El poeta Juan Gelman escribe alzándose sobre sus propias ruinas,
sobre su polvo y su basura. Los militares argentinos cuyas atrocidades
hubieran provocado a Hitler un incurable complejo de inferioridad, le pegaron
donde más duele. En 1976, le secuestraron a los hijos. Se los llevaron en
lugar de él. A la hija, Nora, la torturaron y la soltaron. Al hijo, Marcelo, y
su compañera, que estaba embarazada, los asesinaron y los desaparecieron. En
lugar de él; se llevaron a los hijos porque él no estaba. ¿Cómo se hace para
sobrevivir a una tragedia así?
Digo; para sobrevivir sin que se te apague el alma. Muchas veces me lo he preguntado, en estos años. Muchas veces me he imaginado esa horrible sensación de vida usurpada, esa pesadilla del padre que siente que está robando al hijo el aire que respira, el padre que en medio de la noche despierta bañado en sudor: Yo no te maté, yo no te maté. Y me he preguntado: Si Dios existe, ¿porqué pasa de largo? ¿No será ateo, Dios?
Digo; para sobrevivir sin que se te apague el alma. Muchas veces me lo he preguntado, en estos años. Muchas veces me he imaginado esa horrible sensación de vida usurpada, esa pesadilla del padre que siente que está robando al hijo el aire que respira, el padre que en medio de la noche despierta bañado en sudor: Yo no te maté, yo no te maté. Y me he preguntado: Si Dios existe, ¿porqué pasa de largo? ¿No será ateo, Dios?
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