Autoras/es: Stella Maris Torre
(Fecha original del artículo: Septiembre 2002)
(Fecha original del artículo: Septiembre 2002)
Como ya tratamos al estudiar el pensamiento de Althusser, el psicoanálisis a partir de Freud y otros teóricos pertenecientes a esta escuela, incorporó y proporcionó nuevas interpretaciones a la sociología. En estos términos se concreta la obra de los pensadores del Instituto de Frankfurt, que nosotros analizaremos a partir de un texto perteneciente Theodor Adorno, Prólogo a la televisión. Aun cuando en dicho texto están presentes las categorías que definen su teoría, nos detendremos en hacer algunos comentarios que ilustren la perspectiva de este autor respecto de la televisión.
El mencionado Instituto de Frankfurt fue fundado en esta ciudad de Alemania en la que nació Adorno. A ella pertenecieron figuras tan célebres como W. Benjamin, H. Marcuse M. Horkeheimer y otras de igual prestigio e importancia en el periodo comprendido entre la 1º y la 2º Guerra Mundial. Precisamente el advenimiento del nazismo en Alemania significó un grave problema para los miembros del Instituto que debieron emigrar, en su gran mayoría, a EE.UU.
Estos pensadores marxistas independientes realizaron un giro sin precedentes hacia las cuestiones de la conciencia y la cultura como parte vital -pero olvidada- de una dialéctica histórica de la sociedad, y como un instrumento para entender mejor los aspectos estabilizantes del capitalismo moderno. Las investigaciones precursoras de Luckács sobre las estructuras mentales cosificadas en una sociedad mercantil recibieron los aportes de la teoría psicoanalítica.
El vínculo que tal producción tiene con el pensamiento de Marx es identificable a partir de considerar la concepción marxista de los propósitos del arte, la producción cultural y el trabajo humano, la alienación y el fetichismo de los bienes bajo el capitalismo, el problema de la ideología y la cuestión del realismo literario.
El arte, como parte definida del trabajo humano, no es una mera copia o reflejo de la llamada realidad externa, según Marx, sino que está empapado con propósitos humanos. Marx interpretó el trabajo y la producción dentro de un ambiente natural y social dado, donde los hombres producen ideas, conciencia, lenguaje del objeto por el sujeto y viceversa. Citamos estos conceptos porque definen la fuente de la mediación genérica que Heller señala como indispensable para posibilitar el desarrollo humano-específico propio del individuo.
En la obra de Adorno, fundamentalmente en la Dialéctica del Iluminismo que escribió en colaboración con Horkheimer se desarrolla el concepto de industria de la cultura, que incorporamos a los contenidos de esta problemática. Adorno calificó despectivamente como tal a lo que en términos generales podríamos calificar como el arte técnicamente reproducido, dentro del cual estaría incluido el cine, el arte pop, la televisión, etc.
No podemos dejar de destacar que así como es destacable la originalidad de su pensamiento crítico, por otro lado, la especificidad de su relación con el marxismo revela la ausencia total de una relación significativa con la acción social. En general, podemos reprocharle que en el refinado cuerpo de su pensamiento se manifestó un distanciamiento excesivo frente a los problemas vitales y mundanos de la población no intelectual. Al afirmar esto no queremos sugerir que toda actividad intelectual deba subordinarse a las exigencias históricas inmediatas o a los problemas ordinarios de los trabajadores, sino destacar que, en algunos casos, la teoría social crítica desarrollada en el marco del Instituto de Frankfurt padece sustancialmente por estar excesivamente alejada de estas realidades.
El concepto de industria de la cultura está ligado a un particular análisis de la modernidad industrial en el que se descartan los logros de la época de la máquina y la sociedad colectivista, mediante el ataque generalizado contra sus formas de vida cosificadas. El trabajo industrial imponía una repetición incesante de los movimientos (el trabajo automatizado de la línea de montaje) y simultáneamente, los hombres eran tratados y se trataban a sí mismos como átomos, como objetos intercambiables bajo un régimen represivo de igualdad meramente formal. Allí radicaba su crítica a la manipulación productivista de la naturaleza, al tratamiento de la naturaleza (física y humana) como objeto de explotación. La cultura, en este contexto, aparecería como un producto de la sociedad industrial y medio de atomización y cosificación. Para ir concluyendo, diremos que Adorno encara su teoría cultural a partir de una sociología de la música, cuya especificidad no tiene antecedentes en el pensamiento marxiano. Su inmediato precedente es Weber quien la inició, en cierta medida, como disciplina alemana, señalando la gran importancia de la música en la vida cultural de ese país. Para Adorno, en la música, sobre todo en la de Beethoven hay una promesa de felicidad que se verá turbada por el todo social represivo (aludiendo a la cultura de masas). Además, aunque no lo cite explícitamente, Weber está presente en Adorno a través de su conceptualización sobre la racionalidad instrumental capitalista. Así es visible que en su teoría el foco se desplaza del proceso de trabajo capitalista a los valores de intercambio comerciales en la sociedad burocrática y consumista del SXX. Por último, y en lo que respecta al tratamiento freudiano, Adorno señala en su teoría la fuerte vinculación de las identificaciones individuales con el grupo y su autoridad con la racionalidad del capitalismo. Al respecto, son de gran importancia sus trabajos sobre el autoritarismo y el exterminio de los campos de concentración nazis.
Este análisis ha sido extenso por las razones expuestas al principio y porque el pensamiento de Adorno, representativo del Instituto de Frankfurt, y sus reflexiones acerca de la industria de la cultura, nos permiten relacionar conceptos de autores analizados anteriormente: Marx, Weber, Luckács, Heller y Freud y la escuela del psicoanálisis, cuya notable influencia en la teoría althusseriana de la ideología hemos desarrollado al tratar el tema de la IDEOLOGÍA Y PRODUCCIÓN SOCIAL EN LA VIDA COTIDIANA.
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