Autoras/es: Enrique Martínez-Salanova Sánchez
Uno de los mayores desafíos de la educación en todos los tiempos es la educación de niños en situación de total o parcial marginalidad. Hoy día, en nuestros países civilizados, siguen apareciendo niños que por su abandono, malos tratos, encarcelamiento o aislamiento, tienen todas las características de los niños salvajes...
Uno de los mayores desafíos de la educación en todos los tiempos es la educación de niños en situación de total o parcial marginalidad. Hoy día, en nuestros países civilizados, siguen apareciendo niños que por su abandono, malos tratos, encarcelamiento o aislamiento, tienen todas las características de los niños salvajes, ya estudiados y clasificados por Linneo.
El interés de expertos, pedagogos, médicos y psicólogos de socializar a estos niños es un fenómeno común en todo el mundo. Siempre atormentó esta duda a los filósofos y otros profesionales interesados, despertando el interés desde el siglo XIX. Para que el hombre salvaje ya no provocara miedo y se convirtiera en un ser aceptable, fue necesaria la intervención de la ficción, la creación de un héroe como Tarzán, capaz de conservar su humanidad mientras desarrollaba al mismo tiempo un cuerpo atlético y adquiría sentidos aguzados de los animales.
A partir de la película El pequeño salvaje de Truffaut, como hizo también con La piel dura y Los 400 golpes, vamos a entrar en la problemática educativa de los menores abandonados, de la mano del cine, animando a investigar a partir del film sobre los fundamentos históricos de la película, sus protagonistas, y sobre otras situaciones similares.
Empleando técnicas procedentes de campos de la más variada índole como la voz en off del documental o los cierres de iris del cine mudo, Truffaut planteó con esta película la sustitución del Hombre Natural que defendían las tesis rousseaunianas por el Hombre Moral, forjado a partir de un largo proceso integrador y dotado de un sentido de la justicia incuestionable. Esta propuesta, plagada de signos y elaboradas claves, deja entrever algunos retazos de la biografía de su autor, marcada por una infancia difícil y su superación a través del cine.
El médico-pedagogo Jean Itard luchó para insertar a Víctor de Aveyron en la sociedad francesa de comienzos del siglo XIX, consiguió ser su mentor y acreditar ante el reconocido psiquiatra Pinel, que Víctor podría llegar a ser civilizado e independiente. Los escritos de Itard sobre el caso fueron utilizados por Truffaut para hacer el film L'enfant sauvage. La figura de Víctor, en el filme de Truffaut, refleja exactamente la fascinación que los «salvajes» ejercen sobre los «civilizados» y plantea el debate sobre cómo educarlos.
Ver en este sitio: El salvaje de Aveyron: el caso Víctor
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