Autoras/es: Magisnet
Aprender a manejar las emociones en la escuela mejora las relaciones con los demás pero también los resultados académicos y la salud mental y física, según el Grupo de Colaboración para el Aprendizaje Social, Emocional y Académico (Casel), que ha evaluado a miles de alumnos en Estados Unidos.
"Si un niño está nervioso, enfadado o triste le costará más aprender", ha subrayado Amy Mart, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Illinois (Chicago) y del grupo Casel, cuya misión es analizar los resultados de los programas de inteligencia emocional que se aplican en escuelas de Estados Unidos. Amy Mart inauguró el ciclo "Aprendizaje y emprendimiento: el reto de la inteligencia emocional" organizado por la Fundación Botín, que trabaja en este tipo de programas en colegios de Cantabria.
La investigadora estadounidense ha insistido, en rueda de prensa, en que el desarrollo intelectual de los niños no puede separarse de su desarrollo social, de su capacidad para relacionarse con los demás. Según Mart, la capacidad para gestionar las emociones en la infancia es "una guía" del éxito que
Casel, que colabora con el gobierno federal de Estados Unidos en la implantación de estos programas, ha evaluado los resultados en miles de niños de decenas de centros educativos, especialmente en el distrito escolar de Chicago, el tercero en número de estudiantes del país. La literatura, la música, los juegos de rol o los audiovisuales son algunas de las herramientas que se utilizan en ese aprendizaje emocional, que empieza cuando el niño tiene tres o cuatro años, una edad en las que ya puede comprobarse si está funcionando, ha explicado.
En la adolescencia, una etapa difícil desde el punto de vista de las emociones, este aprendizaje está resultando "muy efectivo", aunque Amy Mart ha subrayado la importancia de empezar cuando los niños son pequeños. Sin embargo, ha dejado claro que los adultos también pueden aprender a gestionar sus emociones y de hecho, en estos programas se forma a profesores.
La formación de los docentes es precisamente uno de los objetivos de la Fundación Botín, que desde hace nueve años trabaja en la inteligencia emocional en la escuela y el año pasado presentó los primeros resultados, que, como en Estados Unidos, han confirmado una mejora académica en los niños que participan. La directora del área de Educación de esta fundación, Fátima Sánchez, se ha mostrado convencida de que es mucho más fácil aprender una fórmula matemática o una lección de historia que llevarse bien con el vecino o hacer una crítica constructiva.
Esa es la idea que está detrás del proyecto de esta institución y del ciclo de conferencias, en el que participarán algunos de los especialistas del máster que se imparte en la Universidad de Cantabria para los docentes que desarrollan estos programas en los colegios. Con el ciclo, se pretende que expliquen a sus conocimientos y sus investigaciones a la sociedad porque en tiempos difíciles como los actuales son más necesarias las nuevas formas de aprender y de hacer las cosas, ha explicado.
La investigadora estadounidense ha insistido, en rueda de prensa, en que el desarrollo intelectual de los niños no puede separarse de su desarrollo social, de su capacidad para relacionarse con los demás. Según Mart, la capacidad para gestionar las emociones en la infancia es "una guía" del éxito que
Casel, que colabora con el gobierno federal de Estados Unidos en la implantación de estos programas, ha evaluado los resultados en miles de niños de decenas de centros educativos, especialmente en el distrito escolar de Chicago, el tercero en número de estudiantes del país. La literatura, la música, los juegos de rol o los audiovisuales son algunas de las herramientas que se utilizan en ese aprendizaje emocional, que empieza cuando el niño tiene tres o cuatro años, una edad en las que ya puede comprobarse si está funcionando, ha explicado.
En la adolescencia, una etapa difícil desde el punto de vista de las emociones, este aprendizaje está resultando "muy efectivo", aunque Amy Mart ha subrayado la importancia de empezar cuando los niños son pequeños. Sin embargo, ha dejado claro que los adultos también pueden aprender a gestionar sus emociones y de hecho, en estos programas se forma a profesores.
La formación de los docentes es precisamente uno de los objetivos de la Fundación Botín, que desde hace nueve años trabaja en la inteligencia emocional en la escuela y el año pasado presentó los primeros resultados, que, como en Estados Unidos, han confirmado una mejora académica en los niños que participan. La directora del área de Educación de esta fundación, Fátima Sánchez, se ha mostrado convencida de que es mucho más fácil aprender una fórmula matemática o una lección de historia que llevarse bien con el vecino o hacer una crítica constructiva.
Esa es la idea que está detrás del proyecto de esta institución y del ciclo de conferencias, en el que participarán algunos de los especialistas del máster que se imparte en la Universidad de Cantabria para los docentes que desarrollan estos programas en los colegios. Con el ciclo, se pretende que expliquen a sus conocimientos y sus investigaciones a la sociedad porque en tiempos difíciles como los actuales son más necesarias las nuevas formas de aprender y de hacer las cosas, ha explicado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario