(Fecha original: Teatro Español, Madrid, 9 de enero de 1966, representada por el Teatro Municipal Infantil dirigido por Antonio Guirau - Edición digital a partir de la edición de Madrid, ASSITEJ, 2005. )
Juan Cervera en su "Historia crítica del teatro infantil español" opina sobre este texto. Luis Matilla acomete en esta obra el problema de la incomunicación basada en la incomprensión. La concepción de la obra como un todo único lleva incluso a plantearse la imposibilidad de comunicación no sólo en el plano estético, sino en el físico. Algo así como si quisiera dejar bien claro que el impedimento físico -y en este caso el mejor que podía escoger es el de la mudez- no tiene por qué ser causa de la incomunicación espiritual. La prueba es que cuando el niño, Luc, encuentra quien lo comprenda y acepta efectivamente, descubre y aprende las posibilidades de un lenguaje, el del gesto y el mimo. Aquí está la profunda humanidad de la obra de Luis Matilla. Cuando Luc es aceptado, siente la necesidad y posibilidad de comunicarse, trascender la frontera de su mundo interior en el que está peligrosamente replegado y Así deja de ser individuo aislado para convertirse en miembro de una comunidad. El hombre de las cien manos fue incluida entre las 100 obras de la literatura infantil española del siglo XX por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
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