No es voto menor
Autoras/es: Gabriel Brener (*)
El
miércoles estuve en el Senado, me invitaron a exponer
en la audiencia que la Comisión de Asuntos
Constitucionales hizo con diversos expositores sobre
voto a los 16, que está a punto de votarse. http://www.senado.gov.ar:88/11756.pdf ( lista de expositores)
Comparto mi exposición
Un cordial saludo,
Gabriel
Comparto mi exposición
Un cordial saludo,
Gabriel
Incluir al
ejercicio del voto a los jóvenes de 16 y 17 años es viento a favor para
el estado de derecho, es una condición necesaria pero no suficiente para
ampliar ciudadanía y participación.
Tomar distancia
Me parece
necesario tomar distancia del juego especulativo. De la posible
especulación política que podría entusiasmarse con alguna encuesta a
favor, ya que como en tantas otras cosas, los adolescentes no hacen con
lo que les damos lo que los adultos queremos que hagan. Si dicha
especulación existiera incluso seria traicionada por el propio peso de
la decisión juvenil. Lo mismo sucede con tantos otros actos de
transmisión, con los padres, los enseñantes, los políticos o los
periodistas. Los jóvenes deciden qué hacer con aquello que les pasamos y
en esa diferencia se construyen los pasajes entre generaciones. Pero
también hay que practicar distancia con la especulación mediática, esa
que a cada rato disemina imágenes de jóvenes violentos, apáticos e
irresponsables como fertilizantede un estado de miedoambiente, que no
hace mas que ubicarlos en el lugar del riesgo y el peligro, alertando al
“buen vecino”a que se cruce de vereda ante el acecho inminente de
cualquier amenaza adolescente.
Oportunidad pedagógica
El voto para
millones de jóvenes no es ninguna solución, sino un hecho político que
puede aprovecharse para construir más y mejor democracia, o para quedar
en mero tramite administrativo.Se trata de una oportunidad pedagógica
para nuestra sociedad. Sin duda, como afirma tanto opinólogo, es
factible que muchos chicos y chicas no estén preparados para dicho
ejercicio ciudadano, casi del mismo modo que tantísimos adultos. Bien
vale entonces ofrecer la opción del voto como excusa para
inaugurar espacios de debate en las familias, en los barrios, en los
medios de comunicación, y especialmente en lasescuelas. Porque la
elección, cualquiera sea ella es algo que se aprende y construye en el
día a día y con los otros. No es conveniente elegir “de golpe”, ni para
un chico, ni para un adulto, y en especial cuando la elección esta
ligada a la forma de vivir con los demás. El voto puede ser un horizonte
para ensayar diversas otras elecciones que afecten lo individual y en
especial lo colectivo. En Argentina hace unos pocos años existe una ley
nacional de educación (Ley 26206) e indica que todos los chicos deben
estar en la escuela, y lo novedoso respecto de leyes anteriores es que
abarca toda la escolaridad secundaria. Es clave entonces impulsar
iniciativas en las escuelas ya sea a través de “construcción de
ciudadanía” una materia de reciente creación pero también en lengua,
matemática, en otras ciencias y en los recreos. Generar diversas
instancias que permitan a los alumnos ser parte activa de proyectos
participativos dentro y fuera de las instituciones escolares. Aquella
idea que sostiene que se es ciudadano al egresar de la escuela refuerza
la noción de los adolescentes mas como objetos de decisiones de otros
que como sujetos que construyen su propio destino. La escuela es un
lugar estratégico para practicar ciudadanía mientras se es alumno y no
solo cuando se sale de ella.
Los que patean
ciudadanía para adelante y con el dedo señalan un problema de capacidad o
madurez, además de subestimar a los adolescentes evitan asumir con
franqueza que prefieren chicos disciplinados que acepten lo habitual
como cosa natural, extrañan una autoridad de la imposición. De esa que
insiste en la idea de recuperar, restaurar, volvera la autoridad, como
si la autoridad se tratara de un bronce que se restaura en vez de una
relación que se construye, y que siempre tiene fecha de vencimiento.
Invitación a la política
Somos una sociedad
que ha sufrido un proceso de desintegración feroz desde la última
dictadura cívico-militar, enalteciendo como valor único y sagrado el
dictamen del mercado en detrimento del rol y las políticas de Estado. Es
necesario entender al voto en el marco de acciones que amplíen la
participación de lo jóvenes, se trata de una invitación a la política
(1) , ese asunto que tiene que ver con pensar en los otros, con vivir
mejor juntos y de manera mas justa. Política que hace rato es ninguneada
y aun sigue gozando de mala prensa, por merito propio, sin dudas, pero
también por el apogeo de un sentido común mercantil, que naturaliza
el sálvense quien pueda, donde aun cotiza mas alto el apetito
individualista de consumo, el darwinismo social que la construcción
colectiva y solidaria de lo común. Donde algunos dan por cierto que la
política es una profesión y entonces prende ese discurso neoliberal que
reduce los problemas sociales a meros asuntos técnicos que deben
resolverse “entre entendidos”. Y de esa manera niegan la existencia de
los conflictos que expresan la tensión de intereses entre sectores que
conviven en una sociedad injusta en el reparto de bienes materiales y
simbólicos. Los conflictos deben ser fuente de construcción de
convivencia, por mas incómodos y complicados que sean. Al ocultarlos,
gambetearlos o reducirlos a simples desperfectos técnicos de sistema, se
convalida el statu quo, o mejor dicho, que las cosas sigan siendo como
siempre, acostumbrarse a lo injusto.
El voto mas joven
consiste en ampliar un derecho y la posibilidad de opción habilita a que
cada adolescente pueda elegir y construir su decisión y no sentirse
forzado al respecto. Curiosamente el voto de los chicos de 16 y 17 años
es también un reto para los adultos. Un desafío que incomode, para
transformar la mirada punitiva que suele merodear a los adultos en un
acto de generosidad y bienvenida para los mas nuevos, animando un
dialogo mas sincero, una escucha mas atenta, el decir lo propio y dar la
palabra.
Y en el caso de
los jóvenes, el voto es ampliación de derechos, un desafío para salir de
lo propio (sin dejarlo), y pensar en los demás.
Si la
participación social, y el voto como una de sus formas, se asume no
tanto como quien acepta la palabra que alguien le da sino como un acto
que implica tomar la palabra por decisión propia, es probable que
estemos hablando de jóvenes que se resisten a ser tomados como meros
objetos de la política, de consumo, de los medios, para transformarse en
sujetos que se disponen a construir su propio camino.
Para finalizar, no
se trata de voto menor, adjetivo que clausura, desconfía y estigmatiza,
aquí estamos frente al voto joven, que ensancha derechos y está ligado
con la verdadera confianza, esa que significa asumir un riesgo por
alguien desconocido, es peldaño cargado de futuro.
Nota
(1) La militancia
política en centros de estudiantes, en organizaciones sociales, en los
partidos políticos, sociedades de fomento, en los barrios, en los
clubes, en las redes sociales, y en tantos otros ámbitos, que permitan
juntarse con otros e involucrase con lo que le sucede a los demás,
luchando por mejores formas de vivir, por justicias económicas,
sociales, culturales, escolares, entre muchas otras.
(Exposición
sobre los proyectos de ley que modifican las leyes 19.945 (Código
Electoral Nacional) y 346 (Ciudadanía y naturalización), (voto a los 16
años). En audiencia que la Comisión de Asuntos Constitucionales realizó
el miércoles 26 de septiembre de 2012 en el Senado de la Nación. www.senado.gov.ar )
(*) Gabriel
Brener es Lic. Educación (UBA) y Especialista en Gestión y Conducción
del Sistema Educativo (FLACSO).Capacitador y asesor de docentes y
directivos de escuelas. Ex director de escuela secundaria. Co-autor de
“Violencia escolar bajo sospecha” 2009 Ed. Miño y Dávila Bs As.
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