Gerontólogas en el Asilo San José
Autoras/es: Ana Solá
En el marco de los 120 años de la
Sociedad de San Vicente de Paul, entidad que brinda apoyo al
Asilo San José, dos psicoterapeutas especialistas en
Gerontología, las lic. Liliana Tarditi y Valeria Echandía,
mediante el programa PROage, ofrecen formación a todo el
personal que en ese asilo de ancianos se desempeña,
fomentando de esa forma un intercambio entre experiencia y
conocimientos técnicos que favorecen a todos los residentes
del lugar. Las gerontólogas hablan del proceso de
envejecimiento, de los miedos de los adultos mayores y de cómo
elegir un buen geriátrico para un ser querido.
(Fecha original del artículo: Octubre 2012)
“En el
marco de los 120 años de la actuación de la Sociedad San Vicente
de Paul en Río Cuarto que perdura en el Asilo San José se ha
comenzado una actividad de formación al personal de gente
especializada en Gerontología, a la Comisión y después
trabajarán también con los residentes. Este programa se llama
“Cuidar al cuidador”. Y en este momento en Río Cuarto creemos
que es la única institución que lo está haciendo” -explica
Carola Brunetti de Quirós, miembro de la Comisión-. “Somos tres
las responsables de la Comisión que hemos tenido esta
iniciativa: Leonor de Bussi, Hilda de Rodríguez y yo, pensando
que lo profesional también tiene que entrar aparte del afecto.
Somos mujeres que estamos batallando para que este objetivo
de vida se convierta en un objetivo de trabajo: luchar por el
Asilo San José”.
-¿Qué es la Gerontología?
Liliana: - La Gerontología es una disciplina que surge para estudiar el envejecimiento como un proceso y la vejez como parte del curso vital. En sus inicios se define de manera interdisciplinaria, por eso es una formación de posgrado. En realidad, son distintas disciplinas que se encargan de trabajar en lo que es el proceso de envejecimiento para su mejora de calidad de vida y en lo que es la vejez.
-¿Qué trabajo están realizando en el Asilo San José?
Valeria: - Nosotras fuimos convocadas por la Comisión del Asilo para realizar un trabajo de conocimiento y también de aporte desde nuestro conocimiento de saber teórico gerontológico, que es una mirada nueva, una mirada integral del adulto mayor para introducir la formación de recursos gerontológicos en el personal que está cuidando a los adultos mayores en este espacio.
Liliana: - La idea es que cuidando a los que cuidan, en este caso, vamos a fortalecer la calidad de vida que se brinda como servicio desde la institución. Y que era un poco la inquietud de la Comisión en este momento: cómo apoyar el saber práctico experiencial que tienen los trabajadores del Asilo para mejorar la calidad de los servicios que se les ofrecen a los residentes. Es importante esta apertura que está teniendo el Asilo para generar más conocimiento para favorecer la calidad de vida de los residentes y la formación y el estar de los trabajadores. Es complementar nuestro saber desde lo teórico y el saber de las trabajadoras desde la experiencia.
-¿Qué cosas les enseñan por ejemplo?
Liliana: - Trabajamos sobre cómo se da el envejecimiento, no sólo en términos biológicos sino también en términos psicológicos. Hay muchos prejuicios en relación a que el envejecimiento solamente se asocia con la pérdida, con el desgaste, con el deterioro biológico, cuando en realidad sabemos que esa mayor vulnerabilidad que tenemos a nivel físico no se condice necesariamente con los aspectos psicológicos y sociales. Una persona envejecida puede emocionalmente tener ganas de seguir creciendo, de seguir aprendiendo, de seguir compartiendo con sus pares, hay un deseo de la persona vieja que hay que poder respetar y más en un tipo de institución de estadía completa como es ésta, entonces es importante contemplar los intereses, las necesidades, las carencias que los residentes que conviven aquí pueden estar manifestando.
- Uno puede seguir sintiéndose joven, ¿pero si el cuerpo no acompaña?
Valeria: - Justamente por eso nosotras vemos desde una mirada integral a la persona, al sujeto que no es solamente un cuerpo, sino que tiene otros aspectos como el social y el psicológico. Y se dice que lo psicológico no envejece nunca, porque tiene que ver con los proyectos, con la posibilidad de hacerse cargo de los cambios, de ir aceptándolos, de ir adaptándose, ir pudiendo ver que a pesar de la presencia de patologías, de dificultades o la misma toma de medicamentos no hace a un envejecimiento patológico sino que hay otros aspectos que son propios de la persona y del desarrollo que hay que contemplar también y que se evidencian en aspectos de la personalidad que tienen que ver con la salud y no con la enfermedad.
- Con el aumento de la expectativa de vida, ¿hay mucha diferencia entre los ancianos de ayer a los de hoy?
Liliana: - Claro que sí, hay mucha diferencia. Si uno compara la generación de lo que fueron nuestros abuelos con la generación actual de adultos mayores hay una diferencia abismal. Porque la gente llega a tener más edad con mejor calidad de vida, y acompaña este proceso con otras ofertas que en la actualidad se encuentran como pueden ser los programas educativos, los talleres socio-preventivos, que hacen que el adulto mayor siga inserto en la sociedad.
-¿Cuáles son los miedos que los ancianos les manifiestan?
Valeria: - En eso hay que hacer referencia en que no hay un solo modo de envejecer, sino que nosotros cuando nos referimos al proceso de envejecimiento decimos que hay tantas vejeces como sujetos envejecientes y esto porque rescatamos la historia de la persona y lo podemos ver como un individuo, como alguien único, entonces los miedos, las necesidades, las dificultades, y todo esto que puede aparecer o no en el transcurso de la vida y del tiempo de la persona va a tener que ver justamente con su historia. No necesariamente aparecen miedos propios de la edad, esto también puede tener que ver con los mitos, en cierta edad aparecen en tal aspecto y, en realidad, tiene que ver con la historia de la persona, no con una generalidad. Siempre tratamos de individualizar y de tomar lo que hace que esa persona sea de esa manera.
Liliana: - Además, esta carga prejuiciosa que la sociedad tiene en relación al envejecimiento tiene que ver con el miedo a perder la autonomía, el miedo a que la enfermedad atropelle nuestra memoria, nuestra capacidad de discernimiento, nuestra posibilidad de seguir siendo independientes en la vida. Creo que uno de los miedos más generalizados es este, que está asentado también en un mercado, así como las disciplinas médicas han avanzado muchísmo hemos generado una cierta dependencia con la farmacia, con la necesidad de una píldora que nos solucione la vida en el instante y que no siempre pasa por ese lado la dificultad o la carencia de la persona envejeciente. A veces, se remite también a la necesidad de tener un lugar reconocido socialmente, un lugar reconocido dentro de la familia, a papeles que ha abandonado a raíz de la jubilación, por ejemplo, y que en esta sociedad en transición debido a esta mayor expectativa de vida todavía no hay roles sociales definidos, entonces, están incorporándose paulatinamente.
-¿Y le temen al Alzheimer?
- Sí, mucho. Uno de los miedos generalizados es a perder la memoria y en estrecha relación con lo que es la enfermedad de Alzheimer. Nosotras, desde las intervenciones gerontológicas ponemos permanentemente el acento en que es una enfermedad como cualquier otra y que no la padecen todos los adultos mayores, no va asociada estrechamente a la edad. Entonces, hay que cuidar la memoria, hay que cuidar las capacidades intelectuales, pero no se pierde la memoria con los años, por lo tanto es importante tener en cuenta que a veces cambia el ritmo de funcionamiento de la memoria, pero eso no equivale a que la persona pierda su identidad. El perder la memoria o el miedo a perderla tiene que ver con el miedo a perder la propia historia. Si yo de pronto tengo permanentemente olvidos dejo de saber quién soy. Y por ahí se justifica que haya esta sensación de que a medida de que se va envejeciendo se va desvaneciendo o desintegrando la personalidad. Pero que quede claro esto como un mensaje: la memoria no se pierde por los años, la memoria se pierde de acuerdo al estilo de vida y a la posibilidad de ser interrumpido el proceso por alguna enfermedad.
-¿Y a la muerte le tienen miedo?
Valeria: - Recién surgió el tema de muerte y, en realidad, cuando nosotros hablamos de la muerte con un adulto mayor nos despierta los temores a nosotros. Esto de la muerte se presenta en el adulto mayor como una relación en tiempo, el adulto mayor sabe que cronológicamente tiene un tiempo mucho más corto por delante que lo que una persona más joven o una persona adulta tiene. Si bien no sabemos cuándo nos va a tocar, pero la representación que se hace la persona adulta mayor de la muerte es como menos traumática o más natural, no genera tanta angustia. En algunos casos, por supuesto, en otros no. Tendrá que ver con cómo ha resuelto cada uno los duelos que fueron vivenciando durante todo el transcurso de su vida. Pero, en general, hace más ruido a quien está del otro lado que a la misma persona adulta mayor.
- ¿Y esto de dejar “depositados” a los ancianos en un geriátrico? ¿O es mejor que continúe en el hogar a pesar de que su familia siga “aguantándolo”?
Liliana: - En realidad, las políticas actuales sugieren que se dé prevalencia a mantener al adulto mayor en su entorno. Porque esto es lo que haría la mayor calidad de vida en la mayoría de los casos. No obstante, sabemos que no en todos los casos esto se puede respetar. A veces hay inconvenientes económicos, otras problemas de salud, que la persona adulta mayor ya no puede ser independiente y es necesario acudir a una residencia geriátrica como es ésta. Sí lo que creemos que es fundamental es que no se produzca el desarraigo de la persona con respecto de su entorno, que vivir en una institución geriátrica no signifique desprenderlo de sus vínculos, de sus afectos, y de lo que es la historia de su vida. En este sentido, las familias deben acompañar a la institucionalización, deben ocuparse de elegir qué tipo de geriátrico van a contratar para que allí viva su ser querido, hacer todo el proceso junto con el adulto mayor para que se incorpore a lo que es la rutina de una institución, acompañándolo de manera permanente.
Valeria: - El hecho de tomar la decisión, que en algunos casos puede ser difícil y en otros no, de acordar ponerlo en una institución, genera culpa muchas veces, pero eso no significa que necesariamente por haberlo dejado significa abandonarlo, la familia puede continuar en contacto y haciendo que el adulto mayor esté integrado aunque permanezca y pase la mayor parte del tiempo en una institución como ésta.
-¿Cómo elegir un buen geriátrico?
Liliana: - Una de las pautas que se sugiere en este sentido es poder visitar el geriátrico en cualquier momento de la jornada. Esto es clave: cuando un geriátrico abre sus puertas, como lo hace el Asilo en cualquier momento, da pauta de que lo que sucede dentro de la institución es abierto, es mostrado, es compartido. Esto ayuda a conocer la institución de acuerdo a sus distintas rutinas. El familiar, antes de llevar al residente a este lugar, debería visitarlo en el horario del desayuno, a media mañana, a media tarde, como para inmiscuirse en lo que es la rutina institucional. Y otra cosa que es fundamental es que el adulto mayor que ingrese a la institución, lo haga conociendo dónde va a estar, por qué motivos va a estar en este lugar, cómo se lo va a acompañar durante su estadía en este tipo de lugares. Esto no es lo que se ve habitualmente, quizás por la misma culpa las familias tienden a ocultar este tipo de decisiones y a decidir por el adulto mayor, no con el adulto mayor. Evidentemente estos son los casos donde mayor implicancia en la salud mental del adulto mayor van a generar, porque no es fácil que “la decisión de mi vida la tome otro”, así sea un ser querido.
Valeria: -Incluso, parte de la adaptación a este nuevo lugar a veces no se respeta de parte de la familia, no se toma en cuenta “no le gustó”, o “se queja todo el tiempo”, pero tiene que ver con este proceso de adaptación que necesariamente hay que respetar para que el adulto mayor pueda encontrarse en este espacio si es que ha decidido también quedarse.
-¿Y si no quiere quedarse?
- Buscar alternativas, buscar junto al adulto mayor alguna alternativa. Hay muchas residencias en la ciudad de Río Cuarto para encontrar aquel lugar que más satisfaga las necesidades del adulto mayor.
Es bueno destacar que no es habitual que se encuentren instituciones de este tipo, como el Asilo San José, con esta preocupación. Y que esté contra los mitos de que “los viejos son desechables” como muchas veces se piensa. Hay instituciones que están para que los viejos pasen su vida hasta morirse y no se preocupan en cómo están mientras tanto... No así sucede en el Asilo San José.
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