Autoras/es: Cecilia Veleda
(Fecha original del artículo: Julio 2012)*
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la repitencia en primer grado de la primaria es una medida con un
consenso dominante en la literatura especializada. La repitencia es
dramática en los años iniciales de la escolarización porque altera el
proceso de alfabetización. Sin embargo, la tasa de repitencia más alta
de todo el Nivel Primario se concentra en primer grado (7,5% según los
últimos datos disponibles del 2009). Esto es inaceptable.
Está
demostrado que los alumnos no aprenden por repetición y que los no
repetidores alcanzan mejores resultados que los repetidores.
Además, la repitencia aumenta las probabilidades de abandono posterior.
En gran medida esto obedece a que la permanencia en el mismo año escolar
estigmatiza al alumno, lo separa de su grupo de amigos y tiene efectos
dramáticos sobre su autoestima. Los niños que repiten se sienten menos
capaces, ya que la situación de fracaso se percibe como una
responsabilidad personal.
La repitencia refleja una tradición escolar que hoy encuentra sus límites.
Una tradición que tendió a enseñar lo mismo, del mismo modo, al mismo
grupo de alumnos a un mismo ritmo, sin otras alternativas que la
repitencia para quien no siguiera el paso. Las grandes desigualdades
sociales, la cultura de la dispersión y los nuevos intereses de la
infancia exigen revisar ese molde homogéneo y anquilosado.
Esa
revisión no será el efecto directo de cambios en las normas. Para que
esta medida no traspase la repitencia de primero a segundo grado, se necesitan políticas pedagógicas convergentes para que las escuelas resuelvan estos dilemas con nuevas herramientas.
Entre
esas alternativas, la didáctica de la lectoescritura ocupa un lugar
central. La alfabetización inicial, piedra basal de cualquier
aprendizaje y causa principal de la repitencia, suele ser el resultado
de una enseñanza asistemática, que mezcla métodos contradictorios entre
sí. En este contexto, es necesario fortalecer la formación inicial y
continua de los docentes, designar a los mejores para enseñar en primer
grado y personalizar la enseñanza para abordar tempranamente las
dificultades de aprendizaje.
La
extensión de la jornada escolar que se profundizará en los próximos
años, con su tiempo extra para la innovación y la reflexión pedagógicas,
constituye una política fundamental para lograrlo.
*La
nota fue escrita por Cecilia Veleda, codirectora del Programa de
Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la
Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), y publicada el día 6 de julio de 2012 en el Diario Río Negro.
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