Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
El pulpo tiene los ojos del pescador que lo
atraviesa. Es de tierra el hombre que será comido por la tierra que le da de
comer.
Come el hijo a la madre y la tierra
come al cielo cada vez que recibe la lluvia de sus pechos. La flor se cierra,
glotona, sobre el pico del pájaro hambriento de sus mieles.
No hay esperado que no sea esperador ni amante que no sea boca y bocado, devorador devorado: los amantes se comen entre sí de cabo a rabo, de punta a punta, todos toditos, todopoderosos, todoposeídos, sin que quede sobrando la punta de una oreja ni un dedo del pie.
No hay esperado que no sea esperador ni amante que no sea boca y bocado, devorador devorado: los amantes se comen entre sí de cabo a rabo, de punta a punta, todos toditos, todopoderosos, todoposeídos, sin que quede sobrando la punta de una oreja ni un dedo del pie.
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