No hay mucho que pueda considerarse polémico en el tratado. Los gobiernos signatarios acuerdan no exportar armas a países a los que se aplica un bloqueo de armas, ni exportar armas que facilitarían “la comisión de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra” u otras violaciones al derecho humanitario internacional. La exportación de armas está prohibida si facilita la “violencia de género o la violencia contra los niños” o si las armas son utilizadas para “el crimen internacional organizado”. ¿Por qué Estados Unidos necesita más tiempo que los más de 90 países restantes que tuvieron suficiente tiempo para leer y aprobar el texto? La respuesta estriba en el poder del lobby de la industria armamentista y la aparente incapacidad del Presidente Barack Obama de hacer lo correcto, especialmente si no fue fríamente calculado desde el punto de vista político.
El gobierno de Obama hizo fracasar el tratado exactamente una semana después de la masacre en Aurora, Colorado. En Colorado Obama prometió “oraciones y reflexión”. Como afirmó el Alcalde de la Ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, al referirse a que tanto Obama como Mitt Romney estaban evitando hablar del control de armas: “Las palabras reconfortantes son muy lindas, pero quizá ya es hora de que las dos personas que aspiran a la presidencia de Estados Unidos nos digan qué es lo que van a hacer al respecto. Porque obviamente este es un problema que afecta a todo el país y cada día mueren muchas personas a causa de heridas de armas de fuego. Esto debe terminar, y en lugar de que los dos candidatos (el Presidente Obama y el Gobernador Romney) nos digan en términos abstractos que quieren hacer 'del mundo un lugar mejor', dígannos cómo lo harán. Este es un problema real. Más allá de cuál sea su posición respecto a la Segunda Enmienda, más allá de cuál sea su postura sobre las armas, tenemos derecho a que ambos nos digan concretamente, no solo en términos generales, qué van a hacer con respecto a las armas”.
La violencia con armas es un gran problema en Estados Unidos, que solo parece penetrar en la conciencia de la población cuando ocurre una masacre. Los defensores de la tenencia de armas atacan a quienes sugieren que se necesita mayor control de armas y los acusan de politizar la masacre. Sin embargo, algunos funcionarios electos están tomando medidas al respecto. El gobernador de Illinois, Pat Quinn, está impulsando una prohibición a las armas de asalto en su estado, similar a la que está en vigor en California, Connecticut, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York.
El vicepresidente ejecutivo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), Wayne LaPierre, lanzó una amenaza ante la conferencia de la ONU: “Las armas de fuego para uso de civiles no deben formar parte de ningún tratado. No puede haber ningún tipo de concesión al respecto. Ni las Naciones Unidas ni ninguna otra influencia externa tiene la autoridad de interferir en las libertades consagradas en nuestra Declaración de Derechos, otorgada por nuestro creador a toda la humanidad. Por lo tanto, la NRA luchará con toda su fuerza para hacer fracasar cualquier tratado que incluya armas civiles dentro del ámbito de su aplicación”. La NRA organizó una campaña para enviar cartas de oposición al tratado, que fueron firmadas por 51 senadores y 130 miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Tras el fracaso de la conferencia, la NRA se atribuye haberle dado el tiro de gracia al tratado.
Por supuesto que no hay nada en el tratado que pudiera afectar las leyes nacionales de armas de Estados Unidos. Los derechos protegidos en la venerada Segunda Enmienda (“Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido.”) permanecerían intactos. El interés de la NRA no solo está puesto en los portadores de armas individuales, sino también en los fabricantes y exportadores de armas de Estados Unidos. Estados Unidos es el mayor fabricante, exportador e importador de armas del mundo. La regulación de este flujo mundial de armamento es lo que probablemente alarma más a la NRA, no la posibilidad de que la ONU elimine las armas que la gente posee legalmente en Estados Unidos.
Los manifestantes que protestaron frente a la sede de las Naciones Unidas durante la conferencia sobre el Tratado de comercio de armas recrearon un cementerio simbólico y en cada lápida pusieron la siguiente leyenda “2.000 personas mueren cada día a causa de la violencia con armas”. Es decir que muere una persona por minuto. En muchos lugares del mundo masacres similares a la de Aurora suceden con demasiada frecuencia. Unos días después de lo sucedido en Aurora, al menos nueve personas murieron en un ataque con avión estadounidense no tripulado en el noroeste de Pakistán. Funcionarios paquistaníes afirmaron que se sospechaba que las víctimas eran militantes, pero el gobierno de Obama considera a todo hombre adulto que es atacado por aviones no tripulados como militante, a menos que se demuestre lo contrario, póstumamente.
Luego de que la conferencia culminara sin éxito, Suzanne Nossel, de Amnistía Internacional, declaró: “Se trata de una cobardía sorprendente del gobierno de Obama, que a última hora cambió radicalmente de postura y saboteó el avance hacia un tratado de armas mundial, justo cuando estaba llegando a la recta final”. Las palabras de Nossel fueron aún más severas al criticar al propio Departamento de Estado, donde trabajó tiempo atrás bajo el mando de Hillary Clinton.
La ONU prometió reanudar la iniciativa de aprobar un tratado de comercio de armas, a pesar de la intransigencia del país al que Martin Luther King Jr. denominó “el principal proveedor de violencia del mundo”. Hasta entonces, las bananas estarán más fuertemente reguladas que los buques de guerra y las bazucas.
Escuche (en español)
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
El gobierno de Obama hizo fracasar el tratado exactamente una semana después de la masacre en Aurora, Colorado. En Colorado Obama prometió “oraciones y reflexión”. Como afirmó el Alcalde de la Ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, al referirse a que tanto Obama como Mitt Romney estaban evitando hablar del control de armas: “Las palabras reconfortantes son muy lindas, pero quizá ya es hora de que las dos personas que aspiran a la presidencia de Estados Unidos nos digan qué es lo que van a hacer al respecto. Porque obviamente este es un problema que afecta a todo el país y cada día mueren muchas personas a causa de heridas de armas de fuego. Esto debe terminar, y en lugar de que los dos candidatos (el Presidente Obama y el Gobernador Romney) nos digan en términos abstractos que quieren hacer 'del mundo un lugar mejor', dígannos cómo lo harán. Este es un problema real. Más allá de cuál sea su posición respecto a la Segunda Enmienda, más allá de cuál sea su postura sobre las armas, tenemos derecho a que ambos nos digan concretamente, no solo en términos generales, qué van a hacer con respecto a las armas”.
La violencia con armas es un gran problema en Estados Unidos, que solo parece penetrar en la conciencia de la población cuando ocurre una masacre. Los defensores de la tenencia de armas atacan a quienes sugieren que se necesita mayor control de armas y los acusan de politizar la masacre. Sin embargo, algunos funcionarios electos están tomando medidas al respecto. El gobernador de Illinois, Pat Quinn, está impulsando una prohibición a las armas de asalto en su estado, similar a la que está en vigor en California, Connecticut, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York.
El vicepresidente ejecutivo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), Wayne LaPierre, lanzó una amenaza ante la conferencia de la ONU: “Las armas de fuego para uso de civiles no deben formar parte de ningún tratado. No puede haber ningún tipo de concesión al respecto. Ni las Naciones Unidas ni ninguna otra influencia externa tiene la autoridad de interferir en las libertades consagradas en nuestra Declaración de Derechos, otorgada por nuestro creador a toda la humanidad. Por lo tanto, la NRA luchará con toda su fuerza para hacer fracasar cualquier tratado que incluya armas civiles dentro del ámbito de su aplicación”. La NRA organizó una campaña para enviar cartas de oposición al tratado, que fueron firmadas por 51 senadores y 130 miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Tras el fracaso de la conferencia, la NRA se atribuye haberle dado el tiro de gracia al tratado.
Por supuesto que no hay nada en el tratado que pudiera afectar las leyes nacionales de armas de Estados Unidos. Los derechos protegidos en la venerada Segunda Enmienda (“Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido.”) permanecerían intactos. El interés de la NRA no solo está puesto en los portadores de armas individuales, sino también en los fabricantes y exportadores de armas de Estados Unidos. Estados Unidos es el mayor fabricante, exportador e importador de armas del mundo. La regulación de este flujo mundial de armamento es lo que probablemente alarma más a la NRA, no la posibilidad de que la ONU elimine las armas que la gente posee legalmente en Estados Unidos.
Los manifestantes que protestaron frente a la sede de las Naciones Unidas durante la conferencia sobre el Tratado de comercio de armas recrearon un cementerio simbólico y en cada lápida pusieron la siguiente leyenda “2.000 personas mueren cada día a causa de la violencia con armas”. Es decir que muere una persona por minuto. En muchos lugares del mundo masacres similares a la de Aurora suceden con demasiada frecuencia. Unos días después de lo sucedido en Aurora, al menos nueve personas murieron en un ataque con avión estadounidense no tripulado en el noroeste de Pakistán. Funcionarios paquistaníes afirmaron que se sospechaba que las víctimas eran militantes, pero el gobierno de Obama considera a todo hombre adulto que es atacado por aviones no tripulados como militante, a menos que se demuestre lo contrario, póstumamente.
Luego de que la conferencia culminara sin éxito, Suzanne Nossel, de Amnistía Internacional, declaró: “Se trata de una cobardía sorprendente del gobierno de Obama, que a última hora cambió radicalmente de postura y saboteó el avance hacia un tratado de armas mundial, justo cuando estaba llegando a la recta final”. Las palabras de Nossel fueron aún más severas al criticar al propio Departamento de Estado, donde trabajó tiempo atrás bajo el mando de Hillary Clinton.
La ONU prometió reanudar la iniciativa de aprobar un tratado de comercio de armas, a pesar de la intransigencia del país al que Martin Luther King Jr. denominó “el principal proveedor de violencia del mundo”. Hasta entonces, las bananas estarán más fuertemente reguladas que los buques de guerra y las bazucas.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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