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sábado, 22 de junio de 2013

El libro de los abrazos. Eduardo Galeano: La última cerveza de CaldweIl

Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
La última cerveza de Caldwell
Era el atardecer de un domingo de abril. Al cabo de una semana de mucho trabajo, yo estaba bebiendo cerveza en una taberna de Amsterdam. Estaba con Annelies, que me había ayudado con santa paciencia en mis vueltas y revueltas por Holanda.
Yo me sentía bien pero, no sé por qué, tirando a triste.
Y me puse a hablar de las novelas de Erskine CaldweIl.
Eso empezó con un chiste bobo. Como me daban vergüenza mis incesantes viajes al baño entre cerveza y cerveza, se me ocurrió decir que el camino de la cerveza conduce al baño como el camino del tabaco conduce al cenicero, y me sentí de lo más ingenioso. Pero Annelies, que no había leído El camino del tabaco, ni siquiera sonrió.
Entonces le expliqué el chiste, que es lo peor que uno puede hacer en cualquier circunstancia, y fue así que me lancé a hablar de Caldwell y de sus esperpentos del sur de los Estados Unidos; y ya no pude parar.
Hacía más de veinte años que yo no hablaba de él. Yo no hablaba de CaldweIl desde los tiempos en que me encontraba con Horacio Petit, en los cafés y las cantinas de Montevideo, y con él andábamos vinos y novelas.
Ahora, mientras hablaba, mientras me brotaba de la boca aquel torrente imparable, yo veía a Caldwell lo veía bajo su deshilachado sombrero de paja, meciéndose en una veranda, feliz por los ataques de las ligas de moral y los críticos literarios, mascando tabaco y rumiando nuevas cochinadas y desventuras para sus miserables personajes.
Y la tarde se hizo noche. Yo no sé cuánto tiempo pasé hablando de CaldweIl y bebiendo cerveza.
A la mañana siguiente, leí la noticia en los diarios: El novelista Erskine CaldweIl murió ayer, en su casa del sur de los Estados Unidos.

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