinguidas, de personas a quienes todo parece permitido. Una identidad de empréstito se asocia con una filiación superior. Una pregunta: ¿por qué los estafadores no se reducen al robo? Porque tienen otra necesidad, tienen necesidad de mistificación; el estafador trata, por la confianza que inspira, en hacerse querer, lograr un amor pleno de admiración por su habilidad, su cultura y su saber; él quiere saber esencialmente si es digno de amor como no lo fue cuando pequeño, y es así como permite a la víctima imaginar que es alguna otra persona. La víctima le brinda, entonces, un amor por él lleno de admiración. En paralelo, el estafador trata de corromper al otro llevándolo a aceptar la vía ilegal para obtener ganancias elevadas. En ese momento, asegurado en haber creado un campo de intimidad y confianza, el estafador cambia de orientación, ya ha engañado a la víctima y puede utilizarla.
De hecho existen dificultades para fantasear en los perversos morales. En el contexto de la relación primitiva que tuvieron con la madre, la ilusión recíproca no logró establecerse; fueron chicos que tuvieron el sentimiento de no haber sido idealizados, en el contexto de abandono mencionado, y cuyos padres no proyectaron esa parte del narcisismo que los hubiera constituido, que les hubiera permitido construir su propio ideal del yo. Habiéndoles faltado la ilusión primaria, viven una ficción permanente. No pudiendo haber tenido la ilusión primaria, tratan de inducirla en los otros a través de la mitomanía. Habiendo tenido el sentimiento de que les han robado un padre, una madre, que les ha sido robada una parte de su propia infancia, tratan de robar a los otros.
Preguntas:
Nocceti (APA): escuché a Alberto Eiguer en APA el otro día y me sorprenden dos características, por un lado, esta capacidad de describir la vida cotidiana, que a mí me hace pensar en gente que yo conozco, me hace acordar a Roberto Arlt. Por otro lado, esto de partir de la clínica todo el tiempo. Quería preguntarte con respecto a lo que dijiste de la situación transferencial – contratransferencial. Pensé en dos pacientes: uno que una vez me sorprendió porque dijo “necesidad no es abuso”, a mí me llamó mucho la atención esa frase y, en un momento, me bajó un 40% los honorarios porque a él le habían bajado el sueldo y no le alcanzaba, yo no supe qué hacer en ese momento, ¿para qué lado agarrás?. El otro es un paciente que trabaja en una inmobiliaria con su padre y una vez me cuenta que está muy molesto por toda la mentira que hay ahí y cómo estafan a los amigos, porque él no quiere engañar a sus amigos, entonces se fue de la inmobiliaria pero tuvo que volver porque en otro lado no iba a ganar tanto como ahí. El asunto está en que uno de los estafados es la persona, amiga de él, que me lo ha derivado, entonces yo me siento enganchado en la misma perversión. Yo nunca había pensado en términos de perversión moral, pero la pregunta es: esta situación transferencial – contratransferencial donde uno termina enganchado y padeciendo lo mismo que los otros objetos y, además, donde parece que no se pudiera salir ¿cómo pensás esta situación, tiene que ver con lo que vos planteás? ¿es una experiencia común?
A.E.: Los dos casos describen muy bien la transferencia perversa. En el primer caso vemos la ideología, “necesidad no es abuso” es el hacer prevalecer una ideología de situación de excepción que reclama el paciente respecto de la Ley en virtud de un principio pragmático, es decir, la necesidad justifica el abuso. Hay técnicas analítica con las que se trabaja este tipo de aserción; en general, se trata de no entrar en controversia ideológica con un perverso porque gana siempre; para él es claro, tiene el argumento más fuerte y utiliza un razonamiento deductivo para confirmarlo. El segundo caso expone la propuesta de un contrato perverso en la transferencia, que es el que utilizan algunos pacientes como invitación a fin del terapeuta entre en su juego. De esto habla Etchegoyen cuando dice que es muy difícil sacar a un perverso del modo de transferencia que propone. Lo importante es llevar el tratamiento delante y, tal vez, poder entenderla sin denunciarla forzosamente y, sobre todo, sin tratar de romperla. Por ej. esta paciente después de varios años me explicó por qué había venido; no había venido porque se sentía mal sino porque había robado en un Supermercado de libros y de discos, y, como estaba en juicio, quería poder decir al juez que tenía problemas pero estaba en análisis. Uno no tiene que enojarse, y debemos sentir que eso forma parte de una necesidad profunda del paciente en sentirse capaz de manejar como reproducción de su conflicto inconsciente. Citaré dos elementos: la paciente me reveló, varios años después, que ella había pensado claramente que me iba a trampear, pero que terminó engañándose ella misma, porque sin darse cuenta y sin saber cómo, se volvió una persona muy tranquila; ya no corría tras múltiples experiencias sexuales límites. Entró en relación con un muchacho; luego se mudó a lo de él. Dice: “usted me trampeó”; es decir que yo había sido más perverso que ella, en su lenguaje. Era muy aburrida la vida con su amigo, cierto, pero cuánto mas segura. “Tal vez lo que yo llamo aburrimiento es la vida normal”.
Yo soy Ma. de los Angeles , hace 14 años trabajo en temáticas de género y trabajo en la Secretaría de la Mujer de Empleados de comercio, con lo cual trabajo mucho con este tipo de temas pero a nivel laboral. Primero quiero felicitarlo porque como analista me gusta escuchar a un analista que lo pueda entender (que forma parte ya de la perversión analítica) pero, por otro lado, una de las cosas que siempre tuve la duda era si llamarle acoso moral o perversión porque más bien tuve reparos con el término perversión, pero después de escucharlo creo que perversión narcisista es el término correcto. La duda que tengo, sobre todo en el ámbito laboral, es hasta donde los fenómenos de globalización no han hecho que la perversión se haya agigantado, que haya habido un acrecentamiento de esta patología.
A. E.: Marie France Hirigoyen lo llamó acoso moral. No sé si tuvo que ver la globalización porque si las sociedades eran anteriormente sobre todo nacionales y ahora son mundiales, los perversos siempre existieron. Imaginemos lo que eran las dictaduras, los regímenes autoritarios, el fachismo. Por algo Machiavelo es el gran maestro en Política, como otros lo fueron en economía muchos años después, lo que pasa es que tal vez al ampliarse un problema cuantitativo a nivel internacional los mismos esquemas funcionan. Ahora bien, podríamos hablar mucho del acoso en el ámbito laboral pero pienso que lo perverso también en la globalización aparece como la ideología que siempre lo acompaña, mostrar que todo esto es para que los pueblos estén mejor, para que las economías nacionales se desarrollen, mientras que en el fondo es para servir intereses propios.
Marta Lucioni (Psicóloga): cuando te escuchaba me gustó mucho tu exposición, pero me parecía que hablabas siempre en términos masculinos, “los perversos”, a excepción de esta última paciente. Mi pregunta es si considerás que el género incide en este tipo de problemáticas y de qué manera.
A. E.: En un punto para engarzar con lo anterior, hay un autor que es Christophe Dejours, que también trabajó en el ámbito laboral el tema del acoso y que subraya el cinismo varonil, masculino. En general las víctimas del acoso moral son mujeres. Eso no quiere decir que no exista una perversión femenina y que tiene características particulares en la medida en que el desarrollo sexual de la mujer evoluciona de una manera muy diferente de la del hombre Es justamente lo que definí en la charla precedente, hablo que desde el punto de vista clínico las perversiones femeninas se manifiestan en tres contextos son tal vez específicos: uno es la relación de la madre con el hijo, los chicos fetiches. El segundo es que, en muchas mujeres perversas, el objeto sexual, el objeto pervertido es el propio cuerpo, por ej. la anorexia. El tercer aspecto, más bien clínico, es que, en general, la perversión se acompaña de un acto erótico con una persona presente en la relación sexual pero al mismo tiempo hay un fetiche entre los dos, lo que hace que el partenaire exista y no exista. Sin él parece que el acto no puede existir pero sin el fetiche tampoco. Esto se ve fundamentalmente en casos clínicos. En uno de mis casos, el hombre tenía que hacerle un regalo cada vez que quería hacer el amor con su mujer, luego durante el acto sexual hablaban exclusivamente del regalo.
Participante: Quería volver un poco sobre la cuestión de las especificidades, sobre todo respecto de la seducción materna, que viene siendo un tema que hemos trabajado bastante en el Foro, buscando especificidad a la luz de estos cuadros tan graves, tan difíciles de trabajar clínicamente. En alguno de sus textos usted hizo mención a algo que llamó una jerga sensorial, como una expresión de la angustia específica, como una especificidad de la angustia en este tipo de patologías. La pregunta es ¿qué incidencia tiene esto en el manejo de la transferencia? ¿es un elemento que se puede trabajar, cómo se evidencia esto en el manejo clínico?
A. E. Tenía un paciente que era fotógrafo en una agencia de publicidad. Cuando sacaba fotos de moda siempre terminaba acostándose con las modelos; lo perverso apareció primero como un lenguaje. Durante largos minutos de las sesiones se ponía a hablar de la sensorialidad, utilizaba una serie de términos (“deliciosa, preciosa, suculenta, ardiente, etc.” ; hablaba de las formas con lujo de detalles y cierta cualidad estética), en un clima de embriaguez; una sensualidad que tendía a transmitirme. Entonces, ¿cómo se entiende la transferencia? Desde ya que eso lo hacía como para que yo adhiriera a su pasaje al acto. Uno primero queda chiquito, uno vive en ese momento algo así como su castración. Cuando uno atiende este tipo de pacientes tiene la sensación de que uno no puede hacer lo mismo que ellos, que no puede llegar tan lejos como ellos, que no puede disfrutar tanto como ellos, que no puede acceder a su misma capacidad de expresión sensorial. Ahora bien, muchos perversos de este tipo tienen un lenguaje muy enriquecido, tal vez por eso es que ciertos perversos son escritores, en una relación sensorial con las palabras que revela la fundamental si no exclusiva elección formal del habla. ¿Cómo salir de esto desde el punto de vista de la transferencia? Yo creo que lo señaló muy bien J. C. Nocceti cuando dijo que uno quiere salir, pero lo que estamos viendo es que tal vez no es importante salir. Es tratar de tolerar, y establecer una estrategia a largo alcance. Yo pienso que muchas veces uno puede referirse a asociaciones realizadas varias semanas antes; aclaro esto porque no es lo recomendado; el psicoanálisis recomienda que uno tiene que hablar sobre lo inmediato. Pero a veces, en este tipo de patologías no sé si conviene denunciar inmediatamente lo que está sucediendo sino poder tenerlo presente y encontrar el momento oportuno, cuando la defensa se resquebraja, la defensa intelectual especialmente para interpretar. Entonces, el punto esencial, que es lo que les planteaba Eduardo Grinspon al principio, es cómo uno se siente. Uno se siente desvalido, incapaz de hacer cosas tan buenas, interesantes, lindas o excitantes, etc., como el paciente. Si uno trata a perversos sexuales uno puede pensar que pasa al lado de lo mas lindo, que no sabe aprovechar de la vida, que no sabe cómo hacer el amor, etc. Ese es el punto álgido. Pero luego puede sentir lo contrario, que el paciente es un mediocre amante, etc. Es como si la contratransferencia recogiera y anticipara la castración que pronto será experimentada.
E.G.: una de las cosas que me llevó a mí a tener estos interrogantes, como yo lo pienso, creo que es imposible en una estructura perversa, no entrar. Yo creo que el tema, en mí, es cómo transformo complicidad en complementariedad, yo creo que la complicidad es inevitable, el padecer es el modo que me permite a mí, desde mi sufrimiento, conectarme a cómo puedo hablar, preguntarme… En el caso que Alberto Eiguer nos cuenta de su paciente yo creo que lo importante no es lo que finalmente se develó sino que la paciente recuperó un interrogante que le permitió ir a la búsqueda de la escena primitiva. Del mismo modo que el funcionamiento que se posibilitó recuperar el interrogante, uno, como analista, no tiene más remedio que resistir y, desde ahí, recuperar algo en mí que me permita buscar en la complementariedad algo diferente, que yo creo que está latente en algún lugar.
A.E.: Tal vez en técnicas colectivas (familias, grupo, pareja) puede ser más sencillo, porque siempre hay alguien que puede zafarse más rápidamente y es con quien uno establece una especie de alianza para salir de la complicidad.
E.G.: Sí, en parejas yo tengo muchos más fracasos, en familia, el que haya distintas generaciones me permite, por momentos, hablar a una generación.
Participante: Yo, a partir de lo que Eduardo estaba comentando recién, tenía una inquietud desde el principio, respecto a nuestro trabajo con este tipo de pacientes. A mí me interesaría saber si en general ustedes creen que hay defensas específicas en este cuadro y ¿cuál es la meta clínica? Es decir, cada vez que uno trabaja con ellos, ¿hacia dónde apuntamos como terapeutas? ¿qué queremos en términos de la “salud” del paciente?
A. E.: Pienso, y es lo que intenté desde el principio, que hay una especificidad clínica, que estamos en un ámbito muy distinto del de las neurosis, psicopatías y estados borderline. Pienso que tal vez uno encuentra términos comunes, la conjunción constante en las perversiones es el dominio y la voluptuosidad. Es decir, esos dos son los ingredientes sin los cuales no podemos hablar de perversión, pero cuando están presentes debemos tratar de no confundirlos con otras cosas. El dominio aparece en la neurosis obsesiva pero en la neurosis obsesiva no hay ningún placer. Con respecto a la otra pregunta: ¿cuáles serían las metas? Pienso que sería utópico inventarse una meta común para todos los casos, cada situación es particular… Lo que pasa es que estos perversos empiezan pidiendo una cosa y, en el fondo, están pidiendo otra. Ese es el contrato perverso, o una impostura de base.
Ciertos pacientes se presentan como neuróticos, como personas que no tienen gusto por la vida o que no saben cómo acercarse a los demás. Hay perversos que tienen muchas dificultades para entrar en relación con los demás, pertenecen al grupo de perversos aislados. Uno de mis pacientes vino porque decía que era muy tímido, que tenía gran dificultad en relacionarse con los demás; siendo muy callado, no sabía cómo hacer con su mujer cuando ella le pedía que le hable, que le cuente cosas, que sea divertido, que la entretenga. El paciente me dijo que tenía ganas de mejorar por ella, de ayudarla como para que sea mas feliz. Él era un frotteur, que ejercía en los transportes públicos. Su temor de base era que si su mujer se enteraba, se enojara con él. Lo que me confesó dos años después era que había venido a análisis para aprender a expresarse mejor, “a hablar”, para que en el caso en que la mujer lo increpara él pudiera defenderse, argumentar. La meta sería resolverle los problemas de pareja a este muchacho.
Lo más importante es creer en nuestro método. El método por la palabra presenta múltiples posibilidades; al investigar sobre perversos, éste es desde ya un objetivo mayor; la supervisión es interesante: contarle a alguien lo que están viviendo.
E.G.: La pregunta es, incluso, si la esposa de un frotteur está absolutamente ausente de esta situación. Justamente, lo que a mí me ha servido muchísimo de este modo de pensar, es entender que si uno nunca imagina al perverso sólo sino que siempre hay alguien quien es el que va a sostener el efecto, él o el terapeuta, y es desde ahí donde yo entiendo que uno ¿?, y que está pedido por la estructura, a veces.
Participante: a mí, a partir de esto que está diciendo Eduardo, me surge una inquietud que también se me aparece como una dificultad en la clínica, que es cuando estamos con un paciente individual que dentro de ese tipo de vínculo perverso ocupa el lugar de la víctima y, entonces, nosotros quedamos en principio puestos en ese lugar como de espectador de una situación perversa en donde nuestro paciente, que es uno de los cómplices pero que juega el lugar de la víctima, yo tengo la sensación de que en ese caso se puede jugar otro tipo de complicidad, distinta a la que hablaba el colega respecto a cuando el paciente es el perverso, y en relación a cómo juega la hostilidad en este tipo de vínculos, o sea, una complicidad en la cual nuestro paciente busca aliarse para poner en evidencia a su partenere perverso pero, de alguna manera, para que nada cambie. ¿Cómo se puede trabajar desde acá?
AE. : Es cierto que una de las imágenes frecuentes es el papel de víctima. Yo pienso que siempre establecemos cierta complicidad; simplemente tenemos que preguntarnos a qué nivel se establece, a nivel del secreto profesional, desde ya. El secreto profesional genera una complicidad, no podemos denunciar fácilmente este tipo de situaciones cuando a veces estamos tratando personalidades sumamente peligrosas. Me parece interesante estudiar en estas situaciones la nota masoquista, es decir, una persona que se presenta como víctima, ¿es realmente víctima? ¿cómo lo vive, cómo lo erotiza? ¿uno tiene ganas de ayudarlo?
Una de las complicidades como forma de contra-identificación proyectiva sería la generosidad del analista; es decir, darle al paciente más de lo que pide o darle sin tener en cuenta su deseo; ese tipo de donación excesiva me parece problemática. Y ello sucede frecuentemente incluso si estamos advertidos de ese tipo de problemas, si sabemos desde hace tiempo que en nuestro oficio no se trata de sacerdocio y que uno tiene que partir del deseo de la persona. Pero es por la naturaleza misma de la transferencia perversa que estos pacientes suscitan favoritismos o donaciones, en una suerte de complicidad; entre las mas comunes, cambio de la hora cuando lo pide o devolución de sesiones que no viene, etc. En cuanto a mí lo que me interesa son mis auto-percepciones: ¿cómo me siento yo, emocionalmente, ante alguien que es una víctima? ¿tengo ganas de jugar el papel maternante o hiperdonante? Y aun cuando uno se equivoca, lo importante es entenderlo y, en algún momento, interpretarlo. Eso nos pasa periódicamente; yo pienso que nuestro arma fundamental es la ética psicoanalítica, que es una ética liberal y donde en este ámbito hay una ley, pero que no es trata de condenar a nadie.
Una vez propuse una metáfora, un poco a raíz de este problema en las terapias familiares, había una película que se llamaba “Somos todos asesinos” donde el juez investiga para hallar al criminal; frente a un grupo de amigos, la familia, piensa en principio que todos y cada uno pueden ser el asesino. Nuestra finalidad es encontrar la solución del enigma del crimen, pero concluyendo que ninguno es el asesino, el culpable. Esto viene a colación respecto de cuál es nuestra ética. Nuestra ética es, en este sentido, pensar que la complicidad con una perversión es complicada pero, al mismo tiempo, no condenaremos al otro porque la provocó. Creo que es muy importante ya que incide de manera determinante en nuestra predisposición a la escucha y en la relación transferencial – contratransferencial.
Estos pacientes tienen un superyó muy primitivo que es avasallante, muy destructor. Nuestra tarea es proponer otro superyó que se deduce de la ley psicoanalítica: hay un encuadre que tiene sus límites; hay un ritmo que tiene sus leyes, hay una ética que es otra, eso es una alternativa a la que el paciente no pensó nunca.
E.G.: incluso la lectura transgeneracional me permite a mí salir de este lugar sin salida porque, en última instancia, hay una escena que remite a este superyó primitivo o esta escena primitiva que hablaban hace un rato, no subjetivada pero que va a la búsqueda, entonces ¿de qué modo uno puede también ir produciendo en el espacio que avala nuestro paciente ir a la búsqueda de otros interrogantes y construir estas cosas que decíamos hace un rato?
Las perversiones sexuales se expresan por síntomas sexuales. Las perversiones morales son fundamentalmente de comportamiento en el que la problemática sexual no ocupa un lugar muy importante, aun cuando lo sexual inconsciente lo es, desde ya. En todos los casos, se trata de abusos y de maltratos.
Un perverso nunca está solo sino que la ejerce con algún otro y en detrimento de él: inescrupulosidad, manejo, etc. O también en grupo. También la perversión está presente en ciertos grupos humanos como la mafia, la delincuencia en bandas, las sectas, y en donde encontramos un enjambre de vínculos marcados por la perversión. También en la política, el caso más importante es el del cinismo en política, Maquiavelo hizo muchos discípulos; tema que desarrollo en uno de mis libros. La perversión moral se despliega en variados y numerosos ámbitos.
Volver a la clínica significa interrogar las bases mismas de estas problemáticas. Aunque voy a hablar hoy de las perversiones morales, abordaremos incidentalmente las perversiones sexuales, ya que lo que determina la malignidad y destructividad de estas últimas es el aspecto moral. Un perverso sexual funciona con un ritual, una relación establecida con alguien que lo secunda. En general, ello se cantona ahí.
Quisiera acotar en este lugar que cuando hablamos de perversos la primera idea que viene es que se trata de monstruos, pero ello no es así. Cuando uno tiene un primer contacto con estos pacientes su presentación es de lo más normal, incluso el de una persona de lo más insignificante. Justamente es esta insignificancia que traduce generalmente morbilidad. Porque en este mundo es mucho más interesante tener alguna pequeña locura que ser normal, “como todo el mundo”.
Se trata entonces, en general, de personas que actúan en una relación con otro tratando de manipularlo, buscando dominarlo y conducirlo hacia los objetivos que se proponen. Uno de los aspectos es que todo este manejo aparece disimulado; un segundo elemento es la costumbre que tienen los perversos de funcionar de una manera muy secreta, muy discreta. En general, cuando un perverso revela a su víctima que lo estuvo manejando es para mostrar su superioridad sobre ella, en un afán de burla. Otro tipo de satisfacción entra allí en juego: la voluptuosidad , es decir la satisfacción, la excitación extrema en la conducta en relación con el otro. Experimenta satisfacción, goce, viendo cómo su víctima se siente avergonzada y humillada cuando se da cuenta que fue engañada . Es por ello por lo que la actitud primera es de secreto. Ahí aparece un tercer elemento: la noción de triunfo. El problema del desafío aparece en distintas patologías, en la defensa maníaca, en la psicopatía. El perverso no solamente desafía a los otros, si no que en la búsqueda de su superioridad experimenta una suprema satisfacción.
La desmentida del otro en tanto que persona, en tanto que sujeto, es una forma de perfidia; éste es ignorado, despreciado profundamente; se trata de una destructividad que tiende a denigrar una relación de objeto. Lo ignominioso, lo abyecto lo mobilizan: un aspecto muy importante que toca de cerca el problema del fetichismo. Los otros no son consideradas como personas sino objetos de manejo. Eso no quiere decir que el otro sea ignorado o que desaparezca como en el autismo o como en las psicosis; el otro existe en la medida en que puede servir los designios del perverso.
Pensemos en la patología delictiva económica o penal, que interesa a la psicología y psiquiatría forenses, en donde para el sujeto perverso el otro desaparece en tanto que ser humano, como que pertenece a la misma humanidad que el sujeto (desagregación de la identificación primaria, o carencia).
Al mismo tiempo, el contacto con el perverso puede ser sumamente agradable; son gente simpática, en quienes la capacidad histriónica les sirve para seducir ypersuadir al otro de la calidad de lo que propone, a fin de conducirlo allí donde él desea. Tomemos el ejemplo del estafador , quien utiliza la persuasión para llevar al otro a aceptar la propuesta de un negocio fraudulento. Esto nos conduce a pensar en los mecanismos narcisistas que entran en juego. Para hacer que los otros funcionen como el sujeto anhela, el sujeto tiene que disponer, en primer lugar, de la capacidad de captar los anhelos del otro, sus objetivos esenciales, sus fallas, lo que no alcanzó, a lo que no llegó, lo que desearía idealmente ser, de la manera en que se propone llevarlo a cabo. Esta captación del otro, basada en cierta capacidad de introyección introyectiva, precede la utilización selectiva de la identificación proyectiva: el sujeto enfatizará y “ampliará” las reivindicaciones del otro, las quejas respecto de las personas que le hubieran perjudicado. Así el perverso moral consigue que el otro adhiera al proyecto del sujeto, a quien se someterá a partir de ahora: el otro va a tratar de funcionar en la dirección en la que el sujeto anhela. Aquí entra en juego una problemática vinculada con el narcisismo, del que las identificaciones introyectiva y proyectiva son instrumentos ideales.
El perverso es en cierta medida un buen vendedor. Suele halagar en primer lugar al otro de tal manera que se sienta superior, que encuentre en el interlocutor alguien que lo comprende como nunca fue comprendido. Esta relación perversa va mas adelante confirmarse en forma de contrato implícito lo mismo escrito, cuyo objetivo reside en que la relación pueda continuar aun cuando la víctima del perverso no quiere ya proseguirla. Un aspecto que está relacionado con la seducción y la persuasión es el marketing , y la publicidad. ¿Cómo hacer como para que el otro pueda comprar aquello que uno tiene que vender, sobre todo si el cliente potencial no lo necesita o que el producto carece incluso de valor?
El cinismo como una retórica particular de la perversión
El cinismo es una forma de pensar y dialogar, una retórica que facilita el pasaje al acto, el acting perverso. Entendemos en general por cinismo la exposición de una serie de propuestas basadas en una mentalidad negativa, nihilista. El sujeto trata de explicar que ciertas cosas en las que cree el otro no valen la pena; esta demostración del sujeto propone una moral en lo no moral. Trata de denigrar aquellos valores que son importantes para el otro, mostrar que no son esenciales, que conducen a su ruina y que en el fondo le impiden vivir intensamente ciertas experiencias placenteras, por las que él está predispuesto por su naturaleza, aun cuando parece ignorarlo. Hay que diferenciar cinismo de ironía, sarcasmo, escepticismo. No se trata de pesimismo tampoco, figura ligada a la depresión, que tiene que ver con una inhibición del deseo en cuanto que éste ofrece la posibilidad de concebir que un proyecto llegue a buen puerto. Aquel que funciona con cinismo trata por todos los medios de desmantelar, de desestructurar la moral del otro, probando las supuestas incoherencias o falsedades de aquellos en que víctima cree, se entiende que es para tener campo libre como para atraerlo hacia lo que él anhela.
En el ámbito del amor y las relaciones sentimentales, el perverso intenta llevar a su víctima, a través de propuestas cínicas, a que piense que los sentimientos no son importante, que nada vale la pena. Han de interesarle exclusivamente al otro las fuertes sensaciones voluptuosas que solo él sabe cómo obtener.
La Ley y la depredación.
El perverso tiene una relación particular con la Ley y el padre, en el sentido que la ley no hace efecto sobre él. La relación que establece con el padre es “ir hacia el padre”, como decía Lacan, cuando utilizaba un juego de palabras: “per” se pronuncia como padre en francés, “versión” viene del latín, significa “ir hacia”. El perverso trata de establecer una relación imaginaria con el padre, de tal manera que el padre no aparece como alguien que puede transmitirle algo al sujeto. Por el contrario es el sujeto quien va a transmitirle algo al padre. En todo caso anhela una relación de igualdad, de su mismo nivel. Uno de los triunfos de Don Juan, en la versión de Molière, se revela cuando engaña a su propio padre. Hasta allí engañó a mujeres, a campesinas, nobles, burguesas, pero hay un momento en que el padre viene a darle un sermón, y entonces Don Juan despliega su particular retórica mostrándole al padre que, desde ya, esto va a terminar, él va a cambiar. El padre se va contento pero después Don Juan se burla de él diciéndole a Sacanarelle que, de todas maneras, va a seguir funcionando como él quiere.
Estos ejemplos muestran cuán diabólicos son estos personajes. También tendríamos que hablar de distintos problemas vinculados con la envidia hacia el otro y con la desmentida de la vitalidad del otro, como aparece más particularmente en la perversión narcisista. Son personajes que tienen una alta capacidad de voracidad. Esto conduce a un síntoma que llamamos “ depredación ”, que es la tentativa de conquistar al otro, invadirlo y utilizarlo para su propio servicio (parasitismo). Lo que trata el perverso moral en este tipo de relación es alimentarse de la vitalidad del otro, de lo que el otro tiene en cuanto a deseo, entusiasmo, sociabilidad, ingenuidad y una serie de elementos que constituyen para él fuente de envidia. Como con toda envidia, sucede aquí que es imposible obtener aquello que se envidia y menos aun mantenerlo. Ciertos estudios en Francia hablan de vampirismo en cuanto a una modalidad habitual de manejo utilitario de la vitalidad ajena. Ello se ve mucho en las familias cuyas relaciones entre padres e hijos son alimentadas, si se me permite, del utilitarismo mas o menos consentido de ciertas capacidades del otro. Cada uno cree obtener una ventaja de ello.
Tratando de diferenciar las perversiones morales de otros cuadros, señalemos que evidentemente nada de esto es para el perverso fuente de desagrado, como se observa en el neurótico, quien dice que anda mal, sufre, se atormenta, tiene dificultades con su culpa interna, etc. El perverso, en general, es alguien que no sufre; más bien hace sufrir a los otros.
La diferencia con la psicopatía es la amplia capacidad que tiene el perverso para desplegar y diversificar este tipo de manipulaciones, en tanto que el psicópata es alguien quien descarga rápidamente su problemática interna a través de sus conductas y de sus movimientos. En cambio, el perverso es alguien que se prepara de manera clandestina, subterránea; calcula y sabe utilizar el habla. Pueden coexistir perversión y psicopatía, ciertamente, como es el caso en la problemática de la delincuencia, pero es muy importante poder discriminarlas, sobre todo en la perspectiva de la terapia.
Demandas
Comencé a trabajar con el tema de perversión por razones ligadas con las familias de pacientes psicóticos, donde siempre hay algún personaje perverso narcisista. Poco a poco fui ampliando mi campo de estudio. Por entonces la perversión narcisista empezó a interesar a mucha gente. Poco a poco, empecé a recibir casos ; primero eran víctimas de perversos, generalmente mujeres que sufrían en su relación de pareja y, que si bien conscientes del carácter deletéreo del vínculo, no lograban separarse. La dependencia que generan los perversos es realmente intensa; la víctima piensa que no puede vivir sin el perverso. Luego fui viendo otros casos cuya patología se presentaba en el contexto laboral o institucional. Mas adelante los perversos mismos se presentaron a mi consulta, por lo general, porque alguien les pedía de hacerlo, aunque me pregunto si no era una manera de rehusar una implicación propia en la demanda, que sin embargo existía. Los casos eran de perversos sexuales, exhibicionistas, voyeurs, sado-masoquistas, pedófilos, frotteurs, aficionados a la sexualidad colectiva; o morales, jugadores patológicos, pirómanos, estafadores, perversos narcisistas, etc.
No es muy “divertido” tratar perversos pero cuando la transferencia evoluciona, la causticidad y la acrimonia se atenúan. (Veremos luego los distintos métodos terapéuticos y cómo funcionan en la práctica.) En suma, traté vínculos perversos y situaciones individuales donde aparecía la perversión. A este respecto conviene precisar que el clínico se encuentra confrontado en la mayoría de casos con defensas perversas en estructuras que pueden ser de naturaleza límite, psicótica u otras.
El pensar y el narcisismo
De todas maneras, una problemática esencial en el perverso es el pensamiento: con el objetivo de justificar que le hace daño a los demás, el paciente va construyendo una serie de teorías. Encuentra así cierto sosiego. Más adelante entendí que a veces pasa al acto perverso como para justificar su teoría.
La perversión narcisista fue presentada como un cuadro poco definido al comienzo, observado fundamentalmente en las relaciones familiares de pacientes psicóticos. La problemática narcisista es esencial. La definición que da Paul-Claude Racamier es que el perverso narcisista es alguien que trata de generar una relación de dependencia, que alimenta su narcisismo a expensas del narcisismo de otro, y mientras que a él lo ensalza, engrandece, nutre, el otro se siente progresivamente desvalido, desautorizado, incapaz. Racamier fue quien por vez primera definió el cuadro. Las perversiones narcisistas, en general, funcionan con mucho menos excitación y menos voluptuosidad que las sádicas. En el sádico predomina, fundamentalmente, el deseo de humillar a otro, de desmoronarlo, desestructurarlo, pero con cierta excitación y goce. En el perverso narcisista, si bien estos afectos aparecen, son raros y se manifiestan en los casos extremos.
Un perverso recurre a su manejo cuando la situación le falla; es alguien “económico”, es decir, tanto cuanto el otro es cómplice y funciona con él en el sentido que espera, el perverso no necesita desarrollar su defensa. La desarrolla cuando siente que el otro puede alejarse, escaparse.
Desde el punto de vista ético, el hecho de hacer sufrir a otro merece una lectura particular, tanto mas cuanto vemos aquí no solo el sufrimiento del otro sino también el anhelo de destruirlo. Recordemos que la problemática del sufrimiento tiene que ver con lo objetal, mientras que la problemática vinculada con la autoestima, tiene que ver con lo narcisista. Ambos ejes están en juego en la perversión narcisista.
Ya que hablamos de dependencia mencionemos que en las situaciones de adicciones, de toxicomanías, la problemática perversa tiene su lugar, se ubica a veces en el adicto o en los familiares, aunque la perversión de uno puede realizarse a través de la del otro. A veces, en ciertas personas la sintomatología es oficial y en otros es más bien oficiosa, clandestina o inaparente. Se trata en todos los casos de complicidades no conscientes. Es aquello que nos enseñan las terapias familiares. La víctima puede ser alguien que, si bien es el que más sufre y se muestra como el más lábil, termina siendo el cómplice e incluso el agente del vínculo perverso. Distintos tipos de complicidades van así a aparecer.
A partir de la mitomanía
Existen diversos cuadros que tienen que ver con la perversión moral: el campo amplio de la mitomanía y de las imposturas en el que se incluye el mistificador y el fabulador. La diferencia mayor de estos cuadros con la impostura es que el impostor es alguien que miente en lo que respecta a su identidad, trata de hacerse pasar por algún otro.
El sadismo y masoquismo moral son las vertientes morales de estas dos patologías sexuales. Sadismo y masoquismo pueden aparecer como defensas ante el Edipo; en general me parece que son menos graves que las perversiones narcisistas, como les dije antes, porque el placer, el goce ocupa en ellas un lugar importante. Como se observa en las terapias, cuando un perverso narcisista empieza a tener una cierta satisfacción, incluso en lo que respecta a sus manejos, se puede decir que evoluciona mejor, como si Eros tratara de fusionar con la corriente destructora. Es por lo que nos encontramos con numerosos estudios sobre el masoquismo que insisten acerca de su importancia en el funcionamiento psíquico, digamos, normal.
Mencionemos la corrupción . El corruptor es el modelo clásico descripto por el Marqués de Sade. Se trata de alguien que conduce a otro a romper con su moralidad, bajo pretexto de satisfacciones que nunca conoció y que el corruptor va a brindarle o hacer emerger en él. El Marqués de Sade, en sus libros, describe distintos tipos de corrupción.
Un poco diferente es el intrigante , quien trata, fundamentalmente, de engendrar la división entre personas. Imaginen a Yago que intenta separar Desdémona de Otelo, con eficacia lamentablemente. El objetivo principal es, entonces, escindir los vínculos a través de la desconfianza, habladurías, chismes, críticas infundadas. Utiliza el pensamiento deductivo sabiendo que somos generalmente sensible a las demostraciones que parecen lógicas. Para llegar a desencadenar sentimientos hostiles desarrolla una táctica precisa entonces, un ritual con pruebas para confirmar sus aserciones falsas, el pañuelo que deja caer Desdémona para que Casio lo recoja, ciertas cartas, etc. Nosotros veríamos allí un fetiche, el intrigante sabe cuánto el celoso depende de pruebas. El intrigante se desarrolla también en política: división entre adversarios, para debilitar a la oposición.
El instigador sería otro personaje que funciona de manera semejante y tiene los mismos designios.
Otro temple perverso es el delator . Actúa en secreto fundamentalmente y por venganza. Los diferentes aspectos de los que hablé al principio aparecen declinados en cada una de estas personalidades.
Me interesé en el traidor igualmente. Deduje estudiando distintos casos que cuando se traiciona, se traiciona a un familiar, a alguien que pertenece al círculo más cercano, aunque puede ser alguien que no pertenezca a éste, si no a otro grupo, comunidad o país. Simbólicamente la víctima ha vivido al traidor como a un allegado. Primero trató de establecer una relación de intimidad con su futura víctima, haciéndole sentir que la consideraba como un ser próximo. Si se examina esta situación de manera profunda, se puede entender que el futuro traidor trata de saber si es apreciable y digno de amor, si le es posible suscitar un sentimiento familiar a su víctima. En un segundo momento, lo traiciona. Tal vez el traidor vive una ruptura de su sentimiento filial, desmiente que su víctima pertenece a su familia, o que sobre ella haya operado el desplazamiento de la representación de un allegado. Al mismo tiempo desea hacer pensar a la víctima que es absurdo creer en el amor de un amigo (pensamiento cínico).
Los vínculos del perverso son frágiles al extremo; el parentesco no llega a ser representado de manera neta, funcional; las funciones de sus miembros es desmentida o incluso forcluída. La naturaleza de cada uno de sus vínculos es por ello parcialmente indiferenciada (paterno, materno, filial, fraterno, marital).
¿Por qué el fetichismo?
Una de las razones por la que indagué las perversiones es que, en el ámbito de la psiquiatría, han desaparecido prácticamente. En general, quienes aún hablan de perversiones son los psicoanalistas. En el DSM IV no figuran las perversiones sexuales como tales, se llaman parafilias, y las perversiones morales aparecen como patología de carácter o de personalidad o como impulsivos patológicos, y se citan tres casos que son: el jugador patológico, la piromanía y la cleptomanía.
El fetichismo se designa como el punto fundamental de nuestra reflexión desde los trabajos de Freud, principalmente el de 1927. Es un trabajo no solamente sobre fetichismo sino sobre las perversiones en general, que se presenta como el modelo universal de la perversión, consecutivo a una “catástrofe interna”, pero que no llega a ser la catástrofe interna de la psicosis, si no un intenso “susto” ante la evidencia de la castración en la madre. La gran diferencia con la psicosis y con la neurosis es subrayada por Freud cuando dice que el peligro aparece para el sujeto y su propio narcisismo, es decir, la pérdida del órgano sexual. En el fetichismo, se trata de la constatación de la pérdida del órgano sexual en el objeto femenino. Mas allá del hecho de estar de acuerdo o no con la postura teórica de Freud en lo que se reconoce como el monismo sexual, lo interesante es que se trata de una castración en el objeto exterior; ello conduce al temor acerca de su propia castración, a una especie de crisis profunda y, aun mas, al recurso a la escisión (“lo vi – no lo vi”, es decir, una parte acepta esta castración y otra la niega rotundamente). La desmentida pretende sustituir lo que es negativo por algo positivo, y la propuesta del fetiche como substituto del pene de la madre, para que el sujeto pueda eventualmente brindárselo. La mejor solución de hacerlo es proponerse sí mismo como para remplazar el órgano del que está privada la madre, y así sacrificarse por ella. Es la razón por la que insisto que se trata de castración en el objeto: ello conduce necesariamente a la impresión que el sujeto, así planteada esta situación, termina no existiendo. Ciertas ideas pueden aclararse, entre otras la idea de que el sujeto perverso hace creer al otro que él es el más importante, pero finalmente el otro es más importante que el sujeto.
En paralelo emerge en el psiquismo del chico una teoría sustitutiva, es decir, que trata el futuro fetichista/perverso de falsificar la realidad y a partir de allí necesita imponerla a los demás. En “El clivaje del yo como proceso de defensa”, Freud vuelve a hablar del problema del fetichismo señalando la construcción de teorías sexuales infantiles: en el futuro paciente, la matriz de lo que va a ser un perverso, se forma a partir de ahí, una teoría sexual que le es propia y que tiende a consolidar la desmentida de la situación. Esto explica el fundamento de la mitomanía, la impostura; se trata fundamentalmente de teorizaciones dogmáticas que tienden a mostrar que la verdad no existe.
Aun cuando hoy me propuse exponer acerca de las perversiones morales, les recuerdo que cuando se habla en nuestros círculos de fetichismo se habla de fetichismo sexual, pero hay ciertas patologías que están particularmente conectadas con este tipo de problemática. La anorexia y la bulimia pueden ser entendidas como formas de fetichismo moral. La anoréxica considera su cuerpo como un objeto totalmente desvitalizado; una idea permanente es el miedo a engordar; es por lo que la paciente piensa constantemente que está aumentando de peso aunque tenga 30 Kg. Todo el cuerpo es tomado como fetiche. Esta problemática se halla igualmente en el alcoholismo, las toxicomanías y ciertas patologías como la pasión de las telas.
De todas maneras la modernidad le da muchos dolores de cabeza a los perversos. Tenía un paciente que era un fetichista de medias de mujer y, como ahora se usan collants, no sabía cómo incitar a su mujer a comprar medias como las de antes. Ello le causaba gran desesperación. Un día decidieron con su esposa hacer un viaje a Africa, donde hace, como Ud. saben, mucho calor. El paciente no sabía cómo hacer porque necesitaba permanentemente tener contacto con las medias para masturbarse, en un ritual bien establecido y ultra secreto. Entonces ¿cómo convencer a su mujer que tenía que poner en la valija medias para ir a Africa?
Por eso pienso que la modernidad trae muchos problemas a los perversos. Por ej. los exhibicionistas. La desnudez se exhibe ya en diferentes lugares públicos; si ustedes le proponen a un exhibicionista ir a una playa nudista se opondrá, no le interesa. Lo que le interesa es otra cosa, el efecto sorpresa, el aspecto de clandestinidad, el hacer las cosas de tal manera que el goce le pertenezca únicamente.
Al mismo tiempo otro tipo de goce aparece, por ej. en los exhibicionistas el goce moral es buscar calles desiertas por donde pasan chicas o chicos para mostrarles sus partes genitales y, sobre todo, jugar con los representantes de la ley al policía y al ladrón de tal manera que la policía lo busque y no pueda ubicarlo. Yo tenía un paciente exhibicionista que aprendió a manejar motocicletas porque era el mejor método como para ir lejos y poder escaparse rápidamente. En este lugar aparece el otro goce, masoquista, frecuente en estas patologías, y que se desdobla con otro problema: el placer de someterse a un proceso público durante el cual el paciente exhibicionista tiene la sensación de que mucha gente se interesa por ellos, y aun cuando lo critiquen. Convoca a un público del que es el centro; lo pueden apreciar por su coraje, etc. Reconocemos el aspecto perverso moral, esa satisfacción de entrar en una componenda con un escenario.
Una novela familiar en negativo
Les hablaré de una paciente cuyo caso me interrogó. En su adolescencia fue la iniciadora sexual de su hermano menor, tuvo relaciones con su tío y con otros personajes de su familia, relaciones homosexuales con su hermana, igualmente. En un período entre los 15 y los 21 años llevó una vida sexual muy agitada. Un episodio aparece como llamativo en todo este trayecto. En general, los perversos no tienen celos, cuando un perverso empieza a sentir celos quiere decir que puede entrar en relación objetal y que sufre de sus advenencias. Se pelea con esta misma hermana porque “le robó el novio” y desde entonces su funcionamiento se modifica. Decide ir al extranjero, a los EEUU, en donde tiene una relación con su tío, la investidura de un hombre que pertenece a la generación de su padre. Con el tío se sentía segura aun cuando constituyeron una relación de amantes malditos, por la reprobación suscitada, y que usaban de un cierto poder hacia los demás como para intimidar y obtener ciertos beneficios económicos como no pagar deudas o extorsionar fondos. El tío tenía relaciones con grupos mafiosos.
Hay dos episodios en su análisis que me parecen muy importantes. Uno es en el que me cuenta que cuando tenía cerca de 10 años, su padre fallece. En el cementerio, se da cuenta que el padre, al que admiraba mucho, tenía otra mujer y otros hijos, presentes al entierro. El descubrimiento de la mentira del padre (primer secreto de familia) le hace daño aunque termina perdonándole, al mismo tiempo que se siente nuevamente cerca de él, desea imitarlo, realizar sus mismos estudios. ¿Cómo emerger de esta situación en la que ella pertenece a la familia marginal, a la familia segregada? La situación se aclara cuando descubre, en el análisis, algo vinculado con sus orígenes: en el período en que ella nace, el padre está en la cárcel. Entonces empieza a averiguar en qué momento el padre entró a la cárcel; se pregunta ¿cómo puede ser que la hayan concebido en esa situación? “¿En qué momento mis padres pudieron tener relaciones sexuales? ¿en la cárcel, durante la visita? ¿durante un permiso?” Sigue averiguando y a pesar de lo que la madre le dice sostiene que era muy difícil que ello hubiera sucedido en la cárcel. Además el padre tenía una pena muy severa y no podía salir. Le queda como única conjetura pensar que los padres la concibieron en un momento en el que escaparon a la vigilancia de los guardas. Ello la ayudó enormemente; se dijo que si eso fue así, entonces los padres habían tenido muchas ganas de hacer el amor ; su concepción fue el producto de un fuerte deseo. Ella porta en su persona la energía vital de tal escena primaria, concluye. Se sintió mas estructurada; comprendió qué es lo que busca con sus desplazamiento, con sus incestos, con su vida sexual agitada y dispersa. Algo así como volver a encontrar la vitalidad de la escena primaria.
Casos como el de esta paciente me condujeron a interrogarme respecto de la problemática de la filiación. Numerosos perversos morales fueron chicos abandonados, frutos de amores adulterinos, desdichados, o de una violación. En su infancia fueron chicos maltratados o marginalizados y, en todos los casos, privados del amor que merecían y/o de la presencia de los padres. Piensan que la infancia les fue “robada”. En lo que respecta a los estafadores, para citar su ejemplo, muchas veces han sufrido miseria; cuando empiezan a tener dinero lo derrochan en el juego o lo malgastan fingiendo hacer “como los ricos”, ya que, piensan, los ricos gastan todo el dinero que tienen y de manera ostentatoria.
Ahora bien, es interesante preguntarnos: ¿por qué la ley no tiene efecto sobre los perversos? Pertenecieron, en general, a una cultura familiar singular, son como los testigos vivientes de ilegalidad o aparecen como rescatados de un drama que los hubiera conducido a la desaparición prematura. No respetan la ley ni la temen porque vivieron situaciones extremas, entre otros problemas.
Así es como se construyen una novela familiar en negativo, que no es una ficción fantaseada sino actuada, esencialmente por la mentira patológica y el robo, la impostura y la malversación. Es distinto lo que sucede en el neurótico, que fantasea ser un chico robado o fruto de un engaño.
Tres líneas generativas intervienen en la novela familiar del perverso moral: una pre-histórica, otra histórica y entre ambas una que concierne su concepción.
La línea pre-histórica concierne traumatismos en los cuales algún antepasado apareció involucrado, entre ellos se encuentra un delincuente, quien no suscita vergüenza o necesidad de secreto, si no que es vivido como un héroe. Laconcepción del paciente estuvo rodeada de misterio, ilegitimidad y engaño en cuanto a la identidad de uno o los dos padres.
En lo que concierne la línea histórica, hemos hablado de abandonos, cambios de residencia o de hogares, figuras paternales cambiantes, que desaparecen y son remplazadas con facilidad todo lo cual conduce a una incertidumbre respecto de las funciones de éstas .
Es por semejantes razones por lo que los perversos morales suelen inventarse filiaciones distinguidas, de personas a quienes todo parece permitido. Una identidad de empréstito se asocia con una filiación superior. Una pregunta: ¿por qué los estafadores no se reducen al robo? Porque tienen otra necesidad, tienen necesidad de mistificación; el estafador trata, por la confianza que inspira, en hacerse querer, lograr un amor pleno de admiración por su habilidad, su cultura y su saber; él quiere saber esencialmente si es digno de amor como no lo fue cuando pequeño, y es así como permite a la víctima imaginar que es alguna otra persona. La víctima le brinda, entonces, un amor por él lleno de admiración. En paralelo, el estafador trata de corromper al otro llevándolo a aceptar la vía ilegal para obtener ganancias elevadas. En ese momento, asegurado en haber creado un campo de intimidad y confianza, el estafador cambia de orientación, ya ha engañado a la víctima y puede utilizarla.
De hecho existen dificultades para fantasear en los perversos morales. En el contexto de la relación primitiva que tuvieron con la madre, la ilusión recíproca no logró establecerse; fueron chicos que tuvieron el sentimiento de no haber sido idealizados, en el contexto de abandono mencionado, y cuyos padres no proyectaron esa parte del narcisismo que los hubiera constituido, que les hubiera permitido construir su propio ideal del yo. Habiéndoles faltado la ilusión primaria, viven una ficción permanente. No pudiendo haber tenido la ilusión primaria, tratan de inducirla en los otros a través de la mitomanía. Habiendo tenido el sentimiento de que les han robado un padre, una madre, que les ha sido robada una parte de su propia infancia, tratan de robar a los otros.
Preguntas:
Nocceti (APA): escuché a Alberto Eiguer en APA el otro día y me sorprenden dos características, por un lado, esta capacidad de describir la vida cotidiana, que a mí me hace pensar en gente que yo conozco, me hace acordar a Roberto Arlt. Por otro lado, esto de partir de la clínica todo el tiempo. Quería preguntarte con respecto a lo que dijiste de la situación transferencial – contratransferencial. Pensé en dos pacientes: uno que una vez me sorprendió porque dijo “necesidad no es abuso”, a mí me llamó mucho la atención esa frase y, en un momento, me bajó un 40% los honorarios porque a él le habían bajado el sueldo y no le alcanzaba, yo no supe qué hacer en ese momento, ¿para qué lado agarrás?. El otro es un paciente que trabaja en una inmobiliaria con su padre y una vez me cuenta que está muy molesto por toda la mentira que hay ahí y cómo estafan a los amigos, porque él no quiere engañar a sus amigos, entonces se fue de la inmobiliaria pero tuvo que volver porque en otro lado no iba a ganar tanto como ahí. El asunto está en que uno de los estafados es la persona, amiga de él, que me lo ha derivado, entonces yo me siento enganchado en la misma perversión. Yo nunca había pensado en términos de perversión moral, pero la pregunta es: esta situación transferencial – contratransferencial donde uno termina enganchado y padeciendo lo mismo que los otros objetos y, además, donde parece que no se pudiera salir ¿cómo pensás esta situación, tiene que ver con lo que vos planteás? ¿es una experiencia común?
A.E.: Los dos casos describen muy bien la transferencia perversa. En el primer caso vemos la ideología, “necesidad no es abuso” es el hacer prevalecer una ideología de situación de excepción que reclama el paciente respecto de la Ley en virtud de un principio pragmático, es decir, la necesidad justifica el abuso. Hay técnicas analítica con las que se trabaja este tipo de aserción; en general, se trata de no entrar en controversia ideológica con un perverso porque gana siempre; para él es claro, tiene el argumento más fuerte y utiliza un razonamiento deductivo para confirmarlo. El segundo caso expone la propuesta de un contrato perverso en la transferencia, que es el que utilizan algunos pacientes como invitación a fin del terapeuta entre en su juego. De esto habla Etchegoyen cuando dice que es muy difícil sacar a un perverso del modo de transferencia que propone. Lo importante es llevar el tratamiento delante y, tal vez, poder entenderla sin denunciarla forzosamente y, sobre todo, sin tratar de romperla. Por ej. esta paciente después de varios años me explicó por qué había venido; no había venido porque se sentía mal sino porque había robado en un Supermercado de libros y de discos, y, como estaba en juicio, quería poder decir al juez que tenía problemas pero estaba en análisis. Uno no tiene que enojarse, y debemos sentir que eso forma parte de una necesidad profunda del paciente en sentirse capaz de manejar como reproducción de su conflicto inconsciente. Citaré dos elementos: la paciente me reveló, varios años después, que ella había pensado claramente que me iba a trampear, pero que terminó engañándose ella misma, porque sin darse cuenta y sin saber cómo, se volvió una persona muy tranquila; ya no corría tras múltiples experiencias sexuales límites. Entró en relación con un muchacho; luego se mudó a lo de él. Dice: “usted me trampeó”; es decir que yo había sido más perverso que ella, en su lenguaje. Era muy aburrida la vida con su amigo, cierto, pero cuánto mas segura. “Tal vez lo que yo llamo aburrimiento es la vida normal”.
Yo soy Ma. de los Angeles , hace 14 años trabajo en temáticas de género y trabajo en la Secretaría de la Mujer de Empleados de comercio, con lo cual trabajo mucho con este tipo de temas pero a nivel laboral. Primero quiero felicitarlo porque como analista me gusta escuchar a un analista que lo pueda entender (que forma parte ya de la perversión analítica) pero, por otro lado, una de las cosas que siempre tuve la duda era si llamarle acoso moral o perversión porque más bien tuve reparos con el término perversión, pero después de escucharlo creo que perversión narcisista es el término correcto. La duda que tengo, sobre todo en el ámbito laboral, es hasta donde los fenómenos de globalización no han hecho que la perversión se haya agigantado, que haya habido un acrecentamiento de esta patología.
A. E.: Marie France Hirigoyen lo llamó acoso moral. No sé si tuvo que ver la globalización porque si las sociedades eran anteriormente sobre todo nacionales y ahora son mundiales, los perversos siempre existieron. Imaginemos lo que eran las dictaduras, los regímenes autoritarios, el fachismo. Por algo Machiavelo es el gran maestro en Política, como otros lo fueron en economía muchos años después, lo que pasa es que tal vez al ampliarse un problema cuantitativo a nivel internacional los mismos esquemas funcionan. Ahora bien, podríamos hablar mucho del acoso en el ámbito laboral pero pienso que lo perverso también en la globalización aparece como la ideología que siempre lo acompaña, mostrar que todo esto es para que los pueblos estén mejor, para que las economías nacionales se desarrollen, mientras que en el fondo es para servir intereses propios.
Marta Lucioni (Psicóloga): cuando te escuchaba me gustó mucho tu exposición, pero me parecía que hablabas siempre en términos masculinos, “los perversos”, a excepción de esta última paciente. Mi pregunta es si considerás que el género incide en este tipo de problemáticas y de qué manera.
A. E.: En un punto para engarzar con lo anterior, hay un autor que es Christophe Dejours, que también trabajó en el ámbito laboral el tema del acoso y que subraya el cinismo varonil, masculino. En general las víctimas del acoso moral son mujeres. Eso no quiere decir que no exista una perversión femenina y que tiene características particulares en la medida en que el desarrollo sexual de la mujer evoluciona de una manera muy diferente de la del hombre Es justamente lo que definí en la charla precedente, hablo que desde el punto de vista clínico las perversiones femeninas se manifiestan en tres contextos son tal vez específicos: uno es la relación de la madre con el hijo, los chicos fetiches. El segundo es que, en muchas mujeres perversas, el objeto sexual, el objeto pervertido es el propio cuerpo, por ej. la anorexia. El tercer aspecto, más bien clínico, es que, en general, la perversión se acompaña de un acto erótico con una persona presente en la relación sexual pero al mismo tiempo hay un fetiche entre los dos, lo que hace que el partenaire exista y no exista. Sin él parece que el acto no puede existir pero sin el fetiche tampoco. Esto se ve fundamentalmente en casos clínicos. En uno de mis casos, el hombre tenía que hacerle un regalo cada vez que quería hacer el amor con su mujer, luego durante el acto sexual hablaban exclusivamente del regalo.
Participante: Quería volver un poco sobre la cuestión de las especificidades, sobre todo respecto de la seducción materna, que viene siendo un tema que hemos trabajado bastante en el Foro, buscando especificidad a la luz de estos cuadros tan graves, tan difíciles de trabajar clínicamente. En alguno de sus textos usted hizo mención a algo que llamó una jerga sensorial, como una expresión de la angustia específica, como una especificidad de la angustia en este tipo de patologías. La pregunta es ¿qué incidencia tiene esto en el manejo de la transferencia? ¿es un elemento que se puede trabajar, cómo se evidencia esto en el manejo clínico?
A. E. Tenía un paciente que era fotógrafo en una agencia de publicidad. Cuando sacaba fotos de moda siempre terminaba acostándose con las modelos; lo perverso apareció primero como un lenguaje. Durante largos minutos de las sesiones se ponía a hablar de la sensorialidad, utilizaba una serie de términos (“deliciosa, preciosa, suculenta, ardiente, etc.” ; hablaba de las formas con lujo de detalles y cierta cualidad estética), en un clima de embriaguez; una sensualidad que tendía a transmitirme. Entonces, ¿cómo se entiende la transferencia? Desde ya que eso lo hacía como para que yo adhiriera a su pasaje al acto. Uno primero queda chiquito, uno vive en ese momento algo así como su castración. Cuando uno atiende este tipo de pacientes tiene la sensación de que uno no puede hacer lo mismo que ellos, que no puede llegar tan lejos como ellos, que no puede disfrutar tanto como ellos, que no puede acceder a su misma capacidad de expresión sensorial. Ahora bien, muchos perversos de este tipo tienen un lenguaje muy enriquecido, tal vez por eso es que ciertos perversos son escritores, en una relación sensorial con las palabras que revela la fundamental si no exclusiva elección formal del habla. ¿Cómo salir de esto desde el punto de vista de la transferencia? Yo creo que lo señaló muy bien J. C. Nocceti cuando dijo que uno quiere salir, pero lo que estamos viendo es que tal vez no es importante salir. Es tratar de tolerar, y establecer una estrategia a largo alcance. Yo pienso que muchas veces uno puede referirse a asociaciones realizadas varias semanas antes; aclaro esto porque no es lo recomendado; el psicoanálisis recomienda que uno tiene que hablar sobre lo inmediato. Pero a veces, en este tipo de patologías no sé si conviene denunciar inmediatamente lo que está sucediendo sino poder tenerlo presente y encontrar el momento oportuno, cuando la defensa se resquebraja, la defensa intelectual especialmente para interpretar. Entonces, el punto esencial, que es lo que les planteaba Eduardo Grinspon al principio, es cómo uno se siente. Uno se siente desvalido, incapaz de hacer cosas tan buenas, interesantes, lindas o excitantes, etc., como el paciente. Si uno trata a perversos sexuales uno puede pensar que pasa al lado de lo mas lindo, que no sabe aprovechar de la vida, que no sabe cómo hacer el amor, etc. Ese es el punto álgido. Pero luego puede sentir lo contrario, que el paciente es un mediocre amante, etc. Es como si la contratransferencia recogiera y anticipara la castración que pronto será experimentada.
E.G.: una de las cosas que me llevó a mí a tener estos interrogantes, como yo lo pienso, creo que es imposible en una estructura perversa, no entrar. Yo creo que el tema, en mí, es cómo transformo complicidad en complementariedad, yo creo que la complicidad es inevitable, el padecer es el modo que me permite a mí, desde mi sufrimiento, conectarme a cómo puedo hablar, preguntarme… En el caso que Alberto Eiguer nos cuenta de su paciente yo creo que lo importante no es lo que finalmente se develó sino que la paciente recuperó un interrogante que le permitió ir a la búsqueda de la escena primitiva. Del mismo modo que el funcionamiento que se posibilitó recuperar el interrogante, uno, como analista, no tiene más remedio que resistir y, desde ahí, recuperar algo en mí que me permita buscar en la complementariedad algo diferente, que yo creo que está latente en algún lugar.
A.E.: Tal vez en técnicas colectivas (familias, grupo, pareja) puede ser más sencillo, porque siempre hay alguien que puede zafarse más rápidamente y es con quien uno establece una especie de alianza para salir de la complicidad.
E.G.: Sí, en parejas yo tengo muchos más fracasos, en familia, el que haya distintas generaciones me permite, por momentos, hablar a una generación.
Participante: Yo, a partir de lo que Eduardo estaba comentando recién, tenía una inquietud desde el principio, respecto a nuestro trabajo con este tipo de pacientes. A mí me interesaría saber si en general ustedes creen que hay defensas específicas en este cuadro y ¿cuál es la meta clínica? Es decir, cada vez que uno trabaja con ellos, ¿hacia dónde apuntamos como terapeutas? ¿qué queremos en términos de la “salud” del paciente?
A. E.: Pienso, y es lo que intenté desde el principio, que hay una especificidad clínica, que estamos en un ámbito muy distinto del de las neurosis, psicopatías y estados borderline. Pienso que tal vez uno encuentra términos comunes, la conjunción constante en las perversiones es el dominio y la voluptuosidad. Es decir, esos dos son los ingredientes sin los cuales no podemos hablar de perversión, pero cuando están presentes debemos tratar de no confundirlos con otras cosas. El dominio aparece en la neurosis obsesiva pero en la neurosis obsesiva no hay ningún placer. Con respecto a la otra pregunta: ¿cuáles serían las metas? Pienso que sería utópico inventarse una meta común para todos los casos, cada situación es particular… Lo que pasa es que estos perversos empiezan pidiendo una cosa y, en el fondo, están pidiendo otra. Ese es el contrato perverso, o una impostura de base.
Ciertos pacientes se presentan como neuróticos, como personas que no tienen gusto por la vida o que no saben cómo acercarse a los demás. Hay perversos que tienen muchas dificultades para entrar en relación con los demás, pertenecen al grupo de perversos aislados. Uno de mis pacientes vino porque decía que era muy tímido, que tenía gran dificultad en relacionarse con los demás; siendo muy callado, no sabía cómo hacer con su mujer cuando ella le pedía que le hable, que le cuente cosas, que sea divertido, que la entretenga. El paciente me dijo que tenía ganas de mejorar por ella, de ayudarla como para que sea mas feliz. Él era un frotteur, que ejercía en los transportes públicos. Su temor de base era que si su mujer se enteraba, se enojara con él. Lo que me confesó dos años después era que había venido a análisis para aprender a expresarse mejor, “a hablar”, para que en el caso en que la mujer lo increpara él pudiera defenderse, argumentar. La meta sería resolverle los problemas de pareja a este muchacho.
Lo más importante es creer en nuestro método. El método por la palabra presenta múltiples posibilidades; al investigar sobre perversos, éste es desde ya un objetivo mayor; la supervisión es interesante: contarle a alguien lo que están viviendo.
E.G.: La pregunta es, incluso, si la esposa de un frotteur está absolutamente ausente de esta situación. Justamente, lo que a mí me ha servido muchísimo de este modo de pensar, es entender que si uno nunca imagina al perverso sólo sino que siempre hay alguien quien es el que va a sostener el efecto, él o el terapeuta, y es desde ahí donde yo entiendo que uno ¿?, y que está pedido por la estructura, a veces.
Participante: a mí, a partir de esto que está diciendo Eduardo, me surge una inquietud que también se me aparece como una dificultad en la clínica, que es cuando estamos con un paciente individual que dentro de ese tipo de vínculo perverso ocupa el lugar de la víctima y, entonces, nosotros quedamos en principio puestos en ese lugar como de espectador de una situación perversa en donde nuestro paciente, que es uno de los cómplices pero que juega el lugar de la víctima, yo tengo la sensación de que en ese caso se puede jugar otro tipo de complicidad, distinta a la que hablaba el colega respecto a cuando el paciente es el perverso, y en relación a cómo juega la hostilidad en este tipo de vínculos, o sea, una complicidad en la cual nuestro paciente busca aliarse para poner en evidencia a su partenere perverso pero, de alguna manera, para que nada cambie. ¿Cómo se puede trabajar desde acá?
AE. : Es cierto que una de las imágenes frecuentes es el papel de víctima. Yo pienso que siempre establecemos cierta complicidad; simplemente tenemos que preguntarnos a qué nivel se establece, a nivel del secreto profesional, desde ya. El secreto profesional genera una complicidad, no podemos denunciar fácilmente este tipo de situaciones cuando a veces estamos tratando personalidades sumamente peligrosas. Me parece interesante estudiar en estas situaciones la nota masoquista, es decir, una persona que se presenta como víctima, ¿es realmente víctima? ¿cómo lo vive, cómo lo erotiza? ¿uno tiene ganas de ayudarlo?
Una de las complicidades como forma de contra-identificación proyectiva sería la generosidad del analista; es decir, darle al paciente más de lo que pide o darle sin tener en cuenta su deseo; ese tipo de donación excesiva me parece problemática. Y ello sucede frecuentemente incluso si estamos advertidos de ese tipo de problemas, si sabemos desde hace tiempo que en nuestro oficio no se trata de sacerdocio y que uno tiene que partir del deseo de la persona. Pero es por la naturaleza misma de la transferencia perversa que estos pacientes suscitan favoritismos o donaciones, en una suerte de complicidad; entre las mas comunes, cambio de la hora cuando lo pide o devolución de sesiones que no viene, etc. En cuanto a mí lo que me interesa son mis auto-percepciones: ¿cómo me siento yo, emocionalmente, ante alguien que es una víctima? ¿tengo ganas de jugar el papel maternante o hiperdonante? Y aun cuando uno se equivoca, lo importante es entenderlo y, en algún momento, interpretarlo. Eso nos pasa periódicamente; yo pienso que nuestro arma fundamental es la ética psicoanalítica, que es una ética liberal y donde en este ámbito hay una ley, pero que no es trata de condenar a nadie.
Una vez propuse una metáfora, un poco a raíz de este problema en las terapias familiares, había una película que se llamaba “Somos todos asesinos” donde el juez investiga para hallar al criminal; frente a un grupo de amigos, la familia, piensa en principio que todos y cada uno pueden ser el asesino. Nuestra finalidad es encontrar la solución del enigma del crimen, pero concluyendo que ninguno es el asesino, el culpable. Esto viene a colación respecto de cuál es nuestra ética. Nuestra ética es, en este sentido, pensar que la complicidad con una perversión es complicada pero, al mismo tiempo, no condenaremos al otro porque la provocó. Creo que es muy importante ya que incide de manera determinante en nuestra predisposición a la escucha y en la relación transferencial – contratransferencial.
Estos pacientes tienen un superyó muy primitivo que es avasallante, muy destructor. Nuestra tarea es proponer otro superyó que se deduce de la ley psicoanalítica: hay un encuadre que tiene sus límites; hay un ritmo que tiene sus leyes, hay una ética que es otra, eso es una alternativa a la que el paciente no pensó nunca.
E.G.: incluso la lectura transgeneracional me permite a mí salir de este lugar sin salida porque, en última instancia, hay una escena que remite a este superyó primitivo o esta escena primitiva que hablaban hace un rato, no subjetivada pero que va a la búsqueda, entonces ¿de qué modo uno puede también ir produciendo en el espacio que avala nuestro paciente ir a la búsqueda de otros interrogantes y construir estas cosas que decíamos hace un rato?
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