Autoras/es: Stella Maris Torre
La obra de Pierre Bourdieu proporciona un aporte sustancial al objeto epistemológico familia desde la teoría sociológica, porque construye una teoría sistemática que permite construirlo tanto con pertinencia teórica como con relevancia empírica.
Los aportes de antropólogos y sociólogos han delimitado un uso empírico que implica una definición clásica de familia. En este uso clásico se concibe a la Estructura familiar como relacionada fundamentalmente a un sustrato biológico: la relación entre los géneros, la procreación, la ligazón por la consanguinidad, el parentesco o mas excepcionalmente por la adopción, a los que se agrega la convivencia bajo un mismo techo, economía compartida, el sustento cotidiano, la reproducción material de la vida y del hombre: "el reino de lo doméstico".
En relación a su dinámica, el concepto de Organización da cuenta de los mecanismos de conservación de la unidad para la acción, distribución del poder, componentes ideológicos y afectivos que preservan la integración, que permiten su persistencia en el tiempo y su reproducción. En este sentido Bourdieu aborda el tema desde una teoría general de las instituciones incluida en una teoría sistemática de lo social, poniendo en conexión teórica y empírica el tema de la estructura y dinámica de la familia, dándole así relevancia a su estudio.
Síntesis
“Familia”. Bourdieu señala que, según la definición dominante, “la familia es un conjunto de individuos emparentados ligados entre sí, ya sea por la alianza, el matrimonio, sea por la filiación, más excepcionalmente por la adopción […] y que viven bajo un mismo techo”[1]. El autor duda de tal definición, sosteniendo que la familia es una ficción apoyada en un conjunto de palabras que, bajo la apariencia de describir, construyen la realidad social prescribiendo un modo de existencia. El discurso familiar supone a la familia como universo social aparte, idealizando su interior como sagrado, reino de la privacía como barrera al exterior y con una morada transmisible indefinidamente. Universo donde están suspendidas las leyes ordinarias del mundo económico, la familia es lugar de la confianza, del don, por oposición al mercado y al mercader. Sostiene el autor que la “familia” también es una ficción bien fundamentada: aparece como la más natural de las categorías sociales, por lo que parece destinada a ser modelo de todos los cuerpos sociales, funcionando como esquema clasificatorio y principio de construcción del mundo social y de la familia como cuerpo social particular.
Para comprender cómo pasa de ser una ficción nominal a convertirse en un grupo real, cuyos miembros están unidos por intensos lazos afectivos, habría que considerar todo el trabajo de institución que asegura la integración, tendiente a transformar la obligación de amar en disposición amante y a dotar a cada uno de los miembros de la familia de un “espíritu de familia” generador de devociones, generosidades, solidaridades. En el seno mismo de la familia, dice Bourdieu, ésta se perpetúa mediante una creación continua del sentimiento familiar, principio cognitivo y también afectivo de cohesión; asimismo, la integración puede también ser un efecto de la dominación producto de las relaciones de coerción entre los miembros del grupo[2]. Por otro lado, señala que en las sociedades modernas el Estado favorece cierta forma de organización familiar, alentando por todos los medios, materiales y simbólicos, el “conformismo lógico” y el “conformismo moral” sobre ciertas formas de aprehensión del mundo, en las que la categoría “familia” es llave maestra. El Estado, especialmente a través de los actos del estado civil, conforma la identidad familiar como poderoso principio de percepción, y una de las unidades sociales más reales. De tal modo, el discurso familiar es un discurso potente y activo que posee los medios de crear las condiciones de su propia verificación. Así, dice Bourdieu, la oposición tradicional público-privado enmascara que lo público está presente en lo privado. Siendo producto de una larga construcción jurídico-política, “la familia es, ciertamente, una ficción, un artefacto social, una ilusión en el sentido más vulgar del término, pero una “ilusión bien fundada” porque, producida y reproducida con la garantía del Estado, recibe de éste, en cada momento, los medios para existir y subsistir”[3].
Desarrollo
Señala Bourdieu[4] que según la definición dominante “la familia es un conjunto de individuos emparentados ligados entre sí, ya sea por la alianza, el matrimonio, sea por la filiación, más excepcionalmente por la adopción (parentesco) y que viven bajo un mismo techo (cohabitación)”[5].
Dice Bourdieu que la definición dominante de la familia se apoya en un conjunto de palabras que, bajo la apariencia de describirla, construyen de hecho la realidad social.
LA FAMILIA NO ES MÁS QUE UNA PALABRA, UNA SIMPLE CONSTRUCCIÓN VERBAL.
Los etnometodólogos dicen que:
- lo que tomamos por una realidad es una ficción construida a través del léxico que recibimos del mundo social para nombrarla.
- La familia nuclear es, en la mayoría de las sociedades modernas, una minoría en relación a la realidad: parejas que viven juntas sin estar casadas, familias monoparentales, parejas casadas que viven separadas.
- Y de hecho, la familia, que solemos considerar natural (1) porque se presenta con la apariencia de lo que siempre es así, es una invención reciente (como lo demuestran especialmente los trabajos de Ariès y de Anderson sobre la génesis de lo privado o de Shorter sobre la invención del sentimiento familiar)
REPRESENTACIONES QUE LAS PERSONAS TIENEN DE LO QUE DENOMINAN FAMILIA
Ciertos etnometodólogos, que ven en el discurso sobre la familia una especie de ideología política que designa una configuración valorizada de las relaciones sociales, desprenden una serie de presupuestos comunes a este discurso familiar, tanto cotidiano como académico:
- Se concibe a la familia como una realidad que trasciende a sus miembros, un personaje transpersonal dotado de una vida y espíritu comunes y una visión particular del mundo
- Se supone que la familia existe como un universo social aparte, comprometido en un trabajo de perpetuación de las fronteras y orientado hacia la idealización de su interior como sagrado.
- Privacía: Este universo sagrado, secreto, de puertas cerradas sobre su intimidad, separado del exterior por la barrera simbólica del umbral, se perpetúa y perpetúa su propia separación, su privacía, como obstáculo al conocimiento de los asuntos privados, salvaguardia de la trastienda del dominio de lo privado.
- Morada: la casa como lugar estable, que permanece, asociada de manera duradera a la vivienda transmisible indefinidamente.
Así, en el discurso familiar, la unidad doméstica es concebida como un “agente activo, dotado de voluntad, capaz de pensar, de sentir y actuar y fundada sobre un conjunto de presupuestos cognitivos y de prescripciones normativas concernientes a la manera correcta de vivir las relaciones domésticas”[6]: universo donde están suspendidas las leyes ordinarias del mundo económico, la familia es el lugar de la confianza, del don, -por oposición al mercado y al mercader- o, de la philia, término utilizado por Aristóteles que a menudo retraduce por amistad. Con frecuencia, el discurso ordinario toma de la familia modelos ideales de relaciones humanas (2) y las relaciones familiares, en su definición oficial, tienden a funcionar como principios de construcción y de evaluación de toda relación social.
BOURDIEU: UNA FICCION BIEN FUNDAMENTADA
La familia no es más que un término, pero también se trata de una categoría, principio colectivo de construcción de la realidad colectiva.
Siempre que se usan conceptos clasificatorios (3) como el de familia, éstos comprenden a la vez una descripción y una prescripción, que no aparece como tal porque se la acepta como normal: admitimos tácitamente que la realidad a la que llamamos “familia” y que nosotros ubicamos en la categoría de verdaderas familias, es una familia real.
Así, Se admite con la etnometodología que la familia es un principio de construcción de la realidad social, pero este principio de construcción
- ha sido socialmente construido, y es común a todos los agentes que han sido socializados en un universo que estaba, en sí mismo, organizado según la división en familias (5)
- es uno de los elementos constitutivos de nuestro habitus, una estructura mental que habiendo sido inculcada a todos los cerebros así socializados, es a la vez individual y colectiva.
- Es una ley tácita, nomos, de la percepción y de la práctica, que está en el fundamento del consenso acerca del sentido del mundo social y del término familia en particular, en los fundamentos del sentido común.(4)
La familia es un principio de construcción, a la vez inmanente a los individuos (en tanto colectivo incorporado) y trascendente en relación a ellos, dado que lo reencuentran bajo la forma de la objetividad en todos los habitus.
“Así, la familia como categoría social objetiva (estructura estructurante) es el fundamento de la familia como categoría social subjetiva (estructura estructurada), categoría mental que es el principio de miles de representaciones y de acciones, (matrimonios, por ejemplo), que contribuyen a reproducir la categoría social objetiva. Este es el círculo de la reproducción del orden social. […] Y nada parece más natural que la familia: esta construcción social arbitraria parece situarse del lado de lo natural y lo universal”[7]
EL TRABAJO DE INSTITUCIÓN
(1) y (2) se deben a que la categoría de lo familiar funciona, en los habitus, como (3) (4) (5).
La familia aparece como la más natural de las categorías sociales y parece destinada por ello a ser el modelo de todos los cuerpos sociales, porque la categoría de lo familiar funciona, en los habitus, como esquema clasificatorio y principio de construcción del mundo social y de la familia como cuerpo social particular, que se adquiere en el seno mismo de una familia como ficción social realizada.
En efecto, la familia es el producto de un trabajo de institución ritual y técnico, con vistas a instituir en cada uno de los miembros de la unidad instituida, sentimientos adecuados para asegurar la integración, que es la condición de la existencia y de la persistencia de esta unidad.
Para comprender la forma en que la familia pasa de ser una ficción nominal a convertirse en un grupo real, cuyos miembros están unidos por intensos lazos afectivos, es necesario considerar todo el trabajo simbólico y práctico tendiente a transformar la obligación de amar en disposición amante y a dotar a cada uno de los miembros de la familia de un “espíritu de familia” generador de devociones, generosidades, solidaridades. Este trabajo incumbe muy particularmente a las mujeres, encargadas de mantener las relaciones por medio de visitas, pero también por medio de la correspondencia y por medio de comunicaciones telefónicas. “Las estructuras de parentesco y la familia como cuerpo, no pueden perpetuarse más que al precio de una creación continua del sentimiento familiar, principio cognitivo de visión y de división, que es al mismo tiempo principio afectivo de cohesión, es decir, adhesión vital a la existencia de un grupo familiar y sus intereses”[8]
BOURDIEU: EL LUGAR DE LA REPRODUCCIÓN SOCIAL
Pero la naturalización del arbitrario social tiene por efecto hacer olvidar que, para que esta realidad que se denomina familia sea posible, es necesario que se reúnan condiciones sociales que no tienen nada de universal y que, en todo caso, no están distribuidas uniformemente: la familia, en su definición legítima, es un privilegio que:
o Se ha instituido en norma universal.
o De hecho implica un privilegio simbólico: el de ser como se debe, en la norma, y tener, por tanto, un beneficio simbólico de la normalidad.
o En los hechos, es una de las condiciones mayores de la acumulación y la transmisión de privilegios, económicos, culturales, simbólicos. En efecto, la familia:
o Juega un rol determinante en el mantenimiento del orden social, en la reproducción, no sólo biológica, sino social (reproducción de la estructura del espacio y de las relaciones sociales).
o Es uno de los lugares por excelencia de acumulación del capital bajo sus diferentes especies y de su transmisión entre las generaciones: ella salvaguarda su unidad por y para la transmisión, a fin de poder transmitir, y porque ella es en tanto que transmite.
o Es el “sujeto” principal de las estrategias de reproducción:
§ Transmisión del apellido, elemento primordial del capital simbólico hereditario: “el padre no es más que el sujeto aparente de la denominación de su hijo, dado que lo denomina según un principio que él no domina”, según una regla que él no creó.
§ Transmisión del patrimonio material.
§ Es sujeto colectivo (y no simple agregado de individuos) de un numero considerable de actos:
· Elección de un establecimiento escolar.
· Compra de una vivienda (prestar dinero, y como contrapartida, dar consejos).
No se puede dar cuenta de prácticas en las que la familia es el “sujeto”, como por ejemplo las “elecciones” en materia de fecundidad, de educación de matrimonio, de consumo (inmobiliario, especialmente), etc., si no es con la condición de tomar en cuenta la estructura de las relaciones de coerción entre los miembros del grupo familiar funcionando como campo (y por tanto, de la historia que hay detrás de este estado de cosas), estructura que está siempre presente en las luchas al interior del campo doméstico. Pero el funcionamiento de la unidad doméstica en tanto campo encuentra su límite en los efectos de la dominación masculina que orientan a la familia hacia la lógica de cuerpo (la integración puede ser un efecto de la dominación).
Dice Bourdieu que en los dominantes las familias están unidas no sólo por la afinidad de los habitus, sino también por la solidaridad de los intereses, es decir, a la vez, por el capital y para el capital, el capital económico, evidentemente, pero también el capital simbólico (el apellido) y sobre todo, puede ser, el capital social (del que se sabe que es la condición y el efecto de una gestión exitosa del capital poseído colectivamente por los miembros de la unidad doméstica.
BOURDIEU: EL ESTADO Y EL ESTADO CIVIL
Recapitulación
- duda radical
- retener gran cantidad de propiedades vulgares
- se las sometió a doble cuestionamiento
Así,
- es necesario dejar de considerar a la familia como un dato inmediato de la realidad social, para ver en ella un instrumento de construcción de esta realidad
- aún es necesario superar el cuestionamiento operado por lo etnometodólogos para
- preguntarse quién ha construido los instrumentos de construcción que ellos descubren
- pensar las categorías familiares como instituciones existentes
i. en la objetividad del mundo, bajo la forma de estos cuerpos sociales elementales que denominamos familias
ii. en los espíritus, bajo la forma de principios clasificatorios puestos en práctica tanto por agentes ordinarios como por operadores especializados, como los estadísticos del Estado.
En las sociedades modernas el Estado es el responsable principal de la construcción de categorías oficiales según las cuales se estructuras estas sociedades y las poblaciones, y los espíritus, favoreciendo cierta forma de organización familiar, reforzando a los que están en condiciones de conformarse a ese modo de organización, y alentando por todos los medios, materiales y simbólico, el “conformismo lógico” y el “conformismo moral”, como un acuerdo sobre un sistema de formas de aprehensión y de construcción del mundo, en la que esa forma de organización, esta categoría, es sin duda una llave maestra..
La duda radical es indispensable, porque la simple constatación positivista amenaza contribuir al trabajo de construcción de la realidad social que está inscripto en el término familia y en el discurso familiarista que, bajo la apariencia de describir una realidad social, la familia, prescribe un modo de existencia, la vida familiar.
Poniendo en acción un pensamiento estatista (es decir, las categorías de pensamiento del sentido común inculcadas por la acción estatal) sin examen previo, los estadísticos del estado, los magistrados, los trabajadores sociales contribuyen a reproducir el pensamiento estatista que forma parte de las condiciones de funcionamiento de la familia, esta realidad que se dice privada, de origen pública. El discurso familiar del que hablan los etnometodólogos, es un discurso de institución potente y activo, que posee los medios de crear las condiciones de su propia verificación.
El estado, especialmente a través de todas las operaciones ligadas al estado civil, inscriptas en la libreta de matrimonio, produce millares de actos de constitución que conforman la identidad familiar como uno de los principios de percepción más poderosos del mundo social, y una de las unidades sociales más reales.
Mucho más radical que la crítica etnometodológica, sería una historia social del proceso de institucionalización de la familia por parte del estado, que mostraría que la oposición tradicional entre lo público y lo privado enmascara el grado en que lo público está presente en lo privado, en el sentido mismo de prevacía. Siendo el producto de un largo trabajo de construcción jurídico-política cuyo coronamiento es la familia moderna, lo privado es un asunto público. La visión público, el nomos, en el sentido, esta vez, de ley) está profundamente comprometida en nuestra visión de las cosas domésticas, y aun nuestras conductas más privadas dependen de acciones públicas, como la política habitacional, o más directamente, la política de familia.
“De este modo, la familia es, ciertamente, una ficción, un artefacto social, una ilusión en el sentido más vulgar del término, pero una “ilusión bien fundada” porque, producida y reproducida con la garantía del Estado, recibe de éste, en cada momento, los medios para existir y subsistir” [9].
Fuente bibliográfica:
Bourdieu, Pierre (1994). “Espíritu de familia”. En: Neufeld, M.R.; Grinberg, M.; Tiscornia, S. y Wallace, S. (comps.) Antropología Social y Política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. Buenos Aires, EUDEBA,1998.
[1] Bourdieu, Pierre. “Espíritu de familia”. En: En: Neufeld, M.R.; Grinberg, M.; Tiscornia, S. y Wallace, S.: Antropología Social y Política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. EUDEBA; Bs. As. 1988, pág. 57. La cursiva es mía
[2] Señala Bourdieu que la cohesión incumbe particularmente a las mujeres, por medio de visitas, correspondencia, comunicaciones telefónicas, mientras que la coerción es efecto de la dominación masculina que orientan a la familia hacia la lógica de cuerpo. Ibíd.
[3] Ibíd., pág. 64
[4] Bourdieu, Pierre. “Espíritu de familia”. En: Neufeld, M.R.; Grinberg, M.; Tiscornia, S. y Wallace, S. (comps.) Antropología Social y Política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. Buenos Aires, EUDEBA,1998.
[5] Ibíd., pág. 57
[6] Ibíd., pág. 58
[7] Ibíd., pág. 59-60
[8] Ibíd., pág. 61
[9] Ibíd., pág. 64
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