Autoras/es: Eduardo Galeano
(Fecha original del artículo: 1987)
Los llamares
La luna llama a la mar y la mar llama al humilde
chorrito de agua, que en busca de la mar corre y
corre desde donde sea, por muy lejos que sea, y corriendo crece y arremete y no
hay montaña que le pare la pechada. El sol llama
a la parra, que queriendo sol se estira y sube.
El primer aire de la mañana llama a los olores de la ciudad que despierta,
aroma del pan recién dorado, aroma del café recién molido, y los aromas al aire
entran y del aire se apoderan. La noche llama a las flores del camalote, y a
medianoche en punto estallan en el río esos blancos fulgores que abren la negrura
y se meten en ella y la rompen y se la comen.
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