Autoras/es: ENcontrARTE
Nacido el 14 de mayo de 1935 en San Salvador y muerto el 10 de mayo de 1975 a manos de una facción del Ejército Revolucionario del Pueblo, encarnó al intelectual consecuente y de honesta militancia, de raíz nacional y brotes universales, cuya postura quedó grabada en frases como “el poeta es una conducta moral” o “la poesía no está hecha sólo de palabras”. Pero no está de moda.
Estudiante de derecho y antropología en universidades de El Salvador, Chile y México, activo representante estudiantil, luego miembro del Partido Comunista y más tarde luchador insurgente, frecuentó las cárceles, donde fue aislado, torturado y condenado a muerte en varias ocasiones, de las que escapó en circunstancias delirantes: en una por la caída del dictador de turno y en otra por un terremoto que derrumbó la prisión.
Poeta, ensayista, abogado y antropólogo salvadoreño nacido en San Salvador en 1935. Fue educado inicialmente por los Jesuitas y posteriormente estudió en universidades de su país, de México y de Chile. Militó en el partido comunista desde los veintidos años, dedicándose desde muy joven a la literatura, a la poesía y a la política. Obtuvo en tres ocasiones el Premio Centroamericano de Poesía, el Premio Casa de las Américas y otros galardones en diversos certámenes nacionales y centroamericanos.
De su vasta obra poética iniciada en 1956, merecen destacarse:
«Mía junto a los pájaros» en1957, « La Ventana en el rostro» en 1961, «El Mar» en1962, «El turno del ofendido» en1963, «Los Testimonios» en 1964, «Poemas» en 1968, «Taberna y otros lugares» en 1969 , «Los pequeños Infiernos» en 1970, ¿Revolución en la revolución? y La crítica de la derecha (1970).. Su obra póstuma incluye la novela Pobrecito poeta que era yo (1981), y los volúmenes de poesía Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenín (1986) y Un libro levemene odioso (1988).
Fue asesinado en 1975.
Dejemos su cadáver irreverentemente insepulto, pero no para que se pudra “en las oscuras bocacalles” de la memoria. Tengamos en cuenta que “estamos —tal lo dijo él— en la más densa: la noche de la Historia.”
laventana.casa.cult.cu
Poeta, ensayista, abogado y antropólogo salvadoreño nacido en San Salvador en 1935. Fue educado inicialmente por los Jesuitas y posteriormente estudió en universidades de su país, de México y de Chile. Militó en el partido comunista desde los veintidos años, dedicándose desde muy joven a la literatura, a la poesía y a la política. Obtuvo en tres ocasiones el Premio Centroamericano de Poesía, el Premio Casa de las Américas y otros galardones en diversos certámenes nacionales y centroamericanos.
De su vasta obra poética iniciada en 1956, merecen destacarse:
«Mía junto a los pájaros» en1957, « La Ventana en el rostro» en 1961, «El Mar» en1962, «El turno del ofendido» en1963, «Los Testimonios» en 1964, «Poemas» en 1968, «Taberna y otros lugares» en 1969 , «Los pequeños Infiernos» en 1970, ¿Revolución en la revolución? y La crítica de la derecha (1970).. Su obra póstuma incluye la novela Pobrecito poeta que era yo (1981), y los volúmenes de poesía Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenín (1986) y Un libro levemene odioso (1988).
Fue asesinado en 1975.
Dejemos su cadáver irreverentemente insepulto, pero no para que se pudra “en las oscuras bocacalles” de la memoria. Tengamos en cuenta que “estamos —tal lo dijo él— en la más densa: la noche de la Historia.”
laventana.casa.cult.cu
- Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado
- Un hombre como nosotros
- Un poeta revolucionario
- El gran habitante del pequeño pulgarcito
- Ser fuerte sin perder la ternura
- El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
- Eduardo Galeano lo recuerda así
- Un hombre como nosotros
- Un poeta revolucionario
- El gran habitante del pequeño pulgarcito
- Ser fuerte sin perder la ternura
- El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
- Eduardo Galeano lo recuerda así
Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado
Pablo Jofré Leal
Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado Pablo Jofré Leal * Adital - El día 14 de mayo de 1935, nace en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos : Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época que marcó igualmente su muerte, a manos de sus propios compañeros en la guerrilla, el día 10 de mayo de 1975. Hace unos días, mi hijo mayor, demandó explicaciones respecto a su nombre. El por qué de él, de donde provenía tal manera de llamar a alguien. Por qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha memoria para recordar a un poeta y su vida, que llenaron mis horas por largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre significativo a este hijo que hoy interrogaba por su patronímico. Roque Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos perfectamente, asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte del Che. Roque Dalton es: "la encarnación de los más puro y lo más hermoso que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del patrimonio revolucionario de todos los pueblos del mundo, y cuya desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar sacrificio"
Un hombre como nosotros
"La poesía no se escribe con ideas, sino con palabras" declaraba, a fines del siglo XIX, el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre todo para aquél que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e igualmente fracasos. Uno de esos hombres: vital, vigoroso y tenaz fue Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía Latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan brillante como comprometido con las causas de justicia y libertad de su pueblo: El Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera salvadoreña, estudió en un Colegio de jesuitas, que le entregó las armas de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu inquieto con letras de Neruda, Vallejos y los representantes de la escuela Surrealista. Los poetas franceses como Billón, Saint John Perse, Kafka, Salarrué y hasta Henry Miller allegaron agua a ese molino creativo, inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual, como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar.
Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: "Yo como tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poseía de todos". Poeta y revolucionario son dos conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía. Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante la poseía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo
"... Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras...". "...agradecido te saludo poesía porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres sólo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo..." Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida, de la que era testigo y coautor, su tiempo, los hombres, el medio que compartían con todas su interdependencias: "Camino para tal intento, desde el hecho, aparentemente simple de ser salvadoreño, o sea, parte de un pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el imperialismo y la oligarquía criolla y que, por razones históricas bien concretas tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que solamente en una debilísima medida la ha podido incorporar a esa lucha que reclama todas las armas".
Un poeta revolucionario
Todo tipo de temas ocupó su mente. Sus letras, opiniones y acciones son expresión de diversidad basada en la riqueza en el uso del lenguaje, y el compromiso político que lo embargaba. Su riqueza oral y escrita se demostraba verbo a verbo, en una poesía de rompimiento con los moldes y usanzas de la época. Sus poemas son verdaderos edificios elaborados con insólitas relaciones, entre elementos disímiles en una lucha dialéctica de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político y modelo de hombre: El Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en Santiago de Chile, donde estudió la carrera de leyes y en México, donde se empapó de periodismo y tertulias literarias. A pesar de militancias, luchas, y avatares políticos su visión de la poesía era firme: "El poeta debe ser, fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia, Y aquí no caben los subterfugios ni la inversión de los términos. El poeta es tal porque hace poesía, es decir, porque crea una obra bella. Mientras haga otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto, no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los hombres, sino tan sólo una exacta ubicación entre los mismos y una rigurosa limitación de sus actividades, que también sería eficaz en el caso de particularizar la calidad de los médicos, los carpinteros, los soldados o los criminales".
"La ventana en el rostro" escrita en el año 1961 fue su primer libro, y en él están contenidas las características de lo que sería todo su trabajo futuro: Un lenguaje fulgurante y de ruptura, la voluntad conceptual y una estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de poetas, cuentistas, ensayistas y novelistas que ha dado Latinoamérica en el siglo XX. Le siguió "El Turno del Ofendido", donde comienza a perfilarse con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no sólo frente a otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton significaba, en ese momento "una poesía conservadora, anacrónica y no sólo por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos" (Carta de Roque Dalton a los autores de la Revista "De aquí en adelante". En el Poema "Canto a Nuestra Posición" dedicado a su amigo y compañero Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer florecer todo en el poema ya que el hombre parecía ser un pequeño dios:
"...¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?...Ay poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de hormigas y definitivamente sin pan... ay poetas ¡como duelen vuestras estaturas inútiles!."
Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad la historia de El Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental, para el estudio de los acontecimientos relacionados con las luchas obreras y campesinas en El Salvador: "Miguel Mármol: la insurrección en El Salvador: año 1932"" donde a través de la historia de este personaje real se da cuenta de la represión al levantamiento campesino y que ocasionó 20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al servicio de su pueblo y cuando éste reclamó su presencia en esa Inmensa estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en su hogar no dudó un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de palabras y balas. Morazán se convirtió en el último centro de su creación, no sólo de dardopalabras maravillosas lanzadas al centro de la injusticia, golpes de ideas, de agudezas sustantivas, verbales y adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmación de ese hombre nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la organización guerrillera en la cual militaba, en el trágico 14 de mayo del año 1975.
Este hombre, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una conjugación práctica , estaba convencido que una de las vías fundamentales, posibles de transformar al intelectual en intelectual revolucionario era la acción social. Una práctica que le daba temor, tan presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus poemas: "27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad". Esa praxis social debía hacerse en el seno de la lucha de los pueblos que llevan a cabo su combate por dejar sólo de sobrevivir y llegar a conocer lo que es vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus dos hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación necesaria, no sólo desde el punto de vista político sino que literario y de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana , Cuba, 1969, por su poemario "Taberna y Otros Lugares".
Este libro de poemas es la expresión de lo que fue Roque Dalton, un insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza. En plena efervencia pre- Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton solía visitar las viejas tabernas del centro de la capital de la ex Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional , que reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja máquina grabadora se deleitaba escuchando las conversaciones de estudiantes, obreros y soldados. De ese trabajo salió Taberna y Otros Lugares, pero también el convencimiento que el socialismo, en aquellos grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones, y que Latinoamérica no debía trasladar mecánicamente las experiencias políticas allende el Atlántico.
El gran habitante del pequeño pulgarcito
Uno de sus hijos, Juan José Dalton lo describe como un tipo genial, poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión inquebrantable. Así, cuenta Juan José: "En la Habana teníamos un vecino que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo. Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la carne y el pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que en una de esas calurosas tardes de 1972, había salido a la verja de su casa. Bajando por la calle J, del Vedado (donde aún está nuestra casa en La Habana ), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo. Fernando se le acercó. "¿Roque, que te pasa chico? Mira como vienes..." "No voy a seguir bebiendo Fernando, porque si no, no voy a poder ser guerrillero", le contestó a modo de autocrítica. "Efectivamente, nunca más lo volví a ver tomado... Fue la última vez. Nunca creí que esa era la despedida", me contó aquel cubano". Era la última vez pues su próximo paso era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.
Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de la herida vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de ser salvado. Nos legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica, tan finamente irónica y genial, que podía enseñar más con el corazón que con manuales, con su experiencia más que con citas de sesudos personajes. Roque, a su manera, mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: "El escritor y el artista latinoamericano promedio, lucha en distintos niveles contra el régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue; y más, que el poeta y el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud, Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista.
"Su pequeña amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual, nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados, no tenía los límites señalados en mapas y acuerdos políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser, y lo convencía que la redención de su Salvador, pasaba por liberarlo de todo aquello que roía su existencia. Roque estaba convencido, que la libertad de su diminuta tierra era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres nuevos era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación: "Necesitas bofetones, electro-Shocks, Psicoanálisis, para que despertés a tu verdadera personalidad... habrá que meterte a la cama, a pan de dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince minutos, y luego nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá que parás el pelo"
Ser fuerte sin perder la ternura
Roque fue también periodista, de aquel que desolla, que enseña y no hace de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo obnubilante, verdadero opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas incuestionables, hayan sido políticos o literarios no eran su alimento. No existía disyuntiva entre su creación artística y su actividad política, entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas guerreras ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en lugar del dogma que adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional. El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso: "Mi actitdu ante el contenido ideológico y la trascenedencia social de la obra poética está determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y profunda formación burguesa y el de la militancia revolucionaria que mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha organizado mi preocupación e siempre por los problemas de la gente que me rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida. Pero los largos años en el Colegio Jesuita, el desarrollo de mi primera juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las cicatrices que aún ahora duelen".
Estas palabras escritas en su Ensayo "Poesía y Militancia en América Latina" son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que resumen esa vida plagada de contradicciones pero siempre honesta. El destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación de móviles y globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas: "Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno de la poesía. El poeta entonces la poesía de su generación y la entrega a la historia". Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de latinoamericanos. Hacen 27 años de su asesinato, tan brutal como absurdo, a manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque, camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán. Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor, su desparpajo ante las más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el mejoramiento humano.
El poeta Nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo dijo a su hijo Juan José "Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían humor" una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en el Poema de Amor: "Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll") los que repararon la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, contrabandistas, por estafadores, por hambrientos... los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta... los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos"
Roque Dalton murió, y ahora que El Salvador luego de muchos años de guerra civil empezó una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, es imperativo recordar a aquellos, que regaron con su fresquísima sangre el camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está encarnado en muchas vidas, que encuentran en su ejemplo, la luz que guía y alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos. Roque Dalton, hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y el fusil está riendo, y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto será: Parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de nuevos Roques por nacer.
Julio de 2005
El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
Dalton atormenta a Villalobos
El 10 mayo de l996 se cumplirán 21 años del asesinato de mi padre, Roque Dalton, a quien admiro no sólo por nuestra relación familiar, sino que lo considero como uno de los escritores salvadoreños más notables de todos los tiempos.
A finales del siglo, ese reconocimiento es cada vez más explícito, en la medida en que la nación salvadoreña se refunda como tal, lo que constituyó una esperanza de mi padre y por cuyo objetivo se sacrificó y creó una obra literaria que es patrimonio de El Salvador y trasciende las fronteras. Como hijo, "heredero de su esperanza”, tengo el compromiso moral, no sólo de exponer el dolor que sufrimos por su pérdida, sino también mis opiniones para aclarar el por qué de su asesinato y exigir a sus responsables un acto de contrición y reparación de sus daños. Su asesinato es uno de los episodios más dramáticos de la historia nacional, que aún causa resquemores y no pocas alarmas.
Los responsables del hecho, a quien mi padre consideró sus hermanos de lucha, es decir, la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y entre ellos, especialmente, Alejandro Rivas Mira y Joaquín Villalobos, tuvieron que recurrir a la mentira para llevar a cabo la acción.
Cerca de 18 años transcurrieron para que Villalobos aceptara en confesión, hecha a quien escribe esta nota, que el asesinato fue injusto y dirige las acusaciones en el sentido de que Dalton era "agente del enemigo"o"agente de la CIA ", como lo trataron de hacer creer hace 20 años.
Quienes asesinaron a mi padre, no lo hicieron por "error de juventud, ni mucho menos, como Villalobos insiste en sus argumentos. Ello sería aceptar que esa etapa de la vida -la juventud- es potencialmente criminal, lo cual no es posible.
Los asesinatos de Roque Dalton y su "compañero de camino", "Pancho", se produjeron porque Rivas Mira y Villalobos eran portadores de un pensamiento extremista; se creían dueños absolutos de la verdad y se hacían representar como los más fieles intérpretes del marxismo-leninismo y del proletariado de El Salvador.
Nada tan cínico como lo expresado por Eduardo Sancho -quien antes se autodefinía como "hermano de Roque" y ahora es fiel seguidor de Villalobos, cuando manifestó que Roque había muerto producto de una acción jurídica concreta y lo criticó públicamente por haber escrito un poema "Viejuemierda" en contra de Alberto Masferrer, un político y demócrata de la primera mitad del presente siglo.
Dijo que Roque había maltratado a Masferrer, el primer gran socialdemócrata salvadoreño. La crítica bienvenida sea.
Lo paradógico es que cuando hizo esa declaración tenía sentado a su lado a Villalobos, quien no sólo maltrató a Roque, sino que participó en su asesinato. Pero de ello, Sancho no se atreve a decir algo. Incluso, Sancho ha expresado que el ejecutor material de Dalton fue Vladimir Rogel, quien había muerto en combate en 1976. Ello no corresponde a la verdad.
Documentos del ERP de 1977 prueba que Rogel fue ajusticiado un año después de Roque. Villalobos es también cínico. El me manifestó que después de mi padre no hubo casos similares y los hechos lo desmienten.
Villalobos y yo tuvimos tres entrevistas sobre el conficto de mayo de 1975. En esas pláticas Villalobos me confesó que el asesinato mi padre fue el más grave error por él cometido. La historia nó termina. Fue dramático el resultado de la investigación que se realizó para dar con los cadáveres de Roque y Pancho, indagaciones que sugerimos a la Misión de Observadores de las Naciones Unidas (Onusal) para que tuviera credibilidad.
La verdad siguió lacerando. Los cadáveres no fueron encontrados: testimonios recogidos y pruebas realizadas indican que los cuerpos fueron abandonados en un lugar conocido como El Playón y devorados por perros y aves de rapiña. En El Playón los "escuadron de la muerte" de la derecha abandonaban los cadáveres de opositores, sindicalistas y sospechosos guerrilleros. Los dirigentes del ERP hicieron lo mismo con mi padre y "Pancho".
Hasta ahora no se ha explica por que su cadáver no fue entregado a sus familiares. Ellos sabían que su madre, mi abuela María, vivía San Salvador y reclamó los restos de su único hijo. Rivas Mira y Villalobos fueron culpables de la pena aquella humilde y sufrida mujer que murió en l986 con la angustia de tener a su hijo desaparecido.
Tampoco han explicado por que escogieron el 10 de mayo, Día las Madres, en El Salvador, para asesinarlo. Pese al dolor que durante años hemos padecido los familiares, amigos y admiradores de Roque Dalton, lo que reconforta es que su figura y su obra son cada vez mas apreciadas en El Salvador y otras partes del mundo. No hay mejor premio al artista que dio lo que pudo y lo mejor de si por su nación. Su obra es ya obligada para que los salvadoreños nos identifiquemos y para que el mundo nos identifique.
En contraste, Rivas Mira es fantasma que se oculta entre cirugías plásticas y falsos nombres. Mientras, Villalobos se mueve en la actualidad entre el escándalo politico, el desprecio de sus "ex-hermanos lucha" y su desmedido afán por demostrar a los que en un pasado atacó que “ya no hay que tenerle miedo”
Juan José Dalton
Eduardo Galeano lo recuerda así:
Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos.
Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza.
Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.
Enlace recomendado:
Cuando sepas que he muerto, no pronuncies mi nombre. Roque Dalton Garciahttp://members.tripod.com/~daltonicos/
Pablo Jofré Leal
Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado Pablo Jofré Leal * Adital - El día 14 de mayo de 1935, nace en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos : Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época que marcó igualmente su muerte, a manos de sus propios compañeros en la guerrilla, el día 10 de mayo de 1975. Hace unos días, mi hijo mayor, demandó explicaciones respecto a su nombre. El por qué de él, de donde provenía tal manera de llamar a alguien. Por qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha memoria para recordar a un poeta y su vida, que llenaron mis horas por largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre significativo a este hijo que hoy interrogaba por su patronímico. Roque Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos perfectamente, asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte del Che. Roque Dalton es: "la encarnación de los más puro y lo más hermoso que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del patrimonio revolucionario de todos los pueblos del mundo, y cuya desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar sacrificio"
Un hombre como nosotros
"La poesía no se escribe con ideas, sino con palabras" declaraba, a fines del siglo XIX, el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre todo para aquél que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e igualmente fracasos. Uno de esos hombres: vital, vigoroso y tenaz fue Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía Latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan brillante como comprometido con las causas de justicia y libertad de su pueblo: El Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera salvadoreña, estudió en un Colegio de jesuitas, que le entregó las armas de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu inquieto con letras de Neruda, Vallejos y los representantes de la escuela Surrealista. Los poetas franceses como Billón, Saint John Perse, Kafka, Salarrué y hasta Henry Miller allegaron agua a ese molino creativo, inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual, como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar.
Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: "Yo como tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poseía de todos". Poeta y revolucionario son dos conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía. Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante la poseía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo
"... Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras...". "...agradecido te saludo poesía porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres sólo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo..." Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida, de la que era testigo y coautor, su tiempo, los hombres, el medio que compartían con todas su interdependencias: "Camino para tal intento, desde el hecho, aparentemente simple de ser salvadoreño, o sea, parte de un pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el imperialismo y la oligarquía criolla y que, por razones históricas bien concretas tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que solamente en una debilísima medida la ha podido incorporar a esa lucha que reclama todas las armas".
Un poeta revolucionario
Todo tipo de temas ocupó su mente. Sus letras, opiniones y acciones son expresión de diversidad basada en la riqueza en el uso del lenguaje, y el compromiso político que lo embargaba. Su riqueza oral y escrita se demostraba verbo a verbo, en una poesía de rompimiento con los moldes y usanzas de la época. Sus poemas son verdaderos edificios elaborados con insólitas relaciones, entre elementos disímiles en una lucha dialéctica de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político y modelo de hombre: El Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en Santiago de Chile, donde estudió la carrera de leyes y en México, donde se empapó de periodismo y tertulias literarias. A pesar de militancias, luchas, y avatares políticos su visión de la poesía era firme: "El poeta debe ser, fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia, Y aquí no caben los subterfugios ni la inversión de los términos. El poeta es tal porque hace poesía, es decir, porque crea una obra bella. Mientras haga otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto, no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los hombres, sino tan sólo una exacta ubicación entre los mismos y una rigurosa limitación de sus actividades, que también sería eficaz en el caso de particularizar la calidad de los médicos, los carpinteros, los soldados o los criminales".
"La ventana en el rostro" escrita en el año 1961 fue su primer libro, y en él están contenidas las características de lo que sería todo su trabajo futuro: Un lenguaje fulgurante y de ruptura, la voluntad conceptual y una estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de poetas, cuentistas, ensayistas y novelistas que ha dado Latinoamérica en el siglo XX. Le siguió "El Turno del Ofendido", donde comienza a perfilarse con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no sólo frente a otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton significaba, en ese momento "una poesía conservadora, anacrónica y no sólo por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos" (Carta de Roque Dalton a los autores de la Revista "De aquí en adelante". En el Poema "Canto a Nuestra Posición" dedicado a su amigo y compañero Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer florecer todo en el poema ya que el hombre parecía ser un pequeño dios:
"...¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?...Ay poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de hormigas y definitivamente sin pan... ay poetas ¡como duelen vuestras estaturas inútiles!."
Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad la historia de El Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental, para el estudio de los acontecimientos relacionados con las luchas obreras y campesinas en El Salvador: "Miguel Mármol: la insurrección en El Salvador: año 1932"" donde a través de la historia de este personaje real se da cuenta de la represión al levantamiento campesino y que ocasionó 20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al servicio de su pueblo y cuando éste reclamó su presencia en esa Inmensa estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en su hogar no dudó un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de palabras y balas. Morazán se convirtió en el último centro de su creación, no sólo de dardopalabras maravillosas lanzadas al centro de la injusticia, golpes de ideas, de agudezas sustantivas, verbales y adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmación de ese hombre nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la organización guerrillera en la cual militaba, en el trágico 14 de mayo del año 1975.
Este hombre, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una conjugación práctica , estaba convencido que una de las vías fundamentales, posibles de transformar al intelectual en intelectual revolucionario era la acción social. Una práctica que le daba temor, tan presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus poemas: "27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad". Esa praxis social debía hacerse en el seno de la lucha de los pueblos que llevan a cabo su combate por dejar sólo de sobrevivir y llegar a conocer lo que es vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus dos hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación necesaria, no sólo desde el punto de vista político sino que literario y de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana , Cuba, 1969, por su poemario "Taberna y Otros Lugares".
Este libro de poemas es la expresión de lo que fue Roque Dalton, un insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza. En plena efervencia pre- Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton solía visitar las viejas tabernas del centro de la capital de la ex Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional , que reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja máquina grabadora se deleitaba escuchando las conversaciones de estudiantes, obreros y soldados. De ese trabajo salió Taberna y Otros Lugares, pero también el convencimiento que el socialismo, en aquellos grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones, y que Latinoamérica no debía trasladar mecánicamente las experiencias políticas allende el Atlántico.
El gran habitante del pequeño pulgarcito
Uno de sus hijos, Juan José Dalton lo describe como un tipo genial, poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión inquebrantable. Así, cuenta Juan José: "En la Habana teníamos un vecino que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo. Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la carne y el pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que en una de esas calurosas tardes de 1972, había salido a la verja de su casa. Bajando por la calle J, del Vedado (donde aún está nuestra casa en La Habana ), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo. Fernando se le acercó. "¿Roque, que te pasa chico? Mira como vienes..." "No voy a seguir bebiendo Fernando, porque si no, no voy a poder ser guerrillero", le contestó a modo de autocrítica. "Efectivamente, nunca más lo volví a ver tomado... Fue la última vez. Nunca creí que esa era la despedida", me contó aquel cubano". Era la última vez pues su próximo paso era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.
Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de la herida vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de ser salvado. Nos legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica, tan finamente irónica y genial, que podía enseñar más con el corazón que con manuales, con su experiencia más que con citas de sesudos personajes. Roque, a su manera, mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: "El escritor y el artista latinoamericano promedio, lucha en distintos niveles contra el régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue; y más, que el poeta y el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud, Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista.
"Su pequeña amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual, nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados, no tenía los límites señalados en mapas y acuerdos políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser, y lo convencía que la redención de su Salvador, pasaba por liberarlo de todo aquello que roía su existencia. Roque estaba convencido, que la libertad de su diminuta tierra era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres nuevos era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación: "Necesitas bofetones, electro-Shocks, Psicoanálisis, para que despertés a tu verdadera personalidad... habrá que meterte a la cama, a pan de dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince minutos, y luego nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá que parás el pelo"
Ser fuerte sin perder la ternura
Roque fue también periodista, de aquel que desolla, que enseña y no hace de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo obnubilante, verdadero opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas incuestionables, hayan sido políticos o literarios no eran su alimento. No existía disyuntiva entre su creación artística y su actividad política, entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas guerreras ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en lugar del dogma que adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional. El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso: "Mi actitdu ante el contenido ideológico y la trascenedencia social de la obra poética está determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y profunda formación burguesa y el de la militancia revolucionaria que mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha organizado mi preocupación e siempre por los problemas de la gente que me rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida. Pero los largos años en el Colegio Jesuita, el desarrollo de mi primera juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las cicatrices que aún ahora duelen".
Estas palabras escritas en su Ensayo "Poesía y Militancia en América Latina" son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que resumen esa vida plagada de contradicciones pero siempre honesta. El destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación de móviles y globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas: "Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno de la poesía. El poeta entonces la poesía de su generación y la entrega a la historia". Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de latinoamericanos. Hacen 27 años de su asesinato, tan brutal como absurdo, a manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque, camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán. Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor, su desparpajo ante las más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el mejoramiento humano.
El poeta Nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo dijo a su hijo Juan José "Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían humor" una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en el Poema de Amor: "Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll") los que repararon la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, contrabandistas, por estafadores, por hambrientos... los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta... los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos"
Roque Dalton murió, y ahora que El Salvador luego de muchos años de guerra civil empezó una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, es imperativo recordar a aquellos, que regaron con su fresquísima sangre el camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está encarnado en muchas vidas, que encuentran en su ejemplo, la luz que guía y alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos. Roque Dalton, hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y el fusil está riendo, y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto será: Parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de nuevos Roques por nacer.
Julio de 2005
El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
Dalton atormenta a Villalobos
El 10 mayo de l996 se cumplirán 21 años del asesinato de mi padre, Roque Dalton, a quien admiro no sólo por nuestra relación familiar, sino que lo considero como uno de los escritores salvadoreños más notables de todos los tiempos.
A finales del siglo, ese reconocimiento es cada vez más explícito, en la medida en que la nación salvadoreña se refunda como tal, lo que constituyó una esperanza de mi padre y por cuyo objetivo se sacrificó y creó una obra literaria que es patrimonio de El Salvador y trasciende las fronteras. Como hijo, "heredero de su esperanza”, tengo el compromiso moral, no sólo de exponer el dolor que sufrimos por su pérdida, sino también mis opiniones para aclarar el por qué de su asesinato y exigir a sus responsables un acto de contrición y reparación de sus daños. Su asesinato es uno de los episodios más dramáticos de la historia nacional, que aún causa resquemores y no pocas alarmas.
Los responsables del hecho, a quien mi padre consideró sus hermanos de lucha, es decir, la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y entre ellos, especialmente, Alejandro Rivas Mira y Joaquín Villalobos, tuvieron que recurrir a la mentira para llevar a cabo la acción.
Cerca de 18 años transcurrieron para que Villalobos aceptara en confesión, hecha a quien escribe esta nota, que el asesinato fue injusto y dirige las acusaciones en el sentido de que Dalton era "agente del enemigo"o"agente de la CIA ", como lo trataron de hacer creer hace 20 años.
Quienes asesinaron a mi padre, no lo hicieron por "error de juventud, ni mucho menos, como Villalobos insiste en sus argumentos. Ello sería aceptar que esa etapa de la vida -la juventud- es potencialmente criminal, lo cual no es posible.
Los asesinatos de Roque Dalton y su "compañero de camino", "Pancho", se produjeron porque Rivas Mira y Villalobos eran portadores de un pensamiento extremista; se creían dueños absolutos de la verdad y se hacían representar como los más fieles intérpretes del marxismo-leninismo y del proletariado de El Salvador.
Nada tan cínico como lo expresado por Eduardo Sancho -quien antes se autodefinía como "hermano de Roque" y ahora es fiel seguidor de Villalobos, cuando manifestó que Roque había muerto producto de una acción jurídica concreta y lo criticó públicamente por haber escrito un poema "Viejuemierda" en contra de Alberto Masferrer, un político y demócrata de la primera mitad del presente siglo.
Dijo que Roque había maltratado a Masferrer, el primer gran socialdemócrata salvadoreño. La crítica bienvenida sea.
Lo paradógico es que cuando hizo esa declaración tenía sentado a su lado a Villalobos, quien no sólo maltrató a Roque, sino que participó en su asesinato. Pero de ello, Sancho no se atreve a decir algo. Incluso, Sancho ha expresado que el ejecutor material de Dalton fue Vladimir Rogel, quien había muerto en combate en 1976. Ello no corresponde a la verdad.
Documentos del ERP de 1977 prueba que Rogel fue ajusticiado un año después de Roque. Villalobos es también cínico. El me manifestó que después de mi padre no hubo casos similares y los hechos lo desmienten.
Villalobos y yo tuvimos tres entrevistas sobre el conficto de mayo de 1975. En esas pláticas Villalobos me confesó que el asesinato mi padre fue el más grave error por él cometido. La historia nó termina. Fue dramático el resultado de la investigación que se realizó para dar con los cadáveres de Roque y Pancho, indagaciones que sugerimos a la Misión de Observadores de las Naciones Unidas (Onusal) para que tuviera credibilidad.
La verdad siguió lacerando. Los cadáveres no fueron encontrados: testimonios recogidos y pruebas realizadas indican que los cuerpos fueron abandonados en un lugar conocido como El Playón y devorados por perros y aves de rapiña. En El Playón los "escuadron de la muerte" de la derecha abandonaban los cadáveres de opositores, sindicalistas y sospechosos guerrilleros. Los dirigentes del ERP hicieron lo mismo con mi padre y "Pancho".
Hasta ahora no se ha explica por que su cadáver no fue entregado a sus familiares. Ellos sabían que su madre, mi abuela María, vivía San Salvador y reclamó los restos de su único hijo. Rivas Mira y Villalobos fueron culpables de la pena aquella humilde y sufrida mujer que murió en l986 con la angustia de tener a su hijo desaparecido.
Tampoco han explicado por que escogieron el 10 de mayo, Día las Madres, en El Salvador, para asesinarlo. Pese al dolor que durante años hemos padecido los familiares, amigos y admiradores de Roque Dalton, lo que reconforta es que su figura y su obra son cada vez mas apreciadas en El Salvador y otras partes del mundo. No hay mejor premio al artista que dio lo que pudo y lo mejor de si por su nación. Su obra es ya obligada para que los salvadoreños nos identifiquemos y para que el mundo nos identifique.
En contraste, Rivas Mira es fantasma que se oculta entre cirugías plásticas y falsos nombres. Mientras, Villalobos se mueve en la actualidad entre el escándalo politico, el desprecio de sus "ex-hermanos lucha" y su desmedido afán por demostrar a los que en un pasado atacó que “ya no hay que tenerle miedo”
Juan José Dalton
Eduardo Galeano lo recuerda así:
Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos.
Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza.
Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.
Enlace recomendado:
Cuando sepas que he muerto, no pronuncies mi nombre. Roque Dalton Garciahttp://members.tripod.com/~daltonicos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario