Autoras/es: Infobae
(Fecha original del artículo: Noviembre 2012)
Era
fácil de intuir, pero la ciencia no lo había comprobado: el cerebro
de Albert Einstein, una de las mentes más lúcidas del siglo XX, era
diferente.
El estudio preliminar, divulgado en la revista Brain, fue encabezado por el antropólogo Dean Falk, de la Universidad Estatal de Florida. Allí se describen y analizan 14 fotos del cerebro de Einstein que nunca habían sido publicadas con anterioridad.
El equipo de científicos comparó las fotos con los cerebros de otros 85 “mortales” y llegó a conclusiones fascinantes.
“Aunque el tamaño y la forma asimétrica del cerebro de Einstein eran normales, el prefrontal, el sistema somatosensorial, el córtex motor primario y las cortezas parietal, temporal y occipital eran extraordinarias”, explica Falk.
El autor concluyó que esa diferencia “puede haber proporcionado las bases neurológicas de algunas de sus habilidades viso espaciales -la capacidad de distinguir por medio de la vista la posición relativa de los objetos en el espacio- y matemáticas, por ejemplo”.
LiveScience explica que los lóbulos frontales -los que más llamaron la atención- están vinculados a la planificación y el pensamiento abstracto. Asimismo, destaca que los pliegues adicionales le permitirían realizar más conexiones entre las células de su cerebro, lo que le habría permitido desarrollar ideas complejas, como su teoría de la relatividad.
Según recuerda ABC, tras la muerte del físico en 1955, su cerebro fue preservado, fotografiado y seccionado en bloques por el médico Thomas Harvey, quien le practicó una autopsia. Su idea era analizarlo y volcar sus conclusiones en un libro.
Pero la gran mayoría del material se perdió con su fallecimiento. Las imágenes que usó Falk estaban en el Museo Nacional de Salud y Medicina de los Estados Unidos y fueron facilitadas por la familia del patólogo.
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