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lunes, 22 de julio de 2013

Deserción escolar: tras las vacaciones, el gran riesgo

El banco vacío, símbolo de una ausencia
que tal vez no se revierta. Foto: LA NACION
 Autoras/es: Silvina Premat | LA NACION
(Fecha original del artículo: Julio 2013)

Es un momento en el que abandonan chicos de zonas vulnerables

Hoy, después de las vacaciones de invierno en 14 provincias, la vuelta a clases de todos los que están cursando el ciclo lectivo debería ser un mero trámite. Pero no será así.
La experiencia indica que las dos semanas del receso invernal implican un riesgo serio de abandono de la escuela, sobre todo para adolescentes o jóvenes que cursan los últimos años del secundario y pertenecen a zonas de alta vulnerabilidad socioeconómica.
Según expertos y profesionales de la educación, la vuelta a clases puede verse obstaculizada por el cambio de la rutina y la organización de las tareas en la casa, haber aceptado un trabajo -aunque precario- que garantiza al chico contar con sus propios ingresos, haber viajado a casa de algún familiar y retrasar el regreso o, incluso, haber recibido el boletín con muy bajas calificaciones la última semana antes del receso.
Si bien las estadísticas no miden el desgranamiento de los grupos durante el año, los investigadores admiten que el fenómeno existe y que el abandono del sistema escolar en los últimos años del secundario oscila entre el 17 y el 20% de los inscriptos.
Abandonar la escuela es una decisión que toman los alumnos con mayor frecuencia a medida que crecen en edad y también después de varios años de estudio.
No obstante, los expertos indican que la falta de adaptación a los cambios que implica el primer año del secundario puede ser también una de las causas de desmotivación para regresar a las aulas luego de las vacaciones.
El índice de abandono del sistema escolar aumenta también en los establecimientos con mayoría de alumnos que provienen de sectores sociales desfavorecidos y en el nivel medio.
En 2009, ese índice era del diez por ciento en los tres primeros años del secundario (ciclo básico), y del veinte por ciento en los años superiores (ciclo orientado).
"Desde que les deja de interesar lo que ven en la escuela hasta que deciden dejarla hay un proceso largo en el que los adultos -docentes, directivos, padres o familiares de los alumnos- pueden intervenir", dijo a LA NACION Ana Julia Rosales, coordinadora del programa Futuros Egresados, de la Fundación Cimientos, que busca la igualdad de oportunidades educativas.
El momento, entonces, para prestar atención y actuar se agudiza con la reanudación de las clases posvacaciones invernales cuando comienzan a registrarse algunas ausencias significativas.
"Éste es un período crítico para el programa de egresados y por eso reforzamos nuestras actividades", dijo Agustina Cavanagh, directora ejecutiva de Cimientos, una asociación que trabaja en escuelas de gestión pública de dieciséis provincias.
"Desde el acompañamiento que hacemos mensualmente a los 2750 chicos que participan del programa trabajamos durante todo el año en habilidades emocionales que amortiguan los factores de riesgo en pos de trayectorias escolares satisfactorias", dijo Rosales.
Se sugiere ayudar a los alumnos a organizar su tiempo, valorar sus propias posibilidades y promover su capacidad de análisis y su conocimiento de las iniciativas que toman las escuelas, sean sus directivos o centros de estudiantes, durante las vacaciones para favorecer que no se rompa el vínculo con el establecimiento.
La falta de conocimiento del calendario escolar puede ser uno de los factores de riesgo y prestarse a confusión. "Que la información no esté visible puede ser otra barrera importante para la continuidad de los estudios. Muchas veces los chicos o sus padres no entienden cuándo deben concurrir a rendir o a clases. Esto genera una barrera importante", dijo Cavanagh.
En el ciclo lectivo que se está desarrollando, otro factor que aumenta el riesgo de expulsión del sistema es el comienzo tardío de las clases por la realización de medidas de fuerza de los gremios docentes u otros motivos, como las tormentas sufridas en la provincia de Buenos Aires.
El riesgo sería mayor, según Rosales, "en las escuelas que hayan tenido pocos días de clases, por lo que los alumnos ya vienen «desenganchados» del ritmo escolar, y por lo que suele haber dificultades para comprender los contenidos del segundo tercer trimestre".
También puede desconcertar al adolescente si al volver a clases no encuentra al docente, preceptor o director -que pudo haber sido trasladado a otro establecimiento- en el que veía a un referente que lo ayudaba y acompañaba para su permanencia en la escuela.
"Hay alumnos que han tenido bajo rendimiento o muchas inasistencias en el primer cuatrimestre y dan por repetido el año anticipadamente", dijo Rosales.
Y agregó que también suele ver debilitada su decisión de estudiar las alumnas que hayan podido quedar embarazadas y que prevén que deberán discontinuar su asistencia en un futuro cercano o los que ya son padres y que luego de la rutina de las vacaciones deben reorganizarse para dejar a sus hijos al cuidado de terceros.

FALTA DE DATOS

La falta de estudios científicos a nivel nacional o regional sobre este fenómeno no sólo impide cuantificarlo, sino también aportar información que pueda orientar las medidas a implementar para reducir su incidencia.
La directora general de la evaluación de la calidad educativa de la ciudad de Buenos Aires, Silvia Montoya, admite que "no existen datos más allá de la percepción de los distintos actores del sistema" y anunció que a partir de agosto, posiblemente, se incluya el requerimiento de la deserción en el mes siguiente al del receso.
Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), de la Universidad de Buenos Aires, confirmó la necesidad de registrar el hecho. "Habría que mirar lo que pasa escuela por escuela. El anuario estadístico no registra fluctuaciones al interno de cada año; las estadísticas se toman a principio o a fin de año. Deberíamos tener la posibilidad de comparar abril con septiembre, por ejemplo".
"No existen datos oficiales o no oficiales, pero se sabe que después de las vacaciones hay muchos que no vuelven", admitió Mariano Narodowski, investigador de la Universidad Torcuato Di Tella y ex ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires. Y agregó: "Además de los días propios de las vacaciones, también influye que una vez que terminan se toman exámenes de materias libres o previas en los que muchos alumnos no se presentan y tampoco siguen cursando".

PARA REFORZAR EL VÍNCULO ALUMNO-ESCUELA

  • Promover las habilidades socioemocionales de los adolescentes como el valor de la responsabilidad y el compromiso, la organización del tiempo, la autoestima y la capacidad de análisis.
  • Disponer el calendario escolar en un lugar visible y comunicarlo a los alumnos y a sus padres para evitar confusión con las fechas de exámenes y comienzo de clases.
  • Interesarse por los alumnos que faltan; informar a los asistentes sociales o psicopedagogos.
  • Facilitar la vuelta a la escuela en el diálogo con los estudiantes; ayudarlos a organizar la rutina diaria, los horarios de despertarse, de las tareas del hogar de los que sean responsables, los momentos y lugares de estudio.
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