Sobre la ficción del canal 7. El mientras tanto de la escuela...
Autoras/es: Edith Bello, Gabriel Brener
Junto a Edith Bello, directora de una escuela secundaria pública de la ciudad de Buenos Aires, escribimos algunas lineas a propósito del programa "Entre horas", que está saliendo por canal 7. Las compartimos
Entre horas, una ficción sobre los avatares de la vida cotidiana en una escuela pública.
La manera de nombrar anticipa, arriesga alguna hipótesis para quien lee o escucha. Entre horas pareciera referir a un estado de transición, o quizás, en clave de la propia jerga escolar, a un momento de poca importancia. A propósito de ello, un fragmento de una canción del eterno Lennon nos dice algo del “mientras tanto” " "La vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes". [1]
Sin rótulos
La sensación como espectadores que acompañamos los primeros capítulos de
" Entre horas" es que se trata de una ficción que logra poner de relieve con talento diversas escenas de lo que realmente ocurre en muchas escuelas, alejándose de los estereotipos a los que nos han acostumbrado las ficciones nacionales que muestran el ámbito escolar. A muchas las recordamos entre risas y afectos, aunque a los dos minutos somos cómplices al reconocer que se trata de lugares comunes donde priman caricaturas de docentes tontos, directoras bigotudas y autoritarias, alumnos que no son otra cosa que el traga o nerd, la linda, el gordo, el pobrecito, etc. Se fijan (con cemento) roles y etiquetas varias.[2]
Un lugar estratégico (para mirar la escuela)
Es una acertada decisión fílmica acompañar con la cámara a un integrante del equipo de orientación escolar (o gabinete), puesto que se trata de un lugar estratégico en las escuelas (las que cuentan con ello), que funciona como una especie de bisagra de la vida institucional. Un lugar, un rol, que puede constituirse en una función conectante de los diversos actores que entran en juego, y en especial en conflicto. En esta ficción se trata de un joven psicólogo, pero vale aclarar que dichos equipos también lo integran trabajadores sociales, psicopedagogas/os, licenciados/as en educación, imprimiéndole a dicho área mayor amplitud y riqueza en los abordajes profesionales sobre las situaciones conflictivas y dificultades que se abordan.
Es un lugar estratégico, un engranaje que habilita un doble movimiento, dejando entrar el afuera y sacando algunos adentros escolares. Andrés, el psicólogo de esta escuela, interviene, se involucra con situaciones vinculares que muestran el amor y la pelea entre adolescentes, la relación tensa y compleja entre familia y escuela, las fricciones entre alumnos y docentes; y en especial, su contacto permanente con un actor clave en la vida de una escuela, su directora.
El ¿afuera? de la escuela
Una de las patas fuertes de esta ficción es que pivotea entre el universo personal de los jóvenes y las horas transcurridas en la escuela. Y entonces, por ejemplo, se hace foco en nuevos territorios escolares, lugares antes desconocidos por la escuela y que hoy “se le meten” inevitablemente, las intervenciones en facebook que develan acusaciones y amenazas entre los pibes, o los padres que hacen uso de estos espacios para espiar en el mundo de sus hijos ya que no encuentran otra forma de acercarse a ellos.
Las relaciones y tensiones entre “patotas” de distintas escuelas también llevan horas de atención al interior de la escuela. Aquí el afuera es literal, y hasta dispara a los propios adultos de la institución a recorrer los alrededores de la escuela para desalentar enfrentamientos físicos “poniéndole el cuerpo” a las dificultades.
Podríamos preguntarnos en este mismo sentido qué pasa entre ese matrimonio por conveniencia que parecen conformar la familia y escuela. Las familias reclaman a la escuela por lo que ellas mismas no pueden hacerse cargo: un padre que vive la sexualidad de su hija como una amenaza, una madre que quiere controlar todo lo que pasa en la escuela y opina que “a la escuela se le va de las manos” la situación de adaptación de su hija… En la escuela se ponen de manifiesto los problemas y las contradicciones que están en el interior de cada familia.
En uno de los capítulos se instala la idea de “Escuela abierta” haciendo referencia a cómo mostrar y difundir lo que se aprende y vive en ese “entre horas” escolar y no tan escolar... Y ésta es la potencialidad de escuelas como la que se muestra en esta serie, que cuerpean las dificultades, las afrontan, se hacen cargo de sus limitaciones y le “ponen fichas” a los jóvenes que llenan sus aulas.
La directora es una persona
En este sentido se muestra con logrado realismo cómo la agenda que un directivo tiene prevista para un día cualquiera se ve postergada por el calor y el color de cantidades de urgencias. (reunión de cooperadora, madre que se apersona sin aviso, el baño que se tapa, un robo en el aula, patoteos, etc.). Poniendo de relieve que la urgencia muchas veces traiciona la agenda prevista por un directivo, pero es probable que otras tantas, dicha urgencia sea la evidencia de la falta de un proyecto educativo que ordene la escuela y le imprima sensación de futuro. No parece ser esto último el caso de la directora que nos convida “Entre horas”.
“Estamos trabajando en esto..” dice Paula aludiendo a un plural que revela decisiones compartidas, haciéndose cargo de un tono que nos muestra que al interior de la escuela hay dudas, contradicciones, temores que evidencian múltiples miradas , que desnudan incómodas preguntas. Muestran un estilo de gestión democrática, que dialoga, que se anima a buscar (aunque sin la certeza de encontrar) . El saber o las decisiones se construyen a lo largo de un tiempo, y también, “entre horas”.
La directora es una persona!, el psicólogo y los profes también, desarmando esa figura ideal o ridícula de seres ahistóricos, inmutables, que solo contribuyen a construir una ficción de neutralidad. De un sujeto asexuado, sin posiciones políticas, indoloro, que suele decir “esto esta bien y esto esta mal”. Sucede que a estas personas les pasan cosas como a cualquier otra. Igual que a los jóvenes , a los adultos de la escuela, les pasa el tiempo, los atraviesa, los interpela la realidad. Y eso es lo destacable e interesante. Los que están en la escuela son seres que dudan, se apasionan, sufren, se enamoran. Esto los hace más creíbles y potentes. En un momento del trajín diario, la directora hace una pausa ( sería el símil del parar la pelota, levantar la cabeza, para quien define el juego en la cancha). Incluso, sale a fumar a la terraza, buscando un momento de relax. Esto no solo denota la posibilidad de tomar distancia y pensar sino que también y sobre todo la hace más persona, y allí se intuye la tensión con ese hombre que se sienta a su lado. Se mezclan relaciones laborales, personales. Y nos pone de frente a un modo más real de cómo se constituye una autoridad pedagógica, somos testigos de algunas contradicciones de dicha construcción. Ella es autoridad, está fumando ( fuera de la escuela(?) pero sigue en su rol al acudir en ayuda del profe al que justamente “le están fumando” en el aula.
Con todos y con cada uno
Es cierto que cuando pensamos en la escuela se nos aparecen escenas colectivas, muchedumbres, un adulto y veintenas de pibes, recreos multitudinarios. Pareciera que lo escolar tiene relación con la idea de todos, o de bastantes, pocos solo en ocasiones. Y esto no tiene nada que ver con sentirse solo, que corre para pibes y adultos, en contextos de muchedumbres. Además es un todos con una impronta muy homogeneizante. Ser todos lo mismo. Nuestra escuela sarmientina se ha edificado con una marca de origen en la que la inclusión fue sinónimo de homogeneización. O sea, todos adentro de una misma manera. Eficaz para integrar enormes cantidades de poblaciones a la naciente nación argentina, eficaz para vigilar y disciplinar. Y en ese esquema, cualquier diferencia fue (es) interpretada como deficiencia, e incluso como amenaza.
Pareciera que al pensar el vínculo adultos y alumnos, este “con todos” es lo dominante y el “con cada uno” escasea en la vida cotidiana de las escuelas. Cualquiera podría argumentar, por razones sencillas de la proporción y los números, que cualquier escuela se trata de muy pocos adultos y muchísimos pibes. Es cierto. Pero esa razón no impide que (existan o) puedan buscarse situaciones del uno ( adulto) a uno, o de uno con dos o con tres que sean de mucha significatividad para quienes la vivencian, porque allí aparece una escucha más singular, un espacio de mayor intimidad para dar cuenta de uno mismo sin la presión de la mirada colectiva que a veces inhibe, ya sea por la burla, por la indiferencia o el expreso rechazo. Andrés, el psicólogo, logra con notable profesionalismo generar escenas de uno a uno, podríamos decir, dedica casi todos sus esfuerzos a este tipo de situaciones más íntimas. Es probable que el encuadre del gabinete lo permita más, pero tal como decíamos antes, en las escuelas suelen ocupar este rol también asesores pedagógicos que ensayan una intervención más plural[3], con los docentes y en las aulas, en pasillos y patios, en los recreos, etc. Poniendo a jugar situaciones de la vida personal de los chicos, pero ligados a la dinámica de los grupos que integran, a la enseñanza y aprendizaje en esos contextos. Asunto clave en la construcción de la convivencia escolar, en las tensiones y los desencuentros entre alumnos/as y docentes. Quizás este aspecto nos permite señalar algunas limitaciones que esta ficción encuentra en la forma de intervenir de Andres, mostrando mas un abordaje individual de los alumnos y nada (o apenas) una inserción en la dinámica de las aulas, en situaciones de enseñanza o de otro tipo.
Paradójicamente, el uno a uno que ocupa la centralidad del modus operandi de Andrés puede enseñar mucho a quienes destinan sus esfuerzos al estar con muchos o con todos. Recorrer las escenas de este psicólogo nos permite reconocer indicios de una notable tarea profesional y educativa. La mirada sensible, sus invitaciones a conversar, el respeto por el otro, entre otras cualidades, generan condiciones muy interesantes para reconocer más y mejor la diferencia que tiene cada pibe, diferencia que lo constituye como persona. Nos convida pinceladas magníficas para aprender más del uno a uno. Andrés se ofrece como un adulto disponible frente a los y las alumnas[4]. Quizás el límite que señalamos está ligado (también) a razones de rating y TV y su relación con el espectador. No es casual que esta ficción ocupe la pantalla calentita que dejó “En terapia” e intente prolongarse más en esa línea pero en otro contexto.[5] Razón que evidencia que la lógica televisiva ejerce su poder así como lo medios cuando instalan algunas miradas que simplifican con el árbol que suelen tapar el bosque, que por cierto, en “Entre horas” es bien intenso, creíble y una buena excusa para debatir públicamente sobre el valor de la escuela en esta época.
- Edith Bello es Profesora en Letras y directora de la EEM 1 DE 14 “Federico G. Lorca”, CABA.
- Gabriel Brener es Especialista en gestión y conducción del sistema educativo, ex-director de una escuela secundaria. Capacitador de docentes, profesor e investigador en UBA.
[1]“Life is what happens to you while your busy making other plans"
[2] Algunos ejemplos: El profesor hippie ( 1969 ), Jacinta Pichimahuida (1977) , El profesor punk (1988), Señorita maestra( 1983), Socorro quinto año (1990) Graduados ( 2012)
[3] De hecho la formación académica y profesional ensancha y enriquece el tipo de intervención que puede realizarse desde lo que se denomina equipo de orientación escolar (EOE), Asesoría pedagógica, Gabinete de Orientación, etc. Se trata de licenciados en educación, en comunicación, sociólogos, trabajadores sociales, antropólogos, psicopedagogos, psicólogos sociales, etc
[4] Con el pibe que no trae su autorización para una salida y no tiene quien lo ayude con una tarea ( casi irresoluble que da una docente), Andrés le ofrece atenta escucha, confianza y se sienta a trabajar con esa tarea. Lo mismo que con el profesor de música, al que le ofrece entrarle a los alumnos por un lado aun no explorado por este adulto que se muestra perdido, angustiado e impotente. Lo ayuda a encontrarse mejor con el sentido de su tarea, la necesidad de transformar su pasión por la música en una llave para abrir algunas nuevas puertas para enseñar. Aunque también aquí podríamos decir que faltó un meterse más con el profe y el grupo.
[5] Las sesiones de terapia de Andrés tienen un lugar relevante, también tiene presencia el espacio de análisis de la directora. Es magnífico que se les de visibilidad en la medida que humaniza a dichos sujetos escolares, muestra sus contradicciones, miedos, deseos, etc. Pero también, probablemente, sea un claro indicio de la lógica de continuidad del programa que reemplaza.
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