Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Septiembre 2002)
El filósofo e
historiador Michel Foucault es sin duda un de los pensadores más destacados en el mundo intelectual contemporáneo francés y dueño de una obra signada por la originalidad, la
erudición y la trangresión. A él le
debemos reflexiones sobre el poder que incorporan definiciones que, tal como fue la pretensión de su autor, se
constituyeron en alternaiva de las posiciones dominantes a partr del Siglo XIX,
fundamentalmente del marxismo, así como en tiempos de la 2º Guerra Mundial y después, lo
fue Sartre en el campo de la filosofía occidental contemporánea. Las reflexiones foucaultianas solventadas por su erudita mirada de historiador, se constituyen no sólo en
textos de filosofía en los claustros universitarios, sino también en bandera militante de las
luchas populares y en lacerante testimonio sobre los discursos secretos
del preso y el loco.
Recorre la
historia procesando un examen implacable sobre el poder instrumentado en las
instituciones cerradas, en la tortura, la exclusión y la autocensura. Si bien es
difícil sintetizar su pensamiento, posiblemente sea interesante ofrecer algunas
preciciones centrales respecto de las temáticas que aborda. Intentaremos aludir a lo central de su pensamiento refirièndolo a las obras que lo contienen. Su planteo inicial se manifiesta en su
preocupación por los sujetos que viven, trabajan, etc., y están insertos en distintos
campos a los que otorgan algún status científico a partir de entenderlos. De este modo quiere analizar la formación de algunas ciencias
humanas con referencia a la práctica de las ciencias empíricas y el
discurso específico de los siglos XVII y XVIII (Las palabras y las cosas).
Su análisis se encamina luego a
la constitución del sujeto que le permite constituirse en objeto de
determinadas ciencias y sus prácticas.
El loco, el inválido y el delincuente se constituyen en objeto de
conocimiento como resultado de las prácticas de la psiquiatría, la medicina
clínica y la ciencia criminalística, que se analizan en sus obras Historia
de la Locura, El Nacimiento de la Clínica y Vigilar
y Castigar (de ésta última obra podrán ver uno de sus capítulos en DISCIPLINA. III. EL PANOPTISMO.
Como parte del
mismo proyecto aborda luego una historia de la subjetividad, entendiéndola
como la manera en que el sujeto se conoce a sí mismo en un juego de verdad y
cómo se relaciona consigo mismo.
Privilegia en este análisis el tema de la sexualidad y en la historia de
la sexualidad trata de constituir otro lugar de análisis del sujeto en relación
con la verdad. Para procesar el estudio
de tal relación plantea como metodología desterrar los conceptos universales
que, cuando se refieren a la naturaleza humana, deben ser evaluados y
examinados en su contexto específico.
Rechazar los universales de enfermedad, delincuencia o sexualidad
no significa no reconocerles contenido, sino considerar que éste varía con las
circunstancias y con el tiempo. En
consecuencia, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos cuáles son las
condiciones, de acuerdo con las normas vigentes, para enunciar verdades que nos
permiten reconocer al sujeto como un enfermo mental, delincuente, etc. (Historia
de la Sexualidad). También
afirma que podríamos investigar cuáles son las formas de verdadera enfermedad
mental o las modalidades de delincuencia real en cada etapa en particular para
poder explicar qué se pensaba en ese momento a este respecto.
El abordaje de
Foucault a estos temas podría sintetizarse afirmand con él que se debe descender al estudio
de las prácticas concretas a través de las que el sujeto se constituye dentro
de un campo de saber. Al estudiar a
partir de estas prácticas los diferentes modos de objetivación del sujeto,
entendemos la importancia que tiene el análisis de las relaciones de poder. No se trata de interrogar al poder
sobre su origen o sus límites legítimos, sino de estudiar los procesos y las
técnicas que se utilizan en diferentes contextos institucionales para operar
sobre la conducta de los individuos tomados en forma individual o como grupo,
para dirigir o modificar sus formas de actuar, para inscribir fines a sus actos
e insertarlos en ciertas estrategias globales, que son múltiples en su forma
como en el lugar en que se ejercen y también son diversas las técnicas que
emplean. Estas relaciones de poder
caracterizan las formas en que los hombres son gobernados entre sí y su
análisis ilustra como se objetiva al loco, al enfermo o al delincuente a través
de ciertas formas de gobernar a los locos, los enfermos y los
delincuentes. Este procedimiento
analítico no nos permite deducir que tal o cual abuso de poder ha producido
locos, criminales o enfermos donde no los había, sino que las diferentes y
particulares formas de gobierno de los individuos han desempeñado un
papel determinante en los diversos modos de objetivación del sujeto.
Para terminar, agregamos que todas las precisiones que Foucault lleva a cabo sobre
el poder están referidas a los mecanismos a través de los cuales se procesa,
concretados en dispositivos sujetos a redes hábilmente vinculadas (ver Las Redes del Poder), asi como las
redes de resistencia, cuya combinación estratégca significa en el pensamiento
foucaultiano la teoría sobre el cambio social.
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