Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
Arguedas
Yo estaba regresando de Montevideo, al cabo de un
viaje. De dónde venía, no recuerdo, pero sí recuerdo que en el avión había
leído El zorro de arriba y el zorro de abajo, la novela final de José María
Arguedas. Arguedas había empezado a escribir ese adiós a la vida el día que
decidió matarse, y la novela era su largo y desesperado testamento. Yo la leí y
le creí, desde la primera página le creí: aunque no conocía a ese hombre, le
creí como si fuera mi
siempre amigo.
En El zorro, Arguedas había dedicado a Onetti el más alto elogio que un
escritor pueda brindar a otro escritor: había escrito que estaba en Santiago de
Chile, pero que en realidad quería estar en Montevideo, para encontrarse con
Onetti . y apretarle la mano con que escribe.
En casa de Onetti, se lo comenté. Él no
sabía. La novela, recién publicada, no había llegado todavía a Montevideo. Se
lo comenté, y Onetti quedó callado. Hacía bien poco que Arguedas se había partido
la cabeza de un balazo.
Los dos estuvimos mucho tiempo, minutos
o años, en silencio.
Después yo dije algo, pregunté algo, y
Onetti no contestó. Entonces alcé los ojos y le vi aquel tajo de humedad que le
atravesaba la cara.
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