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lunes, 12 de noviembre de 2012

Pedagogía de la autonomía: Enseñar no es transferir conocimiento

Autoras/es: Diseño Social
(Fecha original del artículo: Octubre 2012)
El sistema educativo actual está basado en la Revolución Industrial, donde los trabajadores tenían que especializarse en un trabajo mecánico, y para ello debían repetirlo una vez tras otra hasta memorizarlo. En estos últimos 50 años las esferas económica, cultural y personal han dado un vuelco en el mundo entero. Sin embargo, los sistemas educativos no han variado apenas sus programas y sus objetivos.
- ¿Hacia dónde ha de evolucionar nuestro sistema educativo para formar a ciudadanos capaces de afrontar los retos del presente?
- ¿Por qué los niños llegan al mundo adulto sin tener idea de sus propios talentos y capacidades?
- ¿Hemos preparado a los profesores y docentes para acompañar al niño hasta su adolescencia con una educación que englobe emociones e inteligencia social?

“Saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propiaproducción o construcción”, esta es la idea esencial que nos propone Paulo Freire, en oposición a la memorización mecánica y a un papel distante entre el profesor y sus alumnos.
Paulo Reglus Neves Freire fue un educador brasileño y un influyente teórico de la educación. Esta cita y comentarios han sido extraidos del segundo capítulo de su libro titulado “Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa”.
En este libro, el autor enfatiza la importancia de llevar a la práctica cotidianamente este principio para mejorar la educación, pues su simple conocimiento o repetición no son suficientes para que se cumpla. Paulo Freire señala varios puntos que guían la práctica de este principio, y aquí se incluyen algunos de los más importantes:

Enseñar exige conciencia del inacabamiento.

El inacabamiento del ser o su inconclusión es propio de la experiencia vital. Donde hay vida, hay inacabamiento. Debemos recuperar este concepto que implica la evolución del ser humano durante su vida en el conocimiento que tiene de sí mismo y de la sociedad.
En el sector de la industria, innovar supone mejorar continuamente los productos con respecto a sus versiones anteriores. En este proceso gradual, a veces surge una innovación radical que rompe con el paradigma anterior. Se trata de una innovación disruptiva, algo que también obliga a la  educación a cambiar sus esquemas y a adaptarse.
El proceso de aprendizaje inicia aquí. Aceptar genuinamente que desconocemos un dato específico, o toda un área de conocimiento, es el principio que nos impulsa a buscar aquello que complete nuestro saber y, en última instancia, que nos ayude a completarnos en el sentido que nosotros deseemos:
“Me gusta ser hombre, ser persona, porque sé que mi paso por el mundo no es algo predeterminado, preestablecido. Que mi ‘destino’ no es un dato sino algo que necesita ser hecho y de cuya responsabilidad no puedo escapar”.
Todos poseemos un talento, todos tenemos la capacidad de ser creativos; y la mayoría vivimos sin saberlo, convencidos muchas veces de que el creativo es aquel que sabe componer melodías, o escribir una poesía.


VIDEO: Ken Robinson es el principal abanderado en el desarrollo de la creatividad en las escuelas. Su reputación está basada en su novedosa y particular labor de investigación acerca de la creatividad, la educación y la formación. Sus reflexiones se centran en las necesidades cambiantes de los negocios, la educación y las organizaciones en las nuevas economías globales.

Enseñar exige aceptarse como ser condicionado.

En un principio, tomar conciencia de todo aquello que se ignora puede generar diversas reacciones incómodas en la persona que se atreve a verse desprotegida de pretensiones, a lo que  Paulo Freire argumenta así:
“Me gusta ser persona porque, inacabado, sé que soy un ser condicionado pero, consciente del inacabamiento, y sé que puedo superarlo (…) En lugar de extraña, esta concienciación es natural al ser que, inacabado, se sabe inacabado”.
De esta manera, el inacabamiento es la llave que conduce al acto de tomar conciencia; primero, de aquello que nos falta o aquello que necesitamos. El siguiente paso es buscar y alcanzar los medios para conseguirlo. Esto nos ayuda a tomar conciencia de que somos un proceso y nos impulsa, en lugar de frenarnos, a continuar nuestra búsqueda.
“Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad” Diego Luís Córdoba (1907-1964) Abogado y político colombiano.

La neurociencia ha demostrado que el cerebro es maleable. Mediante el aprendizaje, podemos transformarlo para, por ejemplo, poder andar en bicicleta o hablar más de un idioma. En Redes veremos que podemos aprender también a ser más felices, más responsables y cooperativos. La educación ha de dar un vuelco e incorporar nuevas técnicas, para formar a mejores ciudadanos.

Enseñar exige alegría y esperanza.

A la profundidad de todo lo señalado hasta ahora, Paulo Freire añade la alegría como un elemento importante que facilita el ambiente del aprendizaje (tanto de alumnos como del profesor):
Hay una relación entre la alegría necesaria para la actividad educativa y la esperanza. La esperanza de que profesor y alumnos podemos juntos aprender, enseñar, inquietarnos, producir y juntos igualmente resistir a los obstáculos que se oponen a nuestra alegría. En verdad, desde el punto de vista de la naturaleza humana, la esperanza no es algo que se yuxtaponga a ella. La esperanza forma parte de la naturaleza humana.
“Donde hay educación no hay distinción de clases”
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
Esta esperanza se basa en la certeza de que el futuro personal no está determinado. Cada hombre y mujer que, conciente de su inacabamiento, toma un papel activo en su construcción, tiene al mismo tiempo su futuro en sus manos, y es ahí donde vive y crece la esperanza de que podemos hacer del mundo un lugar mejor.

Enseñar exige curiosidad.

Paulo Freire sostiene que la curiosidad es la piedra fundamental del ser humano. Aquella que general en el ser humano el movimiento hacia el conocimiento de los objetos fuera de él y a su conocimiento de sí mismo.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.
El buen clima pedagógico-democrático es aquel en el que el educando va aprendiendo, a costa de su propia práctica, que su curiosidad como su libertad debe estar sujeta a límites, pero en ejercicio permanente. Límites asumidos éticamente por él. Mi curiosidad no tiene derecho de invadir la privacidad del otro y exponerla a los demás.
Ejercer mi curiosidad de manera correcta es un derecho que tengo como persona y al que corresponde el deber de luchar por él, el derecho a la curiosidad. Con la curiosidad domesticada puedo alcanzar la memorización mecánica del perfil de este o de aquel objeto, pero no el aprendizaje real.
“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.


Una vez satisfecha una curiosidad, la capacidad que tengo de inquietarme por nuevos retos continúa. No habría existencia humana sin nuestra apertura de nuestro ser al mundo, sin la transitividad de nuestra conciencia.
El autor finalmente enfatiza la importancia de la curiosidad al buscar que ésta sea parte viva e inherente de nuestra cotidianeidad: “Uno de los saberes fundamentales para mi práctica educativo-crítica es el que me advierte de la necesaria promoción de la curiosidad espontánea a curiosidad epistemológica”.
“El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío” Horace Mann (1796-1859) Educador estadounidense.

Enseñar pero también… aprender de ellos.

Nunca había sido tan marcado el abismo entre dos generaciones. Mientras los niños de hoy hacen sus deberes con ayuda de Internet y crecen sumergidos en las redes sociales, los adultos y profesores siguen aplicando una educación tradicional, basada en formas de vida de hace dos siglos, sometida a la presión de los resultados académicos y a las agendas políticas.
“Con mis maestros he aprendido mucho; con mis amigos, más; con mis alumnos todavía más”. Proverbio hindú
Ahora sabemos que, en el mundo globalizado en el que vivimos, los niños, al igual que las empresas y los gobiernos, necesitan completar por lo menos cinco enseñanzas esenciales:
1. Saber focalizar la atención y aprender a concentrarse es el primer requisito indispensable.
2. La gestión de las emociones tanto positivas como negativas (por ejemplo la felicidad, el odio, la diversidad ideológica, el desprecio y la falta de empatía).
3. La resolución de conflictos es la tercera pauta de un nuevo conocimiento indispensable.
4. El impacto universal e inmediato de las redes sociales y su influencia en nuestro modo de comunicarnos y relacionarnos.
5. El optimismo a pesar de los mensajes negativos. Están disminuyendo los índices de violencia a nivel mundial y aumentando los de compasión y altruismo. Nos lo enseña la ciencia tanto como la experiencia de los últimos años, en contra de lo que siguen opinando muchos sectores mediáticos y políticos.
NO DEBEMOS OLVIDAR QUE AUNQUE HAY MUCHO POR ENSEÑAR,
TAMBIÉN HAY MUCHAS COSAS QUE NOS PUEDEN ENSEÑAR LOS NIÑOS:

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