Autoras/es: Alice M. del Toro Ruiz
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCION
CAPITULOS
I. INFORMACION GENERAL DEL AUTOR: GEORGES DUBY
II. HISTORIA SOCIAL E IDEOLOGIA E LAS SOCIEDADES
A. Las sociedades medievales: una visión de conjunto
B. Notas para la elaboración de un sistema de clasificación social
C. Historia de los sistemas de valores
D. Historia social e ideologías de las sociedades
III. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION
Para propósitos de este trabajo presentaremos un análisis del libro Historia social e ideologías de las sociedades de Georges Duby. Examinaremos, además, los pensamientos que deja entrever Duby en su narración de la historia. En este caso la historia medieval, específicamente los siglos X a XIII período que él trabajó.
Para propósitos del análisis hemos realizado una división de tres capítulos. En el capítulo I nos presentamos unos breves datos biográficos de Georges Duby. En el análisis que realizamos, en el Capítulo II, examinamos el texto siguiendo el orden de los cuatro subtemas que nos presenta el autor. Los cuatro temas son los siguientes: las sociedades medievales: una visión de conjunto, notas para la elaboración de un sistema de clasificación social, la historia de los sistemas de valores y la historia social e ideologías de las sociedades. En el capítulo III presentamos unas conclusiones generales.
Para propósitos del análisis hemos realizado una división de tres capítulos. En el capítulo I nos presentamos unos breves datos biográficos de Georges Duby. En el análisis que realizamos, en el Capítulo II, examinamos el texto siguiendo el orden de los cuatro subtemas que nos presenta el autor. Los cuatro temas son los siguientes: las sociedades medievales: una visión de conjunto, notas para la elaboración de un sistema de clasificación social, la historia de los sistemas de valores y la historia social e ideologías de las sociedades. En el capítulo III presentamos unas conclusiones generales.
CAPITULO I
INFORMACION GENERAL DEL AUTOR: GEORGES DUBY
Georges Duby es considerado como uno de los pilares de la escuela histórica de Francia y especialista de la Edad Media. Se le identifica como un modesto y generoso erudito que supo comunicar al público no especializado su pasión por una época poco conocida y tachada de austera.
Nació en París en 1919 y falleció el 3 de diciembre de 1996 a la edad de setenta y siete años, en su casa de Provenza, al sur de Francia. Su obra más representativa, Tiempos de catedrales fue publicada en Francia en Gallimard en 1976. Duby insistía en especificar que se limitaba al período del siglo X al XIII. Los tres primeros siglos de la Francia de los Capetos 1 eran realmente sus predilectos.
Estudió en el instituto de Macon (Borgoña). donde más que la historia su asignatura preferida era la geografía. Fue uno de los discípulos más sobresalientes de la Escuela de los Anales 2 , impulsada por Marc Bloch y Lucien Febvre primero, y por Fernand Braudel después. En su trabajo Duby invita al historiador a ir más allá de la historia y a completar su visión con otras disciplinas anexas.
La Nueva Historia que nace de la escuela de los anales no valora de la historia tradicional el género de la biografía y la descripción de acontecimientos. Duby ocupa un lugar muy privilegiado entre los nuevos historiadores pues combina el rigor del pensamiento y el conocimiento de las palabras. Entendía que la historia necesitaba claridad y paciencia pero también estilo, imaginación y pasión. Duby sólo concebía la historia bajo el prisma de lo bello, e incluso del sueño, de la imaginación, a falta de la imposible objetividad. Decía que era preciso que: “la historia volviese a ser lo que era en el siglo XIX, en tiempos de Michelet 3 : un género literario”.
Duby, elegante prosista, fue un excelente medievalista que sabía también sensibilizar al público no especializado sobre los encantos remotos de los siglos XI y XII. Su obra Tiempos de las catedrales la adaptó a la televisión francesa en 1980. La obra escrita es extensa y en ella llega a tratar temas de arte o relativos a la organización de la sociedad (Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Gallimard, 1978). y a las estructuras conyugales (El caballero, la mujer y el cura, Hachette, 1981).. A pesar de que pertenecía ala Escuela de los Anales, donde no se valoraba el género biográfico fue autor de un estudio sobre la figura de caballero que representa Guillermo el Mariscal (Fayard, 1984). y uno de los primeros en reintroducir el acontecimiento que había estado “desterrado” la historiografía, en El domingo de Bouvines, Gallimard, 1973. Una manera de reconciliar a los partidarios de la "nueva historia" con los incondicionales de los relatos de batallas y retratos de grandes personajes, la historia de las estructuras y la historia de los acontecimientos.
Nació en París en 1919 y falleció el 3 de diciembre de 1996 a la edad de setenta y siete años, en su casa de Provenza, al sur de Francia. Su obra más representativa, Tiempos de catedrales fue publicada en Francia en Gallimard en 1976. Duby insistía en especificar que se limitaba al período del siglo X al XIII. Los tres primeros siglos de la Francia de los Capetos 1 eran realmente sus predilectos.
Estudió en el instituto de Macon (Borgoña). donde más que la historia su asignatura preferida era la geografía. Fue uno de los discípulos más sobresalientes de la Escuela de los Anales 2 , impulsada por Marc Bloch y Lucien Febvre primero, y por Fernand Braudel después. En su trabajo Duby invita al historiador a ir más allá de la historia y a completar su visión con otras disciplinas anexas.
La Nueva Historia que nace de la escuela de los anales no valora de la historia tradicional el género de la biografía y la descripción de acontecimientos. Duby ocupa un lugar muy privilegiado entre los nuevos historiadores pues combina el rigor del pensamiento y el conocimiento de las palabras. Entendía que la historia necesitaba claridad y paciencia pero también estilo, imaginación y pasión. Duby sólo concebía la historia bajo el prisma de lo bello, e incluso del sueño, de la imaginación, a falta de la imposible objetividad. Decía que era preciso que: “la historia volviese a ser lo que era en el siglo XIX, en tiempos de Michelet 3 : un género literario”.
Duby, elegante prosista, fue un excelente medievalista que sabía también sensibilizar al público no especializado sobre los encantos remotos de los siglos XI y XII. Su obra Tiempos de las catedrales la adaptó a la televisión francesa en 1980. La obra escrita es extensa y en ella llega a tratar temas de arte o relativos a la organización de la sociedad (Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Gallimard, 1978). y a las estructuras conyugales (El caballero, la mujer y el cura, Hachette, 1981).. A pesar de que pertenecía ala Escuela de los Anales, donde no se valoraba el género biográfico fue autor de un estudio sobre la figura de caballero que representa Guillermo el Mariscal (Fayard, 1984). y uno de los primeros en reintroducir el acontecimiento que había estado “desterrado” la historiografía, en El domingo de Bouvines, Gallimard, 1973. Una manera de reconciliar a los partidarios de la "nueva historia" con los incondicionales de los relatos de batallas y retratos de grandes personajes, la historia de las estructuras y la historia de los acontecimientos.
CAPITULO II
HISTORIA SOCIAL E IDEOLOGIA DE LAS SOCIEDADES
Las sociedades medievales: una visión de conjunto.
En este ensayo Duby se presenta como seguidor de la escuela de historia social y como discípulo de Lucien Febvre. Al evocar la memoria de Marc Bloch reconoce que éste le ofreció la oportunidad de "…haber descubierto que era preciso buscar al hombre vivo bajo el polvo de los archivos y en el silencio de los museos…" (p. 6). Observa el desarrollo significativo de la historia social a la que llama “el pariente pobre de la historia económica." (p. 6). Reconoce que a pesar del desarrollo y éxito obtenido por la historia social hay que ser precavidos en dos aspectos:
En este ensayo Duby se presenta como seguidor de la escuela de historia social y como discípulo de Lucien Febvre. Al evocar la memoria de Marc Bloch reconoce que éste le ofreció la oportunidad de "…haber descubierto que era preciso buscar al hombre vivo bajo el polvo de los archivos y en el silencio de los museos…" (p. 6). Observa el desarrollo significativo de la historia social a la que llama “el pariente pobre de la historia económica." (p. 6). Reconoce que a pesar del desarrollo y éxito obtenido por la historia social hay que ser precavidos en dos aspectos:
"1…en el hecho de que los historiadores de la economía medieval algunas veces han aplicado una concepción de la economía basada en los datos actuales a la observación del pasado, uso que resulta anacrónico y deformador." (p. 7). Esto pues no se considera la acción humana.
"2. … sería falso pensar que uno ha concluido el análisis de una sociedad cuando, por la lectura de los censos, de los registros de valores o de los catastros, llega a poder situar a los jefes de los distintos hogares en los diferentes niveles de una jerarquía de fortunas; cuando al interpretar los términos en que está redactado un contrato de arrendamiento o de cualquier otro tipo puede distinguir el grado de explotación al que este trabajador concreto estaba sometido; cuando por medio del censo fiscal ha podido entrever las tendencias de una evolución demográfica."(p. 78).
Coincidimos con estos planteamientos, pues entendemos que la condición económica sola no es determinante, lo importante es la imagen que el individuo o el grupo hace de ella. Los fenómenos sociales no pueden ser observados como una continuación de fenómenos económicos, pues al así hacerlos se está limitando el conocimiento. Duby reconoce en los estudios históricos la aportación que han hecho las ciencias sociales. Además, reconoce que éstas pueden "seducir a los medievalistas mucho más que los documentos escritos en aquel tiempo, por que fueron redactados por los hombres de Iglesia que concedían a las cosas del espíritu una función mucho más importante que a las realidades económicas…" (p. 9).
Entiende estos documentos son los que permiten entender los fenómenos mentales. Sin embargo, reconoce que hay que ser cuidadoso para no adjudicar a las estructuras mentales más autonomía pues se opacarían a las estructuras económicas.
Plantea que para que la historia social siga su desarrollo debe de ubicarse en un punto de encuentro entre la historia de la civilización material y la historia del pensamiento colectivo. Para trabajar este asunto propone tres principios metodológicos, estos son:
Coincidimos con estos planteamientos, pues entendemos que la condición económica sola no es determinante, lo importante es la imagen que el individuo o el grupo hace de ella. Los fenómenos sociales no pueden ser observados como una continuación de fenómenos económicos, pues al así hacerlos se está limitando el conocimiento. Duby reconoce en los estudios históricos la aportación que han hecho las ciencias sociales. Además, reconoce que éstas pueden "seducir a los medievalistas mucho más que los documentos escritos en aquel tiempo, por que fueron redactados por los hombres de Iglesia que concedían a las cosas del espíritu una función mucho más importante que a las realidades económicas…" (p. 9).
Entiende estos documentos son los que permiten entender los fenómenos mentales. Sin embargo, reconoce que hay que ser cuidadoso para no adjudicar a las estructuras mentales más autonomía pues se opacarían a las estructuras económicas.
Plantea que para que la historia social siga su desarrollo debe de ubicarse en un punto de encuentro entre la historia de la civilización material y la historia del pensamiento colectivo. Para trabajar este asunto propone tres principios metodológicos, estos son:
“1. El hombre en sociedad constituye el objeto final de la investigación histórica.” (p.10). Esto incluye todas las creaciones humanas. La historia de las sociedades debe de considerar los fenómenos a diferentes niveles de análisis. De ahí la importancia de la síntesis o historia sintética.
“2. …dedicarse a descubrir las verdaderas articulaciones en el seno de una globalidad.” (p. 12). Por ejemplo los efectos de presiones económicas en la moral que se observan en las cofradías cistercienses.
“3. …al analizar con la mayor minuciosidad posible la interacción de los elementos Entrelazados de resistencia y propulsión, las aparentes rupturas que provoca y las contradicciones que agudiza es necesario disipar, en cada uno de los momentos que el historiador elige observar la ilusión de una diacronía.” (p. 15).
Cuando Duby señala articulaciones y discordancias en su intento por construir una historia de las sociedades medievales, utiliza como los rasgos fundamentales los siguientes: los inicios de la Edad Media y la unión de pueblos bárbaros con Roma. Los identifica como: “El choque de dos sociedades con culturas parecidas.” (p. 16). Y establece las similitudes de esas sociedades: “En cualquier caso, ambas sociedades, la de los invasores y la de los indígenas, eran rurales, esclavistas, dominadas por fuertes aristocracias y ambas eran de una brutalidad semejante. Se entremezclaron sin dificultad.” (p. 17). En ese proceso la Iglesia que quería una fe para todos por lo que contribuyó en la fusión de los dos grupos.
Estos grupos compartían las ideas de obediencia personal, el concepto de lo privado, daban importancia al orden espiritual, mientras, la autoridad del rey estaba desapareciendo y surgía el señorío. Las tres categorías sociales que se identifican fueron un modelo que se perpetuó por largo tiempo. Este incluía tres aspectos: “refleja ciertas modificaciones políticas.” (p. 24)., “noción de servicio reforzada en el marco de las adhesiones personales, sobre la que quería cimentar el orden social.” (p. 25). y “…ese modelo no respondía fielmente a la realidad concreta, sino que forzó su proceso de aceleración, en los últimos años del siglo XI en lo que se refiere al desarrollo económico.” (p. 2526).
Ese modelo incluía, por otro lado, el modelo de tres formas de dominación. Los tres aspectos que lo identifican son: económico, los señores sobre los trabajadores; político, la de los guerreros contra los hombres que no tenían armas y espiritual, la que la Iglesia quería establecer.
Para finales del Siglo XII la vida rural se vio dominada por el fenómeno urbano. Esto provocó grandes transformaciones sociales, por lo que la teoría de los tres órdenes se vio afectada. Las transformaciones se manifestaron en tres planos: el progreso material afectó la estratificación social, las relaciones sociales se afectaron en la medida en que las estructuras se alteraron, y se estimularon las iniciativas personales como resultado de una economía más dinámica. Como elemento nuevo, señala Duby, la aparición de una cultura profana de los caballeros. Para 1300 se observan otras rupturas (cambios sociales). a saber: una rápida “vulgarización del cristianismo” (el cristianismo como religión popular)., los focos principales de la creación de cultura que pasaron de la Iglesia a las cortes y las fuentes del historiador aumentan y pasan a ser laicas. Los documentos permitirán ver a los que no habían aparecido: los humildes. Dice Duby: “Todas esas rupturas han logrado establecer, en la tradición de la historiográfica medieval, y en especial en Francia, una censura que aísla nítidamente los siglos XIV y XV de sus precedentes.” (p. 33). El énfasis en la investigación, no sólo en Francia, sino en otros países en términos de la Edad Media, son los últimos dos siglos. Además, indica Duby: Otra de las cosas que hay que considerar para llegar a conclusiones plenamente satisfactorias, es tener en cuenta las actitudes mentales a través de: “Buscar las interconexiones entre el origen de esas rebeliones y el sistema de creencias y de mitos que gobernaba las conciencias populares y que es en esta época en la que por primera vez se deja entrever.” (p. 36). Entiende que el uso de la metodología científica es importante para clarificar la situación difícil que se genera en la historia social, pues “del progreso de esta historia dependerá en adelante el progreso de una historia de las sociedades.” (p. 37).
Para Duby el estudio de las sociedades es difícil pues hay distintos niveles culturales que introducen cada vez más los modelos que crea la élite. Por otro lado, el lenguaje que permite entender las representaciones mentales y la conducta el hombre o se ha complicado o ha desaparecido. Ante estas situaciones para construir la historia social se requiere se requiere el uso de una metodología científica. “Y la única manera de hacerlo científicamente es partiendo del principio de que las percepciones, los conocimientos, las reacciones afectivas, los sueños y los fantasmas, que los ritos, las leyes y las convenciones, que la amalgama de ideas recibidas que envuelve las conciencias individuales y de las que no llegan a librarse ni los más avanzados que intentan independizarse de ellas, que las visiones del mundo, más o menos, confusas, más o menos lógicas, pero que tiñen las acciones, deseos y rechazos de los hombres en sus relaciones con los demás, no constituyen elementos aislados sino una red coherente que los engloba a todos formando una verdadera estructura.”(p. 39-40).
Entiende Duby que el instrumento metodológico más eficaz que puede usar el historiador es “… la necesidad de llevar a término, conjuntamente y con el mismo rigor, él análisis de las infraestructuras materiales, ecológicas y económicas, de las estructuras políticas y de las ideológicas.” (p. 40).
Notas para la elaboración de un sistema de clasificación social
Cuando Duby señala articulaciones y discordancias en su intento por construir una historia de las sociedades medievales, utiliza como los rasgos fundamentales los siguientes: los inicios de la Edad Media y la unión de pueblos bárbaros con Roma. Los identifica como: “El choque de dos sociedades con culturas parecidas.” (p. 16). Y establece las similitudes de esas sociedades: “En cualquier caso, ambas sociedades, la de los invasores y la de los indígenas, eran rurales, esclavistas, dominadas por fuertes aristocracias y ambas eran de una brutalidad semejante. Se entremezclaron sin dificultad.” (p. 17). En ese proceso la Iglesia que quería una fe para todos por lo que contribuyó en la fusión de los dos grupos.
Estos grupos compartían las ideas de obediencia personal, el concepto de lo privado, daban importancia al orden espiritual, mientras, la autoridad del rey estaba desapareciendo y surgía el señorío. Las tres categorías sociales que se identifican fueron un modelo que se perpetuó por largo tiempo. Este incluía tres aspectos: “refleja ciertas modificaciones políticas.” (p. 24)., “noción de servicio reforzada en el marco de las adhesiones personales, sobre la que quería cimentar el orden social.” (p. 25). y “…ese modelo no respondía fielmente a la realidad concreta, sino que forzó su proceso de aceleración, en los últimos años del siglo XI en lo que se refiere al desarrollo económico.” (p. 2526).
Ese modelo incluía, por otro lado, el modelo de tres formas de dominación. Los tres aspectos que lo identifican son: económico, los señores sobre los trabajadores; político, la de los guerreros contra los hombres que no tenían armas y espiritual, la que la Iglesia quería establecer.
Para finales del Siglo XII la vida rural se vio dominada por el fenómeno urbano. Esto provocó grandes transformaciones sociales, por lo que la teoría de los tres órdenes se vio afectada. Las transformaciones se manifestaron en tres planos: el progreso material afectó la estratificación social, las relaciones sociales se afectaron en la medida en que las estructuras se alteraron, y se estimularon las iniciativas personales como resultado de una economía más dinámica. Como elemento nuevo, señala Duby, la aparición de una cultura profana de los caballeros. Para 1300 se observan otras rupturas (cambios sociales). a saber: una rápida “vulgarización del cristianismo” (el cristianismo como religión popular)., los focos principales de la creación de cultura que pasaron de la Iglesia a las cortes y las fuentes del historiador aumentan y pasan a ser laicas. Los documentos permitirán ver a los que no habían aparecido: los humildes. Dice Duby: “Todas esas rupturas han logrado establecer, en la tradición de la historiográfica medieval, y en especial en Francia, una censura que aísla nítidamente los siglos XIV y XV de sus precedentes.” (p. 33). El énfasis en la investigación, no sólo en Francia, sino en otros países en términos de la Edad Media, son los últimos dos siglos. Además, indica Duby: Otra de las cosas que hay que considerar para llegar a conclusiones plenamente satisfactorias, es tener en cuenta las actitudes mentales a través de: “Buscar las interconexiones entre el origen de esas rebeliones y el sistema de creencias y de mitos que gobernaba las conciencias populares y que es en esta época en la que por primera vez se deja entrever.” (p. 36). Entiende que el uso de la metodología científica es importante para clarificar la situación difícil que se genera en la historia social, pues “del progreso de esta historia dependerá en adelante el progreso de una historia de las sociedades.” (p. 37).
Para Duby el estudio de las sociedades es difícil pues hay distintos niveles culturales que introducen cada vez más los modelos que crea la élite. Por otro lado, el lenguaje que permite entender las representaciones mentales y la conducta el hombre o se ha complicado o ha desaparecido. Ante estas situaciones para construir la historia social se requiere se requiere el uso de una metodología científica. “Y la única manera de hacerlo científicamente es partiendo del principio de que las percepciones, los conocimientos, las reacciones afectivas, los sueños y los fantasmas, que los ritos, las leyes y las convenciones, que la amalgama de ideas recibidas que envuelve las conciencias individuales y de las que no llegan a librarse ni los más avanzados que intentan independizarse de ellas, que las visiones del mundo, más o menos, confusas, más o menos lógicas, pero que tiñen las acciones, deseos y rechazos de los hombres en sus relaciones con los demás, no constituyen elementos aislados sino una red coherente que los engloba a todos formando una verdadera estructura.”(p. 39-40).
Entiende Duby que el instrumento metodológico más eficaz que puede usar el historiador es “… la necesidad de llevar a término, conjuntamente y con el mismo rigor, él análisis de las infraestructuras materiales, ecológicas y económicas, de las estructuras políticas y de las ideológicas.” (p. 40).
Notas para la elaboración de un sistema de clasificación social
En este ensayo Duby destaca que la clasificación social que se impone a la conciencia colectiva tiene que ser observada por el historiador, pues es la que dirige a la sociedad. Las relaciones entre los seres humanos permiten la toma de conciencia de los demás y del mundo. En Europa las tres categorías jerarquizadas eran: “…un primer grupo reunía a los especialistas de la plegaria; un segundo grupo estaba formado por los especialistas de la guerra y en el tercero, mucho más numeroso, aparecían mezclados todos los trabajadores, destinados a mantener con el fruto de su trabajo a los miembros de las dos categorías superiores y privilegiadas.” (p. 43-44).
La división social del siglo IX era de acuerdo a las funciones de orar, combatir y trabajar.
Establece Duby la hipótesis de que el surgimiento de esta división de la sociedad es el resultado de una combinación de varios sistemas de clasificación de la época carolingia.
Uno de los sistemas era el eclesiástico que establecía correspondencia en tres condiciones: la de los monjes, la de los clérigos y la de los laicos. A este modelo se añaden tres grados de moral sexual: el de la virginidad, el de continencia y el conyugal. Los otros tres esquemas eran binarios y usaban la organización política: el más antiguo los libres y no libres, el que consideraba la imagen de la realeza y las funciones sacerdotal y guerrera se confundían; los oratores, victoria del soberano por plegarias y los bellatores, ayudaban con las armas y el que usa la distribución de poderes privados, los poderosos y los pobres. Estos cuatro sistemas se fueron ínter penetrando y para el Siglo XI fue seleccionado “el que mejor respondía a la evolución de las estructuras políticas.” (p. 51). Esa evolución tuvo efecto en tres niveles: la erosión del concepto de libertad – la eliminación de los esclavos y el resto; la mutación de la institución real, pues la autoridad monárquica se debilita y se separan las funciones litúrgicas y militares y la institucionalización del poder privado de los poderosos.
Indica Duby que: “el análisis de la evolución conjunta de las estructuras eclesiásticas y políticas permite comprender mejor la formación del esquema trifuncional en el ámbito episcopal.” (p. 53-54).
Frente a esa realidad el énfasis en el establecimiento de la clasificación social fue en la función desempeñada pues “era la función ejercida la que justificaba la situación particular de cada una de las tres categorías.” (p. 55).
Historia de los sistemas de valores
La división social del siglo IX era de acuerdo a las funciones de orar, combatir y trabajar.
Establece Duby la hipótesis de que el surgimiento de esta división de la sociedad es el resultado de una combinación de varios sistemas de clasificación de la época carolingia.
Uno de los sistemas era el eclesiástico que establecía correspondencia en tres condiciones: la de los monjes, la de los clérigos y la de los laicos. A este modelo se añaden tres grados de moral sexual: el de la virginidad, el de continencia y el conyugal. Los otros tres esquemas eran binarios y usaban la organización política: el más antiguo los libres y no libres, el que consideraba la imagen de la realeza y las funciones sacerdotal y guerrera se confundían; los oratores, victoria del soberano por plegarias y los bellatores, ayudaban con las armas y el que usa la distribución de poderes privados, los poderosos y los pobres. Estos cuatro sistemas se fueron ínter penetrando y para el Siglo XI fue seleccionado “el que mejor respondía a la evolución de las estructuras políticas.” (p. 51). Esa evolución tuvo efecto en tres niveles: la erosión del concepto de libertad – la eliminación de los esclavos y el resto; la mutación de la institución real, pues la autoridad monárquica se debilita y se separan las funciones litúrgicas y militares y la institucionalización del poder privado de los poderosos.
Indica Duby que: “el análisis de la evolución conjunta de las estructuras eclesiásticas y políticas permite comprender mejor la formación del esquema trifuncional en el ámbito episcopal.” (p. 53-54).
Frente a esa realidad el énfasis en el establecimiento de la clasificación social fue en la función desempeñada pues “era la función ejercida la que justificaba la situación particular de cada una de las tres categorías.” (p. 55).
Historia de los sistemas de valores
Duby señala que la historia global de una civilización es el resultado de los cambios que ocurren y aunque cada uno ocurre de forma independiente, se entrelazan. En algunos niveles como es la política los cambios son rápidos. Sin embargo, indica: “Mi experiencia personal, sin embargo, me lleva a pensar que no se producen mutaciones bruscas en la historia de los sistemas de valor.” (p. 57).
Entre las cosas que pueden generar cambios en los valores él identifica la aculturación, ya sea por dominación, invasión o penetración de una cultura externa. A pesar de que los cambios pueden ser lentos y parciales. “Las culturas por desgastadas que estén, se muestran reticentes a la agresión y, por regla general, oponen resistencias tremendamente eficaces a la irrupción de elementos alógenos.” (p. 58). Nos presenta Duby, como ejemplo el lento proceso que tuvo la incursión del cristianismo.
Reconocemos que los cambios en el sistema de valores son lentos pues los movimientos que los generan están afectados por presiones externas. Entre ellas: el desarrollo o la regresión económica están relacionados con alteraciones demográficas y modificaciones técnicas, lo que a su vez va a determinar los cambios en la producción y distribución de la riqueza en las diferentes escalas social y la transmisión de tradiciones de generación en generación a través de los distintos sistemas educativos. Los sistemas de valores no son inamovibles “…la transformación de las estructuras materiales, políticas y sociales altera sus fundamentos y los hace evolucionar, pero esa evolución se produce sin prisa y sin pausa, incluso en los medios culturales de vanguardia…” (p. 73). Otro problema es la previsibilidad de los cambios. “La misión del historiador es la de llegar a ordenar los hechos que se ofrecen a su observación, relacionarlos entre sí e introducen de este modo una lógica en el desarrollo de un tiempo lineal.” (p. 74).
Reconociendo que los cambios en los sistemas de valores ocurren de forma muy lenta debemos considerar: las tendencias más destacadas; descubrir los puntos donde la resistencia de la tradición aparece más frágil y considerar el suceso. Indica Duby que: “La manera en que una sociedad se forja su destino, el sentido que atribuye, con menor o mayor grado de razón, a su propia historia interviene la mayoría de las veces, como una de las armas más poderosas de las fuerzas conservadoras o progresivas, es decir, como uno de los puntales (entre los más decisivos). de una voluntad de salvaguardar o de destruir un sistema de valores, como freno o acelerador del movimiento que, según un ritmo variable, dirige las presentaciones mentales y las conducta que deben transformarse.” (p. 80).
Historia social e ideologías de las sociedades
Entre las cosas que pueden generar cambios en los valores él identifica la aculturación, ya sea por dominación, invasión o penetración de una cultura externa. A pesar de que los cambios pueden ser lentos y parciales. “Las culturas por desgastadas que estén, se muestran reticentes a la agresión y, por regla general, oponen resistencias tremendamente eficaces a la irrupción de elementos alógenos.” (p. 58). Nos presenta Duby, como ejemplo el lento proceso que tuvo la incursión del cristianismo.
Reconocemos que los cambios en el sistema de valores son lentos pues los movimientos que los generan están afectados por presiones externas. Entre ellas: el desarrollo o la regresión económica están relacionados con alteraciones demográficas y modificaciones técnicas, lo que a su vez va a determinar los cambios en la producción y distribución de la riqueza en las diferentes escalas social y la transmisión de tradiciones de generación en generación a través de los distintos sistemas educativos. Los sistemas de valores no son inamovibles “…la transformación de las estructuras materiales, políticas y sociales altera sus fundamentos y los hace evolucionar, pero esa evolución se produce sin prisa y sin pausa, incluso en los medios culturales de vanguardia…” (p. 73). Otro problema es la previsibilidad de los cambios. “La misión del historiador es la de llegar a ordenar los hechos que se ofrecen a su observación, relacionarlos entre sí e introducen de este modo una lógica en el desarrollo de un tiempo lineal.” (p. 74).
Reconociendo que los cambios en los sistemas de valores ocurren de forma muy lenta debemos considerar: las tendencias más destacadas; descubrir los puntos donde la resistencia de la tradición aparece más frágil y considerar el suceso. Indica Duby que: “La manera en que una sociedad se forja su destino, el sentido que atribuye, con menor o mayor grado de razón, a su propia historia interviene la mayoría de las veces, como una de las armas más poderosas de las fuerzas conservadoras o progresivas, es decir, como uno de los puntales (entre los más decisivos). de una voluntad de salvaguardar o de destruir un sistema de valores, como freno o acelerador del movimiento que, según un ritmo variable, dirige las presentaciones mentales y las conducta que deben transformarse.” (p. 80).
Historia social e ideologías de las sociedades
Inicia esta sección Duby afirmando: “Es evidente que la historia de las sociedades debe basarse en el análisis de las estructuras materiales.” (p. 81). Esto incluye organización, relaciones, posiciones, espacios ocupados, desarrollo poblacional, técnicas de producción y comunicación, división del trabajo y de riquezas, entre otros. Entendemos que el desarrollo de las ciencias sociales ha contribuido el progreso logrado por la historia social.
Duby entiende que es necesario dar atención a “los fenómenos mentales” pues son igual de importantes que los fenómenos económicos y demográficos. Y señala “… los hombres no regulan su situación en función de su situación real, sino de la imagen que de esta tienen, imagen que jamás es un fiel reflejo de la realidad.” (p. 82). Es por esto que la cultura tiene un papel importante en el modelo de conducta de los seres humanos, que no necesariamente tiene que ver con el aspecto material.
El sistema de valores influye en el sentido de pertenencia al grupo, en las obligaciones y “… convierte en tolerables e intolerables las reglas del derecho y los decretos del poder.” (p. 83). La investigación, entonces, permite escribir la historia de las sociedades a través del estudio de actitudes mentales. En este momento, el historiador debe de trabajar con el estudio de las ideologías. Duby acoge la definición de ideología que ofrece Althusser: “un sistema (que posee un rigor y una lógica propios). de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los casos). dotado de una existencia y de una función histórica en el seno de una sociedad dada.” (p. 84). Con esa definición de ideología, Duby procede a presentar las siguientes cinco características:
Duby entiende que es necesario dar atención a “los fenómenos mentales” pues son igual de importantes que los fenómenos económicos y demográficos. Y señala “… los hombres no regulan su situación en función de su situación real, sino de la imagen que de esta tienen, imagen que jamás es un fiel reflejo de la realidad.” (p. 82). Es por esto que la cultura tiene un papel importante en el modelo de conducta de los seres humanos, que no necesariamente tiene que ver con el aspecto material.
El sistema de valores influye en el sentido de pertenencia al grupo, en las obligaciones y “… convierte en tolerables e intolerables las reglas del derecho y los decretos del poder.” (p. 83). La investigación, entonces, permite escribir la historia de las sociedades a través del estudio de actitudes mentales. En este momento, el historiador debe de trabajar con el estudio de las ideologías. Duby acoge la definición de ideología que ofrece Althusser: “un sistema (que posee un rigor y una lógica propios). de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los casos). dotado de una existencia y de una función histórica en el seno de una sociedad dada.” (p. 84). Con esa definición de ideología, Duby procede a presentar las siguientes cinco características:
“1. Aparecen como sistemas completos y totalizadores que pretenden ofrecer una representación de conjunto de la sociedad – de su pasado, de su presente y de su futuro – integrada en una concepción global del mundo.” (p. 85).
“2. Las ideologías cuya función principal es la de dar un sentimiento de seguridad al hombre, son inherentemente deformadoras de la realidad.” (P.85).
“3. Ello significa que en una sociedad dada, coexisten diversos sistemas de representaciones, que rivalizan entre sí.” (p.86).
“4. Las ideologías tienen también un carácter estabilizador.” (p.87).
“5. Sin embargo, en las culturas de las que se puede escribir historia, todos los sistemas ideológicos se fundamentan en una visión de esa historia, estableciendo sobre una memoria, objetiva o mítica, de las épocas pasadas, el proyecto de un futuro que verá el advenimiento de una sociedad más perfecta.” (p.90). En este proceso las culturas se transforman.
Las ideologías como objeto de investigación histórica son una historia difícil. En primer lugar por la obtención de testimonios válidos. En muchos casos subsiste muy poca información. Cuando se trata de “ideologías populares” estos pueden ser observados por la atención que le pueden haber brindado las clases dominantes. Así también en el caso de las “ideologías contestatarias” hay que examinar la contra propaganda de las clases dirigentes.
Por lo que señala Duby: “Para reconstruir los sistemas ideológicos del pasado, el historiador debe de identificar, articular, descifrar e interpretar gran cantidad de signos dispersos.” (p.
95). Para Duby todas las fuentes documentales escritas proveen información pero también los documentos no escritos, por ejemplo los signos visuales. La metodología a seguir para identificar las ideologías es: reconstruir considerando lo no dicho; someterlos a un doble análisis, sincrónico y diacrónico y usar la observación histórica pues el momento optimo es el final de la lucha.
Duby recomienda la investigación se realice en dos etapas: “Las ideologías se presentan como la interpretación de una situación concreta. En consecuencia, tienden a reflejar los cambios. Pero tardan en hacerlo puesto que son conservadoras por naturaleza.” (p.100). Para evitar esto es necesario el uso de la cronología. Además, indica: “Los historiadores deben basarse en estos análisis de los desfases temporales para criticar y desmitificar a posteriori estos sistemas coherentes que son las ideologías del pasado…” (p. 101). Para esto el historiador debe de medir lo más exactamente posible, recordando que lo vivido y lo deseado están mezclados en la mayoría de los documentos.
Duby recoge muchos de sus planteamientos citando a Paul Veyne: “los motivos ideológicos determinan más directamente el comportamiento en el interior de ciertos marcos de relaciones sociales, y en especial en el interior de las instituciones. Hay que entender por tales, todos aquellos marcos, a propósito de los cuales se habla de ideal colectivo, de espíritu de cuerpo, de tradiciones de grupo, donde las ambiciones personales se confunden con la censura colectiva y donde un grupo social lucha por fines más desinteresados que los que sus miembros habrían perseguido individualmente. Es decir, se trata de situaciones donde los hombres, a partir de móviles no necesariamente idealistas luchan por conseguir fines ideales con tanto empeño como si estuviesen movidos por interés personal.” (p. 104-105).
La reformulación de sistemas ideológicos es una tarea muy difícil. En la medida que la misma puede ser resuelta nos dice Duby que: “Será pues entrever mejor, tal vez, aquello que en el estado actual de las ciencias humanas, sigue siendo todavía muy oscuro: el papel de lo imaginario en la evolución de las sociedades humanas.” (p.116-117).
Las ideologías como objeto de investigación histórica son una historia difícil. En primer lugar por la obtención de testimonios válidos. En muchos casos subsiste muy poca información. Cuando se trata de “ideologías populares” estos pueden ser observados por la atención que le pueden haber brindado las clases dominantes. Así también en el caso de las “ideologías contestatarias” hay que examinar la contra propaganda de las clases dirigentes.
Por lo que señala Duby: “Para reconstruir los sistemas ideológicos del pasado, el historiador debe de identificar, articular, descifrar e interpretar gran cantidad de signos dispersos.” (p.
95). Para Duby todas las fuentes documentales escritas proveen información pero también los documentos no escritos, por ejemplo los signos visuales. La metodología a seguir para identificar las ideologías es: reconstruir considerando lo no dicho; someterlos a un doble análisis, sincrónico y diacrónico y usar la observación histórica pues el momento optimo es el final de la lucha.
Duby recomienda la investigación se realice en dos etapas: “Las ideologías se presentan como la interpretación de una situación concreta. En consecuencia, tienden a reflejar los cambios. Pero tardan en hacerlo puesto que son conservadoras por naturaleza.” (p.100). Para evitar esto es necesario el uso de la cronología. Además, indica: “Los historiadores deben basarse en estos análisis de los desfases temporales para criticar y desmitificar a posteriori estos sistemas coherentes que son las ideologías del pasado…” (p. 101). Para esto el historiador debe de medir lo más exactamente posible, recordando que lo vivido y lo deseado están mezclados en la mayoría de los documentos.
Duby recoge muchos de sus planteamientos citando a Paul Veyne: “los motivos ideológicos determinan más directamente el comportamiento en el interior de ciertos marcos de relaciones sociales, y en especial en el interior de las instituciones. Hay que entender por tales, todos aquellos marcos, a propósito de los cuales se habla de ideal colectivo, de espíritu de cuerpo, de tradiciones de grupo, donde las ambiciones personales se confunden con la censura colectiva y donde un grupo social lucha por fines más desinteresados que los que sus miembros habrían perseguido individualmente. Es decir, se trata de situaciones donde los hombres, a partir de móviles no necesariamente idealistas luchan por conseguir fines ideales con tanto empeño como si estuviesen movidos por interés personal.” (p. 104-105).
La reformulación de sistemas ideológicos es una tarea muy difícil. En la medida que la misma puede ser resuelta nos dice Duby que: “Será pues entrever mejor, tal vez, aquello que en el estado actual de las ciencias humanas, sigue siendo todavía muy oscuro: el papel de lo imaginario en la evolución de las sociedades humanas.” (p.116-117).
CAPITULO III
CONCLUSIONES
Entendemos las obras de Georges Duby han ayudado a comprender la Edad Media, a disipar las dudas, a aclarar el espacio social y los fenómenos de las mentalidades e ideologías de la época. En los ensayos que hemos observado nos refleja que por muy alejadas de nosotros que estén aquellas "almas muertas", cuando se examinan los documentos y se realiza la investigación encontramos la información que aún tienen que ofrecernos. Su texto es de fácil lectura y los conceptos de sus ideas están marcados o claramente identificados a través de los ensayos.
En este libro Duby nos presenta como al conocer la historia social podemos entender la ideología que se desarrolla en las sociedades. Entiende que no es como lo han planteado los teóricos económicos cuyo énfasis y explicación gira exclusivamente, en torno a la economía. Entiende que la historia debe de enfatizar en las estructuras sostenedoras de ahí la importancia que adscribe a las instituciones sociales. Le interesa la historia orientada en datos que son analizados dentro de un contexto mental, social y cultural. Sin embargo, observamos que para llegar a conclusiones plenamente satisfactorias, uno tiene que tener en cuenta las actitudes mentales. Coincidimos con Duby pues entendemos que no hay tal separación como hechos y valores o ideologías, pues cuando señalamos hechos, hay una carga valorativa.
Duby ve el feudalismo como un hecho social que existe y tiene su propia dinámica. En este libro examina las particularidades de ese hecho social. El concepto "mentalite" esta presente pues Duby trata de establecer la estructura mental y psicológica colectiva de la época medieval. Nos presenta de forma simultánea el cambio y la continuidad de esa sociedad. Le interesa un período de tiempo determinado que no había sido estudiado (siglos X a XIII). y que él entiende es vital conocerlo para darle significación al período posterior.
Como reflejo de ser un seguidor de la escuela de los anales observamos que en repetidas ocasiones Duby establece la importancia de los documentos. Pero los documentos deben de pasar por un proceso de análisis deben ser estudiados siguiendo una metodología científica.
Para su trabajo desarrolla una metodología, pues entiende que el hecho hacia que la persona se quedara en el pasado. En este desarrollo las ciencias sociales juegan un papel importante en la investigación histórica, entre ellas la sociología ayudará pues entiende es necesario comprender las relaciones de los grupos. Las otras disciplinas serán auxiliares de la historia, lo que creará la historia total. La idea de la historia total se convierte en términos de la historia social.
Duby utiliza la crítica inmanente, de forma sincrónica – se ven las estructuras del sistema y cómo se producen y se reproducen esas formas de entender la cultura, y de forma diacrónica – se realiza un análisis histórico para entender la realidad, lo que permite ver las cosas de otra forma.
Aunque es la historia sintética o de síntesis la que permite la cooperación de las distintas disciplinas para entender el pasado, él hace una critica a la síntesis cuando indica: “Los recientes progresos del conocimiento histórico han permitido rectificar las conclusiones de antiguos trabajos de síntesis.” (p. 34). Cree que la ciencia de la historia va más allá de convertirse en una síntesis de los datos. Además, asume que la realidad está organizada, tiene orden que permite que existan leyes, pero que no llevan al determinismo.
Sus ideas marxistas se reflejan al señalar en su análisis importancia de la clase social, la dominación de la élite y el trato recibido por los trabajadores, entre otros. También las observamos en estos ensayos cuando deja ver como importante el funcionamiento del hombre anónimo.
En este libro Duby nos presenta como al conocer la historia social podemos entender la ideología que se desarrolla en las sociedades. Entiende que no es como lo han planteado los teóricos económicos cuyo énfasis y explicación gira exclusivamente, en torno a la economía. Entiende que la historia debe de enfatizar en las estructuras sostenedoras de ahí la importancia que adscribe a las instituciones sociales. Le interesa la historia orientada en datos que son analizados dentro de un contexto mental, social y cultural. Sin embargo, observamos que para llegar a conclusiones plenamente satisfactorias, uno tiene que tener en cuenta las actitudes mentales. Coincidimos con Duby pues entendemos que no hay tal separación como hechos y valores o ideologías, pues cuando señalamos hechos, hay una carga valorativa.
Duby ve el feudalismo como un hecho social que existe y tiene su propia dinámica. En este libro examina las particularidades de ese hecho social. El concepto "mentalite" esta presente pues Duby trata de establecer la estructura mental y psicológica colectiva de la época medieval. Nos presenta de forma simultánea el cambio y la continuidad de esa sociedad. Le interesa un período de tiempo determinado que no había sido estudiado (siglos X a XIII). y que él entiende es vital conocerlo para darle significación al período posterior.
Como reflejo de ser un seguidor de la escuela de los anales observamos que en repetidas ocasiones Duby establece la importancia de los documentos. Pero los documentos deben de pasar por un proceso de análisis deben ser estudiados siguiendo una metodología científica.
Para su trabajo desarrolla una metodología, pues entiende que el hecho hacia que la persona se quedara en el pasado. En este desarrollo las ciencias sociales juegan un papel importante en la investigación histórica, entre ellas la sociología ayudará pues entiende es necesario comprender las relaciones de los grupos. Las otras disciplinas serán auxiliares de la historia, lo que creará la historia total. La idea de la historia total se convierte en términos de la historia social.
Duby utiliza la crítica inmanente, de forma sincrónica – se ven las estructuras del sistema y cómo se producen y se reproducen esas formas de entender la cultura, y de forma diacrónica – se realiza un análisis histórico para entender la realidad, lo que permite ver las cosas de otra forma.
Aunque es la historia sintética o de síntesis la que permite la cooperación de las distintas disciplinas para entender el pasado, él hace una critica a la síntesis cuando indica: “Los recientes progresos del conocimiento histórico han permitido rectificar las conclusiones de antiguos trabajos de síntesis.” (p. 34). Cree que la ciencia de la historia va más allá de convertirse en una síntesis de los datos. Además, asume que la realidad está organizada, tiene orden que permite que existan leyes, pero que no llevan al determinismo.
Sus ideas marxistas se reflejan al señalar en su análisis importancia de la clase social, la dominación de la élite y el trato recibido por los trabajadores, entre otros. También las observamos en estos ensayos cuando deja ver como importante el funcionamiento del hombre anónimo.
BIBLIOGRAFIA
Contemporary authors Online. Reproduced in Biography Resources Center. Farmington Hills, Mich.: The Gale Group, 2004. http//galenet.galegroup.com/serviette/BioRC
Duby, Georges. Historia social e ideologías de las sociedades y otros ensayos sobre historia. (1976).. Barcelona: Editorial Anagrama. 117 pp.
Notas:
1. Dinastía de reyes que reinó en Francia de 987 a 1328.
2. Fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre, la Escuela de los Anales que dio lugar a la "nueva historia" agrupa a varios historiadores que, en reacción a la historia tradicional dominada por los acontecimientos y los personajes políticos individuales, dieron preferencia a una historia de estructuras, mentalidades y de larga duración, ampliando su disciplina con otras ciencias humanas.
3. Jules Michelet (17981874)., autor de una monumental Historia de Francia y de una magistral Historia de la Revolución Francesa, es uno de los padres de la historia francesa contemporánea, famoso por el carácter literario y épico de su estilo.
2. Fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre, la Escuela de los Anales que dio lugar a la "nueva historia" agrupa a varios historiadores que, en reacción a la historia tradicional dominada por los acontecimientos y los personajes políticos individuales, dieron preferencia a una historia de estructuras, mentalidades y de larga duración, ampliando su disciplina con otras ciencias humanas.
3. Jules Michelet (17981874)., autor de una monumental Historia de Francia y de una magistral Historia de la Revolución Francesa, es uno de los padres de la historia francesa contemporánea, famoso por el carácter literario y épico de su estilo.
* Publicado por el CENTRO DE ESTUDIOS AVANZADOS DE PUERTO RICO Y EL CARIBE SAN JUAN, PUERTO RICO
2 comentarios:
hola. saben cómo puedo conseguir este libro para descargar por internet. tal vez tengan algún link o algo similar que proporcionarme.
gracias
saludos
Para Alexis:
Entre mañana y pasado publicaremos las direcciones web de un centenar de bibliotecas virtuales, más algunos títulos disponibles (para ver todos tenemos que entrar a cada sitio). Saludos. PyP
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