(Fecha original: 1982)
Investigador del Centre National de la Recherche Scientifique, el búlgaro Tzvetan Todorov es, además, integrante del grupo Tel Quel en París, en el que han participado personas como Philippe Sollers, Julia Kristeva, Algirdas Greimas, Michel Foucault, Jacques Lacan y Roland Barthes entre otros estudiosos de la psicodinámica de la oralidad y la escritura. Este grupo, también conocido como “textualistas” o estructuralistas, se especializa en los textos principalmente impresos. Es por eso que en el estudio, objeto de esta reseña, encontramos más al lingüista que al historiador. De hecho, el mismo Todorov nos dice que su actitud al abordar la historia de la conquista es más bien la del moralista, ya que le importa más el presente que el pasado. Si cuenta esta “historia ejemplar”, como él la llama, es por abordar el problema de la otredad que en el citado caso adquirió abordar el problema de la otredad que en el citado caso adquirió unas connotaciones sorprendentes y radicales.
Este es un estudio semiótico, pues como dice nuestro autor, “toda investigación sobre la alteridad es necesariamente semiótica, y recíprocamente: lo semiótico no puede ser pensado fuera de la relación con el otro”. La asimilación, como una forma de proyectar los propios valores en los demás, y la diferencia, que se traduce en términos de superioridad e inferioridad, son las figuras elementales de la experiencia de la alteridad que descansan en el egocentrismo. En función de estas figuras gira el análisis del proceso histórico elegido. Pese al título del libro por demás genérico, en realidad apenas la quinta parte de su extensión se refiere al Caribe y las otras se centran en la conquista de México, considerada la más espectacular. La civilización mexicana, por su parte, es para el autor la más brillante del mundo precolombino. La obra se compone de cuatro capítulos (“Descubrir”, “Conquistar”, “Amar”, “Conocer”) y un epílogo (“La Profecía de Las Casas”) a manera de reflexión en la que el presente es el sujeto principal. La historia, que comienza con la llegada de Colón, se extiende al siglo XVI. La temática que se impone Todorov es la de la percepción que tenían los españoles de los indios y no a la inversa, con la sola excepción del caso de Moctezuma y los que lo rodean, quizá por estar documentada la actitud de este personaje en las crónicas y escritos de la época y porque los textos, que expresan el punto de vista de los indios, son posteriores a la conquista, dada la “falta de una escritura indígena”. Salvedad aparte, es evidente que los textos que manejó el autor para “comprender lo que ocurrió aquel día” -el 12 de octubre de 1492, fecha que considera como el inicio de la era moderna- son en su mayoría de manufactura española o europea en general. Entre una larga lista de escritos sobresalen los de Colón, Cortés, Las Casas, Ginés de Sepúlveda, Durán y Sahagún. En el uso de tan amplia información, Todorov trató de salvar dos extremos, como él mismo explica: por un lado, simplemente dejar hablar a sus personajes y, por otro, manipularlos a su antojo. El recurso lo encontró en la técnica del diálogo. “Interpelo esos textos, los traspongo, los interpreto, pero también los dejo hablar (de ahí la cantidad de citas), y defenderse”. Pero la obra no sólo es diálogo; también y sobre todo, es su propia manera de entender y conceptuar el enfrentamiento entre Europa y América. En términos muy generales, veamos las tesis fundamentales del libro sobre ese enfrentamiento. En tanto que lingüista, Todorov pone de relieve la falta de escritura de las comunidades mesoamericanas y su dependencia del discurso ritual, repetitivo, cuya consecuencia fatal fue la incapacidad para comunicarse con otros hombres en circunstancias totalmente nuevas y diferentes; los pictogramas o códices “no son un grado inferior de escritura: son una notación de la experiencia, no del lenguaje”. En su concepto, la ausencia de escritura es reveladora del comportamiento simbólico en general y, al propio tiempo, de la capacidad de percibir al otro; lo importante no es el uso de la escritura como instrumento, sino la escritura como indicio de la evolución de las estructuras mentales. Ahí están las raíces de la derrota de los indios ante los españoles. Irremisiblemente, Todorov se afilia a la corriente eurocentrista. Los españoles, para él, tienen una marcada superioridad en las formas de simbolización con respecto a los aztecas. Sus argumentos, clásicos por demás, son los del evolucionismo y el progreso, según los cuales la técnica ha ido perfeccionándose con la creación de instrumentos que facilitan el trabajo. Este proceso permitió a la par la evolución del aparato simbólico. Por eso, “los españoles son más ‘avanzados’ que los aztecas (o, generalizando: las sociedades con escritura son más avanzadas que las sociedades sin escritura), aun si sólo se trata de una diferencia de grado”. Y si bien los aztecas, única civilización que considera en su estudio y de la que saca sus generalizaciones, tenían un alto grado de desarrollo cultural, no puede dejar de señalar que gracias a los españoles los americanos tuvieron adelantos en la técnica, la cultura y la simbología. Sin embargo, al aplicar su criterio ético para juzgar la influencia europea, sostiene que los españoles no se redujeron a proponer su civilización a los indios sino que se la impusieron hasta por medio de una violencia atroz. Así, el autor retoma “La profecía de Las Casas” y donde el obispo dice: “Dios ha de derramar sobre España su furor e ira”, Todorov sustituye Europa por España. Para Todorov el progreso tecnológico, actualmente, no conlleva de ninguna manera la superioridad moral y social; pero insiste en que si los europeos pudieron asimilar a los otros, se debió a su capacidad para entenderlos. Con todo, uno de los grandes problemas suscitados por la conquista de América fue el rompimiento de la capacidad humana de sentirse en armonía natural con el mundo. Y así, en la medida que la superioridad europea se fincó a expensas de su comunicación con el mundo, se hace necesario restaurar esa comunicación; pero como el hombre de hoy es el producto de una mentalidad individualista, en realidad es imposible reencarnar ese pasado. “Una mujer maya murió devorada por los perros”. Para Todorov, sucesos como éste no deben ser olvidados, pues pueden suceder, han sucedido y se han dejado correr por la falta de información y comunicación, la cual existe y es de efectos poderosos. No se trata de ninguna manera de propiciar sentimientos revanchistas, sino de recordar lo que puede llegar a suceder, si no se logra descubrir y comunicarse con el otro. Como bien se señala en el libro, el gran problema de hoy en día es tratar de vivir la diferencia en la igualdad, y trabajos como éste de Tzvetan Todorov, cuya primera edición en francés data de 1982, quedan encuadrados en esta preocupación.
Juan Pío MARTÍNEZ. “Reseñas de libros”, en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. XII, nº 47, 1991, pp. 127-130]
Juan Pío MARTÍNEZ. “Reseñas de libros”, en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. XII, nº 47, 1991, pp. 127-130]
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