Autoras/es: Juan de Timoneda
Comiendo en una aldea un capellán un palomino asado, rogábale un caminante que le dejase comer con él, y que él pagaría su parte. Y no queriendo el capellán, el caminante comía su pan a secas. Después de comérselo, dijo :
- Habéis de saber, reverendo, que los dos hemos comido del palomino. Vos al sabor, y yo al olor.
Respondió el capellán :
- Si eso es así, quiero que me paguéis vuestra parte del palomino.
- Habéis de saber, reverendo, que los dos hemos comido del palomino. Vos al sabor, y yo al olor.
Respondió el capellán :
- Si eso es así, quiero que me paguéis vuestra parte del palomino.
(Fecha original del artículo: s/d)
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