Recopilación y edición: Cecilia Chérrez; César Padilla; Sander Otten; Maria Rosa Yumbla; Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL, www.ocmal.org); ACCIÓN ECOLÓGICA (Alejandro de Valdez N24-33 y La Gasca; Quito – Ecuador, www.accionecologica.org)
Fotografías: Sander Otten; Juan Pablo Barragán
Con el apoyo de: Broederlijk Delen; Appleton Foundation; Entrepueblos – Entrepobles; Global Greengrants Fund
(Fecha original: Quito, Ecuador - Noviembre 2011)
5. UNA
MIRADA A LA CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA DESDE LA RED DE MUJERES DEFENSORAS DE
DERECHOS SOCIOAMBIENTALES CONTRA LA MINERIA
5.4 BOLIVIA52
“Aquí nadie nos está
utilizando, estamos aquí para defender nuestros derechos como mujeres”
Bolivia es un
país que por efectos de la colonia reivindica la actividad minera como base
fundamental de su economía. Por esta razón hasta hace unos 10 años era casi
imposible oír demandas socio ambientales, o que comunidades íntegras se opongan
a la minería o que pidan que se pare la contaminación del agua y del suelo.
La minería tiene rostro de varón y sufrimiento. La minería subterránea diezmó a la población indígena en la colonia, y sigue diezmando de manera sistemática a las poblaciones quechuas y aymaras durante la vida republicana, incluso es un serio atentado contra las comunidades campesinas.No solamente es una tentación para los jóvenes que ingresan a “ganar dinero extra” por la subida en el precio de los minerales, la minería sigue expandiéndose como plaga sobre los territorios de las comunidades indígenas y campesinas, arrebatándoles todo a su paso.
A diferencia de otros países y por el proceso iniciado con el Presidente Morales, el protagonismo de las organizaciones sindicales, los pueblos indígenas y campesinos en la elaboración de políticas públicas ha sido fundamental, razón por la cual, la protesta no era vista como una amenaza sino como una expresión legitima de los sectores sociales en busca de la reivindicación de sus derechos. Sin embargo, en la segunda gestión del Presidente Morales las cosas cambiaron.
La detonante de este cambio es la defensa de la madre tierra, de la pachamama.
Se cuestiona al gobierno que mantenga la misma matriz primario exportadora de
sus antecesores pues atenta seriamente a la vida, la naturaleza y la búsqueda
del vivir bien.La minería tiene rostro de varón y sufrimiento. La minería subterránea diezmó a la población indígena en la colonia, y sigue diezmando de manera sistemática a las poblaciones quechuas y aymaras durante la vida republicana, incluso es un serio atentado contra las comunidades campesinas.No solamente es una tentación para los jóvenes que ingresan a “ganar dinero extra” por la subida en el precio de los minerales, la minería sigue expandiéndose como plaga sobre los territorios de las comunidades indígenas y campesinas, arrebatándoles todo a su paso.
A diferencia de otros países y por el proceso iniciado con el Presidente Morales, el protagonismo de las organizaciones sindicales, los pueblos indígenas y campesinos en la elaboración de políticas públicas ha sido fundamental, razón por la cual, la protesta no era vista como una amenaza sino como una expresión legitima de los sectores sociales en busca de la reivindicación de sus derechos. Sin embargo, en la segunda gestión del Presidente Morales las cosas cambiaron.
Una manifestación clara de lo que afirmamos es el empuje del gobierno a la exploración y explotación de petróleo en áreas protegidas, el incentivo a la minería, entre otros. Evidentemente a mayor incentivo a la industria extractiva, mayor movilización social de protesta en todo el país, por eso no parece casual que en las últimas semanas se haya aprobado una ley que incorpora al Código Penal los delitos de terrorismo y separatismo, sancionados con hasta veinte años de cárcel: “ART. 133.- (TERRORISMO).- El que formare parte, actuare al servicio o colaborare de cualquier forma, con una organización armada destinada a cometer delitos contra la seguridad común, delitos contra la vida o delitos contra la seguridad integral, con la finalidad de subvertir el orden constitucional, deponer al gobierno elegido constitucionalmente, mantener en estado de alarma o pánico colectivo a la población o a un sector de ella, será sancionado con presidio de 15 a 20 años, sin perjuicio de la pena que le corresponda si se cometieran tales delitos”.
Queda la pregunta de qué se entiende por “mantener en estado de alarma o pánico colectivo a la población o a un sector de ella”, más ahora que las movilizaciones de sectores indígenas en defensa de sus recursos y formas de vida son recurrentes.
Criminalización a mujeres
Si bien la
criminalización de la protesta está dirigida fundamentalmente a los movimientos
sociales y a sus dirigentes (hombres y mujeres), hay formas propias de tratar a
las mujeres, que se repiten a lo largo de la historia. Graficamos esta
afirmación con algunos testimonios: “Grave es
ser mujer, desde que estamos peleando con los mineros de todo me dicen, no hay caso
de decir nada, ese ratito me dicen que vaya a cocinar, que por qué me meto en
cosas de hombres, que si mi marido no puede manejarme hay muchos mineros que me
harían el favor, por eso lloro, sabe Dios cómo tengo que hacer para cuidar mi
tierra, ya no puedo dormir, estoy enferma, llorando no más estoy, qué voy hacer,
qué se puede hacer” (Carmen – Coro Coro)
“Atrevidos son los mineros, el
otro día de borrachos han pateado mi puerta, que queriendo estas caminando53me han dicho, tienes que
cuidar a tus wawas dicen. ¿Cómo les voy a cuidar si de mis ganaditos vivo y
hartas ovejas se me han muerto con esa agua que sale de la mina?” (Carolina – Kori Chaka)
“Difícil es ser dirigente, los
hombres creen que eres fácil, no te escuchan, grave he peleado, más bien que mi
esposo siempre me acompaña y se para cuando me insultan, me defiende también, los
hombres creen que como ellos vamos a andar tomando. Pero hay que hacerse
escuchar, hay que hacerse respetar” (Justa –
CNAMIB)
Estas
afirmaciones que pueden parecer casos aislados, en realidad son un ejemplo de
la sociedad machista en la que las mujeres tienen que pelear, reflejan una dura
realidad, y para ello basta leer las declaraciones del Presidente Morales a
propósito de la gran marcha de los indígenas iniciada el 16 de agosto en contra
de la carretera del TIPNIS y por el derecho a la consulta:
“Si yo tuviera tiempo, iría a
enamorar a las compañeras yuracarés y convencerlas de que no se opongan, así
que jóvenes, tienen instrucciones del Presidente de conquistar a las compañeras
yuracarés, trinitarias, para que no se opongan a la construcción del camino” (La Razón, 2011).
Para las compañeras esta declaración expresa las condiciones adversas en las que las mujeres tenemos que pelear por nuestros derechos. Ser dirigente o luchar contra los proyectos extractivistas significa poner en riesgo nuestra integridad física y la de nuestras familias, significa revestirnos de dureza y fortaleza para aguantar las duras jornadas junto a nuestros hijos y parejas.
Al momento de escribir este texto centenares de mujeres indígenas del TIPNIS participan de la gran marcha de los pueblos indígenas junto a sus hijos. Estas mujeres son cuestionadas “por sacrificar a sus hijos”, “por usarlos políticamente”. Como respuesta, la Presidenta de la Central de Mujeres Indígenas de Bolivia (CMIB), del pueblo Moré, Melva Hurtado, se preguntaba: ¿Cuándo se interesaron por las mujeres? ¿Cuándo se interesaron por las mujeres en las comunidades? ¿Ustedes saben cómo vivimos nosotras en las comunidades? ¿Ustedes saben si nos llega un tarro de leche allá en nuestras comunidades, para nuestros niños? Aquí nadie nos está utilizando, estamos aquí para defender nuestros derechos como mujeres, para defender nuestro territorio, y pensábamos que a la ministra, siendo mujer, que creo que también es madre o tiene hijos ¿cómo no le va a doler el corazón de ver a esos niños que están sufriendo? y que sufren no solamente aquí, en la marcha, sino que sufren en todas las comunidades, en todos los territorios.
Por qué no se cuestiona a los hombres, a los padres de los y las niñas que marchan. Además de la presión física, sicológica y anímica, las mujeres deben explicar por qué no pueden dejar a sus hijos en casa. La criminalización no es solamente la acción directa o legal, la criminalización se expresa también en los intentos de deslegitimación, en la burla, el hostigamiento, la discriminación por la condición de sexo u origen. La criminalización es la expresión de un Estado machista y colonizador que busca dominar, conquistar, dividir, en nombre del desarrollo y el progreso.
Para las compañeras esta declaración expresa las condiciones adversas en las que las mujeres tenemos que pelear por nuestros derechos. Ser dirigente o luchar contra los proyectos extractivistas significa poner en riesgo nuestra integridad física y la de nuestras familias, significa revestirnos de dureza y fortaleza para aguantar las duras jornadas junto a nuestros hijos y parejas.
Al momento de escribir este texto centenares de mujeres indígenas del TIPNIS participan de la gran marcha de los pueblos indígenas junto a sus hijos. Estas mujeres son cuestionadas “por sacrificar a sus hijos”, “por usarlos políticamente”. Como respuesta, la Presidenta de la Central de Mujeres Indígenas de Bolivia (CMIB), del pueblo Moré, Melva Hurtado, se preguntaba: ¿Cuándo se interesaron por las mujeres? ¿Cuándo se interesaron por las mujeres en las comunidades? ¿Ustedes saben cómo vivimos nosotras en las comunidades? ¿Ustedes saben si nos llega un tarro de leche allá en nuestras comunidades, para nuestros niños? Aquí nadie nos está utilizando, estamos aquí para defender nuestros derechos como mujeres, para defender nuestro territorio, y pensábamos que a la ministra, siendo mujer, que creo que también es madre o tiene hijos ¿cómo no le va a doler el corazón de ver a esos niños que están sufriendo? y que sufren no solamente aquí, en la marcha, sino que sufren en todas las comunidades, en todos los territorios.
Por qué no se cuestiona a los hombres, a los padres de los y las niñas que marchan. Además de la presión física, sicológica y anímica, las mujeres deben explicar por qué no pueden dejar a sus hijos en casa. La criminalización no es solamente la acción directa o legal, la criminalización se expresa también en los intentos de deslegitimación, en la burla, el hostigamiento, la discriminación por la condición de sexo u origen. La criminalización es la expresión de un Estado machista y colonizador que busca dominar, conquistar, dividir, en nombre del desarrollo y el progreso.
Reflexiones finales y desafíos
La
criminalización pasa por diversos niveles y tamices, no se trata de una acción
aislada sino de procesos sistemáticos cuya finalidad es eliminar, quitar del
paso a todos los que se oponen al desarrollo económico, extractivista y
capitalista. La criminalización tiene características concretas en el caso de
las mujeres, de las que destacamos las siguientes:
• Primero: se
cuestiona y ataca la feminidad de la mujer, es decir su propia condición de
mujer, por lo que las amenazas tienen que ver con su integridad física y
sicológica.
• Segundo: se amenaza el entorno directo de las mujeres que son los hijos, lo que altera también su mundo emocional y provoca en muchos casos depresión severa.
• Tercero: ser lidereza no significa estar absuelta de las responsabilidades del hogar, la mujer debe llevar la casa y el cargo de la misma manera.
• Cuarto: las mujeres sufren presión de dos frentes: uno, de parte de sus compañeros de organización, que las amedrentan y desvalorizan, y dos, de parte de la sociedad y el Estado que acusa a las mujeres de poner en riesgo la vida de sus hijos cuando participan de las movilizaciones.
En otras palabras, se equipara la mujer con la madre tierra como dadora de vida, con la naturaleza, con la vida misma, pero cuando esta mujer sale con su compañero y su comunidad como defensora del derecho a la vida, se la acusa de atentar contra su vida y la de su familia.
Las mujeres asumen el rol que les toca con la integridad y fortaleza que viene de la lucha cotidiana por la sobrevivencia y la vida, saben que ejerciendo el derecho a la protesta y la movilización lograrán hacer respetar nuestros derechos.
• Segundo: se amenaza el entorno directo de las mujeres que son los hijos, lo que altera también su mundo emocional y provoca en muchos casos depresión severa.
• Tercero: ser lidereza no significa estar absuelta de las responsabilidades del hogar, la mujer debe llevar la casa y el cargo de la misma manera.
• Cuarto: las mujeres sufren presión de dos frentes: uno, de parte de sus compañeros de organización, que las amedrentan y desvalorizan, y dos, de parte de la sociedad y el Estado que acusa a las mujeres de poner en riesgo la vida de sus hijos cuando participan de las movilizaciones.
En otras palabras, se equipara la mujer con la madre tierra como dadora de vida, con la naturaleza, con la vida misma, pero cuando esta mujer sale con su compañero y su comunidad como defensora del derecho a la vida, se la acusa de atentar contra su vida y la de su familia.
Las mujeres asumen el rol que les toca con la integridad y fortaleza que viene de la lucha cotidiana por la sobrevivencia y la vida, saben que ejerciendo el derecho a la protesta y la movilización lograrán hacer respetar nuestros derechos.
52. Elizabeth López, Red de
Mujeres, Oruro, Bolivia
53. Se refiere a participar de las
movilizaciones y liderarlas
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