Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
Elogio
de la iniciativa privada
Jesús te mira. Vayas donde vayas, sus ojos te siguen. La tecnología moderna ayuda al hijo de Dios a cumplir sus funciones de vigilancia universal. Tres capas de plástico polarizado, que bloquean sucesivamente el paso de la luz, le facilitan la tarea.
Allá
por 1961 o 1962, una de estas imágenes de ojos corredizos llamó la atención de
un periodista. Julio Tacovilla iba caminando por una calle cualquiera de Buenos
Aires, cuando se sintió observado.
Desde
una vidriera, jesús le había clavado los ojos. Retrocedió y la mirada de jesús
retrocedió con él. Se detuvo y la mirada se detuvo.
Avanzó
y la mirada avanzó.
Esta
señal divina le cambió la vida y lo sacó
de pobre.
Poco
después, Tacovilla voló a Port-au-Prince, y por medio de la embajada de su
país en Haití consiguió una audiencia con el presidente vitalicio Papa Doc
Duvalier.
Llevaba
un gran cuadro bajo el brazo:
-Tengo
algo que mostrarle, Excelencia -dijo.
Era
un retrato del dictador. Los ojos se movían.
-
Papa Doc te mira - explicó Tacovilla.
Papa
Doc asintió con la cabeza.
-No
está mal --dijo, yendo y viniendo ante su propia imagen -. Cuántos puede hacer?
-
Cuánto puede pagar?
- Le
pago lo que sea.
Y
así Haití se llenó de miradas vigilantes y el inquieto periodista se llenó de
dinero.
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