Autoras/es: Silvana Cataldo, Ramiro Massaro
(Fecha original del artículo: Abril 2013)
La irrupción de las Nuevas Tecnologías
en las aulas, durante las últimas décadas, se produce por diversas causas.
Una de ellas es de tipo cultural: las nuevas tecnologías se instalaron en
las actividades cotidianas de las personas, provocando cambios en la manera de
relacionarse, de comunicarse, de mirar la realidad. La escuela logró resistir
este ingreso por un tiempo, continuando e incluso reforzando en algunos casos
los modelos tradicionales de enseñanza y aprendizaje. Fueron las decisiones
políticas educativas de los últimos años, con aciertos y desaciertos, las que
buscaron actualizar las instituciones planteando la necesidad de incorporar
Nuevas Tecnologías en las prácticas educativas. Las primeras reacciones
surgieron tras las presiones y actividades no previstas ni contempladas en las
tareas habituales de los docentes. Los dispositivos finalmente llegaron a
las instituciones, mientras que los docentes iban realizando capacitaciones
para adaptarse en forma gradual a estas nuevas herramientas.
El proceso de integración no ha sido
lineal ni fácil e incluso se hallaron (en algunos casos, todavía se hallan)
algunos impedimentos y, a la vez, algunos resultados interesantes. Para
algunos autores, como Area Moreira (2002), las condiciones que generan resistencia
a la inclusión de las TIC en los procesos educativos pueden ser:
- la persistencia del modelo de
institución escolar tradicional, del que ya hemos hablado;
- la organización del curriculum sigue
también la concepción tradicional, organizado según el modelo ilustrado
de la cultura del siglo XVIII (es decir, compartimentalizado y secuenciado en
materias y disciplinas científicas en orden creciente de dificultad);
- el desarrollo deficitario de la
infraestructura y de los recursos tecnológicos en las aulas y centros
educativos debido a las limitadas inversiones económicas;
- la escasa capacitación en
conocimientos y destrezas tanto tecnológicas como pedagógicas para que el
profesorado pueda planificar, desarrollar y evaluar actividades apoyadas en
tecnologías no impresas;
- la vigencia en las actividades y
prácticas del aula de los modelos tradicionales de enseñanza que privilegian la
transmisión y recepción del conocimiento y de un modelo de cultura
libresco, enciclopedista.
Las condiciones actuales de este
proceso siguen siendo auspiciosas ya que hoy resulta imprescindible que los
docentes y las instituciones educativas atiendan este nuevo escenario minado
por la innovación tecnológica y, como consecuencia, empiecen a revisar,
cuestionar y reformular sus métodos en función de estos cambios sociales con
los que la comunidad, sobre todo los niños y adolescentes, conviven a diario.
Hoy es imposible negar el rol que
tienen las nuevas tecnologías en nuestra vida diaria y de qué manera han
afectado al mundo y su funcionamiento e incluso a la percepción que hacemos del
mismo (la primacía de la imagen por sobre el texto, los nuevos códigos y
canales de comunicación y la fragmentación del mundo lineal y secuencial).
Si sumamos la potencialidad de los dispositivos digitales para
distribuir la información, para lograr trabajos colaborativos entre
estudiantes, la formación de redes entre docentes y la creación de nuevos
conocimientos entre otras funcionalidades puede darse un cambio en las
propuestas pedagógicas para mejorar la calidad educativa. A pesar de las
resistencias, hacia allá vamos...
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